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III

No tardó mucho tiempo para que las autoridades llegaran.

Una vez allí nos encerraron a todos dentro del gimnasio. Mientras estuvieran haciendo los interrogatorios nadie entraba y nadie salía.

—Es necesario que mantengan la calma ––pidió el sheriff Hyde que era además el abuelo de Ian y me conocía desde muy pequeña.

—¿Calma? ––repitió uno de los estudiantes, escéptico ante el pedido––. ¡Calma! ––estalló, encolerizado.

—¿Cómo puede pedirnos que nos calmemos? ––preguntó una chica––. ¡Mataron a una persona! —chilló, totalmente exaltada. Los ánimos no estaban para pedir calma.

—Chicos, sé que es difícil, pero haremos todo lo posible para encontrar al culpable —hizo otro intento el sheriff por estabilizarnos, aunque no fue muy efectivo: había un par de chicas que sollozaban en los brazos de sus respectivas parejas, todos tenían el rostro contraido en expresiones de temor, horror, preocupación, incertidumbre...

Esto era grave, muy grave.

—¿Y por qué nos tienen aquí encerrados? ––inquirió otro estudiante.

—Tengo que interrogarlos ––explicó el sheriff––. Además, es posible… que el asesino siga entre ustedes.

Escuché algunos sonidos que indicaban el miedo que corría por las venas de mis compañeros: respiraciones ahogadas, más sollozos, llantos desconsolados, gruñidos, lamentaciones.

—Dios mío… ––murmuró una chica con la voz entrecortada.

—No es posible…

—Solo queríamos divertirnos… y pasa esto…

—Este pueblo siempre fue tan tranquilo, ¿cómo pudo pasar algo así?

—Ya no estamos seguros.

Los comentarios desesperados se abrieron paso en el silencio inicial.

—Encontraremos al culpable, chicos. No se preocupen ––intentó tranquilizarnos el sheriff una vez más.

—Pero… señor ––emitió un chico––, ¿y si ya no está aquí?

A mí también me carcomía esa duda. Por alguna razón prefería que estuviera entre nosotros justo ahora, a mi parecer sería más fácil capturarlo.

Pero el asesino podría no ser un estudiante y aunque así fuera, tal vez ya se había marchado.

La expresión de preocupación del sheriff fue muy evidente, intentó disimularla, pero no le salió.

Él también tenía miedo.

—Sea quien sea, lo vamos a encontrar donde sea que esté ––aseguró el señor Hyde––. Por favor, Steve, tú eres el primero.

Steve era el chico que había encontrado el cadáver.

Todos lucían afligidos y preocupados.

Tal vez había un asesino entre nosotros…

—Esto es terrible ––emitió Tyler, parándose a mi lado y colocando su mano en mi hombro para consolarme, aunque yo me mantenía estable. Él lucía mucho más perturbado que yo.

—Todo saldrá bien ––le dije.

—¿Por qué pasa esto justo ahora? ––preguntó, contemplando el vacío con la mirada perdida.

—Esta pesadilla acabará ––le aseguré, acariciando su mejilla.

—Marina, ¿y si no lo encuentran? —preguntó, atemorizado. Por fuera era tan fuerte y masculino, pero tenía el alma de un niño.

—Lo encontrarán ––afirmé con más convicción de la que sentía, pero con la que la situación requería.

—¿Y si no? ¿Y si vuelve a matar a alguien? ––Su estado de ánimo se estaba saliendo de control, su respiración se estaba volviendo irregular.

Lo abracé.

—Calma, Tyler. Calma —murmuré, acariciando su espalda para tranquilizarlo—. El sheriff Hyde es competente. Lograrán atraparlo ––opiné, separándome un poco de él.

—Pero… ¿y si…?

—No sigas torturándote con eso —le pedí, tomando su rostro entre mis manos para establecer contacto visual y transmitirle seguridad— y no te adelantes a los acontecimientos. No conocíamos a Matt. Tal vez tenía algún problema con alguien peligroso, alguna deuda o algo así… y esta fue la forma de… ––no pude completar la frase.

—Tyler ––lo llamó el sheriff para interrogarlo.

En un rincón del gimnasio estaba sentada en una mesa llorando desconsoladamente Victoria, la prima del chico asesinado.

Me acerqué a ella. A pesar de nuestras diferencias, no quería verla sufrir de esa manera.

—Victoria ––murmuré––, lo siento muchísimo ––emití sinceramente, llamando su atención.

Sus ojos estaban rojos y sus mejillas, empapadas.

Triana, su mejor amiga, la rodeaba con uno de sus brazos para consolarla. Ella tenía el cabello castaño y corto hasta los hombros, era delgada, no muy alta, usaba anteojos y tenía los ojos café oscuro. Tenía tres perforaciones en cada una de sus orejas, un diminuto piercing en el lóbulo de su oreja, una perla casi imperceptible en su nariz y un aro pequeño de color dorado en el cartílago de su otra oreja.

