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Capítulo 34

─ ¡Hey! Linda, despierta ─escuchó la pelirroja, vamos, no me hagas hacerte despertar por las malas, estoy intentando ser bueno contigo.

─ Mierda ¿Qué quieres? ─contestó ella adolorida mientras se empezaba a despertar, haber dormido en el suelo no había sido para nada cómodo.

─ Vamos, me vas a decir que no quieres estar conmigo un rato, me presentaré, soy Alex o Alexander, como sea que me quieras llamar, aunque preferiría que me llamaras mi amor, ya sabes, para ir puliendo nuestros lazos de pareja ─dijo el chico mientras se acercaba a Mónica y acariciaba su mejilla.

─ Aléjate de mí ─reclamó ella con asco mientras le golpeaba la mano y se alejaba de él.

─ Tú no quieres eso ─le susurró al oído mientras la tomaba de la muñeca y la obligaba a levantarse de donde estaba─, déjame remplazar al imbécil del castaño, te prometo que soy mejor opción que él ─susurró mordiendo el lóbulo de su oreja.

─ Suéltame, me das asco ─dijo ella intentando alejarse.

─ No ─dijo él y le sostuvo las manos para inmovilizarla─ serás mía, Mónica, serás mi reina ¿Qué no entiendes? Pronto seré tu esposo, quieras o no, y tendrás que servirme en todo lo que desee, como la buena esposa que serás.

─ No. Pienso. Casarme. Contigo ─dijo ella lenta y pausadamente mientras hacía muecas de asco y seguía haciendo fuerzas para alejarse.

─ Así que te pondrás dura conmigo ─comentó Alex mientras llamaba a dos guardias con las manos─, escúchame bien, yo no soy como esos imbéciles, no voy a estar aguantando tus berrinches de niña malcriada, conmigo obedeces o te atienes a las consecuencias.

─ Pues entonces prefiero ver cuales son las consecuencias, porque antes muerta que obedecerte en algo ¿Entendiste?

En ese momento Alex tomó a Mónica y con ayuda de otros dos guardias hicieron que tomara un líquido de color amarillo, Mónica empezó a mover la boca de un lado para otro, pero al final terminó ingiriendo el líquido a la fuerza. De inmediato la tomaron de las manos y la sacaron de la celda a rastras, ella empezó a luchar contra Alex, pero él la sostenía cada vez más duro y le hacía más daño, al final se dio cuenta que habían entrado a una habitación, la cual tenía un gran contenedor de agua bajo una red de cuerdas. En ese momento entró en pánico.

─ Ni siquiera lo pienses ─amenazó Mónica mientras intentaba usar sus elementos, pero estos no funcionaban, debía de ser por el líquido que la habían obligado a tomar.

─ Así vas a aprender a no cuestionarme, corazón, contigo hay que tomar decisiones drásticas o terminas como los cinco imbéciles que te servían en todo.

De inmediato más soldados ayudaron a Alex a amarrar a Mónica con las cuerdas que estaban cerca del contenedor, y luego la dejaron amarrada ahí mientras ella luchaba por liberarse. En su mente rogara por ayuda, aunque fuera por parte del rey.

─ La cosa será así, princesita, estarás en el agua durante medio minuto la primera vez, cuando te saque vas a decir y a hacer lo que yo diga o volverás a ingresar al agua con medio minuto extra cada vez ─explicó Alex mientras tomaba el rostro de Mónica.

En ese momento bajaron a Mónica al agua, la cual estaba helada, ella hizo el intento de no respirar, pero el agua fría le congelaba los huesos y ella sentía que no iba a aguantar. Cuando pasó el medio minuto Alex la sacó del agua y la miró a los ojos.

─ ¿Quién manda aquí? ─preguntó mientras caminaba de un lado a otro.

─ Yo ─le contestó la pelirroja.

─ Te daré otra oportunidad, ¿¡Quién será tu esposo!? ¿¡Quién manda aquí!?

─ Mi esposo será Zac Abad y aquí mando yo ─volvió a responder la pelirroja mientras miraba el rostro de rabia del rubio.

En ese momento Mónica volvió a ingresar al agua mientras seguía luchando por liberarse, sabía que no iba a aguantar la respiración por mucho más, cuando pasó el minuto se dio cuenta de que no la sacaban y en ese momento sintió que se empezó a sofocar, así que empezó a moverse de forma desesperada y a mover la cabeza de un lado a otro mientras se decía a sí misma que aguantara un poco más, pero ya no podía. El agua helada le estaba empezando a causar daño y Alex se deleitaba viendo como era que los labios se le empezaban a poner de un color azulado. Cuando se dio cuenta que la pelirroja empezó a ahogarse dio la orden de que la sacaran.

