VII
La familia de Shawn no esperó demasiado.
En la tarde de ese mismo día se efectuó su entierro y le dijimos adiós al chico de misteriosos ojos grises.
Justo como había pensado, Elle lloraba sin consuelo. Aún no había llegado a nada concreto con Shawn, pero creo que eso empeoraba la situación. Elle sollozaba por lo que pudo ser...
Me dolía ver asesinada su incipiente relación, ese floreciente brote, ese animalito recién nacido…
Ian acariciaba con suavidad la nuca de Elle mientras la abrazaba de forma protectora, colocando su barbilla sobre la cabeza de ella, la cual se refugiaba en su cuello, dejando fluir todo su dolor contra el pecho de nuestro mejor amigo.
Elle era sensible por naturaleza, pero Shawn realmente debía gustarle mucho porque emitía sollozos sin ningún tipo de vergüenza o intento de contención.
La madre del chico asesinado lloraba abrazada a lo único que le quedaba: su hija Triana. Esta última usaba anteojos, pero estos no podían ocultar sus oscuros ojos vidriosos a punto de desbordar las lágrimas, aunque ella tensaba la mandíbula mientras fijaba la vista en cualquier sitio menos en el ataúd al que le arrojaban tierra, haciendo hasta lo imposible por no desmoronarse.
Triana siempre fue una chica dura y hermética, pero ahora debía ser incluso más fuerte... por su madre. Ahora estaban completamente solas porque el padre de ella nunca mostró interés ni preocupación por su familia, motivo por el cual los abandonó hace muchos años, aunque, por lo que me contó Crystal, Shawn quiso ir a vivir con él a pesar de su abandono.
La familia Reiner vivía en una mansión en la zona alta del pueblo. Eran vecinos del alcalde, es decir, vivían en el mismo vecindario que Crystal, ya que eran personas adineradas y poderosas, pero, al ver la aflicción y el llanto incontenible que surcaba el rostro de aquella elegante mujer, tuve la certeza de que daría hasta el último centavo de su fortuna por ver a su hijo con vida.
¿Quién sería capaz de provocarle tanto dolor a una madre?
Todos vestían de negro. Las mujeres llevaban vestidos largos hasta las rodillas, guantes y gafas de sol. Algunos hombres vestían trajes y otros, ropa menos formal, pero el oscuro color que reinaba en la vestimenta de cada uno de los presentes marcaba el luto y la tristeza que caía sobre nuestro pueblo.
Era la primera vez en décadas que morían personas tan jóvenes y, especialmente, por asesinato.
No soy supersticiosa y tampoco me gusta dejarme influenciar por los criterios ajenos, especialmente si estos son infundados, pero qué tal si… Si mi abuelo tiene razón…
¿Y si Morfem no vuelve a ser igual?
¿Y si este es el comienzo de la calamidad en nuestro pueblo?
—Marina… ––me llamó alguien en voz baja.
—Sí, Crystal ––respondí casi en un murmullo. No quería perturbar a nadie. Sería muy insensible de mi parte teniendo en cuenta la situación.
—Necesito hablar contigo. Ahora —dictaminó con voz firme, pero no muy alta.
Por un segundo me preocupé. No entendía a que venía ese tono severo y aquel aire de seriedad.
Guardando la mayor discreción posible, nos alejamos de las personas que lloraban para hablar tranquilamente y sin ser escuchadas.
—¿Qué pasa, Crystal? ––pregunté, mirando a los demás mientras me cruzaba de brazos con una expresión de preocupación.
Su mirada era firme y su entrecejo estaba hundido. Apretó los labios en una fina línea, como si meditara lo que estaba a punto de decir.
—¿Te follaste a Shawn? ––soltó, directa.
Mis ojos casi se salen de las órbitas.
¿Cómo rayos sabía eso?
O bueno, no lo sabía, lo sospechaba.
—¿D-de dónde sacaste eso? —me salió un titubeo, a pesar de que quise sonar ecuánime.
—Estás muy triste para no haberlo visto jamás ––puntualizó, suspicaz y aun con el ceño fruncido.
Crystal era demasiado astuta y observadora. En teoría, Shawn y yo nunca nos habíamos visto.
Era verdad que en cierto momento derramé una lágrima, pero la sequé rápidamente con la esperanza de que nadie se hubiera percatado, pero Crystal sí lo hizo.
—Pues… ––intenté buscar una excusa convincente. Crystal no era fácil de engañar––. Es que me entristece ver a Elle así. Además, era un chico tan joven y nadie merece morir así ––expliqué con la voz débil, teñida de dolor y una expresión afligida.
