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XIII

Después de cenar recordé que esta mañana los padres de mis vecinos se habían marchado a su viaje. Faltaban pocas semanas para que el verano terminara y, por ende, yo regresaría a Londres, así que si existía el momento ideal, era este.

Mis abuelos estaban viendo la televisión tranquilamente y pensé que debía aprovechar la oportunidad.

—Abuelos —los llamé.

—¿Sí, mi niña? —respondió mi abuela.

—Estoy cansada. Iré a dormir.

—¿Tan temprano? —Eran alrededor de las 10:30, pero ellos sabían perfectamente que me iba a la cama mucho más tarde que eso.

—Sí. Anoche no dormí bien, así que voy a acostarme ya.

—Bueno, está bien.

—Buenas noches.

—Buenas noches —me respondieron al unísono, centrando nuevamente su atención en el aburrido programa que veían.

Me apresuré a subir a mi cuarto. Una vez cerrada la puerta, coloqué almohadas bajo las sábanas para simular que estaba dormida en caso de que mis abuelos entraran, aunque dudo que lo hicieran porque ellos respetaban mucho mi privacidad.

Me miré una última vez en el espejo. Llevaba todo el día pensando en este momento. Incluso ya me había vestido para la ocasión. Por último, rebusqué en una de las gavetas lo más necesario, guardándolo en mi bolsillo.

Me dirigí hacia la ventana. Nadie transitaba por los alrededores. Con sumo cuidado comencé a descender por la ventana hasta que finalmente llegué al suelo. Una vez más miré hacia todas partes en busca de alguien que me pudiera delatar. No hallé a dicha persona, así que crucé la calle rápidamente y una vez que llegué a mi destino, toqué el timbre.

Había luces encendidas, por lo que asumí que continuaban despiertos; pero se estaban tardando demasiado en abrir y eso me puso aún más ansiosa, no porque estuviese desesperada, sino porque continuaba buscando como una veleta en los alrededores a alguien que me hubiese visto.

Si mis abuelos se enteraban, me mandarían de inmediato a Londres y yo detestaba estar allí porque mis padres no me daban un mínimo de libertad, o bueno, no la que yo necesito.

—¿Marina? —emitió Luke al abrir la puerta, sorprendido por mi presencia a tan altas horas de la noche.

Me giré al escuchar su voz.

—¿Puedo entrar?

Extendió su mano, haciendo un ademán para que pasara mientras se hacía a un lado.

—¿A qué debo el honor de tan ilustre visita? —preguntó, burlesco—. ¿Sí estás consciente de que son… —miró el reloj en la pared— las 10:41?

—¿Estás tú solo aquí? —Miré disimuladamente a los alrededores en busca de la otra pieza que necesitaba en el juego.

—¿Por qué te interesa? —Una media sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro mientras rodeaba mi cintura—. ¿Qué viniste a hacerme a estas horas, chica atrevida?

—No estoy de broma, Luke —dije un poco más firme, apartándolo ligeramente—. ¿Nick está aquí o no?

Él hundió el entrecejo, luciendo un poco decepcionado porque no seguí su coqueteo. Al parecer, la mención de su hermano no le hizo mucha gracia, motivo por el cual se alejó un poco, metiendo las manos en sus bolsillos.

—Está arriba —se limitó a responder con voz seca mientras miraba la pared a mis espaldas.

—Bien —murmuré.

—Marina —se cruzó de brazos—, ¿qué es lo que te traes?

—Pensé que a estas alturas del juego —me acerqué, rodeando su cuello, juguetona— ya te habías dado cuenta —dije con voz aterciopelada, ladeando un poco la cabeza mientras esbozaba una sonrisa.

—Ya me di cuenta de que te gustamos los dos —replicó secamente.

—Mhmm, muy bien —emití como una maestra orgullosa de su alumno.

—Pero pensé que… —balbuceó, intentando buscar las palabras— nos trabajarías por separado… —fue lo que finalmente dijo. La incomodidad en su tono era más que evidente—. Ya veo que no. Quieres estar con Dios y con el diablo… a la vez.

