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XXVIII

—Tú… —murmuré, totalmente impactada.

No…

No podía ser…

Siendo víctima del estado de shock recorrí lentamente con la mirada de pies a cabeza a la persona que estaba de pie frente a mí sujetando una delgada barra de hierro mientras me observaba ladeando la cabeza con una sonrisa torcida que se extendía en su rostro.

No era la primera vez que veía a esa persona, pero jamás me percaté de aquella siniestra forma de sonreír. Parecía que se estaba burlando de mí. Yo, por mi parte, permanecía sentada con las piernas ligeramente extendidas y apoyando mi peso en la pared detrás de mí, ya que mis manos permanecían fuertemente atadas, mientras veía cómo esa persona se recostaba de la reja que me encarcelaba de una forma paciente y relajada, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para estar allí…

De pronto comenzó a silbar mientras miraba despreocupadamente la celda en la que estaba. Cada uno de sus gestos, lejos de aliviarme, solo me intimidaban aun más. Con un simple silbido hacía que mi cuerpo se estremeciera, que cada uno de mis vellos se erizara, que un nudo se formara progresivamente en mi garganta debido al shock que me imposibilitaba hablar, eso unido a las lágrimas que se estaban acumulando en mis ojos debido al hecho de que no necesitaba confirmación alguna para saber que la persona que tenía delante era quien estaba detrás de cada uno de los asesinatos que se habían cometido.

Y no era cualquier persona…

Era…

—Para alguien que ha causado tanto escándalo en los últimos meses te has quedado bastante callada —comentó con burla ante mi cara de espanto—. Debes estar realmente impactada de verme… —añadió, separándose de la reja.

—¿De verte…? —repetí con el ceño fruncido, incrédula—. Tú... tú fuiste quien… —balbuceé, percibiendo cómo mis ojos se tornaban aun más vidriosos ante el recuerdo de toda la gente que había muerto.

—Sí, sí, ya sé que debes estar en shock al creer que yo soy quien está detrás de todos los asesinatos —comentó, caminando de un lado a otro de la celda con cierto aire teatral—, pero, ¿sabes algo? Yo no fui quien mató a todos esos pobres inocentes —aclaró, deteniéndose para enfocarme.

—¿Qué? —musité.

—¿Sabes quién fue? —preguntó, agachándose frente a mí para luego acercarse a mi oído y susurrar:— Tú... 

Al decir eso, se apartó y se puso de pie sin más.

—Estás demente —solté, hundiendo el entrecejo.

—Desde el inicio del verano comenzaste a recibir notas de advertencia… Si les hubieses prestado atención, nadie habría muerto… La culpa es tuya —concluyó.

—Eso es absurdo —repliqué—. Matas a un montón de gente y, ¿ahora te atreves a culparme? —escupí, escéptica.

—Pudiste evitar que se derramara muchísima sangre si hubieras prestado atención a las advertencias... Si no fueras una puta egoísta —dijo, agachándose nuevamente para sostener mi mirada mientras apoyaba sus codos en sus rodillas— a la que solo le importa que se la follen como a una perra, nada de esto habría pasado…

Esta vez su expresión no era divertida ni despreocupada, era sombría y psicópata.

—Yo sé que no te importaron una mierda las notas, ni siquiera te inmutaste en descifrarlas… porque lo único que te importa es comportarte como una prostituta —opinó, poniéndose de pie otra vez.

—Es mi cuerpo y mi vida —gruñí—. No eres quien para decirme cómo debo comportarme.

—Y precisamente esa actitud fue la que llevó a tantos chicos a la tumba. Tú los mataste en el momento en que decidiste abrirles las piernas.

—Estás peor de lo que pensé —comenté con repudio. No podía creer lo que escuchaba—. Solo en una mente tan retorcida como la tuya eso podría tener algún sentido.

—Retorcida es tu mente. ¿Cómo pudiste follarte al padre de tu amiga y a tu propio primo? Eso es asqueroso.

