XVII
—Tardaron —dije sonriente al abrir la puerta y contemplar en el umbral, encantada, a Jace, Cole y Byron.
—Lo sentimos —se disculpó Jace al entrar y tomarme de la cintura para acercarme y besar mi mejilla—. Cole se tarda una eternidad para todo. —Miró con mala cara al susodicho.
—No es mi culpa ser tan caballeroso y considerado. Quiero estar presentable para la dama —se justificó el chico del desordenado cabello de fuego, besando con dramatismo el dorso de mi mano mientras me sostenía firmemente la mirada.
Su teatro me hizo sonreír. Era un encanto aquel pelirrojo.
—¿Son tus abuelos? —preguntó una voz impasible y vacía de emociones: el frío y distante Byron.
¿Cómo puede alguien que casi no habla despertarme estos deseos de follar?
—No te preocupes. No despertarán en un buen tiempo —comenté, despreocupada, mirándolos dormir en el sofá.
Byron continuaba en el umbral, observando con los ojos entornados, desconfiado.
—Puedes confiar. Me aseguré de ello —emití, tomándolo de la mano. Cruzamos la mirada, él se mantenía suspicaz, pero aflojó su expresión cuando esbocé una leve sonrisa.
—Bien —habló finalmente con su habitual voz seca. Generalmente era buena leyendo a las personas, pero aquel chico era un enigma viviente, lo cual solo lograba excitarme aun más.
—Mi habitación está en el segundo piso —les informé, señalando las escaleras.
—¿Iremos directo al grano? —preguntó Cole, arqueando una ceja, divertido.
—Todos somos grandes y sabemos para qué estamos aquí —puntualicé, mirándolo mientras me acercaba con pasos lentos y sensuales a él—. Además, tal vez no lo sepas, pero yo detesto perder el tiempo y amo vivir al límite —le aclaré, atravesando sus ojos cafés, los cuales no vacilaron ni un segundo ante los míos. Me observaba atento, interesado y con una ligera picardía—. Amo que me lleven al límite —me corregí y él arqueó una ceja a la par que una sonrisilla traviesa surcaba sus labios.
—Sus deseos son órdenes, mi reina —respondió ante mi comentario, haciendo una reverencia exagerada y besando el dorso de mi mano una vez más.
Nuevamente su gesto me hizo sonreír. Lucía muy seguro en toda su parafernalia, pero no me atraía lo divertido de sus actos, sino la firmeza y las promesas en su mirada.
—Los esperamos arriba, reina y bufón —escuché decir a Jace, el cual iba subiendo las escaleras junto a Byron.
—Las damas primero —emitió Cole, haciendo un ademán para que subiera yo antes.
Sonreí y luego llevé mis manos al borde de mi vestido, levantándolo ligeramente para hacer descender mis bragas lentamente hasta que cayeron al suelo. La chispa de diversión que siempre lo acompañaba había desaparecido, pues los atentos ojos cafés de Cole no abandonaron el trayecto de la prenda en todo su recorrido. Después las tomé y se las entregué, diciendo:
—Qué caballeroso.
Dicho eso, comencé a subir las escaleras, esperando que la vista bajo mi vestido fuera del agrado del sorprendido chico que dejaba unos cuantos pasos detrás.
Cuando estuvimos todos arriba los conduje hasta mi habitación, haciéndoles un ademán para que entraran y ellos así lo hicieron. Luego cerré la puerta, recostándome en ella para observarlos unos segundos, tal como ellos lo hacían conmigo.
Después me deslicé por la habitación hasta llegar a mi mesita de noche y tomar algunos preservativos que arrojé sobre la cama.
—No quiero sorpresas —les advertí.
—Tranquila —emitió Jace, avanzando en mi dirección para tomar mi mano y acercarme a ellos de un tirón—, todas las sorpresas serán gratas esta noche.
—Eso espero —rodeé su cuello, mirándolo a los ojos—, tengo expectativas muy altas.
Al decir eso, casi sin dejarme terminar lo que estaba diciendo, él atacó mi boca de forma salvaje y desenfrenada mientras sentía cómo Cole, a mis espaldas, hacía descender el tirante de mi vestido para trazar un camino de suaves y húmedos besos desde mi cuello hasta mi hombro después de apartar mi cabello.
Con una de mis manos rodeé el cuello de Byron, a mi derecha, y lo acerqué para sentir sus labios contra los míos. Su beso era más lento que el de Jace, desprendía sensualidad al igual que él. Tal como los de Jace, sus suaves labios reflejaban pasión en cada lamida, en cada succión, en cada mordisco.
Luego se separó de mis labios, dejándome sin aliento, y besó mis comisuras, el lateral de mi mentón y siguió hasta la línea de mi mandíbula hasta llegar al lóbulo de mi oreja y morderlo, haciendo que una descarga eléctrica recorriera cada terminación nerviosa de mi erizado cuerpo.
—Cumpliremos cada una de tus expectativas —ronroneó en mi oído, bajando el otro tirante de mi vestido.
Luego Cole hizo descender el vestido hasta que cayó al suelo y yo di un paso hacia adelante para salir de él.