—Qué niño tan listo. —Planté un casto y rápido beso en sus labios y luego me aparté dirigiéndome a las escaleras, pero el firme agarre de Luke en mi brazo me detuvo.

—No creo que Nick esté de acuerdo —opinó, ceñudo. No estaba segura de si a quien no le agradaba la idea era a él o simplemente decía eso para que desistiera, pero, ¿sabes qué, mi querido Luke? Yo jamás desisto.

—Solo hay una forma de saberlo —articulé a modo de réplica, serena y sonriente.

—En serio… no creo que… —balbuceó.
Me acerqué a él, tomando su rostro.

—¿Tú quieres? —pregunté directamente, con voz dulce y mirada persuasiva. No había esperado tanto para que justamente él, que no parece ningún estrecho virginal, se opusiera o estorbara.

Mi interrogante lo dejó dubitativo, así que se lo pensó unos segundos.

—Si es lo que tú quieres… —fue su respuesta.

—A mí me agrada la idea de que ustedes me follen. —Rodeé su cuello con mis brazos.

Sonrió con malicia, acercándome por la cintura.

—Preferiría follarte solo, pero hay sacrificios que son necesarios —comentó con malicia y diversión.

Al parecer, le estaba comenzando a agradar la idea.

—Si logras dejarme con ganas de más… —dejé suspendida la frase, sugerente.

Él ensanchó su sonrisa.

—Vamos —emitió, tomando mi mano para guiarme hasta su habitación.

Al llegar allí, abrió la puerta sin más. Nick estaba sin camisa, sentado en la cama leyendo. Al vernos, frunció el ceño, extrañado.

—¿Qué hace ella aquí? —preguntó, poniéndose en pie.

—Creo que será mejor que ella misma te lo explique —canturreó Luke, divertido con la situación.

La mirada inquisitiva de Nick recayó sobre mí.

—Pues… no sé cómo decir esto, la verdad —murmuré, retorciendo mis dedos mientras me acercaba al hermano mayor.

Nick era diferente. No podía ser tan directa, aunque el hecho de haber venido aquí ya lo volvía un poco chocante.

—Como mismo me lo dijiste a mí —sugirió Luke, entre la burla y la obviedad.

Nick alternaba su mirada entre su hermano y yo, ceñudo.

—No estás ayudando, Luke —mascullé, mirándolo. Él estaba apoyado en la pared con esa sonrisa maliciosa que lo caracteriza. Al parecer, le agradaba molestar a su hermano por alguna razón que desconozco.

—Nick —centré mi atención en él nuevamente—, no sé si habrás notado que yo…

—Quiere hacer un trío con nosotros —me interrumpió Luke, soltando mis intenciones sin ningún tipo de tacto.
Tal vez haya sido mejor así.

—¿Qué? —musitó, atónito.

—Lo que oíste, hermanito. Le gustamos los dos. —Se miraron de una forma rara que no supe interpretar, como si se comunicaran telepáticamente.

—No… —balbuceó en un murmullo.

No sabía a qué se refería exactamente. No a que me gusten ambos o no a que follemos los tres. Tenía la impresión de que tal vez la idea no le haría gracia, pero la reacción tan exagerada que tuvo no la esperaba: palideció en segundos con la mirada perdida. Parecía que estaba en shock.

—Nick —murmuré, trayéndolo de vuelta a la realidad, colocando mi mano en su brazo.

—Te pedí que te alejaras de nosotros —musitó con una expresión que no supe interpretar. ¿Enojo, decepción, desilusión, dolor?

—Yo... —dije en voz baja. Definitivamente no esperaba esa reacción.

—Vamos, hermanito. No seas estrecho. Deberíamos complacer a la señorita —sugirió Luke alegremente, parándose detrás de mí mientras colocaba sus manos en mis hombros.

Nick lo fulminó con la mirada.

Di unos cuantos pasos en su dirección hasta quedar justo en frente de él.

