Prólogo
Evenia un lugar tranquilo, donde todos conviven en armonía... o al menos eso era, ha llegado una maldición a el Reino, según sus monarcas a causa del nacimiento de una bebé, la pequeña niña, hija de la princesa Clarissa Smoke, futura heredera al trono como reina del fuego y Charles Virtrow, heredero a Rey de las Aguas.
Del fruto de su amor, una hermosa niña de cabellos rojizos y grandes ojos azules, con piel tan blanca como la nieve.
Los Reyes de los elementos mandaron a matar a esa niña y pusieron precio a la cabeza de todo aquel que la quisiera proteger, esta amenaza hizo que el cielo azulado de Evenia se tornara de un color grisáceo; agua y fuego, dos elementos totalmente distintos, su unión, el fin del reino.
En el bosque una chica corriendo a toda prisa para escapar de los guardias que la perseguían para matarla, así también como a su pequeña hija, en el cuello el collar elemental de fuego, en el dedo, el anillo elemental del agua, pertenencia de su amado que en ese momento yacía moribundo sobre una cama de piedra, sabía que si no corría, ella sería la próxima, el reino no había tenido piedad, eran capaces de matar a sus próximos monarcas con tal de acabar con esa pequeña criatura que ella llevaba en brazos. Logró perderse de los guardias, pero sabía que no sería por mucho tiempo, buscó alguna solución para poner a salvo a su hija, por lo que se acercó a un lago; con lágrimas en los ojos tomó el collar de agua entre sus manos y susurró por ayuda:
─ Dios de las aguas, dueño de ríos y mares, sé que de tu elemento no soy poseedora, pero te suplico, cuida a mi hija, llévala a un lugar seguro y no dejes que nadie la lastime.
Luego de ello puso a su hija en el agua, la cual formó una pequeña cuna hecho de aquel líquido transparente. Clarissa sollozó antes de colocarle los amuletos de los elementos a su hija, luego de ello soltó algunas palabras para su pequeña.
─ Esto te ayudará, te mantendrá a salvo, nunca confíes en nadie, en nadie, a veces las personas que más queremos son las que nos pueden llegar a traicionar. Cuidado mi amor, mi pequeña Mónica, hagas lo que hagas aléjate de ellos, de ella. Eres mi vida entera pequeña.
Luego de eso ella echó a correr hacia el lado contrario de donde se encontraba el lago, confiaba en que las aguas se llevarían a su hija lejos de toda aquella violencia. Para intentar escapar se subió a la cima de un árbol y con varias hojas hizo una bebé falsa, para que los guardias pensaran que la niña seguía con la princesa. Desde la parte de arriba del árbol se dio cuenta que varias partes del bosque estaban repletas de guardias, ella no lograría salir de allí.
A lo lejos unos guardias la divisaron y apuntaron con su ballesta hacia donde ella se encontraba, debido a que le dio en el brazo ella tuvo que bajar del árbol, pues no podía sostenerse sobre él. Se entregó a los guardias viendo como era que algunas figuras venían desde el bosque, ellos arrastraban un cuerpo.
De repente ella sintió un empujón y cayó de bruces al suelo, se dio la vuelta y se quedó tendida sobre el suelo, al pasar unos cuantos segundos se dio cuenta de que habían tirado otro cuerpo a su lado, cuando observó de quien se trataba no pudo hacer otra cosa que llorar.
─ Charles, lo siento tanto ─sollozó la princesa.
─ Todo está bien cariño, te amo ¿Sí? Es lo único que importa ahora.
(...)
Una pareja de hechiceros que por ahí pasaba escucho el llanto de una bebé, eran gritos de tristeza, habían dejado a un ser inocente abandonado. Ellos sabían que venía un caos a Evenia por la muerte de los futuros gobernantes, pudieron haber cometido muchos errores, pero el matar a los futuros reyes fue el peor de todos, sin embargo, nadie les creyó una sola palabra, así que decidieron escapar a otro lugar, se irían a un lugar donde estuvieran lejos de la maldad, lejos de la desgracia, se irían a un lugar que los mantendría a salvo.
La hechicera se acercó al río y se dio cuenta que en la orilla de este había una pequeña niña, llorando por su madre, por un poco de amor. Tenía los dos grandes semblantes de los elementos y una pequeña cadena con su nombre grabado en ella, la hechicera se puso demasiado alegre, de inmediato se dio cuenta que Evenia no estaba del todo perdida, aún quedaba una pequeña esperanza, una heroína, una pequeña niña que los mantendría a salvo, a ellos, al reino y a muchos otros; tendrían que mantener a salvo a esa niña, por lo cual la llevaron con ellos.
El lugar a donde se dirigían era lo que se conocía como «Reino de los Mortales» todos sabían de su existencia, pero muy pocos lo lograban visitar, a razón por la cual, nadie nunca sospecharía que se encontraran ahí, nadie nunca la encontraría a ella.
Llegaron a un pasaje, un pasaje que dividía a ambos reinos, atravesaron muchas cosas, pero por fin lograron llegar a un lugar seguro, llegaron a un lugar al cual Mónica podría llamar hogar por un tiempo.
Durante los primeros años de su vida, la pequeña bebé, creció con los cuentos sobre Evenia, sobre ese reino encantado, con animales extraordinarios, con personas encantadoras y con una flora impresionante, parecía un lugar que solo podía existir en las mentes de sus "padres".
La pareja de hechiceros le enseñaron el arte de arco y flecha, esgrima y otras cosas que le servirían en un futuro a Mónica; ella vivía como toda una adolescente normal, en su hogar, alejada de todos aquellos peligros que atentaban contra su vida.
El día de su cumpleaños dieciséis la pareja se enteró sobre una maldición que había llegado a Evenia, los poderes fueron arrebatados y los monarcas asesinados, el reino se gobernaba por un hombre malvado que buscaba el poder absoluto y que sólo de esa manera lo podría conseguir, ellos decidieron esperar más para mandar a la princesa, aún no estaba lista y lo necesitaba si quería liberar a Evenia de la opresión que ejercía su nuevo rey.
Mónica todos los días se preguntaba: ¿Para qué me enseñan todo esto?, ella no tenía ni la menor idea de porque aquellas personas hacían todo eso y no lo entendió durante mucho tiempo.
Nunca le permitieron enamorarse, pues sabían que su verdadero amor estaría en Evenia y que a pesar de todo este caos lo encontraría; ella no pensaba lo mismo, nunca se permitiría enamorarse, ya que aseguraba que solo la distraería y eso es lo que menos quería.
Ella planeaba una vida normal, graduarse, entrar a la Universidad y ser una mujer exitosa, pero todo eso se acabaría al cumplir sus diecinueve años de edad, que sería cuando descubriría que era una princesa y dependía de ella salvar su reino.
La pregunta era ¿Lograría hacerlo sin saber nada? ¿Cómo podrá salvar su reino sin ni siquiera poder controlar sus elementos?
Para lograrlo tendría que pasar por muchas cosas, crearía amigos tanto como enemigos, encontraría la felicidad no sin antes haber sufrido y se daría cuenta que las personas no siempre son lo que aparentan ser, que la maldad se esconde en cualquier parte de Evenia, se tendría que sacrificar por las personas a las que quiere y lo más importante tendrá que confiar.
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Aquí esta el primer capítulo, comenten y digan que les parece
(Mónica multimedia)
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