—Buen intento, pero soy yo.
Mierda. No se lo tragó.
—El día que llevé a Elle para que finalmente le hablara, Shawn se mostró sumamente indiferente, casi ni le habló y luego, de la nada, quiere salir con ella. Eso está muy raro.
—¿Y qué tengo que ver yo con eso? ––me hice la desentendida.
—Todo ––aseguró––. Te conozco muy bien, Marina ––entrecerró un poco los ojos––, sé que Shawn era perfectamente tu tipo. Estoy segura de que lo convenciste de alguna forma para que se acercara a Elle, claro que obtuviste algo a cambio... Tú estarías dispuesta a hacer ese "sacrificio" —hizo comillas con los dedos— por tu querida amiga. —Su voz estaba teñida de sarcasmo mientras clavaba sus ojos verdes de forma severa sobre mí.
Exhalé con fuerza en señal de derrota. Como bien dijo, me conoce demasiado bien. Ella, a pesar de ser totalmente opuesta a mí, analizaba a la perfección mi forma de pensar y actuar, así que era inútil seguir mintiendo.
—Sí ––reconocí, mirando hacia otro lugar. No quería ver su expresión inquisidora.
—Sabías lo que Elle sentía por él y, ¿no te importó? Se supone que es una de tus mejores amigas.
Pasé mi mano por mi cabello, frustrada. Odiaba estas conversaciones exageradas y dramáticas. ¿Por qué había que hacer una tormenta en un vaso de agua? Elle ni siquiera salía con él cuando me lo follé, es más, iba a conseguir salir con él por mí. Le hice un favor, debería estarme agradecida.
—Me follé a Shawn porque de otra forma Elle no tendría oportunidad. Tú misma lo dijiste. Además, se suponía que no se iba a enterar. "Ojos que no ven, corazón que no siente" —simplifiqué mis pensamientos, ya que Crystal no pensaba ni remotamente como yo. Ella era más correcta, cuadriculada y aburrida.
—Es increíble —bufó una risa incrédula––. Es en momentos como este que me pregunto por qué somos amigas.
—¿Ahora vas a poner en duda nuestra amistad? —pregunté, escéptica.
—Debí hacerlo mucho antes, ¿no crees? —cuestionó.
—Estás exagerando —le resté importancia al asunto.
—¿Yo? ¿Exagerando? ––emitió más alto de lo debido observando hacia todos lados, asegurándose de no haber llamado la atención para continuar––: Te follas al chico que le gusta a tu mejor amiga y, ¿yo soy exagerada? ––masculló, irritada.
—Solo quería darle un empujoncito a su relación ––me justifiqué.
—Sí, claro. Asistente de cupido te dicen ahora ––se burló de mi patética excusa, negando con la cabeza––. No puedo creer que le hayas hecho esto a Elle. ¡Ella te adora!
—Si te sirve de algo, no quería que ella sufriera. Yo también la quiero mucho.
—Pero te quieres más a ti ––replicó––. A la hora de escoger, siempre te elegirás a ti misma, siempre preferirás a tu libido ––escupió, haciendo un ademán para reincorporarse al entierro que ya había finalizado. Ahora estaban diciendo unas palabras y rezando por el alma de Shawn.
—Crystal ––se dio vuelta para observarme con cierto fastidio––, ¿se lo vas a decir?
Crystal siempre sobreprotegía a Elle. Intentaba cuidarla porque es demasiado sensible, así que me preocupaba que le dijera la verdad y mi amistad con Elle se terminara. Era cierto que yo adoraba a esa chica, aunque había algo de verdad en lo que había dicho Crystal…
Ella hundió el entrecejo, pensativa, pero finalmente respondió:
—Al igual que tú, yo tampoco quiero ver sufrir a Elle. Ha tenido suficiente con todo esto. Relájate. Por mí no se va a enterar.
Dicho eso, dio media vuelta y continuó su camino, dejándome aliviada.
De pronto, sentí vibrar mi celular.
—¿Hola? ––respondí la llamada.
Nadie contestó.
No puedo creer que sea de nuevo la persona que me llamó anoche.
—Escucha, maldito pervertido, si vuelves a llamarme…
—¿Marina? ––me interrumpió una voz conocida.
—¿Señor Hyde?
Qué vergüenza.
Diosito, llévame contigo.
Acababa de llamar "pervertido" al abuelo de mi mejor amigo que me había cambiado los pañales.