─ Podemos estar aquí todo el día, cariño ─ advirtió el chico mientras miraba como era que la pelirroja empezaba a escupir el agua.

─ Vete al demonio ─volvió a decir la pelirroja mientras intentaba respirar.

─ Está bien, tengo tiempo, al agua de nuevo ─ordenó.

Volvieron a bajar a Mónica y así estuvieron por mucho tiempo, cada vez la pelirroja se sentía peor, el agua fría en serio le estaba afectando, uno de sus elementos era fuego, sabía que no podía estar a bajas temperaturas. Cuando Alex la volvió a bajar después de otra de sus contestaciones ella empezó a ahogarse y a luchar por desatarse, ya se sentía muy débil y sentía que le quedaba muy poco.

─ ¡Ya, Alex!, suéltala, fue suficiente, deja que mi sobrina tenga su espacio ─dijo el rey entrando al lugar, mientras miraba como era que sacaban a la pelirroja del agua y corrían a desatarla─, después de todo tú serás líder de todo esto y la tendrás a tu lado, hacer estas muestras de poder solo demuestra que eres vulnerable ─siguió hablando al mismo tiempo que la chica caía al piso mientras escupía agua y temblaba, sus labios estaban azules, su rostro más pálido de lo usual y su cabello rojo caía a ambos lados de su rostro.

─ Bien, ya me voy, dejare que pases tiempo con tu tío ─dijo Alex mientras dejaba un rápido beso en los labios de la pelirroja, la cual aún yacía tirada en el piso.

─ Que no es mi tío y deja de hacer eso, el único que tiene derecho de hacerlo es... ─ empezó a reclamar la pelirroja, pero se quedó callada al darse cuenta de lo que iba a decir.

Tenía a Zac en sus pensamientos, lo imaginaba como si lo tuviera frente a ella, con su piel pálida, sus labios color rosa y delgados, su cabellos castaño que siempre se encontraba revuelto, sus hermosos ojos, su bella sonrisa, pero en especial esa actitud que lo caracterizaba, sus besos, sus caricias, todo lo que él hacía por ella, pero también recordó la vez que se enojó, la vez que le gritó, esa vez cuando ella estaba dispuesta a hacer todo por que volviera el Zac de antes, lo extrañaba a él y a todos los demás. Lo que le había dicho a Alex respecto a que Zac se convertiría en su esposo había sido algo involuntario, porque en ese momento ni siquiera sabía si saldría con vida de ese castillo o si volvería a ver al castaño como antes.

─ Mónica, te estoy hablando ─dijo el rey enojado al darse cuenta que ella no le estaba prestando atención─ no me digas que.... ─pausó por unos momentos─ Estás pensando en esos cinco ¿Verdad? Pues te arruinaré la fantasía, sobrina, ya soporté suficiente con esto.

─ Joder, que no soy tu sobrina ─exclamó ella con furia─ ni siquiera somos familia, basta con esa idea.

─ Bien, si dices que no somos familia entonces ¿Por qué no empezar a arruinarte?, si no lo quieres creer es tú problema, pero hay algo que si te interesa saber ─le dijo él mientras tomaba el rostro de la chica entre sus manos y hacer que se levantara.

─ Nada, escúchame bien, NADA de lo que digas me interesa, no te creo porque no eres más que un maldito mentiroso sediento de poder ─gritó ella en la cara del rey.

Después de haber terminado la frase sintió un fuerte golpe en su mejilla, la había golpeado, y no se detuvo allí, el rey empezó a propinarle golpes, ella se enfureció, no iba a dejar que un estúpido la lastimara, así que también empezó a golpearlo, se estaba desahogando, todo el daño que él había causado, cada uno de los golpes que recibía, los gemidos de dolor que el rey soltaba, en ese momento la adrenalina corría por sus venas, él se las iba a pagar todas, ya estaba harta de tener que soportar los aires de grandeza de ese sujeto, si había algo que ella no soportaba era a los asesinos y a los codiciosos. Siguieron así hasta que dos soldados la sostuvieron y el rey paró de golpearla mientras se limpiaba el labio, ya que este estaba cubierto de sangre.

─ Vaya que golpeas duro, sobrina, debo admitir que me dolió ─dijo él

─ En cambio, tú eres un asco peleando cuerpo a cuerpo ¿No puedes hacer nada sin que estos guardias te cuiden la espalda? ─preguntó ella de manera arrogante, demostrando que no iba a caer, no frente a él.