—Pensé que sentías atracción por mí —tercié en voz baja y seductora, arqueando una ceja, muy cerca de sus labios.

Percibí el momento en que se tensó cuando mis manos recorrieron su torso desnudo, el cual no estaba nada mal. Tragó grueso cuando cerré la distancia entre ambos.

Su cuerpo deseaba esto tanto como Luke y yo, era su mente la que no estaba de acuerdo. No tenía idea del porqué, pero no me interesaba conocerlo. Solo me interesaban ellos conmigo en esa cama.

—Y la siento, pero... —se quedó en silencio cuando coloqué mi dedo índice sobre sus labios mientras mi otro brazo rodeaba su cuello.

—Olvida ese pero, olvida lo que sea que estés pensando. Haz lo que te pedí una vez… no te resistas.

—Pero…

—Shhh —siseé—. Solo déjate llevar…

Sostuvo mi mirada un segundo, como si quisiera cerciorarse de que era esto lo que quería.

Y créanme, lo quería y lo quería ya.

Luego de su pequeña inspección en mi expresión, hizo lo que le pedí. Atacó mi boca con desesperación y deseo en un beso que nada tenía que ver con el primero que nos dimos. Parecía que había dejado fluir un instinto animal que se esforzaba por contener.

Sin separar nuestras lenguas voraces, llevó sus manos a los tirantes de mi vestido haciéndolos descender por mis hombros mientras arqueaba mi espalada debido al impulso con el que su boca me devoraba. Lentamente nos giramos hasta que quedamos de frente a la cama y él cayó sentado en ella.

De pronto, sentí a Luke a mi espalda. Ya se había despojado de su sudadera, quedando expuesto de cintura para arriba.

—Levanta los brazos —susurró la orden en mi oído, haciendo que mi piel se erizara.

Obedecí inmediatamente y él me quitó el vestido. Luego Nick tomó uno de mis pechos en su mano y comenzó a atacarlo. Cada succión, cada beso, cada lamida hacía que mis pezones se endurecieran cada vez más. Aparejado al placer que sentía proveniente de mi busto, sentí las manos del hermano menor recorriendo mi trasero por debajo de las bragas mientras besaba y lamía mi cuello.

Lo único que quedaba de mi ropa no tardó en desaparecer porque Luke se apresuró en hacerla descender por mis piernas, dejándome completamente desnuda y vulnerable al ataque de sus respectivos libidos.

Nick abandonó la zona que lo ocupaba, introduciendo dos de sus dedos en mi entrepierna, la cual ya comenzaba a doler. Por su parte, Luke tomó el lugar de su hermano acariciando mis pechos y jugueteando con mis pezones mientras yo giraba ligeramente mi torso para introducir mi lengua en su boca. La suya me recibió ansiosa, con ímpetu y demanda. Una de mis manos viajó a la nuca de Luke, enroscando mis dedos en su cabello desordenado, mientras que la otra se sostenía vagamente en el brazo que pasaba por debajo del mío, aun en mis pechos. Por otra parte, mi espalda se arqueaba casi como un reflejo, con ansias de sentir el bulto incipiente que ocultaba el pantalón de Luke.

Su mano agarró con firmeza mi barbilla, girando mi rostro para profundizar el beso. El apoyo que me proporcionaba su mano en mi torso y la de Nick en mi trasero no era suficiente, sentía que mis piernas se doblarían en el instante más inesperado porque el mayor de los hermanos trazaba círculos y jugueteaba con mi clítoris. Su toque era exquisitamente despiadado. De pronto, introdujo un tercer dedo al proceso y yo gemí ahogadamente en la boca de Luke. Por momentos sentía que no podía corresponderle el beso. Cada toque de aquellos hermanos estaba destrozando mi raciocinio y autocontrol.

El hermano tatuado le dio un descanso a mis hinchados labios para luego depositar un rastro de húmedos besos en mi cuello y en mi hombro, haciéndome sentir su respiración ligeramente agitada contra mi ya erizada piel. Cada movimiento de los dedos de Nick en mi entrepierna mojada aumentaba mi ansiedad. Estaba a punto de correrme en sus dedos. Necesitaba algo mayor, más grueso, más potente.