—Eh… Necesito que vengas a la comisaría —explicó después de carraspear.
—¿Todo está bien? —pregunté, preocupada, retomando la calma.
—Pues… necesito tomarte una declaración. Ven cuanto antes.
—De acuerdo. Ya voy saliendo ––dije y colgué.
¿Para qué necesitarían mi declaración?
Busqué a Ian con la mirada. Al localizarlo, le hice una seña para indicarle que debía irme.
Se acercó a mí y le expliqué la llamada reciente. Luego él se ofreció a llevarme a la comisaría.
***
Mientras Ian conducía en silencio recibí un mensaje del detective que había contratado informándome que ya tenía material para enviarme.
Le pedí que viniera personalmente a entregármelo.
—¿A quién le escribes? ––preguntó Ian, curioso y con la mirada en la carretera.
—A nadie importante ––respondí, guardando el celular en un bolsillo.
Él respetó el hecho de que no quería hablar acerca del tema y volvió a su anterior silencio.
Los silencios entre nosotros no eran incómodos. De hecho, Ian siempre me hacía sentir bien y segura, como si pudiera compartir lo que fuera con él. Y así era, excepto para cuestiones "amorosas".
De repente, encendió la radio para llenar el silencio. Comenzó a sonar una canción de su banda favorita: Maroon 5. El ritmo que inundaba el auto era el de Animals. A él le gustaba mucho esa canción y a mí no me disgustaba, así que proseguimos tranquilamente con nuestra trayectoria mientras él tarareaba esporádicamente o tamborileaba sus dedos en sus vaqueros.
—¿Quieres que te acompañe? ––preguntó cuando llegamos a la comisaría.
—No hace falta. Puedo manejar sola tu abuelo ––aseguré, bajándome del auto.
Un oficial joven que había visto el día que asesinaron a Matt me condujo hasta la oficina del sheriff.
Lo recordaba muy bien, ya que el chico era muy, muy apuesto. Aparentaba tener pocos años más que yo. Tenía un par de ojos claros capaces de embelesar a cualquier chica. Su cabello rubio no era demasiado largo. Su espalda era ancha y tenía el cuerpo tonificado. Además, aquel uniforme le quedaba…
—Al fin llegas, Marina ––emitió el abuelo de Ian cuando entré a su oficina y tomé asiento.
—Veo que estaba ansioso por mi llegada, sheriff ––comenté, divertida.
—Oficial Andrew ––se dirigió al chico––, por favor, déjenos a solas.
Así que se llama Andrew…
—Sí, señor ––acató la orden de su superior.
—He de confesar que estoy curiosa ––reconocí cuando estuvimos solos––. ¿Para qué caso necesita mi declaración?
—Supongo que has oído hablar de Shawn Reiner —dijo, apoyando los antebrazos sobre su escritorio.
—Sí ––murmuré––. Es el chico que asesinaron recientemente. Apareció en las noticias. No creo que haya alguien en el pueblo que no sepa lo que le pasó.
—¿Lo conocías? —preguntó de repente.
Dudé.
Había estado a solas con Shawn, pero tal vez alguien nos había visto cuando hablamos frente a mi casa. Además, el sheriff no me haría venir sin un motivo sólido. Él sabía, solo quería mi confirmación, así que sería sospechoso negarlo.
—Sí ––respondí finalmente.
—¿Qué relación tenías con él?
—No nos conocíamos mucho. Solo hablamos un par de veces ––mentí.
Era imposible que supiera que me acosté con Shawn. Estábamos solos y él me aseguró que no lo contaría y, aunque no lo conocía mucho, me atrevería a confiar en él. Además, no podía admitir bajo ningún concepto que Elle se enterara. Ya las cosas estaban bastante graves con que Crystal lo supiera. Y no es que piense que el sheriff va a ir a contarle, pero esto era una investigación policial y cualquier dato podría ser de utilidad, así que cabía la posibilidad de que la información llegara a oídos de Elle y yo no podía permitir eso, así que guardé conmigo el hecho de que había follado con él. Eso no sería útil para nadie.
Él asintió ante mi respuesta, luciendo convencido, pero a la vez pensativo.
—Entonces, ¿nunca fuiste a visitarlo a su casa?
—No —contesté con sinceridad. Ni siquiera sabía dónde vivía con exactitud. Solo sabía que su casa estaba en el mismo vecindario en el que vive Crystal.
El sheriff regresó a su pose analítica y luego abrió uno de los cajones de su mesa, sacando un sobre cuyo contenido puso sobre la mesa.