Seguidamente sentí los labios del pelirrojo besar la zona posterior de mi cuello, descendiendo justo por mi columna vertebral y explorando mi espalda desnuda con suaves besos y mordiscos esporádicos en zonas específicas.
Aprovechando que el pelirrojo estaba por otra zona, contemplé los tentadores labios de Jace y Byron. Ambos eran tan diferentes en todos los sentidos, pero los besos de los dos me encantaban.
Quería besarlos... al mismo tiempo.
No sabía cómo se tomarían eso, ya que no los conocía demasiado. Rodeé el cuello de ambos mientras intercalaba la mirada entre sus labios y suave y sutilmente tiraba de ellos para acercarlos a mí. Al inicio se mostraron confundidos y reticentes. Sus miradas coincidieron, perdidas.
—Bésenme... —ronroneé.
Ante mi petición se volvieron a mirar.
No supe interpretar su intercambio de miradas. No entendía los complejos y prejuicios de las personas, la necesidad de dar etiquetas y de encasillar. ¿Por qué no explorar, disfrutar, sentir, aprovechar la vida y la diversidad de la sexualidad? ¿Por lo que dice la sociedad? Porque soy una dama no diré por dónde se puede meter sus opiniones la sociedad.
Justo cuando pensé que se resistirían se acercaron a mí a la vez para besarnos los tres y, tal como imaginé, era delicioso el movimiento de sus labios: suave y húmedo, lento y sensual.
Cuando nos separamos fui despojada de la tela que cubría mi cuerpo y me percaté de que Jace ya estaba sin camisa. Sus ojos oscuros recorrieron mi piel con una mirada voraz, anhelante, feroz… al igual que yo lo hice con sus definidos pectorales y abdominales. Luego mis iris azules descendieron aun más para percatarse del efecto de la situación en él...
Jace ni siquiera me permitió concluir mi deleite con lo prometedor de sus vaqueros y se apoderó de mi boca otra vez mientras yo rodeaba el cuello de Byron, el cual besaba el mío mientras lo rodeaba firmemente con su mano, resaltando cierta dominancia en él. No sé por qué algo me decía que así sería, que esa fachada de chico frío solo ocultaba una bestia lasciva.
Cada punto de contacto entre los labios de aquellos chicos y mi piel hacía que la temperatura de mi cuerpo se elevara.
Al abandonar Jace mi boca, el chico bronceado a mi lado agarró con brusquedad mi cabello, haciendo impactar mis hinchados labios contra los suyos. Esta vez su lengua se abrió paso de forma fiera y demandante mientras su puño en mi cabello guiaba el rumbo del beso, el cual estaba logrando estremecerme.
Las manos de Cole, el cual continuaba a mis espaldas, recorrían mi cintura en busca de una parte de mi cuerpo más interesante. Comenzó a viajar por mi pelvis y finalmente sus largos dedos se deslizaron hasta toquetear mi clítoris y vagina, provocando que arqueara mi espalda, jadeante y en busca de más.
La única prenda que quedaba sobre mí fue desabrochada en la parte delantera por Jace, quien arremetió contra mis generosos pechos, atacando mis erguidos pezones. Sus descontrolados y excitantes ataques, unido al delicioso vaivén de los dedos de Cole en mi entrepierna, provocaron que liberara gemidos que fueron ahogados por los demandantes labios de Byron mientras sentía cómo mis piernas estaban a punto de flaquear.
Una nueva sensación se apoderó de mis sentidos: el cálido y firme torso de Cole contra mi espalda desnuda y el contacto de una zona mucho más firme contra mi trasero y dicha zona estaba totalmente expuesta.
Piel con piel.
No tenía idea de en qué momento se había desnudado, pero eso era lo último que importaba ahora.
Sentí como el rostro de Cole se albergaba en mi cuello, haciendo rebotar su respiración contra mi piel erizada a la par que su mano continuaba jugueteando con mi humedecida intimidad mientras su otro brazo se introdujo por debajo del mío para que su mano libre se deslizara hasta arribar a uno de mis pechos mientras los feroces y carnosos labios de Jace se concentraban en el otro, chupando y mordisqueando mis pezones con cierta rudeza en algunas ocasiones. La mano de Cole intercalaba los pellizcos y las caricias mientras yo arqueaba la espalda y rodeaba con cada brazo los cuellos del pelirrojo y de Byron, el cual se enfocaba en besar y morder mis labios y mi cuello mientras yo cerraba mis ojos y jadeaba a la espera del delicioso orgasmo que llegó segundos después acompañado de un sonoro gemido y del fuerte agarre de aquellos chicos, el cual impidió que cayera al suelo.
Posteriormente desvié mi atención hacia Jace, más específicamente hacia ese bulto en sus vaqueros que luchaba por salir. Con una mirada curiosa y mordiéndome los labios, llevé mis manos hacia el botón de sus vaqueros para quitárselos y ver de una vez esa zona que tanto me intrigaba.
—Ya tendrás oportunidad de verme la próxima vez —aclaró, tomando mis manos con delicadeza—. Un trato es un trato.
