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VI

Después de terminar las compras, Shawn me acompañó a casa.

—Tengo la impresión de que te he visto antes ––comentó él, pensativo.

—Será porque nos vimos hace unos días ––respondí sin parecer demasiado interesada, aunque con cierto tono de obviedad que intenté no resaltar innecesariamente porque no quería que se diera cuenta de que él y sus hermosos ojos no salieron de mi cabeza desde ese día.

—¿Eras la chica del cabello mojado? ––preguntó con una nota de entusiasmo, abriendo los ojos, un poco sorprendido.

—Sip.

—Pensé que no nos veríamos otra vez.

—Morfem es un lugar pequeño —repliqué, encogiéndome de hombros.

—Me alegro porque estaba deseando verte…

Y yo a ti.

—Por cierto, ¿estabas nadando en el río? —preguntó repentinamente, provocando que una fuerte punzada atacara mi pecho mientras mis ojos amenazaban con salirse de sus órbitas.

¿Acaso la sensación que tuve fue real y sí había alguien observándome?

Acaso… ¿había sido él?

—¿Cómo sabes eso? ––inquirí a la defensiva.

—Porque… traías el cabello mojado ––respondió como si la respuesta fuese clara y obvia.

—Oh… cierto —murmuré, ligeramente avergonzada.

Estoy paranoica.

No había nada en el bosque, no había nada en el bosque…

—Entonces, ¿te gusta nadar?

—Me encanta —respondí, sonriente y con sinceridad.

—A mí también. De hecho, me gustan los deportes en general.

—Te gusta correr ––afirmé.

—¿Cómo sabes eso? ––imitó mi reacción de hace un momento.

—Porque ibas completamente sudado.

—Buen punto ––comentó, sonriendo.

—Entonces, ¿te gustan las actividades físicas que te hacen sudar…? ––pregunté con voz aterciopelada, deteniéndome.

Él se detuvo también y me encaró, arqueando una ceja. Había notado el tono de mi pregunta, justo como deseaba.

—Mucho. Sobre todo a dúo… con pelirrojas…

Y después de esa respuesta: más clara, ni el agua.

—Nos vemos otro día ––zanjé de repente y, como consecuencia, él frunció el ceño, confundido.

—Vivo aquí. ––Señalé la casa detrás de mí a modo de explicación.

—Oh ––articuló, aliviado.

—Tranquilo. Tus palabras no me espantaron, muy por el contrario… Estoy deseando que llegue la próxima vez que nos encontremos ––admití con una ceja arqueada, seductora. Luego le  planté un beso en la mejilla y di media vuelta para entrar a mi casa.

—Marina ––me giré al escuchar su llamado––, ¿por qué esperar? Vamos a vernos mañana.

—En el río. A las 4.

—Hecho.

***

Elle y Crystal me habían invitado a salir, pero les di una excusa para poder escapar a "mi cita".

Llegué alrededor de las 3:30 porque quería aprovechar el tiempo para nadar un rato y porque, además, odiaba ser impuntual.

Al llegar, tendí una manta sobre las hojas secas en las cercanías del río y luego coloqué mis cosas allí.

Decidí no soltar mi cabello esta vez porque mojado era muy rebelde y más adelante me molestaría… Poco a poco fui quitándome cada una de las prendas que llevaba puestas hasta quedarme en ropa interior, pero luego una idea atravesó mi mente. Aprovechando la ausencia de mis amigas y de cualquier otro acompañante, decidí despojarme de los pequeños fragmentos de tela que me cubrían, quedándome completamente desnuda. Me resultaba más satisfactoria la natación sintiendo mi piel en contacto directo con el agua. Me hacía sentir más cómoda y libre, pero, además, era más placentero. Es que, en general, disfrutaba ir como llegué al mundo. Si venimos desnudos al mundo, alguna razón habrá y no seré yo la que vaya en contra de eso.

Avancé lentamente hasta el agua y luego me introduje en ella, permaneciendo allí relajadamente hasta que me pareció suficiente. Después de salir, comencé a secarme con rapidez porque no quería estar completamente empapada cuando Shawn llegase.

Sentí una necesidad imperiosa de eliminar apresuradamente la humedad que corría por mi piel porque, a pesar de que el viento era prácticamente nulo, mis poros estaban erizados debido al frío.

Al concluir, solté mi largo cabello rojo porque no me gustaba llevarlo atado. Mis hebras de fuego eran una de mis cualidades físicas que más combinan con mi personalidad, me representaban a la perfección, es por ello que prefería sentir mi cabello libre batiendo junto al viento.

Estaba a punto de comenzar a vestirme cuando, de pronto, tuve esa sensación otra vez...