—Era esto lo que querías, ¿no? —susurró Luke en mi oído.

—Sí —jadeé con los ojos cerrados y sin mucha comprensión de la realidad.

—Eres una puta con suerte —canturreó y luego mordió el lóbulo de mi oreja, proporcionándome lo último que necesitaba para explotar.

Los dedos de Nick abandonaron mi entrepierna lista para ser penetrada.

—Esta puta quiere que la follen —jadeé con los ojos cerrados, deleitándome con las últimas caricias de Luke en mi cuello y utilizando el término con el que me había definido.

Puta...

Si la finalidad de esa palabra era ofenderme, no podía estar más lejos de lograrlo. Si ser puta es conseguir a cualquier chico que desee, entonces soy puta a mucha honra.

—¿Quieres que te folle duro? —me incitó en un canturreo muy cerca de mi oído. No podía verlo, pero estaba segura de que sonreía con suficiencia.
Lo tomé por el pelo y lo atraje hacia mi boca una vez más.

—Quiero que me des la follada de mi vida —le pedí.

Su sonrisa de suficiencia se ensanchó.

—Tú mandas.

Luego de decir eso, me empujó con fuerza sobre la cama, haciendo impactar mi torso contra esta. Ni siquiera tuve tiempo de apoyarme sobre mis codos porque él se apresuró en acomodarme, clavando sus dedos en mis caderas y pegándome a su erección liberada. No podía verla, pero a juzgar por lo que sentía contra mi trasero, tal vez sí sería la follada de mi vida.

Frente a mí, bajo la escasa y opaca luz de la habitación, se encontraba Nick, completamente desnudo, recostado contra el cabecero de la cama, mirándonos con un brillo salvaje en los ojos mientras su mano agarraba su gruesa erección, la cual me hizo morder mi labio inferior.

La quería dentro de mí.

Nick tomó un preservativo que estaba a su lado en la cama y se lo lanzó a Luke. Ni siquiera me percaté del momento en que los había puesto ahí, estaba muy ocupada con las sensaciones.

Escuché el sonido del pequeño paquete rompiéndose detrás de mí. Luego hubo unos segundos en los que sobreentendí que se estaba poniendo el condón. Durante esos breves y expectantes segundos Nick no apartó su mirada oscura y salvaje de mis ojos mientras su pulgar trazaba pequeños círculos sobre su glande, como si intentara contenerse, a la espera del momento en que su hermano me comenzara a penetrar.

¿Alguien tenía una tendencia voyeurista?

—Así que te gusta duro, ¿eh? —emitió Luke, volviendo a tomar mis caderas entre sus manos—. A mí también, pelirroja.

Y sin más que eso, se introdujo de una sola embestida, aferrando sus dedos a mi piel y acercándome al máximo mientras me penetraba con fiereza entre gemidos. Sentía la violencia con la que mi cuerpo era impulsado hacia adelante mientras me sostenía sobre mis codos y las paredes de mi vagina eran estimuladas deliciosamente por la potencia de Luke, el cual gruñía de placer cada vez que entraba y salía. Agarró mi cabello y lo enroscó en su mano con brusquedad, dándome una sonora y casi dolorosa nalgada, lo cual aumentó el placer que estaba corriendo por mis venas.

—Más… —jadeé—. Más duro...

Al alzar la vista hacia el frente, me percaté de que Nick contemplaba fijamente y con un brillo lascivo el punto exacto en que los cuerpos de su hermano y mío se unían mientras su mano continuaba en su polla. Por la forma en la que se relamió los labios, la gota de semen en la punta de su polla y la manera en que nos miraba diría que ansiaba masturbarse con la imagen que estaba delante de él y eso me excitaba, pero no quería que sus deseos más recónditos y salvajes fueran desperdiciados de esa manera. Quería esa polla gruesa y de venas hinchadas en mi humedad.