Ah, no, Jace. Me niego a quedarme con la curiosidad.
—Debo quedar plenamente satisfecha para que haya segunda vez —rebatí con una sonrisa victoriosa—. Un trato es un trato —repetí sus palabras como si fueran un argumento irrebatible.
—De acuerdo. Tú ganas —accedió, asintiendo con una sonrisa torcida y comenzó a deshacerse de sus vaqueros.
Dios. Mío.
Qué genética...
Por último, mi visión recayó sobre Byron. Él ya se había quitado la camisa en un instante que no logré percibir, permitiéndome apreciar su trabajado, pero no demasiado exagerado torso, aunque no me limité a observar, deslicé mis dedos sobre su abdomen, sintiéndolo, provocándolo, deseándolo…
Al llegar al botón de sus vaqueros, él agarró firmemente mi muñeca, deteniéndome en el acto con una mirada dura. Al parecer, prefería tocar antes que ser tocado.
—Todas mis expectativas… —le recordé y él me evaluó, enarcando una ceja.
Con una lentitud agonizante se acercó a mis labios, tomando suavemente mi cabello con una de sus manos y, en el momento que nuestros alientos se mezclaron, clavó sus ojos en los míos y habló con esa voz baja, ronca y sexy:
—Todas y cada una de ellas…
Aquella frase encerraba una promesa que no tuve tiempo de analizar siquiera porque en el segundo en que la primera palabra salió de su boca intensificó, casi dolorosamente, el agarre en mi cabello para arrojarme de un tirón sobre la cama, haciéndome rebotar con el impacto.
Al caer, sonreí ligeramente, anticipándome a lo que me esperaba…
Los observé devorándome con la mirada desde mi posición. Los tres contemplaban con una mirada depredadora mis pechos, mi piel, mis labios, mi mirada y el punto entre mis piernas flexionadas y abiertas.
—Me encanta la forma en que me miran —hablé, sacándolos de sus deseos más recónditos—, pero preferiría que me hicieran todo eso que están pensando.
Jace fue el primero en aproximarse a mí.
—Yo también lo prefiero —dejó en claro, tirando con fuerza de mis tobillos haciéndome sobresaltar para arrodillarse frente a mí sobre la cama.
Byron se colocó en la zona del cabecero y Cole a mi derecha y, al igual que Jace, me contemplaban arrodillados desde la altura.
—Esta noche llegarás al límite —me informó Cole con una sonrisa perversa.
—Llévenme hasta el límite —les pedí y comenzaron a atender mi petición.
Jace se apoderó de uno de mis pechos mientras Cole besaba con fervor el otro, mordisqueándolo, succionándolo, lamiéndolo…
Byron, por su parte, desde el cabecero besó mis labios por enésima vez en la noche, haciéndome disfrutar de su aliento mentolado y de lo diestro que era enloqueciendo a una chica solo con un beso.
Jace comenzó a descender, dejando un rastro con sus húmedos besos desde mi pecho hasta mi zona pélvica, la cual exploró con libertad, ansias y curiosidad.
Intenté acariciar el rostro de Byron, el cual seguía besándome, pero tomó mi mano aprisionándola contra el colchón justo al lado de mi rostro.
Al descender Jace a la zona de mi intimidad, Cole se adueñó totalmente de mi busto, jugando con él a su antojo mientras Byron giraba mi rostro, un tanto más brusco de lo necesario, pegándolo al colchón para tener libre acceso a mi cuello.
—Ansiaba este momento —susurró en mi oído mientras yo cerraba los ojos y entreabría los labios, presa del placer y las infinitas sensaciones.
El poder de los labios de Jace sobre mi entrepierna hizo que arqueara mi espalda, sintiendo cómo lubricaba esa palpitante zona de mi cuerpo a la par que mi mano libre, buscaba, curiosa, la erguida polla de Cole con ganas de tocarlo hasta que se corriera en mis manos.
—Quieta la mano, traviesa —me detuvo, presionando mi mano contra el colchón mientras me miraba con una sonrisa torcida.
Al parecer, él tenía otros planes.
Bajo el tacto de aquellos chicos mi cuerpo se retorcía, acalorándose más a cada momento, ansioso por sentir más que besos y caricias.
Al correrme por segunda vez, otro sonoro e incontenible gemido inundó la habitación, deleitando a los chicos con lo que les esperaba si superaban lo que ya habían hecho.
Los tres dejaron de tocarme por un segundo mientras yo me regocijaba aún en la reciente sensación y luego Jace, sin que me percatara casi del hecho, me tomó de la cintura, girándome como si fuera una muñeca de trapo para estar boca abajo, dándome una fuerte y sonora nalgada. Luego agarró mi cabello para halarlo hasta que estuve de rodillas sobre la cama, al igual que ellos.
Después Cole se colocó frente a mí, mirándome con aquellos ojos que despertaban más de lo que nunca pensé que podrían mientras yo intentaba recuperar el aliento, pero no creo que ellos me dieran tiempo para ello.