Alguien me observaba.

Me sentí expuesta y vulnerable, no por estar desnuda, sino porque no sabía qué o quién me acechaba desde las sombras.

¿Y si no fue una simple impresión?

¿Y si no era paranoia mía?

¿Y si alguien me había estado siguiendo todo este tiempo y estaba aquí justo ahora?

¿Y si alguien estaba esperando el momento justo para atacarme?

¿Y si ese momento... era ahora?

Empecé a girarme lentamente y…

—Si hubiese sabido que me esperarías así, habría llegado antes.

La voz me hizo dar un respingo.

—¡Qué susto, Shawn! ––exclamé, cerrando los ojos y llevando una de mis manos al corazón.

—¿Qué susto, Shawn? ––repitió con una sonrisa burlona––. Te encuentro así ––hizo un ademán, señalando mi cuerpo completamente desnudo––, ¿y me dices "qué susto, Shawn"?

—Eso, búrlate ––fingí enojo ante su burla, pero, en realidad, me sentía aliviada.

Solo era Shawn…

—Aunque… ––su tono se volvió serio mientras escrutaba cada centímetro de mi tersa piel desnuda con un deseo casi palpable.

—¿Te quedaste sin palabras? ––pregunté con suficiencia y burla.

—Creo que las palabras no nos harán falta porque no eres una chica de  declaraciones cursis, ¿o me equivoco? ––A cada palabra que salía de sus labios, daba un paso en mi dirección y cuando dijo "equivoco", sus labios ya estaban a centímetros de los míos, listos para atacar.

—En absoluto —respondí, relamiendo mis labios.

La distancia entre ambos era tan escasa que nuestros alientos se mezclaban. Ambos contemplábamos la boca del otro como si fuera un manjar que ansiábamos degustar y, como yo no era amiga de la espera, anulé el espacio entre nosotros, agarrándolo por la nuca para atraer su boca hacia la mía en un fuerte y estrepitoso impacto.

Mientras enroscaba mis manos alrededor de su cuello, Shawn deslizó las suyas por mi espalda hasta que se estacionaron en mi cintura con delicadeza, pero sin dejar de anhelar mi cercanía, lo cual quedó demostrado en la forma en que clavó sus dedos en mi piel. Su beso no era tan ansioso y desesperado como los que solía compartir con otros chicos. Sus carnosos labios se movían despacio y con sensualidad. Su lengua me buscaba, provocativa, incitándome a explorar las posibilidades, a profundizar en las sensaciones.

Mientras cedía al dulce vaivén de sus apetitosos labios, introduje mis manos bajo su camiseta, acariciando con detenimiento su musculosa espalda. Él hizo lo mismo con la mía, pero no se detuvo ahí, continuó descendiendo hasta llegar a mis nalgas y luego las manoseó posesivamente.

Me aparté ligeramente para quitarle la camisa, la cual sentía como un estorbo.

Después rodeé su cuello nuevamente, acercándolo totalmente a mí, favoreciendo al cálido contacto entre mis generosos y anhelantes pechos y su definido torso mientras le otorgaba mayor profundidad al beso, haciendo que nuestras lenguas retozaran en una ágil e hiperactiva danza.

Lenta y perezosamente caímos sobre la manta, arrodillados y sin eliminar el contacto entre nuestras necesitadas bocas, las cuales iban acompañadas de un manoseo que, poco a poco, pasó de ser suave y seductor a intenso y demandante. Shawn se sentó con las piernas extendidas y yo me posicioné sobre él mientras proseguíamos con las fuertes caricias, los besos húmedos, los suaves mordisqueos, los lengüetazos voraces…

El efusivo contacto estaba siendo efectivo porque comencé a sentir su dureza contra mi entrepierna desnuda, la cual palpitaba, necesitada de atención al igual que mis erguidos pezones. Él tomó un descanso de mis hinchados labios para atacar mi cuello, chupando, lamiendo, besando, succionando. Cerré los ojos y mordí mi labio inferior, ahogando los sonidos de placer mientras giraba la cabeza para darle un mejor acceso a la par que mis uñas se clavaban en sus hombros de forma salvaje y él agarraba mis nalgas con la misma intensidad. Mi respiración se había vuelto un poco irregular. Sentía cómo mi entrepierna se humedecía a cada toque de Shawn.

Pero, de pronto, abrí los ojos, tensa.

Otra vez esa sensación de que me observaban.

No sé por qué la sentía, solo sé que tenía esa impresión.

Intenté observar discretamente a nuestro alrededor mientras él proseguía en mi cuello, ajeno a mi preocupación.