—Edwin no era mi primo —aclaré—. La noche antes de morir, bueno, antes de que tú lo mataras… —corregí en un gruñido— me confesó que había sido adoptado…

—No sabía eso… —murmuró—. Pero eso solo reafirma lo que dije. Edwin al menos sabía que tú no eras su prima, pero tú… tú te lo follaste creyendo que tenía tu sangre y no te importó en absoluto. No te importó que estuviera comprometido, no te importó nada. A ti no te importa nadie…

—Al menos yo no soy una asesina —rebatí con desprecio—. Yo seré una amoral, una egoísta, una perra y todo lo que quieras... pero nunca maté a nadie.

—Dejaste que todos esos chicos murieran… Pudiste haberlo evitado, pero preferiste ignorar mis advertencias… Eso para mí te convierte en una asesina… —sentenció.

Ante sus palabras bajé la mirada. Sabía que no tenían sentido alguno, pero no pude evitar pensar que tal vez, solo tal vez, si le hubiese contado a la policía, todo habría sido diferente.

—Te sientes culpable porque sabes que tengo razón —emitió de repente, llamando mi atención.

—¿Qué vas a hacer conmigo? —pregunté, esquiva.

—Tardaste en preguntar —comentó con diversión—. Esa era la pregunta que todos los chicos hacían de primera. Todos suplicaban por sus miserables vidas —relató con "nostalgia"—. Era hermoso ver cómo la vida se escapaba de sus ojos… Sus expresiones de dolor, sus lágrimas, sus gritos... Simplemente hermoso...

—Deberías estar en un manicomio —escupí.

—¿Sabes algo, Marina? —emitió, agachándose nuevamente—. Para alguien que está encadenada y con alguien capaz de matarla de la forma más dolorosa que puedas imaginar…—susurró en mi oído, haciéndome erizar—, estás demasiado tranquila para mi gusto —agregó, provocando que tragara saliva sonoramente—. Disimulas muy bien tu miedo, aunque no me extraña viniendo de una mentirosa como tú, pero te mostraré algo que cambiará tu altanería… —anunció, poniéndose en pie para desencadenar mi tobillo con una llave que tenía en su bolsillo trasero.

—¿A dónde me llevas? —emití cuando me agarró por el brazo para obligarme a poner en pie. Sentía mis piernas adoloridas, al igual que el resto de mi cuerpo, pero su agarre me ayudó a mantener en pie.

—Si fuera tú, no preguntaría eso… —respondió con otra de sus escalofriantes sonrisas torcidas.

—¿Vas a dejarme atada? —indagué, moviendo como pude mis manos en mi espalda para resaltar el hecho de que continuaba amarrada.

—¿En serio crees que soy lo suficientemente idiota como para liberarte? En cualquier momento que me descuide vas a intentar escaparte —replicó—. Camina —me ordenó, propinándome un ligero empujón que me hizo salir de la celda.

Desde mi posición pude notar que había otra celda justo al lado de la mía, pero no se veía desde mi ángulo qué es lo que había dentro.

—Pronto sabrás lo que hay en ella… —interrumpió mis pensamientos—. Por ahora limítate a caminar.

Sintiendo su mano en mi espalda para guiarme recorrimos un pequeño pasillo y luego doblamos hasta llegar a una inmensa habitación que carecía de ventanas al igual que las celdas. Era imposible saber si era de día o de noche.

Las paredes de la habitación no tenían pintura, eran simplemente de un color gris opaco. En las esquinas del techo había cámaras. En el centro había una mesa metálica rectangular que parecía una especie de camilla. Próxima a esta había otra mesa más pequeña sobre la cual había numerosos objetos: pinzas, tijeras, bisturíes, un espejo, cuchillos, guantes, medicamentos, jeringuillas, tubos de ensayo y otros artefactos que no sabía lo que eran y, sinceramente, prefería no saberlo... En el suelo había latas de ácido y también había una máquina de terapia electroconvulsiva. Aquello parecía… una sala de tortura…

Al observar la pared, hundí el entrecejo mientras enfocaba percatándome de que en una de ellas había un pizarrón que la ocupaba por completo. Este estaba repleto de papeles, símbolos, escritos, cálculos, códigos, periódicos antiguos y otros recientes con las noticias de los asesinatos, imágenes de diferentes lugares de Morfem, de autos, de los fallecidos y de sus familiares; matrículas de auto, y sobre todo había fotos mías… muchas fotos mías…

—Me estuviste acosando durante todo el verano... ¿Qué clase de psicópata eres tú? —pregunté al girarme para buscar su mirada, totalmente espantada.