El pelirrojo me atrajo hacia él, tomándome de la nuca y provocando que el poco aliento que había logrado obtener se desvaneciera debido a que su lengua no le dio sosiego a la mía. En medio de los besos me percaté de la mano que había entre nosotros: se estaba colocando el preservativo. Lentamente volvimos a caer acostados sobre la cama mientras yo me apoyaba en una mano para no perder el equilibrio.
Cole tomó su erección y comenzó a toquetear mi intimidad deslizándola sobre ella mientras sentía cómo Jace abría mis nalgas para explorar con su lengua el camino entre ambas hasta que llegó a cierto punto, el cual fue atacado por sus intensas lamidas. En todo el proceso mis gemidos no se detuvieron y los movimientos de la boca de Jace tampoco: lamía, besaba, chupaba.
Cuando el chico de tez oscura logró su objetivo de dilatarme escuché el sonido del plástico romperse e inmediatamente después sentí los dedos de Jace clavarse en mis caderas, las cuales fueron posicionadas a su antojo contra su polla que estaba firme como concreto, lista para hacerme enloquecer.
Con la ayuda de las manos de Cole, cuyo tacto era más delicado y considerado, la zona de mi pelvis fue posicionada sobre la erección de él, la cual pude tocar brevemente con anterioridad, pero sentirla contra mi húmedo coño era muchísimo mejor.
La única que me faltaba por contemplar era la de Byron, el cual continuaba en el cabecero, al margen de lo que hacían sus amigos, solo observaba, al acecho, como si esperara el momento exacto para atacar. Yo me limitaba a observar el relieve que estaba a punto de hacer estallar sus vaqueros porque, aunque estuviera apartado, no era inmune a lo que inundaba sus pupilas, su respiración contenida y su mandíbula tensa lo delataban.
Me mantuve apoyada en los codos, haciendo contacto visual con Byron en uno que otro momento hasta que sentí que Cole y Jace, con sus manos en mis nalgas y muslos, guiaron mi cuerpo hasta que mis entradas fueron saciadas, haciéndome echar la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos y entreabría los labios, gozando la exquisita y lenta fricción al ser doblemente penetrada.
Mis jadeos estaban acompasados con los del musculoso chico detrás de mí y con los del pelirrojo de intensa mirada que estaba debajo intercalando las caricias entre mi espalda y mis muslos. Al igual que los sonidos de placer irrefrenable, nuestros movimientos se coordinaron a la perfección a medida que la velocidad de las embestidas aumentaba mientras yo clavaba mis uñas en los hombros de Cole.
Podía imaginar cómo los músculos de Jace se tensaban, cómo sus venas se contraían, cómo gruñía, excitado, mientras me embestía con fuerza por detrás. Las expresiones de Cole sí podía verlas claramente a la par que sentía sus dedos clavándose en mi piel como reflejo del disfrute y la lascivia que recorrían sus venas, enviando corrientes eléctricas por cada una de mis terminaciones nerviosas en el acto.
Sentir la virilidad de estos dos chicos solo acrecentó mis ganas de ver a Byron en su totalidad, pero mi espera estaba a punto de finalizar porque él acunó mi rostro en el gesto más delicado que había recibido de su parte hasta ahora y luego buscó la cremallera de sus vaqueros, exponiendo finalmente su miembro viril, el cual me hizo morder mi labio inferior, ahogando los constantes gemidos que me provocaban los otros dos chicos.
Quería saborearlo… y Byron interpretó muy bien mi expresión porque me hizo elevar la mirada y encontrarme con la suya, la cual me transmitía una sola cosa: ¿lo deseas?
Nuevamente mordí mi labio inferior, intentando contener mi desenfreno y mi voz jadeante, pero el chico bronceado frente a mí liberó con su pulgar mi labio del agarre al que estaba sometido y, lentamente, fue acercando su potente y erguida erección repleta de venas, guiada por su mano libre a mis carnosos y rosados labios.
Cuando estuvo a milímetros de mi boca la mano que sujetaba tiernamente mi mentón viajó como relámpago hasta mi cabello, sujetándolo firmemente en un puño y luego hundió su polla con un veloz y despiadado movimiento hasta el fondo de mi garganta.
Con ayuda de ambas manos sostuvo con firmeza mi rostro de forma tal que quedara totalmente inamovible mientras él follaba mi boca con rudeza y desesperación sin darme tregua alguna, ya que percibí como mis ojos se tornaron vidriosos debido al salvajismo de su acción. En cierto momento una lágrima descendió por el rabillo de mi ojo, pero nunca dije que me molestara, por el contrario, esto era justo lo que quería. Eventualmente alzaba la vista para contemplar cómo mordía sus labios intentando contener sus gruñidos o cómo echaba la cabeza hacia atrás, exponiendo ese cuello que desearía lamer, o cómo su impenetrable mirada hacía contacto con la mía.
Recibir el más salvaje deseo por parte de los tres al mismo tiempo me estaba agotando físicamente. Literalmente sentía que no podía más, pero, como ya dije, era justo lo que deseaba.
Continuamos así… hasta que aproximadamente al mismo tiempo escuché el gutural gemido de Jace, vi la satisfecha expresión de Cole, saboreé el semen de Byron y sentí mi orgasmo abandonar mi cuerpo sudoroso, jadeante, cansado, dolorido y saciado.