—¿Pasa algo? ––preguntó, percatándose de que ya no estaba entregada al momento.

—No, nada. ––Lo besé, ignorando la extraña sensación––. Ahora seré yo la que tome las riendas —dictaminé, prosiguiendo con lo que hacíamos.

Colocando una mano en su pecho, lentamente hice que Shawn se tumbara sobre la manta y comencé a besarlo a partir del ombligo. Fui ascendiendo poco a poco, esparciendo un rastro de suaves y húmedos besos hasta llegar a su cuello. Luego, con frenesí, volví a introducir mi lengua en su boca mientras acariciaba sus firmes pectorales, restregándome contra el duro bulto en su pantalón que estaba a punto de explotar.

—¿Traes un condón? ––le pregunté, jadeante.

—En el bolsillo ––respondió de igual manera.

Rebusqué en sus vaqueros y, al hallar el preservativo, lo saqué para romperlo con los dientes mientras su mirada atenta me evaluaba. Luego llevé mis manos a su cremallera, liberando su potente e hinchada erección, la cual me hizo morder con discreción mi labio inferior. Posteriormente, deslicé el látex sobre ella para después agarrarla y dirigirla a mi entrada. Durante todo el proceso, él tuvo sus ojos grises clavados en mí. Al parecer, le excitaba evaluar las acciones ajenas.

Cuando me introduje con suma lentitud sobre su pene erecto, Shawn emitió un leve gruñido mientras cerraba los ojos, recibiéndome, gustoso. Al sentirme totalmente llena, hice lo mismo: cerré los míos, concentrada en nuestro punto de contacto y luego me incliné hacia delante, colocando mis manos a ambos lados de sus hombros mientras apretaba sus muslos con los míos. Y fue entonces cuando comencé a moverme de forma lenta, pausada, sin prisas.

Adentro, afuera…

Arriba, abajo…

Mi cabello caía como una cascada de fuego, era un manto que nos encerraba, otorgándole complicidad e intimidad al momento. Con calma y suavidad, Shawn recorrió a palma abierta mi espalda sin separar sus ojos de mí. Sus expresiones eran de puro placer y me imagino que las mías también porque aquella deliciosa fricción me hacía arder, pero, de pronto, tomó mi cintura, llamando mi atención.

—Enderézate, quiero verte ––ordenó con la voz ronca y, como amante considerada que soy, hice lo que me pidió.

Enderecé mi espalda, llevando mis manos a su abdomen para apoyarme mientras le proporcionaba la vista que tanto deseaba y su mirada así lo reflejó. En ella brillaba la lujuria natural del momento, pero también había veneración y deleite, como si estuviera ante sus ojos, cabalgándolo, la mismísima Afrodita y eso me hizo sentir sexy, halagada y muy caliente, así que, poco a poco, fui aumentando la velocidad de las penetraciones, haciendo que nuestras respiraciones se tornaran aún más agitadas y nuestros cuerpos más sudorosos.

Mis pechos bailaron al ritmo que impuse, lo cual no escapó a la atenta mirada gris de Shawn, el cual les suministró atención con caricias que irguieron mis pezones y aumentaron la temperatura de mi piel.

—Pareces una diosa ––emitió en un jadeo, deslizado sus manos hasta mi cintura y posteriormente hasta mi trasero––. Y eres mía —añadió.

Sonreí levemente mientras buscaba su mirada. Puro deseo. Eso fue lo que me transmitió.

—Toda tuya ––le dije lo que quería escuchar, completamente sin aliento.

Sentía que estaba cerca, así que arqueé mi espalda, echando mi cabeza hacia atrás mientras gemía desinhibidamente junto a los gruñidos de Shawn, haciéndonos correr a ambos.

Nuevamente crucé mi mirada con la suya.

Satisfacción.

Eso fue lo que reflejó esta vez.

Con la misma lentitud con la que entré, salí de su polla, tumbándome a su lado, completamente sudada e intentando ralentizar mi respiración.

—Qué bien follas ––reconoció pasados unos minutos.

—Tu polla me pone.

Rio ligeramente.

—No sabes lo que es vergüenza, ¿verdad? ––preguntó, divertido.

Me posicioné boca abajo, colocando mi mano en mi mentón para observarlo.

—Por suerte para ti, no; no conozco esa palabra. ¿En serio piensas que habría follado con un perfecto desconocido en medio del bosque si fuera una estrecha mojigata?

—No lo decía como una ofensa. De hecho, me gusta tu forma de ser ––reconoció, acariciando mi cabello.

—Pero te gusta más mi forma de follar ––repliqué, socarrona.

Él rio nuevamente.