Fotos.
Mis ojos se abrieron mucho al escrutar el contenido de estas.
En ellas salíamos Shawn y yo el día que me acompañó a casa después de ir al supermercado.
—¿Pero qué…? ––balbuceé, confundida––. ¿Por qué tiene usted eso? ¿Acaso envió a alguien a seguirme?
—No ––respondió con simpleza.
—¿Entonces por qué están estas imágenes en su poder? —exigí saber con el entrecejo fruncido.
—Fueron enviadas hoy en la mañana —respondió con tranquilidad.
—Pero… —balbuceé sin saber qué decir.
—¿Cuándo ocurrió esto? —preguntó, refiriéndose a la fecha en la que fueron tomadas las fotos.
—Fue... antes de ayer.
Él asintió, pensativo.
—Quiero que me digas quién crees que pudo haberles tomado estas fotografías.
—Yo... no… no lo sé. No tengo idea ––respondí genuinamente, aun procesando el hecho de que alguien nos había seguido y fotografiado.
¿Y si ese mismo alguien nos había seguido hasta el bosque…?
No.
El sheriff habría mostrado la evidencia para desmentirme.
—¿Estás segura? Piensa bien. Tal vez la persona que tomó estas fotografías fue la misma persona que asesinó a tu amigo.
Tragué grueso.
No me había detenido a sopesar esa posibilidad, pero, por más que intenté, no se me ocurrió un nombre.
—Yo… no lo sé. Lo siento mucho… ––musité con la mirada gacha, perdida y avergonzada por no poder ayudar.
El sheriff se inclinó hacia atrás en su silla, entrelazando sus dedos mientras posaba su mirada en la nada, pensativo.
—Tal vez te seguían a ti ––sugirió de pronto.
—¿A mí? ––repetí, incrédula, pero un poco asustada––. No lo creo, es decir, no conozco a nadie que tenga interés en seguirme.
Esa posibilidad no podía ser. ¿Quién querría... acosarme?
—Y si… ––murmuró, casi ininteligible––. ¿Dónde estabas la noche del crimen?
¿A qué venía esa pregunta?
Acaso… ¿sospechaba de mí?
—En casa. Mis abuelos pueden confirmar mi coartada.
Él se quedó en silencio unos segundos. Había algo atormentando sus pensamientos, pero no se atrevía a decirlo en voz alta.
—Muchas gracias por tu tiempo, Marina. Ya puedes retirarte —emitió finalmente.
Hice lo que me pidió.
¿Por qué alguien habría seguido a Shawn?
¿Sería su asesino?
¿Por qué envió las fotografías a la policía?
¿Por qué justamente en las que yo aparezco?
¿Quería que las autoridades me relacionaran con él?
Acaso quería… ¿incriminarme?
Debido a la distracción que llevaba en mi cabeza, choqué contra una firme superficie.
La persona se giró.
—Oh, lo siento ––me apresuré a decir.
Era el oficial atractivo.
Andrew.
—Venía distraída.
—No te preocupes ––le restó importancia, mostrándome una sonrisa leve, pero hermosa––. Es natural con todo lo que está sucediendo. Lo mínimo es andar ensimismado.
—Sí, tienes razón. Debe ser muy difícil su trabajo.
—Lo es, pero esto es lo que me apasiona. No lo abandonaría por nada del mundo.
—¿Ni siquiera por unas horas? ––pregunté con una pequeña sonrisa.
—¿Qué? ––preguntó, confundido.
—Pues que tal vez podríamos…
—Marina ––me interrumpió una tercera voz.
Ian venía caminado hacia nosotros.
—Hola, Andrew. ¿Cómo estás? ––lo saludó con camaradería.
—No me quejo, Ian.
—¿Ya hablaste con mi abuelo? ––se dirigió a mí.
—Ya ––mascullé, un poco ríspida. Al parecer él no percibió mi tono.
—Bueno, ¿ya podemos marcharnos?
—De acuerdo ––accedí de mala gana.
—Nos vemos, Marina ––emitió el oficial sexy.
—Hasta luego, Andrew.
—Tú como siempre tan oportuno ––le escupí a Ian, mirando a través de la ventana con el entrecejo fruncido en señal de molestia cuando comenzó a conducir su auto.
—¿Qué? ––emitió sin entender a qué venía mi pequeño comentario berrinchudo.
—¿Tenías que entrar justo en ese momento? ––le reclamé––. ¿No te pedí que te quedaras en el auto?