─ Bien, veo que no te dejas vencer tan fácil, pues sé que es lo que sí te hará flaquear, ¿En serio crees que te atrapamos? Pues si es así te equivocas grandemente, atraparte fue realmente fácil, tus "amigos" te entregaron sin dudarlo un momento, sólo les dimos su libertad a cambio de la tuya y accedieron rápido, no escaparon para protegerse, porque ahora ellos son libres, todo lo que tú ya no podrás ser.

─ Eso... eso es mentira, ellos me quieren, Zac, él... ─empezó a decir la pelirroja, pero fue interrumpida.

─ Él fue el primero en acceder, no le importó sacrificar a su novia por unos cuantos centavos, ellos no te quieren, Mónica, solo te usaron, ya aceptarlo, perdiste.

─ ¡¡¡¡NO!!!!! ¡¡ESO NO ES VERDAD!! ─gritó ella con la voz quebrada.

─ Vamos, linda, deja de hacerte la valiente, frente a mí no funciona, ¿Cuantas veces has querido caer y te hiciste la fuerte? Ya basta de fingir, tu mejor que nadie sabes lo mucho que quieres llorar, quieres quebrarte, pero no lo haces porque no hay nadie que te acune entre sus brazos y te consuele, estás sola y por eso te haces la fuerte, porque no tienes a nadie para que seque tus lágrimas. Esos chicos te traicionaron porque se hartaron de ti, sabes que es algo que siempre te va a pasar, porque no mereces ser amada por nadie ─dijo frío.

Esas palabras le dolieron enormemente a Mónica, tal vez él tenía razón, esa era la razón por la que fingía ser tan fuerte, ella no tenía a nadie y en ese momento se dio cuenta de que el rey decía la verdad, ante sus ojos pasaron las imágenes de Zac estrechando la mano del rey. Había vivido un engaño por parte de las personas que más quería.

Los soldados la llevaron a la celda en la que había dormido la noche anterior, cuando llegaron la soltaron y salieron detrás del rey, quien llevaba una gran sonrisa en el rostro al ver el estado en el que había dejado a la pelirroja, ella se quedó en una esquina mientras sus ojos empezaban a llenarse de agua, no iba a llorar, no lo haría, en ese momento no, no podía demostrarle al rey su dolor, la verían frágil y la destrozarían más fácil.

Se quedó un rato con la cabeza inclinada y los ojos cerrados con fuerza, no los quería abrir, solo quería imaginar estar en un lugar tranquilo, junto, junto a nadie, deseaba estar en ese lugar sola, porque la soledad para ella era hermosa, pero no se dio cuenta que durante todos esos años ella se había vuelto adicta a la soledad, pensaba que lo lograría sola, que su mundo era ella y que nada ni nadie cambiaría eso, pero se equivocó, otras personas se metieron en sus planes y ella les había dado el poder de destruirla, ellos no dudaron un segundo en hacerlo, sin importar todo lo que ella habría sacrificado por ellos.

Los siguientes días fueron peores, era tortura tras tortura en las que ella intentaba no romperse, pero cada vez era más difícil, el dolor y las palabras hirientes estaban terminando por quebrarla. Todos los días ella seguía respondiendo de la misma manera, demostrándose fuerte y valiente frente, pero esas personas ya le causaban mucho miedo, no le gustaba que nadie se le acercase pues sabía que siempre era para hacerle daño y ya estaba cansada de eso. Cuando se dio cuenta ya había pasado un mes encerrada y siendo sometida a todas esas torturas.

─ Mónica, Mónica, debo sacarte de aquí, no me digas que ya te mataron ─escuchó ella una voz después de un rato de silencio en su celda, hacia una hora que la habían dejado ahí otra vez.

─ ¿Quién eres tú? ─preguntó ella con miedo mientras se alejaba, luego de eso se limpió un poco de sangre que tenía en la nariz y se le quedó viendo al chico. Ella estaba temblando del frío y estaba un poco más delgada que antes.

─ Voy a ayudarte a salir de aquí, no me tengas miedo, yo no te voy a hacer daño, digamos que soy como, tu... ─ empezó a explicar el chico mientras se quitaba la chaqueta y se la ponía en los hombros a la pelirroja─ soy tu ángel guardián, todos los de la familia real tienen uno, claro que mueren cuando su "protegido" muere, bueno, algo así, es un poco extenso para explicarlo en estos momentos, pero si de algo puedes estar segura es que yo te voy a proteger ─le explicó mientras acariciaba el rostro de la chica y limpiaba una lágrima que caía por su mejilla─, vas a estar bien, confía en mí.

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