—No te conozco de nada, pero puedo darme cuenta de que el romanticismo tampoco es lo tuyo.

—Pues no. Prefiero follar antes que perder el tiempo con palabras que al final son una vil mentira.

—Tienes una forma particular de ver la vida —pensó en voz alta—. Nunca conocí a una chica así. Todas buscan amor y compromiso. —Eso me sonó a queja, pero tenía razón. La mayoría de las chicas buscaban al hombre perfecto, al príncipe azul que las haría vivir su cuento de hadas. Yo no, yo buscaba un maldito demonio que me hiciera arder aquí y en el infierno.

—Pues yo no soy como ellas. Yo solo busco diversión y sexo sin compromiso —dejé en claro.

—Lo sé. Tú eres especial —emitió con un tono ligeramente... ¿cariñoso?

¿Especial? Habíamos acabado de follar en un puto bosque. Creo que no era apropiado describirme con aquel adjetivo.

—Espera, espera. No sigas por ahí… —le advertí con temor a que estuviera confundiendo las cosas.

—Oh, no. No me malinterpretes —se apresuró a decir ante mi expresión ceñuda—. Me refería a que eres única. No lo decía en plan sentimental —se explicó, provocando que mis facciones se relajaran.

—Es bueno saberlo ––murmuré, aliviada.

—Por cierto, ¿qué pasa entre Dylan y tú? —preguntó de repente.

—No recuerdo haberte hecho ninguna pregunta personal ––repliqué. No me gustaba hablarles de mi vida a los chicos que me follaba.

—Él dijo que serías "mi perdición" y la única forma en que creo que puedes hacer que pierda la cabeza es esta —comentó, divertido.

—¿Me estás preguntando si follé con él? —intuí.

—No necesito una respuesta para eso. Es bastante obvio que sí. Solo quiero saber si sales con él o algo así. Aquel día parecía que habían discutido y Dylan es un colega, no quiero tener problemas.

—Creo que invertiste el orden. Se pregunta primero y se folla después ––me burlé.

—Me la apunto para la próxima, pero ahora, contéstame.

—Relájate. Nadie tendrá problemas si esto no sale de aquí —respondí, esquiva.

—Tranquila. No pensaba contarlo.

Dudé antes de pedirle lo siguiente, pero, igualmente, lo hice:

—Por cierto, ¿conoces a una chica llamada Elle?

—Me suena el nombre —emitió, pensativo—. ¿Es una chica alta de ojos verdes y cabello negro? —preguntó, inseguro.

—No, esa es Crystal. Ellas siempre andan juntas.

—Ahh, la chica bajita. Sí, ya sé quién es. ¿Qué tiene?

—Pues... necesito pedirte un favor.

—¿Qué?

—Fóllatela.

—¡¡¿Qué?!!

—Solo una vez ––le pedí––, pero antes sal con ella un par de veces.

Elle era una romántica, así que el chico no podía llegar e ir directo al asunto. Debía ir con calma para no lastimarla.

—¿Por qué quieres que haga eso?

—Porque ella es una de mis mejores amigas y tú le gustas.

—¿Te follas a los chicos que le gustan a tus amigas? —cuestionó.

—Si lo hago o no, ese no es el punto —evadí su pregunta—. Por favor, solo una vez. Tampoco es que la chica sea horrorosa.

—No está mal, pero no es mi tipo.

—Hazlo, por favor ––le pedí, poniendo ojitos y haciendo un puchero.

Él torció los ojos.

—Está bien ––accedió con fastidio.

Planté un casto beso en sus labios.

—Gracias ––dije, sonriendo.

—Me gusta tu forma de agradecer, pero soy más caro que eso… —terció con una sonrisa malévola y pervertida.

Mi mirada recayó en el río. ¿Hace cuánto no follaba en el agua?

—¿Quieres que te agradezca allí dentro? —sugerí, señalando el río con la cabeza mientras sonreía, coqueta.

—Para follarme a esa chica necesito un pago, así que todo sea por Elle.

***

—¡Chicas! ¡Shawn me invitó a salir! ––chilló Elle, totalmente entusiasmada.

Estábamos hablando por webcam con Crystal.

—¿En serio? Eso es grandioso ––comenté, sonriendo como si no tuviera ni remota idea.

El chico es rápido y, además, tiene palabra.

Tal vez lo vea de nuevo… Hay que ser muy agradecidos en esta vida.

—Qué raro ––opinó Crystal, pensativa y ceñuda––. El día que lo encontramos ni siquiera te miró. No se veía para nada interesado en ti.

Crystal tan directa e insensible como siempre.