Cada segundo que pasaba solo acrecentaba mi miedo. Mis palabras simplemente hicieron que sonriera.

Demente, psicópata...

—Si te fijas en algo más que tus fotos, las cuales quedaron muy bien por cierto; la fotografía se me da genial —opinó con una tranquilidad pasmosa—, te darás cuenta de que ahí están mis notas. Todas y cada una de ellas... Notas que si hubieras descifrado, aún tendrías a tus chicos adorados.

—¿Qué clase de juego enfermo es este? Me envías notas para que las adivine y si no lo hago, matas a todos, ¿es eso? —pregunté, asqueada.

—¿Recuerdas esta? —se acercó al pizarrón y tomó un papel que luego me mostró. Este contenía una secuencia numérica: 836273786.

—Vagamente... —respondí de mala gana. Parecía que quería contarme sus enfermas razones para hacer todo esto, así que me limité a escuchar su explicación.

—Supongo que alguna vez te habrás fijado que a cada número del teclado de tu celular le corresponden tres letras.

—Sí... —murmuré.

—Esta nota no tenía que ver con números, sino con las letras que cada uno de ellos representa. Por ejemplo: el 8 representa la T, la U y la V. Lo que debías hacer era probar las diferentes combinaciones de letras hasta obtener una frase coherente. "Te observo". Esa era la frase.

—Definitivamente estás mal de la cabeza —opiné, negando ligeramente.

—Fue una de las primeras notas que te envié para que supieras que había alguien observándote, alguien que estaba pendiente de todas las mierdas que hacías, alguien que te cobraría por todo lo que has hecho...

—Psicópata... —escupí con tono de repudio, ceñuda.

—Hacer esta fue muy entretenida —comentó relajadamente como si hablara de una bufanda que tejió, ignorando mi ofensa.

Su comentario fue sucedido por la muestra de una nota que recuerdo a la perfección por lo extraña que me pareció. Recuerdo que incluso pensé que estaba en otro idioma.

Cuando me mostró el mensaje lo leí detenidamente una vez más y nuevamente mi rostro se arrugó ante la rareza de su código.

Rin morá from gáteral oledso doted me oirno cart.

En serio, ¿qué rayos significaba eso?

—Por tu expresión asumo que no tienes ni la más remota idea de lo que significa —puntualizó—. Obviamente no te inmutaste en investigar, aunque no me sorprende... Para follar incluso contratas detectives, pero descifrar una simple nota es demasiado complicado —comentó con sarcasmo, lo cual me hizo hundir el entrecejo—. Bueno, para aclarar tus dudas... la frase es un anagrama. Cambié el orden de las letras y también dividí muchas de las palabras para que fuera más complicado de descifrar, pero eso dio igual porque por muy sencillo que fuera el código no te importaba descifrarlo.

—Un anagrama... —repetí.

—No esperaba que alguien que solo sabe abrir las piernas supiera lo que es —opinó despectivamente—. Te explicaría mejor, pero a estas alturas da igual.

—¿Qué significaba? —pregunté a pesar de que ya era inútil.

—"Lárgate de Morfem... —comenzó a decir—...de lo contrario... todos morirán."

Al escuchar eso, todo mi cuerpo se erizó. Era escalofriante la naturalidad con la que hablaba de la muerte, aunque después de cobrar tantas vidas hablar de la muerte debe ser muy fácil.

En el momento en que recibí las notas me parecieron un absurdo hastío, pero hoy cobraban sentido y mi conciencia estaba destrozada por el simple pensamiento de que pude haber evitado tantas desgracias.

—Y efectivamente... todos murieron... —añadió con una sonrisa torcida—. Incluso tu querido Ross... lo hice parecer un accidente, aunque no dudo que la policía se haya dado cuenta luego de que no lo fue.

—Te van a atrapar —gruñí.