En el momento en que separó la vista de mis caderas y la depositó en mí, jadeé mirándolo con ese mismo brillo animal:

—Fóllame… también.

Nick miró a su hermano y un atisbo de sonrisa cruzó su rostro cuando, de repente, Luke haló bruscamente mi cabello, haciéndome arrodillar ligeramente aun con su polla en mi interior para que su hermano se acomodara justo debajo de mí después de deslizar rápidamente un condón sobre su erección. Luke salió de mí sin haberse venido todavía y me hincó en cuatro sobre su hermano. Guie con mi mano la polla de Nick a mi entrada, apoyándome sobre mis codos nuevamente. Luego Luke volvió a tomar mis caderas y me penetró por atrás, haciéndome liberar un enésimo y sonoro gemido. Entre los dos guiaron el ritmo de las penetraciones, llevándome al colapso.

Mis ojos estaban cerrados debido al torrente de sensaciones exquisitas que me hacían palpitar, pero, cuando los abrí, vi cómo Nick me miraba directamente a los ojos, apartando mi cabello de mi rostro sudado. Esta vez en su mirada había algo más que lujuria.

—Te ves tan sexy así… —emitió con voz ronca—. Córrete para mí…

Sentí deseos de besarlo, de explorar su boca con mi lengua una vez más, pero, a cada segundo, Luke aceleraba el proceso, impulsándome con vehemencia hacia delante, pero sin dejar de mantener coordinadas las penetraciones de Nick.

Y con aquellos ojos oscuros de placer clavados en los míos, entre jadeos, sudor y poderosas y despiadadas embestidas exploté por segunda vez en la noche, siendo seguida por los hermanos Holland, con los que tanto fantaseé desde que los vi por primera vez.

Nos dejamos caer, completamente sudados, pegados unos a los otros. Pasaron algunos minutos en los que recuperamos el aliento.

—Estás deliciosa, pelirroja —reconoció Luke, rodeando mi cintura para acercarme a él—. Ya quiero repetir esto.

Sonreí, satisfecha.

—¿No dirás nada? —me preguntó.

—Yo también lo disfruté —admití y él sonrió con suficiencia para luego darme otro beso que me quitó el poco aliento que había recuperado.

—La próxima vez te daré duro yo solo —susurró en mi oído—. Te voy a follar tan fuerte que no querrás saber de mi hermano ni de ningún otro.

—Eso tendrá que esperar.

Le di un casto beso y me paré rápidamente para buscar mi vestido, mis zapatos y mis bragas.

—¿Qué? ¿No habrá segunda ronda? —preguntó Luke dramáticamente desde la cama.

—Ya te lo dije. Tendrá que esperar —le recordé, sonriente.

Nick se mantenía pensativo e indiferente. La verdad es que ahora no me importaba mucho, ya había conseguido lo que quería. Luke, por su parte, me seguía mirando con cara de niño triste.

—Toma. —Le arrojé mis bragas a la cara—. Para que tengas un bello recuerdo de esta noche.

Él las tomó y se quedó mirándolas un segundo.

—Que sea la primera de muchas —emitió, oliendo profundamente la prenda.

Bajé las escaleras, desnuda, y cuando estaba a punto de cambiarme frente a la puerta, escuché a alguien decir:

—Marina.

Me giré.

—¿Nick? —murmuré al verlo ya vestido con unos bóxers.

Me extrañó que viniese detrás de mí después de haberse quedado de palo luego de formar parte de un trío con su hermano y conmigo.

—Yo… —pareció buscar las palabras—, quería decirte algo…

—¿Me dirás el motivo de tu reticencia inicial y tu indiferencia final? —pregunté, cruzándome de brazos.

Ok. Tal vez sí me importaba un poquito, o sea, me vine en su polla mirándolo a los ojos. Nunca fui de las que miran a los ojos cuando follan.

—En realidad… quiero pedirte algo…

—¿Qué? —pregunté, suspicaz, arqueando una ceja.

—Tenía la sospecha de que… te interesábamos los dos…

—Son idénticos, es difícil que me atraiga uno y el otro no —repliqué.