Cuando sentí sus miembros abandonar mi cuerpo caí exhausta sobre el sudoroso torso de Cole.
—Yo diría que fue más allá del límite si te dejamos así —se regodeó el pelirrojo, acariciando mi espalda con dulzura mientras una sonrisa triunfal adornaba su rostro.
Coloqué mis manos una sobre otra en su pecho para mirarlo y él llevó las suyas bajo su cabeza para prestarme su total atención.
—Mmm —emití, como si necesitara pensármelo—, creo que un 6 de 10. Al menos aprobaron. —Me encogí de hombros, restándole importancia, pero sabía perfectamente que el desempeño de aquellos chicos había sido excepcional. Cualquiera diría que no era la primera vez que hacían esto, o bueno, quién sabe...
Ante mis palabras Cole puso una expresión ofendida.
Aquí viene el dramatismo.
—Me ofendes, mi reina —dijo, "dolido".
—¿Ahora vuelvo a ser reina? —pregunté, arqueando una ceja—. ¿Ya no soy traviesa? —emití, rememorando la forma en la que me llamó hace un rato mientras follábamos.
—Eres mi reina traviesa —fue su respuesta.
Yo me limité a sonreír mientras ponía los ojos en blanco.
—Pero la próxima vez —apretó mi cintura, llamando mi atención—, no vas a poder caminar en una semana.
Arqueé una ceja, entre incrédula y divertida, pero no tuve tiempo para rebatirle porque sentí cómo alguien tomó mis tobillos arrastrándome hasta el borde de la cama.
Por la agresividad de la acción pensé que había sido Byron, pero cuando volteó mi cuerpo vi que era Jace, el cual agarró mis dos tobillos para abrir mis piernas y colocarse en medio de ellas.
—Eso sí es verdad. La próxima vez será incluso mejor —prometió, haciendo referencia al encuentro que le había prometido.
Intenté contener mi sonrisa, mordiéndome el labio, mientras sostenía su oscura mirada. Luego apoyé mi peso en los codos y él liberó mis tobillos, percatándose de mi intención.
—Más te vale —susurré en su oído, rodeando su cuello, arrodillada sobre la cama, mientras él me sostenía por la cintura.
No podía verlo, pero juraría que sonreía en plan "ya verás".
Mi campo de visión estaba inundado por Byron, el cual, a diferencia de nosotros tres, ya estaba totalmente vestido mientras se recostaba en la pared con una expresión ausente, ensimismado en sus pensamientos.
¿Le habrá molestado lo del beso de tres? En ese intante pareció disfrutarlo, pero ese chico era demasiado complejo de analizar.
Su pose evidenciaba que ya volvía a ser distante. Me pregunto si la única forma de tener una conexión con aquel chico era follar. Era una especie de enigma, pero no tenía la menor intención de ahondar en lo que había en su mente porque ya había obtenido todo lo que quería de él.
De pronto, levantó la mirada del suelo, estableciendo contacto visual. Le mostré una muy leve sonrisa y él se mantuvo impasible, sin expresión alguna.
—Esperaré abajo —fue lo que dijo, llamando la atención de Jace, el cual se separó de mí para ver cómo su amigo desaparecía por la puerta de mi habitación.
—Es tan seco —escuché decir a Cole mientras sorbía por la nariz con su tan característico dramatismo.
Jace terminó de vestirse y antes de marcharse dijo a modo de despedida:
—Ya nos veremos por ahí, Marina.
—Así será —emití.
Luego me mostró una última sonrisa y abandonó el dormitorio.
—Solo quedamos nosotros —escuché decir al pelirrojo.
Me giré para verlo.
—Así parece.
—Espero que mi reina tenga la bondad de concederle una segunda cita a este humilde súbdito —pidió, haciendo un puchero.
—La reina se lo pensará —me hice la difícil.
Él metió la mano en su bolsillo, sacando las bragas que le di antes de subir y luego me las extendió para entregármelas.
—Gracias por el obsequio, pero te lo devuelvo.
Me acerqué a él y susurré en su oído:
—Qué tal si me lo devuelves la próxima vez.
Él me observó, ceñudo y extrañado.
—Pensé que… —balbuceó, descolocado.
—Déjale eso de pensar a tu reina, ¿quieres?
Él asintió levemente mientras sonreía.
—De acuerdo —accedió y luego besó mi mejilla suave y prolongadamente—. Hasta la próxima.
—Te acompaño. —Lo seguí al ver que se dirigía a la puerta y él me observó extrañado una vez más—. Tendré la bondad porque tu desempeño fue de 7 —emití a modo de explicación, imitando su dramatismo.
—Qué generosa es mi reina —comentó con su tono teatral mientras se llevaba una mano al corazón.
—Camina, Cole, antes de que me arrepienta —rompí la burbuja del drama provocando que una hermosa sonrisa se extendiera por su rostro.
Al llegar a la sala, mis abuelos seguían inconscientes.
—¿Y Jace y Byron? —pregunté más para mí misma.