—No lograrás que pierda mi buen humor ––emitió Elle alegremente, ignorando el punto de vista de Crystal.

—No te preocupes, Elle. Todo saldrá genial ––la animé.

—Yo sigo pensando que es muy extraño ––repitió la chica de ojos verdes.

Crystal era muy pesimista, pero debía reconocer que era astuta. Tal como ella pensaba había algo más detrás del insólito y repentino interés de Shawn por Elle: yo.

—Bueno, ¿y cuándo saldrás con él? ––desvié el asunto. No quería que Crystal siguiera sospechando. Ella se olía todo en un segundo. No era fácil de engañar, muy al contrario de Elle.

—¡Mañana por la noche! Estoy tan feliz. ––Su rostro así lo reflejaba.

—No vuelvas a ilusionarte como una tonta ––escupió Crystal––. Recuerda lo que pasó con el último. Creías que le gustabas y te salió con aquello.

La expresión de Elle se entristeció ligeramente.

—¿El último? ¿Quién es el último? ––No pude contener mi curiosidad. Hacía mucho que no venía y, aunque manteníamos el contacto, no era lo mismo. Ellas dos tenían un poco más de confianza, lo cual me dolía un poco.

—Nadie importante ––respondió Elle––, pero eso ya es pasado. ¡Lo importante es que mañana tengo una cita con Shawn!

Estaba muy feliz de verla así de emocionada.

Después de todo, valió la pena lo que hice, aunque no fue ningún sacrificio para mí.

Estuvimos hablando un rato hasta que las chicas decidieron irse a dormir. Yo aún no tenía sueño, así que me puse a ver videos en youtube cuando, de pronto, sonó mi celular.

Era un número privado.

—¿Hola? ––respondí, insegura.

Nadie contestó.

—¿Hola? —repetí más firme.

Silencio.

—Si no habla, voy a colgar —advertí.

Más silencio.

Colgué.

Realmente hay gente ociosa que no tiene nada mejor que hacer.

***

Al despertarme observé mi celular: 10:37 a.m.

Me quedé en la cama mirando el techo, decidiendo si levantarme o no.

Finalmente opté por la segunda opción, después de todo, ya estaba despierta que era lo más difícil y, además, Ian me vendría a recoger para ir a su casa a almorzar. Fui al baño, tomé una ducha, me vestí y bajé a desayunar.

—Buenas días, familia ––saludé al bajar las escaleras.

—Buenos días, mi niña ––dijo mi abuelo.

—Hasta que al fin, dormilona ––emitió Ian desde el sofá, sentado junto mi abuelo, viendo el canal local de noticias.

—¿Ya estás aquí? ¿El almuerzo no era a las 12?

—Sí, pero decidí venir antes porque sé que si depende de ti dormirás hasta las 2 de la tarde.

—Cierto ––le di la razón.

Fui hasta la cocina para darle los buenos días a mi abuela. Abrí el refrigerador en busca de la jarra con jugo de naranja que tanto amaba. Me serví un poco y me dirigí hacia la sala para acompañar a los chicos de mi vida.

Han pasado algunas semanas desde el fallecimiento de ese joven y la policía aún no ha podido resolver el caso y, desgraciadamente, hoy lamentamos la muerte de otro chico: Shawn Reiner…

Al escuchar aquel nombre me detuve en seco con los ojos completamente desorbitados y clavados en la reportera, pero no me percaté del momento en el que mis dedos aflojaron el agarre, dejando resbalar el vaso. Solo escuché el sonoro estruendo del vidrio quebrándose en mil pedazos contra el suelo.

—Ese es… ––murmuré.

—El hermano de Triana ––completó Ian, igual de impactado.

—¿Qué pasó? Escuché algo romperse ––dijo mi abuela, preocupada, haciendo acto de presencia.

Su cuerpo fue encontrado por su madre hoy a las 7 de la mañana aproximadamente. El chico tenía 19 años y no era residente en nuestro pueblo. El cadáver fue encontrado lleno de cortes, flotando en la piscina de la mansión Reiner. La policía aún desconoce los motivos exactos que conllevaron a la muerte, pero se presume que fue una hemorragia. Es el segundo caso de asesinato que ocurre en menos de un mes en Morfem y no es seguro que la policía…

Tomé el control remoto y lo apagué con rabia y los dientes apretados.

—¿Cómo puede hablar de una muerte así, tan tranquila? ––mascullé, indignada. Me daba asco que hablara de aquella forma tan neutra y robótica sobre algo que ni siquiera le importaba, sobre la muerte de alguien que ni conocía. Sé que es su trabajo, pero me parece insensible ir por ahí hablando de "un cadáver", olvidando que fue un joven que caminó por este pueblo, igual que lo hace ella.