—Eso supuse... —murmuró—. Ahora que ya obtuviste lo que querías, quiero que hagas lo que te pedí. Quiero que te alejes de nosotros.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunté, confundida.

—No es bueno que estés cerca de nosotros… —Su voz continuaba débil y temerosa mientras que su mirada atravesaba el suelo, como si rememorara un mal recuerdo.

—Acaso… a ti… ¿no te gustó? —pregunté con un hilo de voz.

—¡¿Qué?! —reaccionó finalmente—. Joder, claro que me gustó —habló con mayor firmeza, sosteniéndome la mirada—. No sabes las ganas que tenía de que esto pasara y todo lo que me tuve que contener mientras veía lo que Luke te hacía. Quería tomar su lugar, quería ser solo yo él que te hiciera lo que pidieras.

—¿Entonces? —emití, confundida.

—A pesar de que sospechaba… cuando llegaste con esa… propuesta, me sorprendí, mejor dicho, me chocó un poco porque no quería compartirte con Luke, pero vi en tus ojos que era eso lo que querías y que no ibas a descansar hasta conseguirlo.

Tenía razón.

—¿No entiendo a dónde quieres llegar? Si nos gustó a todos, ¿por qué…?

—Mi punto es que ya tienes lo que querías —me interrumpió—, ahora aléjate de nosotros, sobre todo de Luke.

—Pero, ¿por qué? —volví a preguntar. Simplemente no entendía su petición.

—Luke es muy… caprichoso. Y ya te echó el ojo… Es mejor que te mantengas alejada.

Una parte de mí quería saber. Apuesto a que no era tan grave y a mí no me molestaría volver a follar con él, ni con su hermano o con los dos. Pero si esa era su decisión, la respetaría. Además, no iba a rogar después de obtener lo que quería.

—Si lo quieres así… —murmuré.

Él tomó mi rostro, haciéndome mirarlo directamente a esos oscuros y profundos ojos.

—Es lo mejor —aseguró en voz baja y luego puso sus labios delicadamente sobre los míos. Se mantuvo allí unos segundos, sin realizar movimiento alguno. Cuando estaba a punto de alejarse, lo agarré por la nuca y estampé mi boca contra la suya en un beso más profundo y violento mientras pegaba nuestros torsos desnudos. Al finalizar, estábamos sin aliento y sentía contra mi estómago el efecto de este beso en su cuerpo.

Estuvimos unos segundos con nuestras frentes apoyadas sobre la del otro, recuperando el aliento.

Algo me decía que no se había entregado como le hubiese gustado. Me gustaría tanto conocer a ese Nick insaciable y rudo, pero veía en su mirada oscura que no sería posible.

Finalmente eliminé el contacto entre ambos y me vestí. Luego besé la comisura de sus labios suavemente a modo de despedida.

—Buenas noches, Nick.

—Buenas noches, Marina.

***

Habían pasado dos días desde que me acosté con los hermanos Holland y desde entonces no los había visto.

Hoy era domingo y los padres de los gemelos llegarían de su viaje para celebrar la cena a la cual nos habían invitado. La verdad es que la dichosa cena y verles las caras no podía importarme menos, solo me interesaba verlos a ellos.

Después de ducharme, bajé para almorzar con mis abuelos, pero al llegar al primer piso no los encontré allí, lo cual me pareció sumamente extraño. Inspeccioné la sala de estar y la cocina en busca de alguna nota que me explicara a dónde habían ido. No encontré dicho papel. Tal vez estaban por el vecindario y no tardarían en llegar.

De repente, la puerta se abrió y entró mi abuelo sin cerrarla.

—Abuelo, estaba preocup… —dejé la frase sin terminar porque, frente a nuestra casa, había un coche de policía.

Tuve un mal presentimiento, uno muy malo.

Sin dejar que mi abuelo explicase nada, me apresuré a salir.

El señor Holland rodeaba por lo hombros a su esposa, la cual tenía una indisimulable expresión de aflicción. Mi abuela estaba junto a ellos. Lucía preocupada también.