—Se deben haber ido sin mí —respondió.
—¿Es normal que hagan eso? Es tarde, deberían marcharse juntos. Pensé que eran mejores amigos, que se cuidaban las espaldas y eso —comenté, ligeramente preocupada.
—Supongo que en ocasiones debo cuidarme solo... —le restó importancia con un encogimiento de hombros.
Mi respuesta fue un leve asentimiento, pero igual me preguntaba qué había querido decir. ¿Jace y Byron eran más cernanos? ¿Había algo que los unía? No me gustaba ser indiscreta, así que no pregunté.
Después de despedirnos brevemente Cole se marchó y me quedé observando la puerta unos segundos hasta que de pronto:
—Marina...
Ante la mención de mi nombre mi cuerpo totalmente desnudo se erizó.
Mierda, mierda, mierda.
Era la voz de mi abuelo.
¿Por qué despertó tan pronto?
¿Me habrá visto con el pelirrojo? ¿Habrá visto a Jace y a Byron? Aunque nada de eso importaba demasiado porque yo seguía totalmente desnuda.
Mierda.
Lentamente obligué a mi cuerpo a girar para enfrentar lo que me venía encima, pero solo vi a mi abuelo fruncir el entrecejo y moverse levemente.
El suspiro que abandonó mis labios tal vez haya sonado exagerado, pero fue verdadero. Solo estaba hablando en sueños.
Nuevamente vi cómo se retorcía en el sofá, así que hui como flecha a mi habitación antes de que despertara y se me acabara de una vez por todas la fiesta.
***
A la mañana siguiente, revisé mi celular como solía hacerlo y tenía un mensaje de un número privado.
Rin morá from gáteral oledso doted me oirno cart.
Continuaba soñolienta, así que no pasé de la segunda palabra.
Simplemente lo ignoré y volví a cerrar los ojos.
***
No eran ni las 10 am y ya estaba despierta. Por alguna razón no pude dormir bien. Cuando salí del baño recordé el mensaje.
—¿Qué rayos dice ahí? —gruñí para mí misma, escrutando la pantalla de mi móvil con el entrecejo fruncido.
¿Será otro idioma? ¿O será una broma pesada? Ya me estaba hartando de los mensajes extraños. Tomarme la molestia de analizarlos me daba demasiada flojera.
Un momento...
¿Acaso...?
Nah, seguro es una broma de mal gusto. Sí, eso debe ser.
Decidí ignorarlo nuevamente.
Cuando estaba a punto de bajar vi sobre mi mesita de noche el libro dentro del cual estaba aquella nota que recibí una vez, la que estaba escrita en braille y Crystal me recomendó averiguar qué decía.
Hoy no tenía mucho que hacer, así que decidí ir a la biblioteca a investigar por pura curiosidad.
Agarré el papel y bajé a desayunar.
—Buenos días —saludé a mis abuelos en la cocina.
—Buenos días, mi niña —saludó animadamente mi abuela.
Parecían estar muy bien. Eso me aliviaba. Había preguntado numerosas veces sobre la administración de los sedantes para asegurarme de que no hubiera contratiempos, pero igual albergaba un mínimo de preocupación.
—¿Durmieron bien? —pregunté para cerciorarme.
—Nos despertamos de madrugada porque nos quedamos dormidos en el sofá —relató mi abuelo.
—Ah, sí. No quise despertarlos —comenté, haciéndome la tonta.
Después de tomar mi desayuno mi abuela me llamó:
—Marina.
Oh, oh, cuando decían "Marina", no venía nada bueno por ahí.
—¿Sí, abuela?
—Tengo que hablar contigo.
Oh, oh.
—¿Tiene que ser ahora? Necesito ir a la biblioteca —intenté evadirla.
—¿A la biblioteca? —repitió, extrañada porque yo no solía estar entre libros. Nunca fui la mejor de la clase, pero sacaba buenas notas. Además, eso me servía para obtener lo que quería.
—Sí, necesito investigar algo —emití a modo de explicación.
—Bueno, puede ser cuando vengas —cedió después de pensarlo unos segundos.
—Gracias. —La besé y le di un abrazo— Te amo —grité mientras corría hacia la puerta.
La biblioteca estaba un poco lejos, pero caminar hacía bien, así que fui sin quejarme.
Al llegar, me dirigí hacia donde estaba una de las bibliotecarias.
—Buenos días —saludé amablemente.
—Buenos días, ¿qué deseas?
—Necesito hablar con una de las bibliotecarias que trabaja aquí. No sé su nombre, solo sé que es ciega —expliqué.
—Debe ser Casey, pero aún no ha llegado.
—No importa, la esperaré. Muchas gracias.
Al girarme, vi que alguien caminaba distraidamente hacia nosotras.
—¿Steve? —lo nombré y él alzó la vista, pero, al verme, dejó caer todos los libros que llevaba en las manos.
Enseguida me agaché para ayudarlo.
Steve era el chico que había encontrado el cadáver de Matt Ryder, el primo de Victoria, en el baile de instituto. El primer asesinato…
—¿Cómo has estado? —le pregunté mientras lo ayudaba a recoger los libros. Observé fugazmente la portada de algunos, parecían libros de química.