—¿Conocías a ese joven, mi niña? ––preguntó mi abuela, preocupada, colocando su mano en mi espalda en un gesto de consuelo.

—Yo… ––no sabía qué responder, no podía decir que me lo había follado–– no lo conocía bien, pero… aun así…

—Él era hermano de una conocida nuestra, señora Brewster ––explicó Ian, sacándome del aprieto.

—Oh, vaya ––murmuró mi abuela––. Lo siento tanto, chicos.

—Morfem está arruinado ––dijo mi abuelo de repente.

—No digas eso, querido ––le pidió mi abuela.

—Es la verdad. La muerte de aquel chico del baile en el instituto marcó el inicio de la catástrofe en Morfem. Ellos son solo los primeros. Este es el principio de un río de sangre ––auguró.

Mi abuelo es un poco supersticioso y un poquito dramático, pero es cierto que la situación era, cuanto menos, inquietante. Me atrevería a asegurar que Morfem es uno de los lugares más tranquilos de la Tierra, pero dos asesinatos en menos de un mes... preocupaban...

—No repitas eso nunca más ––dijo mi abuela, temerosa––. Estoy segura de que Charles resolverá esto, ¿no es así, Ian?

Charles Hyde, sheriff y abuelo de mi mejor amigo.

—Estoy convencido de ello, señora Brewster ––aseguró Ian, con una fe ciega en las capacidades de su abuelo, logrando sosegar un poco a mi abuela.

—¿Qué sabes tú de eso, muchacho? ––inquirió mi abuelo con el entrecejo hundido.

—Abuelo ––emití a modo de advertencia. Su preocupación y su paranoia no eran excusas para hablarle así a alguien que lo amaba como si fuese su propio abuelo.

—No dudo de las capacidades de Charles, pero esto va más allá de cualquier cosa que conozcamos. Morfem no volverá a ser igual ––predijo paranoicamente.

Lo peor es que sus palabras asustaban a mi abuela, la cual se dejaba influenciar por cuanta sandez salía de la boca de su marido y, aunque concordaba con él en que esto era preocupante, tampoco debía soltar todo aquello. Abracé a mi abuela para que se sintiera un poco más protegida.

—La perdición ha caído sobre Morfem…

—Abuelo, ya basta ––gruñí, severa.

—Algún les diré "se los dije" ––aseguró.

—No imagino cómo debe sentirse la familia de ese pobre chico ––se lamentó mi abuela.

Y eso me hizo recordar algo: Elle.

Debe estar absolutamente destrozada. Justo hoy que finalmente iba a salir con el chico que tanto le gustaba, amanece muerto.

—Tengo que irme ––les informé.

—¿A dónde, mi niña?

—A ver a Elle. Ella era su novia, debe estar inconsolable ––expliqué sin profundizar demasiado en el asunto.

—De acuerdo. Ve a apoyar a tu amiga.

—¿Ustedes van a estar bien? ––pregunté, preocupada de dejarlos solos con la situación de pánico que había.

—Lo estaremos ––aseguró mi abuela.

Tomé sus manos entre las mías y las besé.

—Yo iré contigo ––se ofreció Ian.

***

Mientras tanto en la comisaría…

—Señor Hyde, ya llegó el informe del forense ––le informó el oficial Andrew al sheriff.

El chico era joven, apenas pasaba los 20 años, pero era muy responsable y capaz. Además, sentía una infinita admiración por su jefe y estaba dispuesto a todo por cumplir con su trabajo.

—Veamos qué tenemos aquí ––dijo el sheriff, examinando los resultados.

El oficial Andrew estaba ansioso por saber, puesto que su jefe llevaba varias horas analizando el caso y haciendo teorías. El sheriff estaba frustrado porque no había podido resolver el caso de la muerte de Matt Ryder. La falta de pruebas los había dejado en un callejón sin salida. El asesino hizo un trabajo limpio, no dejó rastro alguno y, aunque él pensaba que siempre quedaba una huella, esta estaba muy bien oculta. Con el asesinato reciente, comenzaron a tener la sospecha de que se trataba de una misma persona, un asesino en serie. Tal vez esa persona nunca se marchó del pueblo como llegaron a pensar en cierto punto de la investigación. Tal vez las muertes de Matt Ryder y Shawn Reiner estaban conectadas. Tal vez una misma persona acabó con sus vidas.