—Por favor, oficial —murmuró la señora Holland, rompiendo en llanto.

Había dos policías: el que hablaba con la familia Holland y otro recostado a la patrulla. Al observarlo con detenimiento, me percaté de que era alguien conocido.

—Andrew —lo llamé y él se giró en mi dirección.

—Marina —dijo a modo de saludo—. ¿Cómo estás?

—¿Qué rayos pasa? —En este momento ser simpática no me importaba demasiado.

—Los hermanos Holland están desaparecidos.

—¿Qué? —murmuré.

—Sus padres llegaron hoy a la casa y no los encontraron —comenzó a explicar.

—Pero eso no significa nada —lo interrumpí. Ese mal presentimiento no hacía más que acrecentarse, pero me negaba a prestarle atención. Ellos deben estar por ahí. Están bien, tienen que estarlo.

—Sus padres los estuvieron llamando durante dos días en los que aún estaban en su viaje y ellos no respondieron.

Dos días…

Era el mismo tiempo que pasó desde que los vi por última vez.

—Ya que estás aquí —sacó una pequeña agenda y bolígrafo—, ¿cuándo fue la última vez que los viste?

No podía decirle que hace dos días porque seguramente se pondría a hacer más preguntas y no me convenía responderlas.

—Hace unos… cinco días. —Y era cierto. Fue la última vez que los vi oficialmente.

—¿Hablaste con ellos?

—Sí.

—¿Sobre qué?

—Pues… Luke nos visitó para informarnos de la cena que su familia daría hoy y luego lo acompañé hasta aquí y después Nick salió de su casa y hablamos brevemente.

—¿Sobre?

—No recuerdo muy bien. Cosas simples de vecinos, supongo —emití, encogiéndome de hombros, interpretando perfectamente mi papel.

—¿No sabías si ellos… tenían algún problema con alguien?

—No —me limité a responder.

Él cerró su pequeño cuaderno y lo guardó en su bolsillo para luego escrutarme con la mirada.

—¿Tenías algo con alguno de ellos?

—¿Esa pregunta forma parte del interrogatorio? —me puse a la defensiva.

—No, es mía.

Arqueé una ceja.

—¿Y por qué me preguntas eso?

Tardó unos segundos en responder.

—Curiosidad —dijo finalmente en un tono forzado.

—Andrew —emitió el otro oficial, interrumpiéndonos—, nos necesitan en comisaría.

Él me miró con suspicacia por última vez mientras yo me esforzaba por contener una sonrisa.

Observé cómo la patrulla se alejaba y me quedé pensando en cuánto me atraía ese hombre mientras me mordía disimuladamente los labios, fantaseando con ese uniforme tan sexy que usaba.

Los sollozos de la señora Holland me sacaron de mi ensimismamiento y recordé el problema que teníamos aquí: Luke y Nick estaban desparecidos, probablemente desde la noche que estuve con ellos.

Y si… ¿y si yo fui la última persona que los vio? ¿Y si están…?

—Cálmese, señora Holland —la consoló mi abuela y yo me acerqué a ellos—. Los encontrarán.

—Los he llamado estos dos últimos días y no han respondido. Ninguno de los dos. De Luke lo esperaría, pero Nick no me dejaría preocupada —sollozó—. Tengo una sensación fea, señora Brewster. A mis hijos les pasó algo. Yo lo sé. Mi instinto de madre me lo está gritando.

—Calma —musitó el señor Holland, intensificando el abrazo para contener a su esposa.

—Seguramente están bien, señora Holland —me obligué a decir al ver que sus lágrimas no paraban de salir.

—No lo creo, Marina. Ellos siempre me mantienen al tanto de dónde están. Saben que yo me preocupo mucho desde… —Su marido le dio un pequeño apretón y ella no terminó la frase—. ¿Por qué no los llamas tú, querida?

—¿Yo?

—Sí —emitió, esperanzada.

—¿Qué le hace pensar que a mí sí me atenderán la llamada?

