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Final.

La tormenta al fin había acabado, el reino había quedado casi en la ruina, pero los guardias de Min no tardaron mucho en empezar a arreglar nuevamente todo, ahora el lugar cambiaría para siempre, jamás se volvería a realizar una casería en el reino, ni volverían a morir personas injustamente, el reino volvería a renacer, recordando siempre el honor y el perdón hacia Yoongi, el hermano gemelo del emperador.

Jungkook había decidido irse con Taeyung al norte y Jin se había convertido en uno de los generales de Min, ya que aún le guardaba rencor a Taeyung por lo de Namjoon, aún no podía olvidar la manera en la que había ordenado que lo ejecutaran, pero también entendía que como emperador, su honor era algo valioso y no podía perderlo por un chico desconocido para él.

—¿Seguro que estarás bien? —preguntó Jimin mirando el paisaje mientras tomaba un poco de té.

—Sí, Tae me hace sentir cosas inexplicables. —respondió Jungkook sentándose en el muro del balcón.

—¿Tan bien lo hace? —susurró recordando el momento candente de aquella noche.

—¡¿Qué?! —gritó Jungkook escupiendo el té caliente.

—¡Ah, Jungkook! Eres un tonto. —musitó limpiando el líquido en su ropa.

Jungkook y Jimin empezaron a pelear con sus palabras recordando los momentos vividos en los últimos días. Poco a poco sus peleas se fueron convirtiendo en risas y las risas en abrazos, siempre habían sido buenos amigos, Jimin consideraba a Jungkook como un hermano menor, aquel a quien debía proteger siempre y para siempre.

Después de risas, peleas y abrazos, Jungkook se despidió de Jimin para luego marcharse junto a Taeyung, quién ya se encontraba abajo con su caballo esperando por su amado. Al final todo había resultado bien, había valido la pena cada maldito segundo, el destino siempre era el encargo de todo y en ésta vida, el destino de Jimin y Min, era estar juntos.

—No te preocupes Jimin, podrás ir a visitarlo las veces que desees. —mencionó Min al ver el rostro triste de Jimin mientras se despedía.

—Gracias por todo Min, lamento haberte odiado. —murmuró Jimin sonrojado.

—Dicen que del odio al amor solo hay un paso.

Min tomó la cadera de Jimin y lo cargó haciendo que Jimin enredara sus piernas en la cintura de Min, ambos jadearon al sentir sus sexos rozandose por encima de la tela. El emperador caminó lentamente hacia la habitación mientras devoraba los labios de Jimin con deseo y necesidad.

Jimin quitó rápidamente la camisa de Min dejándolo ver su cuerpo muy bien trabajado, con su mano empezó a acariciar su abdomen duro y suave con lentitud, como si se tratara de una porcelana, que con un toque brusco, se podría romper. Min bajó a Jimin rápidamente dándole la vuelta para luego estrujarlo contra la pared.

—Te mereces un castigo pequeño. —susurró Min rozando su pelvis con los glúteos de Jimin— ¿Sabes por qué?

—N-no. —jadeó Jimin sintiendo el miembro duro de Min.

—Te mereces un castigo por haberme hecho esperarte tanto. —susurró nuevamente acercándose al oído de Jimin, dónde dejó un casto beso y una leve mordida— habré las piernas.

—No. —murmuró sabiendo lo que le pasaría si lo hacía, pero Min rápidamente puso su pierna en la mitad de las de él para abrirlas de un solo movimiento.

—Ahora eres solo mío. —informó Min quitándole el pantalón a Jimin junto con su ropa interior, dejándolo solamente con la camisa puesta, la cual después de un segundo, quitó.

Min quitó su pantalón para quedar desnudo junto a Jimin, quien aún se encontraba dándole la espalda, dejando a la vista su hermoso trasero. El emperador empezó a rozar su miembro en la entrada de Jimin, quién jadeaba con cada toque, haciéndolo desearlo más, haciendo que deseara tenerlo dentro de él, pero cuando Jimin creyó que su sueño se cumpliría, Min lo cargó nuevamente atacando su cuello con desesperación, dejando besos húmedos y pequeñas mordidas marcando su territorio.

—Te deseo tanto. —confesó Min.

—Yo también te deseo.

Min puso el cuerpo de Jimin contra la pared, sosteniendolo con una sola mano mientras que con la otra dirigía su miembro hacia la entrada de Jimin, donde empezó a meterse suavemente hasta quedar completamente adentro. Min tomó la cadera de Jimin con ambas manos y comenzó a moverlo rápidamente haciendo que sus cuerpos chocaran con brusquedad, causando un sonido sucio y placentero.

Min se metía cada vez más en el interior de Jimin, como si buscara romperlo en dos pedazos en cada movimiento. Sus gemidos y jadeos se escuchaban por toda la habitación, haciendo que sus cuerpos doliera en cada movimiento, dolor que era sustituído por placer y lujuria.

—Vamos a la cama Min. —propuso Jimin.

—Bien. —respondió Min sentándose en la cama con Jimin encima de él.

Jimin se dió media vuelta pegando su espada con el pecho de Min, el cual subía y bajaba con violencia por la excitación. Jimin empezó a moverse rápidamente sujetándose de las piernas de Min, su cabeza estaba recostada en el hombro del emperador con sus ojos cerrados y su boca semi abierta soltando pequeños jadeos, Min tomó el miembro de Jimin y empezó a masturbarlo a la misma velocidad que sus movimientos.

—Ah, Min. —gimió Jimin sintiendo su próximo orgasmo— me voy a venir.

—Solo un poco más.

Min empezó a moverse con velocidad sintiendo como su líquido llenaba el interior de Jimin y como por su mano empezaba a empaparse con el líquido de su amado, ambos se habían venido al mismo tiempo, haciendo que quedarán exhaustos por el momento.

—Te amo Jimin. —susurró besando su mejilla.

—Te amo Min.


Fin

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