—Bien —musitó sin mirarme a la cara siquiera. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas y se subía torpemente las gafas que no paraban de descender por el puente de su nariz debido a que no dejaba de mirar hacia abajo.
—Escuché que estabas yendo a terapia —intenté establecer una conversación cuando terminó de entregar los libros.
—Sí —murmuró aun con la mirada en el suelo.
—Y… ¿está funcionando?
—¿Qué? —balbuceó, confundido, mirándome por primera vez.
—La terapia —aclaré—. ¿Está dando resultado?
—Supongo… —retomó su tono bajo y su mirada regresó al suelo.
La timidez de este chico era un poco exagerada.
—Yo sé muy bien por lo que has pasado —intenté consolarlo— y quiero que sepas que… —él mantuvo su mirada postrada en el piso y eso no me gustó, me gustaba que me miraran a los ojos cuando hablaba, así que coloqué mis dedos bajo su barbilla, alzándola para que me sostuviera la mirada— si necesitas hablar con alguien, puedes contar conmigo —le aseguré, estableciendo contacto visual.
—¿De verdad? —murmuró, inseguro y sin poder creérselo, con la mirada titubeante.
—De verdad —le respondí con una sonrisa y luego, cuando percibí que se sentía más seguro, despegué mi mano de su barbilla.
Luego comenzó a retorcerse los dedos en un gesto de nervios.
—Yo… —comenzó a decir en voz baja, esquivando mi mirada otra vez— quería darte las gracias… por ayudarme aquella noche…
—¿Aquella noche? —repetí, confundida.
—Sí… ya sabes… la noche en que todo empezó… tú… no te burlaste de mi estado… y fuiste muy paciente… y considerada...
—Oh, pues no fue la gran cosa. Hice lo que cualquiera haría —le resté importancia.
—No, no cualquiera lo haría… muy por el contrario... —De pronto me sostuvo la mirada—. Te sorprendería cómo me trataron muchos en esa escuela... Es por eso que quería darte las gracias… No todos los días una chica como tú ayuda a un chico como yo…
—¿Una chica como yo? —repetí la parte de la oración que más interesante me había resultado con una ceja arqueada.
Sus mejillas se encendieron ante mis palabras.
A saber a qué hora llegará la tal Casey. Puedo entretenerme un rato…
—Sí… ya sabes… tan… hermosa… —balbuceó.
—¿Te parezco hermosa? —repetí, juguetona.
—Sí… Desde siempre... —musitó a modo de respuesta después de unos segundos de silencio y, por primera vez, me miró de la forma a la que estaba acostumbrada cuando tenía este tipo de conversación, pero fue un milisegundo, fue casi imperceptible.
—Pues gracias —emití, mostrando mi mejor sonrisa y vi cómo el chico tragaba en seco.
Awww, Stevie.
—Y… yo… me preguntaba… si… nosotros…
—¿Sí? —insistí ante su repentino silencio, acercándome ligeramente y percibiendo cómo mi cercanía lo ponía incluso más nervioso.
Esto era tan divertido. Sentirme como la depredadora es una sensación inigualable.
—Si… tú y yo… ya sabes…
—¿Qué es lo que sé? —Di otro paso.
—Pues… si… tú y yo… algún día… podríamos…
—¡Hasta que al fin llegas, Casey! —escuché exclamar a la bibliotecaria y automáticamente me giré para ver al motivo de mi visita.
Enseguida intenté ir hacia donde ella estaba, pero algo me lo impidió.
—¿Qué haces? —pregunté, mirando con desprecio cómo su mano retenía mi brazo.
—Estábamos hablando —se limitó a decir.
—Pues ya no lo estamos —sentencié, liberando mi brazo con brusquedad. La expresión del chico se entristeció.
—Pero… yo pensé que… —balbuceó.
—¿Qué pensaste? ¿Qué estaba coqueteando contigo? —emití, entre burlona e incrédula.
—Pues…
—Escucha, Steve. Lamento todo lo que pasaste, pero prefiero pasar mil veces lo que tuviste que pasar que salir contigo.
—Pero…
—Pero nada —lo interrumpí, grosera—. No estoy interesada en ti, no eres mi tipo. Solo me estaba divirtiendo. —Me encogí de hombros y me alejé, dejándolo solo con sus pensamientos y su decepción.
—Hola —saludé al llegar a donde estaba la trabajadora llamada Casey.
Ella se giró en mi dirección y levantó la cabeza ligeramente, como si estuviera analizando la voz.
—¿Nos conocemos? —emitió finalmente.
—Eh… no. Mi nombre es Marina. Vine aquí porque necesito que usted me diga qué dice en una nota que me fue enviada hace un tiempo.
Ella frunció el entrecejo.
—Si no es molestia, claro —me apresuré a decir. Tampoco quería importunarla con algo que en realidad no me importaba demasiado.
—Está bien —accedió, extendiendo su mano.
—Aquí tiene. —Le ofrecí el papel y ella lo colocó sobre el libro que estaba leyendo.