A simple vista, la causa de la muerte de Shawn Reiner parecía haber sido una hemorragia, ya que se podía observar en las fotos que estaban en la gran pizarra que el chico estaba lleno de cortes en los brazos, en el abdomen, en la espalda y en el pecho. El cadáver había sido encontrado solamente con un short. Su torso y extremidades estaban denudas, permitiendo contemplar la atrocidad que había hecho la persona que lo asesinó.

—¿Drogas? ––emitió finalmente el sheriff, un poco confundido.

—¿El chico se drogaba? ––Andrew se mostró confundido también.

Sabía que era algo que sucedía mucho en la generación actual, pero, ¿ese había sido el motivo de la muerte?

—Sí. Los forenses encontraron heroína en su sangre y algunas marcas de inyecciones.

—Vaya. No parecía un chico que hiciera ese tipo de cosas.

Andrew no conocía a la víctima, pero sí a su familia, aunque no todo es lo que parece. ¿Qué motivos llevarían a un chico que parecía tenerlo todo al mundo de las drogas?

—Pero no fue eso lo que lo mató ––aclaró el sheriff, sacando al joven oficial de su ensimismamiento.

—¿Entonces?

—Fue envenenado —dijo finalmente.

—¿Qué? ––Andrew no pudo disimular su sorpresa. Esa era la última causa que esperaba, pero, además, no entendía tanta crueldad hacia el pobre chico.

El sheriff continuó leyendo el informe y, al finalizar, se puso de pie y comenzó a escribir en la pizarra los datos que podrían serle de utilidad.

—La hora aproximada de la muerte son las 11:32 p.m. ––comenzó su análisis––. Habían pasado varias horas, así que para cuando fue encontrado flotando en la piscina ya era demasiado tarde, estaba prácticamente desangrado, pero estaba envenenado...

Andrew contempló las fotografías de la escena del crimen donde Shawn Reiner flotaba boca arriba con los ojos abiertos, tiñendo el agua cristalina. Parecía que se había ahogado en un baño de sangre, en su propia sangre.

Era escalofriante.

Si ya había sido envenenado, ¿por qué acuchillarlo de aquella forma? No tenía sentido.

—Y resulta que el chico estaba metido en drogas… ––prosiguió el sheriff, sopesando cada idea en voz alta.

—¿Cree que pudo haber sido la persona que le suministraba las drogas? Tal vez estaba endeudado o algo así ––sugirió Andrew.

El chico pertenecía a la familia Reiner, una de las más poderosas de Morfem, pero tal vez su método de pago no era la cartera de su madre. Tal vez él le tenía alguna consideración y no quería meterla en su sucio mundo, pero un adicto desesperado era capaz de muchas cosas.

—Tal vez… ––emitió el sheriff, sin descartar ninguna posibilidad.

Escribió "droga" junto a una foto del chico asesinado.

—Aunque, por otra parte, está el veneno. No creo que un camello utilice un método tan meticuloso y discreto como ese para cobrar una deuda.

—¿Cree que haya sido una mujer? Dicen que el envenenamiento es un método femenino.

—Pero los cortes… —terció el sheriff—. Una mujer no podría con un chico como Shawn Reiner —opinó, rememorando a la víctima, un joven alto y fuerte en la flor de la vida.

—¿Y si contrató a alguien para que lo acuchillara cuando muriera?

—No tiene sentido… ¿Por qué alguien haría eso? —replicó el sheriff. En este punto debían tener sumo cuidado para descartar teorías porque todo era posible, pero es que eso carecía de lógica. ¿Qué asesino se arriesgaría a matar a alguien que ya estaba muriendo?

—¿Y si fue acuchillado antes de morir? —planteó.

—Esa es la posibilidad más factible ––opinó el sheriff––. Lo que no entiendo es: ¿por qué si el veneno ya estaba haciendo efecto, lo acuchillaron? De cualquier forma moriría ––comentó, pensativo.

—Tal vez querían debilitarlo antes de suministrarle el veneno.

—No lo creo. En el cadáver solo fueron encontradas marcas de agujas en la zona de los brazos debido a las drogas que consumía el chico. Sería muy difícil envenenarlo así. Someterlo sería demasiado complicado. Además, a esa hora de la noche estando en sus cinco sentidos la víctima podría gritar y cualquiera lo escucharía, así que en el momento que lo acuchillaron probablemente estaba demasiado débil para pedir ayuda.

—Entonces, ¿la idea del asesino era debilitarlo para luego apuñalarlo hasta que se desangrara?

—El veneno que le suministraron era potente. Acabaría muerto sin necesidad de factores externos como el desangramiento.

—¿Entonces por qué lo apuñalaron? ¿Por simple crueldad? ¿Para hacerlo sufrir?