—Estabas tardando mucho y me puse ansioso ––se justificó, encogiéndose de hombros con total naturalidad.
Negué ligeramente.
—No entiendo por qué estás tan molesta.
—¿Es en serio, Ian? ¿No te fijaste en lo que estaba haciendo? —cuestioné, escéptica. Hasta un ciego se habría dado cuenta de que estaba coqueteándole al oficial.
—¿Hablando con Andrew? ––respondió, dudoso de que ese fuera el motivo de mi enojo.
—Estaba a esto ––hice un gesto de cantidad, acercando mucho el índice y el pulgar–– de conseguir una cita con él.
—Espera, ¿te gusta Andrew? ––preguntó, entre burlón e incrédulo, haciendo un gesto de extrañeza aun con la vista en la carretera.
—Eso no es problema tuyo ––le espeté.
Aunque lo adoraba y confiaba en él ciegamente, no me gustaba hablarle de chicos. Era un poco incómodo, como si le estuvieras comentando a tu padre o a tu hermano mayor.
—Un oficial de policía, ¿en serio?
—El punto es ––corté su burla–– que la próxima vez que me veas hablando con un chico, no intervengas, ¿sí?
—De acuerdo, de acuerdo. —Levantó una de sus manos en señal de rendición—. Ya aprendí la lección del día: cuando Marina Brewster habla con un chico es porque le quiere meter mano ––recitó con una voz ridícula y luego sonrió.
—Idiota ––gruñí, poniéndole los ojos en blanco.
Él se limitó a sonreír mientras seguía conduciendo.
***
Habían pasado dos días desde la muerte de Shawn, pero aún estaba un poco decaída por el tema.
El tiempo nos ayuda a resignarnos, pero siempre llevaremos la cicatriz con nosotros.
Otra cosa que rondaba mi mente era el asunto del detective. Dijo que vendría a Morfem hoy o mañana para reunirnos y entregarme todo el material que reunió. Eso me tenía muy ansiosa, pero aun así preferí que me entregara todo personalmente. No quería dejar rastros.
Era de noche cuando mis abuelos y yo estábamos en la sala de estar viendo la televisión, bueno, yo en realidad estaba escuchando música porque los programas que ellos veían eran un tedio total. De pronto, vi a mi abuela dirigiéndose a abrir la puerta.
¿Quién haría visitas a estas horas?
La mayoría de las personas de este pueblo era un incordio, así que no le presté la más mínima atención al visitante que aún estaba en el umbral.
—¡Es un inmenso placer! ––escuché exclamar a mi abuela.
Me quité los auriculares al ver que me hacía un gesto para que fuera hacia la puerta. Espero que no sea para mostrarles a los vecinos que "ya estoy grande". Mi abuelo me siguió.
—Oh vaya, ¿es él su marido? ––preguntó una mujer elegante, maquillada y sonriente que nunca había visto.
—Sí, es él ––respondió alegremente mi abuela.
Mi abuelo hizo un ademán con la cabeza acompañado de un seco "¿qué tal?". Él no es muy sociable a decir verdad.
La mujer de oscuro cabello y pálida piel estaba acompañada de un señor alto y de facciones duras y masculinas. El hombre tenía cierto porte y elegancia al igual que ella, así que supuse que era su esposo.
—Bueno, solo queríamos entregarles este pequeño detalle. ––La mujer le ofreció una tarta a mi abuela.
—Oh, muchas gracias, señora Holland. No debió haberse molestado.
Ya me dolía el rostro de ver las sonrisas de mi abuela y de la señora esa.
Esto era absolutamente tedioso.
Prefería irme a escuchar música o incluso a meter la cabeza en el cubo de la basura que verlas sonreírse así.
A mí no me importaba la señora Holland ni su marido de cara larga ni su sonrisita hipócrita ni su tarta de mala pinta, pero bueno, tenía que seguir allí, fingiendo ser una vecina educada y una señorita ejemplar.
—¿Ella es su nieta? ––preguntó el Joker en versión femenina, fijándose finalmente en mi existencia, ya que me mantuve detrás de mis abuelos.
—Sí ––respondió mi abuela por mí, colocando su mano en mi espalda baja haciendo que avanzara unos cuantos pasos para que me vieran mejor––. Su nombre es Marina.
Entrelacé mis dedos frente a mí, poniendo mi mejor sonrisa falsa.