—Pues… fue Nick quien sugirió esta cena… y Luke estuvo muy de acuerdo. Tú… les agradas...

—Oh —fue lo único que logré articular—. Pues, lo intentaré.

Busqué sus números en mi celular.

Ninguno respondió.

Insistí varias veces, pero no respondían.

—Lo siento, señora Holland.

Después de intentar consolarla, en vano, regresamos a casa. Toda esta situación me había quitado el apetito. Estuve un buen rato intentando contactarlos, pero una vez más no atendieron mis llamadas.

Esto se ponía cada vez peor.

Tal vez ellos estuvieran por ahí, haciendo cualquier estupidez, pero algo me decía que no. Que les había pasado algo malo.

De repente, mi pecho se llenó de esperanza al escuchar mi móvil sonar, pero luego mi sonrisa se esfumó al ver que solo era Crystal.

—Hola —emití sin mucho ánimo.

—Nos enteramos de lo de tus chicos.

Las noticias en este pueblo vuelan.

—Supusimos que estarías deprimida —habló Elle. La llamada estaba en altavoz.

Les había contado que estuve con ellos, por lo que sobreentendían que no me encontraba haciendo una fiesta precisamente. Ellos me agradaban. Eran mis vecinos. Iba más allá del hecho de haber tenido sexo con ellos.

—Un poco, sí —musité.

—¿Qué tal si nos damos un chapuzón? —sugirió Elle alegremente.

—No lo sé, Elle. No tengo muchas ganas de ir al río —tercié sin entusiasmo.

—Vamos, Marina. Necesitas distraerte —replicó.

—Tiene razón. Nadar siempre te ha relajado y terminarás volviéndote loca si solo piensas en esos dos —comentó Crystal.

Tal vez ellas tenían razón.

—Bueno… —murmuré.

—Estaremos en tu casa en 15 minutos —dijo Crystal.

—Cryst… —no pude terminar la frase porque colgó.

Había pensado en adelantarme y así lo hice. Ya me alcanzarían después de que mis abuelos les dijeran que ya estaba en el río.

Al llegar al bosque, caminé sin muchos deseos hasta el agua. Una vez allí me quité los zapatos e introduje mis pies. No tenía deseos de hacer nada. Solo esperaría a mis amigas para desahogarme.

Al girar mi rostro, vi algo.

No sabría distinguir bien que era. Estaba detrás de un árbol con un grueso tronco.

Me puse en pie lentamente y me acerqué con precaución, marcando el número de la policía. Solo debía presionar una vez para que llegaran.

Me acerqué lenta y cautelosamente, sintiendo cómo mis pies descalzos hacían contacto con la tierra, las ramas y las hojas secas del suelo. Tenía el corazón en un puño y la respiración acelerada cuando pude divisar lo que era, pero quería asegurarme, así que rodeé con sumo cuidado el árbol y al comprobar lo que me había esforzado en negarme mi respiración se cortó y mi cuerpo se quedó estático.

No sé cuánto tiempo estuve quieta con los ojos desorbitados y la garganta seca, así que me sobresalté un poco cuando escuché que alguien me llamaba.

Con mano temblorosa acepté la llamada sin mirar siquiera quién era.

—Hey, pensé que nos esperarías… —me reclamó una voz femenina que reconocí al instante.

—Crystal... —la interrumpí en un murmullo—. Los encontré... —proseguí con voz temblorosa, intentando sobreponerme al nudo en mi garganta.

—¿Qué? —articuló, confundida ante mis palabras.

—A los hermanos Holland… los encontré…



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Jelouuuuu, cómo andan? :D
Qué les pareció este nuevo cap?
Ya Marina consiguió a sus adorados gemelos :)
Pero la felicidad le duró poco :"(
Extrañaré a mis niños idénticos por fuera y opuestos por dentro :'(
Sigue aumentando la lista de muertes...
Alguien que tenga una teoría? :)
Los leo :D
Espero que hayan disfrutado el cap.
Hasta el siguiente.
Chau, chau :D

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