Después comenzó a palpar la escritura con suma delicadeza.
—Dice…
Me acerqué, ansiosa.
—"Si no te alejas —se tomó un tiempo interpretando el resto de la oración—, ambos acabarán…
Yo por mi parte analizaba cada palabra que salía de su boca, intentando asociarlo a algo coherente que se relacionara con el remitente de aquella nota.
—…Muertos".
Al escuchar esa palabra, mis ojos se salieron de las órbitas.
—Ya, eso era todo lo que decía —emitió, devolviéndome el papel.
—¿Está segura de que era eso lo que decía? —cuestioné. No podía poner eso, quiero decir, ¿por qué diría eso?
—Claro. Nací ciega, ¿ahora piensas que no domino algo que llevo haciendo toda la vida? —replicó, indignada.
—No, no es eso —aclaré, ligeramente balbuceante.
—No gano nada con mentirte —puntualizó.
Lo pensé y tenía razón, pero aun así esto no dejaba de chocarme.
Si no te alejas, ambos acabarán muertos.
¿Quién pudo enviarme eso en una nota?
—Gracias por su tiempo —emití finalmente.
Mi cabeza no paraba de crear teorías, pero no llegaba a ninguna que tuviese el menor sentido.
No tengo ningún conocido que sea ciego, aunque por internet cualquiera pudo lograr hacer esa nota, pero, ¿por qué alguien hablaría de muerte?
Y, en ese momento, me detuve en seco rememorando la fecha aproximada en la que aquella nota fue enviada.
En aquel entonces yo estaba interesada en dos personas, estaba interesada en "ambos".
Y poco tiempo después de que recibí esto, ellos murieron.
Acaso… ¿esta nota era un aviso de que Nick y Luke morirían?
No, era una amenaza.
Quien me envió esto me estaba advirtiendo que si no me apartaba, ellos morirían.
Acaso… ¿quien me envió esto sabe algo de los asesinatos? O… acaso fue... ¿el asesino?
***
—Marina, necesito hablar contigo —me informó mi abuela cuando llegué a casa, sacándome de mi ensimismamiento.
Estaba muy perturbada.
Tal vez era paranoia mía, pero… ¿y si no?
—¿Tiene que ser ahora, abuela? Me duele la cabeza.
—Sí, debe ser ahora. No puedo seguir postergándolo.
—Está bien. ¿Qué es eso tan importante que me tienes que decir? —pregunté, cruzándome de brazos.
—Recuerdas que hablé con tu madre para que te dejara quedarte hasta el final del verano, ¿cierto?
—Claro que me acuerdo. —Asentí para reafirmar mi respuesta.
—Pues… ella me pidió algo a cambio.
—Sabía que era demasiado bueno para ser verdad —me quejé, poniendo los ojos en blanco—. Mi madre no hace nada gratis. ¿Cómo pude pensar que me la pondría fácil? Ella no es tan generosa y altruista.
—Bueno, ese no es el punto, Marina. El punto es… que ya no puedes salir.
—¡Qué! —exclamé sonoramente—. ¿Cómo que no puedo salir? —repetí para que se explicara mejor. Tal vez no era tan literal como se había oído.
—Pues eso. Si quieres quedarte en Morfem hasta el final del verano, debes permanecer sin salir de casa.
—Pero eso es una locura —repliqué— ¿Tengo que estar encerrada aquí las 24 horas del día? —pregunté, indignada.
—Fue el trato que hice con tu madre —intentó excusarse—. Ella tiene miedo de que algo pueda pasarte con todo lo que ha sucedido desde que el verano comenzó. Y yo también lo tengo —se lamentó, llevando su mano a su rostro.
Eso me ablandó el corazón.
—Abuela, no llores —le pedí, dándole un abrazo para reconfortarla.
—Nosotras queremos lo mejor para ti, mi niña —sollozó—. Yo quiero lo mejor para ti.
—Lo sé, abuela, lo sé —emití para calmarla y ella se separó un poco, sosteniéndome la mirada.
—Sé que amas pasar tiempo con tus amigos porque llevas mucho tiempo sin verlos, pero esto va más allá de eso. Tu bienestar es una prioridad para mí —explicó, aún con los ojos vidriosos.
—De acuerdo, abuela —cedí.
—Me alegra que entiendas, mi niña. Es por tu bien.
Asentí para "darle la razón".
Eso era lo que ella necesitaba escuchar, así que fue lo que dije, pero no iban a encerrarme tan fácilmente. Lo único que necesitaba era que creyeran que lo habían logrado.
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Jelow, jelow, pipol!!! :D
Cómo está la vida? Qué me cuentan? :D
El cap estuvo bastante extenso, qué les pareció?? Los leo.
No me extenderé demasiado con la nota porque es que no tengo tiempo, la verdad.
Ya la universidad llegó :")
La vida es dura, miserable y cruel :")
Pero debemos prepararnos! :D
En fin, espero que hayan disfrutado otro cap de las locuras de Marina.
Amo leer sus comentarios, me motivan mucho.
Gracias por todo el apoyo.
Hasta el próximo cap!
Sayonara!!
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