—Lárgate, Marina ––espetó Victoria con la voz entrecortada mientras se secaba las lágrimas bruscamente con el dorso de su mano. Supongo que no le gustaba mostrarse vulnerable frente a mí, pero este era momento para apoyarnos mutuamente y dejar de lado las disputas, no para ser orgullosas y arrogantes.

Me agaché frente a ella y tomé con delicadeza su mano.

—Victoria, realmente lamento tu pérdida.

—No seas hipócrita, Marina ––escupió con brusquedad, apartando mi mano con rabia––. Yo no te importo, nunca te importé.

—Sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero mis condolencias son sinceras.

—Lo único que lamentas es no haber podido follártelo ––me espetó.

—Victoria…

—¡Lárgate! ¡No quiero tu lástima!

—No es lástima ––aseguré.

—¡Vete! Falsa, hipócrita, mentirosa. ––Estaba comenzando a alterarse de verdad.

—Marina será mejor que te vayas ––aconsejó Triana con voz neutra. Era la única que se mantenía ecuánime e impasible de las tres.

Me puse en pie.

—Lo decía en serio ––murmuré.

—Largo de aquí ––gruñó Victoria.

—Marina, eres la siguiente ––me llamó el sheriff.

Me guio hasta uno de los salones de clase, indicándome que tomara asiento frente a él en una mesa donde tomaría mi testimonio.

La puerta estaba cerrada y fuera custodiaban un par de oficiales. Dentro solo estábamos nosotros dos.

—Siento mucho que nos hayamos reencontrado en esta situación ––dijo él, debido a que esta era la primera vez que nos veíamos en tres años. Planeaba visitarlo en los próximos días, pero no se pudo.

—Señor Hyde... estoy muy asustada ––reconocí finalmente.

Había intentado mantenerme firme todo este tiempo, pero con él podía abrirme. Siempre fue así. Él era como un abuelo para mí.

Colocó su mano sobre la mía, acariciando mi dorso con su pulgar mientras me miraba con sus ojos azules de una forma reconfortante.

—Tranquila, Marina.

Inhalé y exhalé.

—Cuando estés lista ––me indicó.

—Ya lo estoy.

Dicho eso, comenzó el interrogatorio:

—Necesito que seas totalmente sincera, cualquier detalle podría ser crucial.

Asentí.

—¿Viste a alguien desconocido o sospechoso?

—La verdad es que no. Hay algunos estudiantes que no conozco porque llevaba tres años fuera, pero no me pareció ver a nadie haciendo algo extraño.

—¿Viste a alguien marcharse temprano de la fiesta?

—Si fue así, no me percaté.

—Describe cómo encontraste el cadáver.

—Estaba en el gimnasio bailando con Tyler cuando escuchamos un grito y fuimos a investigar. Nos dirigimos hacia los baños. Al llegar al de los chicos, vimos a Steve tirado en el piso completamente perturbado. Fue en ese momento que hallamos el cadáver.

—¿Conocías a Matthew Ryder?

—Lo conocí hoy.

—Entonces, ¿no llegaste a interactuar con él?

Me lo follé.

Probablemente fui la última persona que lo vio con vida.

No sabía qué responder.

—Pues… hablé con él en cierto momento de la fiesta.

—¿Conversaste con él en el gimnasio?

—En realidad fue en el baño ––lo corregí.

—¿En el baño de los chicos? —preguntó, extrañado y ligeramente escandalizado porque una chica no debía estar allí...

—Sí —respondí con la cabeza un poco baja.

—¿Sobre qué hablaron? —hizo la interrogante, recuperándose de la impresión inicial.

Dudé para contestar esa pregunta.

—Marina, cualquier detalle puede ser importante ––insistió ante mi silencio.

—La verdad es que no hablamos mucho… —fue lo que dije.

—Aunque haya sido una conversación corta, puede que te haya dicho de alguna forma algo importante, alguna pista. Tal vez tenía un problema e intentó decírtelo codificado o algo así.

Realmente lo dudo, sheriff.

—Pues…

—Necesito que me digas toda la verdad —insistió una vez más.

—No hablé con él. Nos besamos ––admití finalmente.

—Oh ––articuló, intentando disimular su sorpresa.

Carraspeó. Parecía que lo que iba a decir a continuación le costaba un poco de trabajo.

—Ustedes… ¿tenían algo…?

—No. Ya le dije. Nos conocimos hoy, pero… sentimos atracción él uno por el otro y… todo surgió…

—Eso quiere decir que ustedes dos…

—Tuvimos relaciones, sí ––completé por él.

—Ok...

Esto era un poco incómodo.

—Cuando… terminaron, ¿qué pasó?