—Llevan todo el verano intentándolo y no lo han conseguido... ni lo harán.

—Deberías estar en un internado psiquiátrico —escupí.

—Bueno, dejando de lado tu opinión acerca de mí... Te explicaría también la nota en braille —prosiguió—, pero sé que esa sí la descifraste... aunque lo hiciste demasiado tarde... Ya tus queridos gemelos estaban muertos cuando descubriste que los iba a asesinar. Me pregunto qué hubieras hecho si lo hubieses descubierto a tiempo —comentó con tono pensativo.

—¿Por qué...? —murmuré, depositando la mirada en el suelo—. ¿Por qué los asesinaste? ¿Por qué asesinaste a tanta gente? Ellos no te hicieron nada.

—Tus gemelos merecían la muerte que tuvieron, especialmente Luke.

—¿Qué te hicieron? —repetí en un murmullo, sosteniendo su mirada en un inútil intento por buscar en el fondo de sus ojos las explicaciones que necesitaba. ¿Cómo alguien podía ser capaz de cometer tantas atrocidades sin ninguna razón?

—Nick y Luke fueron un enigma que insististe en descifrar, pero yo ya sabía de sobra la respuesta a esos gemelos. Yo los conocía. Hace un tiempo tuve una gran amiga, su nombre era Allison Earles... —relató mientras yo me limitaba a escuchar—. La chica tenía 16 años cuando comenzó una relación con uno de tus gemelos: Nick. Sinceramente hacían una bonita pareja y él parecía quererla mucho, pero Nick no era el único que la quería; Luke también estaba interesado en Allison.

Era por eso que Nick me advertía que me alejara de su hermano... que era un chico peligroso... porque pensaba que al estar interesada en él, Luke se encapricharía conmigo...

—Luke acosaba a Allison, incluso una vez la forzó a un beso. Según me contó ella nunca llegó a propasarse, aunque sus palabras no me convencieron del todo... Y lo peor es que solo lo hacía para molestar a Nick porque siempre tuvo celos de él, siempre se sintió inferior. Allison fue la forma enferma que encontró de herir a su hermano.

—Fue por eso... que lo torturaste... —murmuré con la mirada en el suelo—. Fue por eso que destrozaste el cuerpo de Luke con tus torturas —emití con mayor convicción.

—Ese hijo de puta lo merecía —replicó en un gruñido.

—Pero Nick no hizo nada y lo mataste igualmente —rebatí, indignada.

—Tienes razón. Nick no hizo nada... porque era un cobarde —masculló.

—¿Qué quieres decir? —pregunté en voz baja con el entrecejo hundido.

—Luke violó a Allison... —soltó de repente.

—¿Qué? —murmuré, impactada.

—...Nick lo sabía y no dijo nada —agregó—. Una noche fueron juntos a una fiesta. Allison había bebido, pero seguía consciente de sus acciones. Luke aprovechó ese momento para drogarla... y abusó de ella...

—No puede ser... —musité—. ¿Cómo sabes tú todo eso? —pregunté, extrañada.

—Nick me lo confesó... en el funeral de Allison...

Oh, no... La chica está muerta...

—Esa misma noche los tres tuvieron un accidente en el que Allison falleció...

Pobre...

—Y lo peor de todo es que Luke no pagó por lo que le hizo... porque Nick no iba a declarar en su contra... El muy cobarde prefirió callarse para salvar el pellejo del hermano que siempre lo envidió... Incluso permitió que Luke la difamara diciendo que ella se había enredado con los dos... Puto cobarde... —masculló con rabia—. Fue por eso que lo maté. Los asesiné a los dos para vengar a Allison.

—Lo que ellos hicieron no justifica lo que tú hiciste —repliqué—. No tienes derecho a hacer justicia de esa forma.

—Tal vez recuerdes esta nota —dijo de repente, abandonando el aire lúgubre que trajo el tema de su amiga fallecida.

—Sí... la recuerdo —murmuré al leer "Carrie S.K.".

—Significa Carrie Susan Klineman... Es el nombre de una niña que asesinaron hace muchos años —comenzó a decir.