El sheriff escuchaba las ideas del oficial Andrew atentamente, pero en ese preciso instante no le interesaba demasiado el motivo del asesinato porque seguía pensando en el veneno.

—El veneno fue suministrado por vía oral —concluyó de repente.

En ese caso, la víctima había ingerido el veneno antes de ir a nadar a la piscina como su familia les había explicado que hacía religiosamente. Cabía la posibilidad de que lo hubiese consumido horas antes, pero su madre había dicho en su testimonio que su hijo no había salido de la casa ese día, lo cual llevaba a pensar una sola cosa: el veneno estaba en la propia casa de la víctima.

—Eso quiere decir que… —balbuceó el oficial Andrew, atando cabos en su mente.

—Su madre y su hermana —citó a las familiares de Shawn Reiner—. Ellas son las principales sospechosas ––concluyó el sheriff.

Triana Reiner y su madre eran las personas que convivían con la víctima aquí en el pueblo porque, en realidad, él vivía con su padre en la ciudad, puesto que este y su madre estaban divorciados. El sheriff les había ofrecido a las familiares de Shawn Reiner testificar más adelante, cuando el dolor estuviese más tenue y aliviado porque comprendía la terrible pérdida que habían sufrido, pero, por alguna razón, ellas denegaron la oferta, como si les urgiera concluir con el interrogatorio. Tal vez fue una simple impresión del sheriff, pero le resultó un tanto sospechoso. El señor Hyde tomó el teléfono dispuesto a llamar a la madre y a la hermana del joven asesinado para una nueva declaración después de la información adquirida recientemente, pero justo en ese preciso instante:

—Señor ––entró una joven oficial––, llegó esto. Pone "URGENTE".

Era un sobre que, efectivamente, ponía "URGENTE" en rojo.

—Gracias, Sandra. Puedes retirarte.

La mujer hizo lo que se le ordenó, cerrando la puerta a su salida para dejar que los señores prosiguieran con el análisis del segundo caso de asesinato en los últimos 42 años en Morfem.

Andrew tenía el sobre en sus manos, escrutándolo con detenimiento, como si tuviera la respuesta a todo el caos que había sido desatado desde que inició el verano.

—¿Quién remite? ––preguntó el sheriff con la esperanza de que tuviese una pista.

—No pone nombre, señor.

—Déjame ver. ––Andrew entregó el sobre y se quedó contemplando, curioso y expectante, lo que el señor Hyde estaba sacando.

Fotografías.

Eran varias fotos del chico asesinado.

En la parte trasera del sobre ponía que habían sido tomadas justo el día antes de que fuera asesinado. No había garantía alguna de que aquella información fuese verídica, incluso podría ser una pista falsa, pero debían mantener la mente y los ojos abiertos. Por la fecha en la que supuestamente habían sido tomadas, aquellas imágenes tal vez mostraban algo importante, lo que causó su muerte, algún conecto, algún testigo o sospechoso. Aquella podría ser la pieza que le faltaba al rompecabezas.

El sheriff, al presenciar el contenido de las fotos, se quedó estupefacto. No mostraban nada concreto ni comprometedor, pero su instinto le decía que aquello no era nada bueno.

En las fotos, Shawn Reiner estaba en medio de la calle con una chica. Se miraban con complicidad y en algunas se sonreían, había cierta coquetería adolescente. En la última fotografía, ella le daba un beso en la mejilla. Parecía que se conocían muy bien, que eran íntimos.

Al sheriff no le importaba mucho si el chico se estaba divirtiendo en Morfem, aunque, si dejó alguna novia, debía hacerle preguntas, ya que podría revelar alguna información útil.

Lo que dejó descolocado al sheriff fue la identidad de la chica.

Aquella muchacha que él conocía tan bien y que, por azares del destino, era la segunda vez que se involucraba con alguien que posteriormente había sido asesinado.

El sheriff agarró el teléfono nuevamente.

—¿Llamará a las parientes para que declaren otra vez? —preguntó Andrew, curioso porque el sheriff observó las fotos con el entrecejo hundido durante mucho tiempo y luego, sin decir una palabra, decidió hacer esa misteriosa llamada. ¿Acaso aquellas imágenes eran una nueva pista?

—No. Eso será luego. Ahora otra persona debe venir a dar su declaración.

—¿Quién?

—Marina Brewster.

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Jelouuuuuu!!!
Cómo están? :D
Marina, qué hiciste ahora? :v
Qué les pareció el cap? :)
Shawn se murió, pobrecito :c
Segundo asesinato...
Tienen alguna teoría? :D
Los leo.
Espero que hayan disfrutado el capítulo.
Hasta el próximo!!
Chao, chao!!

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