—Yo regresé al gimnasio y él se quedó en el baño.

En ese instante recordé que él se había quedado con mis bragas y que yo continuaba sin nada debajo de mi vestido.

No sabía si debía contarle eso.

No creo que sea importante para la investigación.

—O sea, que es muy probable que tú hayas sido la última persona que lo vio con vida —emitió a modo de conclusión.

Asentí ligeramente porque ya me lo temía.

—¿Hay algún otro detalle que recuerdes?

—No, señor.

—¿Estás segura? Piensa bien. Cualquier cosa podría ser vital.

Intenté hacer memoria, pero no logré recordar nada. Solo habíamos follado, prácticamente ni nos dirigimos la palabra.

Yo y mi manía de ir directo al grano...

—Lo siento. Nada más viene a mi mente.

—De acuerdo. Puedes retirarte.

Me puse en pie y cuando coloqué la mano en el picaporte él me dijo:

—Marina, si recuerdas cualquier cosa, lo que sea, llámame inmediatamente.

—Lo haré.

Al salir me fijé mejor en los oficiales, los cuales me hicieron un gesto con la cabeza. Uno de ellos era un empleado antiguo, trabajaba en la comisaría desde que yo era pequeña. El otro era alto, corpulento, rubio, de ojos claros y muy atractivo. Aparentaba poco más de 20 años.

Si no estuviéramos en esta situación, lo intentaría con él, pero no traía ánimos ni siquiera para eso.

Después de que fuéramos interrogados, podíamos marcharnos.

Recordé que mi bolso lo traía Ian y no tenía idea de dónde estaba metido, así que decidí buscar a Tyler para que me prestara su celular.

Marqué el número de Ian.

—¿Tyler? ––sonaba preocupado. Seguramente ya se había enterado de todo lo que pasó.

—¿Dónde estás?

—¿Marina?

—Sí, soy yo. ¿Dónde estás? ––repetí.

—¿Sigues en el instituto? ––ignoró mi pregunta.

—Sí.

—Voy a buscarte enseguida.

Colgó.

Necesitaba a mi amigo.

En momentos como este él me resultaba imprescindible. Era un bálsamo, un consuelo, una luz en las tinieblas, era el único que me hacía pensar que todo estaría bien.

Finalmente llegó.

—Siento haber interrumpido tu cita ––rompí el profundo silencio que inundaba el auto.

—No, yo debo disculparme contigo por haberme marchado.

Ian tenía una expresión afligida mientras miraba la carretera.

Tomé su mano y besé con delicadeza su dorso.

Él sonrió ligeramente.

—Gracias por haber venido ––dije, aun sosteniendo su mano.

Él entrelazó nuestros dedos.

—Estamos conectados, ¿recuerdas? Si sufres, yo sufro.

Sonreí.

Él siempre me decía eso.

Desde pequeños siempre estábamos el uno para el otro.

Si uno lloraba, el otro corría a reventarle la cara al causante de su llanto.

                               ***

Al día siguiente salió en la primera plana de todos los diarios "El asesinato en el instituto".

Mis abuelos me acribillaron a preguntas.

Estaban sumamente preocupados y no era para menos.

Habían pasado varios días y aun las autoridades no encontraban nada relevante.

—¿Tu abuelo no te ha dicho nada? ––preguntó Crystal a Ian.

Nos encontrábamos en una cafetería esperando nuestro pedido. Nuestra mesa estaba junto a la ventana de vidrio. Crystal y Elle estaban sentadas frente a Ian y a mí.

Nuestros rostros expresaban claramente la aflicción y el miedo que acechaba a cada habitante de Morfem.

Este pueblo siempre fue tan tranquilo.

¿Por qué justo cuando vengo de visita después de tres largos años pasa esto?

—No mucho ––se limitó a responder Ian.

Su abuelo confiaba mucho en él y eventualmente le pedía ayuda con casos muy difíciles porque Ian era un chico muy, muy inteligente, pero no podía desvelar la información de las investigaciones, ya que es confidencial, aunque me había contado uno que otro detalle.

El asesino había rajado de lado a lado el cuello de Matt con un cuchillo de cocina, específicamente con uno de los que estaba en la cocina del instituto. El corte en su garganta fue certero y profundo, haciendo imposible cualquier posibilidad de que sobreviviera. La nariz de Matt quedó lastimada también. La teoría de los policías es que el asesino lo tomó por el cabello dejando expuesta su garganta y cuando cayó inconsciente se golpeó con el inodoro. La hora estimada de la muerte era las 10:14 pm.

No vi el reloj cuando terminamos, pero estoy segura de que no habían pasado ni 15 minutos.

El arma del crimen fue encontrada en una pequeña bolsa de plástico escondida en la cisterna del retrete donde fue hallado muerto Matt.