—Lo sé... —dije a modo de interrupción—. Esa fue una de las pocas notas que descifré... —le informé.

—¿Lo ves? Cuando se quiere se puede —canturreó—. El problema es que no te importa nada ni nadie. El caso de Carrie salió en todos los diarios de la época —me informó, enseñándome un antiguo diario que efectivamente mostraba un reportaje acerca del caso—. La niña tenía 11 años... Un hombre se obsesionó con ella... la secuestró... la violó y la torturó de una forma terrible hasta que no soportó más y murió.

—Todo eso lo sé... —gruñí—. El punto es qué me quieres decir con todo eso —escupí.

Ante mis palabras avanzó lentamente hacia mí para colocar un mechón de cabello detrás de mi oreja. Luego, haciéndome erizar, dijo muy cerca de mi rostro:

—Esa advertencia era para que supieras que si no te detenías, acabarías igual que ella... y no te detuviste...

—¿Cómo fui tan ciega? ¿Cómo fuiste capaz de engañarnos a todos? ¿Cómo es posible que nadie viera el monstruo que realmente eres?

Mis preguntas teñidas de desespero solo producían sonrisas en su rostro.

—Creéme... aún no has visto nada... —aseguró a la misma escasa distancia de hace unos segundos con esa sonrisa torcida y enferma.

—La policía descubrirá que eres tú... y pasarás el resto de tus días en la cárcel —mascullé con la mandíbula tensa, intentando sonar convencida, pero una parte de mí temía que no fuera así, que todo lo que hizo quedara impune y lo peor era la sensación de que la persona ante mí veía claramente ese lado inseguro de mi mente.

Por enésima vez su sonrisa torcida se ensanchó como si se estuviera burlando de mis palabras.

—No paras de subestimarme —emitió—. Creo que tendré que demostrarte de lo que soy capaz... —anunció, retrocediendo unos pasos para dirigirse a la mesa llena de instrumentos.

Bajo mi atenta y desorbitada mirada tomó un arma y luego la cargó con total maestría, haciéndome tragar sonoramente mientras sentía cómo mis latidos se aceleraban.

—Veo que ahora sí me tomas en serio... —se regodeó, dando lentos pasos mientras rodeaba la mesa central.

Nunca me sentí tan desprotegida y temerosa en toda mi vida, no solo por el hecho de que otra persona portara un arma y fuera capaz de matarme con ella, sino además porque sentía que podía ver a través de mí, sentía que podía leer mis pensamientos. Todo este tiempo estuvo siguiéndome, por tanto, sabe todo acerca de mí, pero no fui consciente de lo atrapada que estaba... hasta hoy...

—Ya no te ves tan convencida de que la policía vendrá a salvarte —dijo en voz baja justo un paso de mí para luego apuntar con su arma directamente sobre mi frente, provocando que cerrara los ojos de forma inconsciente a la espera de mi destino o, mejor dicho, de sus enfermos deseos—. Menudo temple ante un arma apuntando directo a tu cabeza... —comentó a modo de elogio.

—Cuando tus víctimas suplicaron... ¿las dejaste vivir? —escupí con sarcasmo, sosteniendo su mirada con un ligero aire de desafío.

—Arrodíllate —me ordenó.

—¿Qué? —murmuré, confundida.

—Arrodíllate —repitió—. Ahora...

—Si me vas a matar, hazlo de una vez —repliqué, altanera, lo cual pareció enojarle, puesto que agarró mi cuello con firmeza obligándome a arrodillar lentamente. El hecho de que tuviera las manos atadas le facilitó bastante el trabajo.

—Abre la boca —ordenó nuevamente, pero me mantuve inmóvil, gesto que una vez más pareció enojarle y que provocó que acomodara el arma justo ante mis labios a la espera de que acatara su orden—. No estoy bromeando, Marina... —me advirtió, colocando el dedo sobre el gatillo.

Finalmente opté por obedecer y lentamente abrí la boca, sintiendo cómo introducía el arma mientras sostenía su mirada con una mezcla de ira y humillación desde mi postura.