—Es un placer conocerlos, señores Holland ––mentí con tono dulce. Ese estaba en mi repertorio de tonos hipócritas para envolver a las personas a mi conveniencia. Su sonrisa ya me tenía asqueada, solo quería acabar con aquella agonía.
—Por dios, eres tan bonita ––me elogió, acunando mi rostro entre sus manos.
Vieja confianzuda.
—Muchas gracias ––me mantuve en mi papel.
—Nosotros también tenemos jóvenes en la familia ––comentó de pronto.
Se giró un poco, haciendo un ademán con su mano de manicure perfecto para que alguien que estaba a unos cuantos pasos a su lado se acercara.
—Él es mi hijo mayor, Nick ––lo presentó, colocando sus manos en los hombros del muchacho.
Por mi parte, casi se me doblan las piernas cuando vi a "Nick".
Siendo muy breve, lo más interesante que tenía esa pareja era su hijo.
El chico aparentaba unos pocos años más que yo. Era alto, tenía el cabello negro y desordenado. Sus ojos eran tan oscuros que no lograba distinguir el iris de la pupila. Llevaba puesta una sudadera, así que no podría asegurar la calidad de su condición física, pero algo me decía que estaba bastante bien.
—Mucho gusto ––se limitó a decir, elevando ligeramente las comisuras de sus labios, como si hubiese sido un esfuerzo sobrehumano.
El chico tenía una expresión lejana, vacía y triste.
—Qué chico tan guapo ––comentó mi abuela, sonriente.
Él se encogió de hombros, mostrando esa vaga, tímida y leve sonrisa nuevamente.
Cuando bajó un poco la mirada depositándola en mí, elevó ligeramente una comisura, como si fuera un saludo íntimo entre ambos. Yo le mostré una sonrisa discreta también.
—Muchas gracias ––dijo la madre.
El elogio no era para usted, señora.
—Pero aún falta el otro ––agregó––. ¿Luke? ––lo llamó.
Si el menor estaba como el mayor…
Con pasos vagos se acercó el otro hermano con las manos en los bolsillos.
Vaya, vaya.
Una misma pieza que valía por dos…
Eran gemelos.
Tal vez mis nuevos vecinos no sean tan irrelevantes después de todo.
—Este es mi hijo menor, Luke.
El segundo traía una cara de hastío indisimulable, pero eso no impedía el deleite que me proporcionaba su atractivo rostro. A diferencia de su hermano traía los brazos descubiertos evidenciando la musculatura no muy exagerada, pero sí notable. Otro detalle a destacar del menor era la tinta que cubría sus brazos, dejando a la vista una cantidad mínima de piel. Además, llevaba pequeños aretes, un piercing en la ceja derecha y otro en el lado izquierdo de su labio inferior.
Parecía la nota discordante en su familia con aquella típica apariencia de chico malo.
Nick y Luke eran idénticos, excepto por todos los accesorios que usaba este último. Tenían el mismo rostro, porte y estatura, pero había algo en sus expresiones que los hacía diferentes. El mayor tenía un aire melancólico y el menor parecía asqueado del mundo, como si tuviera rabia contra este y nada fuera suficiente para él.
Luke hizo un leve movimiento con la cabeza para saludarnos y su padre lo tomó por el brazo, susurrándole algo al oído.
Él apretó los labios en una fina línea, como si le costara mucho lo que iba a decir.
—Es un placer, familia Brewster ––soltó, notándose a kilómetros que no era un gusto, sino una obligación.
Cuando se fijó en mí, me regaló una pequeña sonrisa ladina en plan "qué lindo este juguete, me voy a divertir mucho con él".
Los hermanos Holland no tenían idea de que quien iba a divertirse era yo.
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Jelou, jelou.
Cómo está todo?
Cómo anda la vida? :D
Yo? Pues aquí. Sigo viva :)
A ver, cuéntenme. Qué les pareció el capítulo?
Pobre Elle :(
Le jodieron el ligue :')
Y la conversación/discusión que tuvieron Crystal y Marina...
Uyuyui ayayai :)
Qué opinan de la escena en la comisaría?
Chan, chan, chaaaaan.
Qué pasará? :)
Y ya Marina le echó el ojo a Andrew :v
Y tenemos nuevos personajes!! :D
Me encanta cuando llega gente nueva :')
Cuál será la relevancia de la familia Holland?
Por ahora, solo sabemos una cosa: ya Marina les echó el ojo a los hermanos Holland :)
Esa mujer no pierde el tiempo :v
Espero que les haya gustado el capítulo.
Hasta el siguiente.
Chau, chau.
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