El cuchillo no tenía huellas o, mejor dicho, no tenía ninguna que no debiese.

En el mango y en la hoja estaban las huellas dactilares de los trabajadores de la cocina del instituto, pero la mayoría tenía coartadas, algunos incluso habían salido del pueblo. Solo faltaba investigar a los que no tenían una coartada muy sólida para la noche del crimen.

El cuerpo tampoco tenía nada que ayudase.

No había señales de violencia, dentro de sus uñas no habían restos de ADN y la sangre que estaba en el suelo era toda suya.

Ian me contó que suponen que el asesino era alguien al que la víctima conocía y en el que confiaba o era una persona que el chico pensó que no representaba amenaza alguna.

La mayoría de ellos se inclinan por la primera opción y se decantan porque fue un hombre, puesto que Matt era alto y fuerte, por tanto, no cualquiera podría cometer ese delito.

En la escena del crimen tampoco fue encontrada ninguna pista relevante. Era un baño de instituto, estaba lleno de huellas dactilares y de olor, pisadas, había cabello incluso.

Resumiendo, la policía estaba prácticamente en cero.

—Su familia estaba destrozada en el entierro ––comentó Elle con pesar.

Pensé en ir, pero luego recordé que Victoria y yo no nos llevamos muy bien, así que no aparecer por allí era lo mejor.

—Sí ––musitó Crystal––, pero estoy segura de que se hará justicia.

—Mi abuelo y los demás están haciendo todo lo posible ––aseguró Ian.

—Chicos, estoy muy asustada ––confesó Elle––. ¿Qué tal si no logran encontrarlo?

—Ya he pensado en esa posibilidad ––admití––. Tal vez el asesino ya se marchó de Morfem.

—Tal vez no vivía aquí y solo vino a asesinar a Matt ––sugirió Crystal de una forma un poco cruel, como si no le doliera toda esta situación.

—¿Qué piensa tu padre de todo esto? ––le preguntó Ian a Crystal.

El padre de ella era el alcalde del pueblo y era muy respetado por todos.

—Mi padre está haciendo todo lo posible porque esta situación no explote, está intentando llevar todo esto lo más calmada y discretamente posible.

—¿Qué quieres decir con eso? ––pregunté, un poco exaltada.

Todos se quedaron en silencio.

—¿Acaso están mintiendo, omitiendo información a los familiares, a las personas de Morfem?

—Marina… ––musitó Crystal.

—¡Marina, nada! ––exploté––. ¿Quieren meter la mierda debajo del tapete? ¿Es eso?

—Marina, cálmate ––me pidió Ian.

—No, Ian. No me calmo. Un chico fue asesinado y nadie hará nada solo por… yo qué sé, por no perder un cargo político, un empleo o algo así. Matt fue vilmente asesinado y todos se quedan como si nada. Él era solo un chico…

—¡Exacto! ––escupió Crystal, exaltada––. Él era un chico insignificante que nadie conocía. Tienes que entender, Marina. A nadie le importa su muerte. ¿En serio crees que vale la pena destruir el orden y la tranquilidad de Morfem por alguien que ni siquiera sabíamos quién era o en qué estaba metido? Siento ser yo la que te decepcione, pero en nuestro pueblo se toma más en cuenta el bienestar de sus habitantes. La gente está desesperada y su familia pidiendo explicaciones, así que mi padre y el abuelo de Ian tienen que hacer malabares para que Morfem no se caiga, no pueden permitir que se arme un caos por la muerte de Matt. Ellos están intentando proteger la calma y la estabilidad emocional de los ciudadanos, así que no critiques a mi padre porque no tienes una idea de lo que está pasando.

Respiró profundamente después de soltar todo eso.

Sus palabras me hicieron comprender la situación. Las autoridades estaban intentando resolver el caso, pero no permitirían que ninguna información se filtrara y no harían declaraciones innecesarias. No podían permitir que sus ciudadanos se alteraran y preocuparan más de lo que ya estaban.

—Crystal ––puse mi mano sobre la suya––, disculpa. No quería juzgar a tu padre, es solo que… toda esta situación me tiene muy nerviosa.

—A todos ––replicó ella.

—Tienes toda la razón. Perdóname.

—No hay nada que perdonar.

—Lo que realmente me preocupa es que a este paso van a cerrar el caso ––intervino Ian de pronto en voz baja y triste.

Creo que tendríamos que hacernos a la idea.

El delito quedaría impune y continuaríamos con la incertidumbre de que había un asesino deambulando por Morfem.

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Hola, mis lectores!!!
Qué les pareció el cap??
Las autoridades están trabajando en ello...
Ya veremos cómo logran resolver el caso y cómo se desenvuelve nuestra particular protagonista en este escenario.
Espero que hayan disfrutado el cap.
Hasta el próximo.

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