—Esto sí te gusta... —comentó, hundiendo aun más el arma en mi boca mientras agarraba mi cabello sin ningún tipo de delicadeza—. Por esto sí suplicarías... —añadió, hablando muy cerca de mi rostro mientras ladeaba la cabeza manteniendo aquella pose que simulaba sexo oral y agudizando su agarre en mi pelo—. ¿Quieres ver si dejo suplicar a mis víctimas? —preguntó de repente, haciéndome hundir el entrecejo—. Te lo mostraré... —anunció, sacando bruscamente el arma de mi boca y soltando mi cabello con un ligero empujón, provocando una mirada de desprecio y rabia de mi parte. 

¿Qué quiso decir con que "me lo mostraría"?

Al decir eso, se dirigió a la celda en la que estaba y se mantuvo allí un tiempo que me pareció eterno. Yo me mantuve arrodillada y expectante. No tenía un buen presentimiento.

¿Qué era lo que me mostraría... o a quién...?

Cuando estaba a punto de perder la cordura debido al temor y al sobreanálisis escuché un sonido raro. Parecía... que alguien se arrastraba...

El ruido era prolongado, parecía que quien se arrastraba lo hacía con un esfuerzo sobrehumano. El simple hecho de pensarlo me hizo tragar con fuerza mientras miraba con temor el pasillo que dirigía a las celdas.

¿Por qué alguien se trasladaría arrastrándose? ¿Acaso... no podía caminar? ¿Qué rayos le habían hecho?

Poco después apareció la persona que me tenía secuestrada, portando su arma de fuego con una sonrisa divertida, como si estuviera a punto de enseñarme un inolvidable espectáculo... y lo peor es que sentía que así sería...

El sonido de arrastre se prolongó unos segundos más hasta que de repente sobresalió un brazo por el pasillo, el cual le daba impulso al resto del cuerpo débil y herido que se arrastraba.

Dios...

—Está un poco desfigurado... pero supongo que lo debes reconocer —emitió quien portaba el arma.

Y sí que lo reconocía...

Dios mío...

Mis ojos se tornaron vidriosos al ver el despojo humano que se arrastraba en mi dirección dibujando con sangre su trayectoria.

Por Dios... ¿qué le hizo?

Creo que su cabello desordenado era lo único que se asemejaba al chico que acostumbraba ver en Morfem, el resto estaba totalmente transformado.

Portaba únicamente unos bóxers, exhibiendo así la suciedad de su piel, la cual se encontraba lacerada y repleta de hematomas, tanto en brazos y piernas como en el rostro, específicamente a nivel de los pómulos y ojo derecho. La mayoría de sus heridas estaban abiertas e infectadas, pero los cortes que impactaban con mayor fuerza a la visión eran los de su cara. Parecía que le habían cortado las comisuras de los labios y luego lo habían suturado, otorgándole una sonrisa al estilo del Joker totalmente espeluznante y antiestética. Su cara había sufrido además la amputación de su ojo izquierdo, cuyos párpados estaban firmemente suturados también.  Su espalda desnuda tenía cortes que se veían sumamente profundos y daban la apariencia de haber sido provocados por las garras de algún animal salvaje. Por último estaba la razón por la que se arrastraba... su pie derecho había sido amputado (además llevaba un pañuelo amarrado alrededor del tobillo para evitar que la hemorragia lo matara) mientras que la articulación del izquierdo presentaba una luxación o puede que incluso estuviera fracturada.

Dios...

No pasaron muchos segundos cuando mis lágrimas se escaparon sin control. No me hacía ni la más remota idea de todo el dolor que había sufrido aquel chico que conocía hace tanto tiempo, lo cual me hacía empatizar aun más con su tortuosa desdicha.

—¿Cómo pudiste? —mascullé con la mirada vidriosa, pero repleta de ira, enfocando a la persona que le había causado tanto mal al chico que se había arrastrado hasta quedar acostado frente a mí.

—Tienes frente a ti a la causante de todo lo que te hice... a tu querida Marina... —le informó al chico, el cual casi no podía ni levantar la cabeza para verme. Sinceramente no sé cómo seguía vivo con las torturas tan despiadadas a las que había sido sometido.

—¿Ma... rina...? —emitió con una voz ronca y apagada.

—Sí... —respondí con la voz quebrada para probarle que sí estaba presente.

Él, por su parte, apoyó con suma lentitud y debilidad las palmas de sus manos en el suelo, intentando apoyarse para levantar el torso y la cabeza y enfocarme finalmente.

Quien portaba el arma, haciendo gala de su carencia de empatía, compasión y paciencia, agarró al chico torturado por su cabello sucio y despeinado, forzándolo a que se arrodillara y provocando que en el proceso emitiera un desgarrador grito de dolor.

—¡¡NO!! —chillé al ver cómo lo acomodaba sin tomar en cuenta sus lesiones—. No hay un ápice de humanidad en tu cuerpo —opiné con desprecio mientras sujetaba al chico por los hombros, el cual se sostenía a duras penas.

—Te equivocas, Marina... —canturreó—. De hecho... para demostrarte mi nivel de benevolencia voy a dejar que... —miró con desdén a su víctima— tu chico... diga sus últimas palabras.

—¿Vas a matarlo? —pregunté, escandalizada.

—Ya tienes a Marina frente a ti —le dijo al joven moribundo—, sé que no querías morir sin despedirte de ella, así que permitiré que le digas tus últimas... no sé... 15 palabras —emitió, concluyendo su discurso colocándose detrás del chico para apuntarle directamente a la nuca.

—No, por favor... —murmuré, implorándole con la mirada que no lo matara.

—Habla ahora... —le ordenó—. Nunca más podrás verla de nuevo.

—Ma... rina... —musitó con voz débil y ronca.

—Siento mucho todo lo que te pasó —dije apresuradamente mientras las lágrimas corrían por mis mejillas.

—Todo esto... —comenzó a decir con voz débil mientras su ojo derecho se tornaba vidrioso—...no... fue... tu culpa... No... te disculpes... y tampoco... olvides... que... yo... yo... te amo... —emitió, liberando una solitaria lágrima que descendió por su mejilla derecha.

Al salir la última palabra de su boca, mis ojos se abrieron exageradamente al percibir cómo la sangre del chico fue salpicada sobre mi rostro producto al disparo que ejecutó la persona que nos tenía secuestrados. Mi boca se encontraba entreabierta debido al impacto y mi labio inferior temblaba ligeramente mientras mis ojos vidriosos y desorbitados enfocaban la nuca y la frente del chico, las cuales habían sido perforadas por la bala, creando un charco de sangre. Posteriormente mi vista ascendió hacia quien estaba de pie detrás del cadáver con una expresión impasible que me provocó náuseas y repulsión.

—Dijo más de 15 palabras... me irritó —dijo sin más, como si esa fuera excusa para matarlo.

En contra de mi voluntad una lágrima rebelde descendió por mi mejilla mientras observaba su expresión neutra.

—¿Cómo pudiste...? —murmuré—. ¿Cómo.. cómo...? —balbuceé sin saber exactamente qué quería preguntar.

Estaba en shock. Vi muchos cadáveres este verano, pero nunca asesinaron a alguien frente a mis ojos. Jamás tuve la sangre de alguien más sobre mi cuerpo de esta manera tan macabra.

—Eres un monstruo... —sentencié.

—Creéme... aún no has visto todo de lo que soy capaz... Esto no es nada comparado con lo que te va a pasar a ti... —aseguró, esbozando una sonrisa torcida al concluir la frase con un tono de augurio que erizó todo mi vello corporal.

El temor y la incertidumbre fueron emociones que no me abandonaron desde que desperté aquí, pero ahora un pensamiento latente arribaba a mi cabeza y me parecía casi una certeza.

No saldría con vida de allí.

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Hola, hola!! :D
Cómo han estado? :D
Cómo han pasado estos días festivos? :D
Pensé que este sería el último cap, pero al final lo dividí porque quedaría demasiado largo :/
Por otra parte, lo redacté de forma tal que aún no se supiera quién es :)
Ya saben, para mantener el misterio un poquiiito más :)))))
Espero que les haya gustado.
Hasta el siguiente, el cual CREO que sí será el último ;)
Bye, bye.

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