Un jueves por la mañana, en una cama yacía una hermosa chica durmiendo, el día anterior había sido largo, se fue despertando poco a poco y lo primero que logro divisar fue a sus padres, aquellas personas que la habían salvado de morir, froto sus ojos y se incorporó en la cama.

─ Buen día —dijo la joven.

─ Buen día pequeña, debemos decirte una cosa —dijo su padre.

─ Claro, ¿Qué ha pasado?

─ Bueno, nos ha llegado la noticia de que tienes que partir hacia Evenia, hija —dijo su madre.

─ Ha sido más pronto de lo que pensamos, debes partir ya.

─ Pero ¿Cómo sabré encontrarlo? —dijo la chica con miedo.

─ Es tu hogar, tú sabrás en dónde está, no te preocupes. Al cruzar el portal tendrás una ruta que te ayudara a llegar al centro del reino, después harás todo por tu cuenta, pero no te preocupes ya estás lista.

─ ¿En dónde podre encontrar el portal? No estoy segura si ya esté lista.

─ Alístate y bajas, haya te explicamos todo. Estás preparada para todo, cariño.

La chica con algo de confusión busco en su guardarropa, eligió algo cómodo, sabía que si ese día partiría no se podía dar el lujo de llevar cosas que le complicaran escapar o caminar; estuvo esperando ese día durante mucho tiempo, pero cuando este había llegado sentía miedo, miedo a fallar. Bajó las escaleras y se encontró a sus "padres" sentados en la mesa, se acercó y tomó asiento ella también.

─ Bien, tus amuletos te ayudaran si necesitas algo, con tan sólo pensarlo podrás tenerlo, pero ten cuidado cuándo y dónde lo haces.

─ Si padre, ya me lo he aprendido.

─ Ten mucho cuidado —dijo su madre— lleva este arco y flechas —se las entregó— te queremos mucho y te extrañaremos más de lo que te imaginas; sabemos que lo lograras, ahora es mejor que partas, mientras llegues antes será mejor.

─ Por supuesto, yo los extrañaré igual.

A pesar de no ser sus padres biológicos, ella les tenía un gran afecto, siempre cuidaron de ella y salvar a Evenia era lo que ella podía hacer por ellos; tomo sus cosas y se despidió de sus padres, emprendió un camino al que sería su hogar. Para llegar allí tuvo que pasar por bosques, ríos, lagos y paisajes muy hermosos.

Mónica pudo conocer mucho, el camino a Evenia era hermoso, pero al pensar en cómo sería el reino, hacía que su belleza se viera opacada. Los cuentos siempre hablaban de un lugar pintoresco, pero la historia verdadera era que todos esos hermosos lugares del reino murieron junto con sus monarcas.

Ella andaba por el bosque, ya estaba cerca de su destino, cuando encontró a una pequeña ave de color negro parecida a un cuervo, tenía un cuchillo atravesado en el ala, Mónica lo recogió, sacó el cuchillo y le vendo su extremidad a la pequeña ave; sabía que no podría volar, levanto al ave y le dijo:

─ Hola pequeño, estás lastimado así que te llevaré conmigo ¿Qué te parece?

El ave sólo asintió, como si la entendiera; posó al pequeño animal en su hombro y siguió con su camino. Después de unos minutos caminando se encontró con la gran puerta que era la entrada a su nueva vida.

Paso una pequeña llave por la cerradura, la puerta se abrió. Al entrar a Evenia sintió el aire frío del invierno; la puerta se volvió a cerrar y mágicamente desapareció.

El invierno no era como en los cuentos que sus padres le contaban: unos bosques llenos de hojas y flores cubiertas de nieve blanca como su piel. No. Era sombrío, los árboles no contenían hojas y mucho menos flores, estaban vacíos, hacían que el invierno se viera más frío de lo que en realidad era.

Sintió estremecerse al pequeño pájaro, sabía que era por el frío; recordó lo que su madre le había dicho, imaginó una pequeña manta para darle calor a su amigo, de inmediato esta apareció, la tomó en manos y la colocó al rededor del ave.

Continuó con su camino, en ese momento se arrepintió de llevar zapatillas, ya que se hundían en la nieve, lo cual le dificultaba hacerse paso , pero no tenía zapatos para ese tipo de terreno por lo que se dio cuenta de que ya daba igual lo que ella pensara.

Fue observando cada una de las plantas que había a su alrededor, eran sombrías, sin ningún rastro de poder guardar vida en una de ellas.

Poco a poco fue saliendo del bosque de invierno, sabía de la existencia de cuatro bosques, los cuales tenía que recorrer para llegar a él centro de la ciudad. Ella estaba exhausta, había caminado por horas; se sentó en un tronco y tomó un refrescante trago de agua, se sentía tan frío en su garganta, era algo exquisito; luego le dio a la pequeña ave.

─ Toma pequeña, se sentirá bien, ¿Que opinas de un nombre? —Él ave movió la cabeza en una forma de asentimiento─ Bibbles, me gusta ¿Y a ti?

El ave hizo un movimiento en el que le dio a entender que estaba bien. Se volvió a parar, mientras más rápido llegara sería mejor para todos. Siguió su camino y se pudo dar cuenta de una hermosa cascada, era lo más bonito que había visto hasta ahora, meterse ahí dentro sería tan refrescante, pero no podía perder tiempo en darse esa clase de "lujo".

Ella amaba leer, pero sobre todo sobre la historia de Evenia y todos los animales míticos que se encontraban en ella, pensando bien la chica se dio cuenta de que no había visto ninguno aún, supuso que estarían en otro lugar.

A mitad del bosque escucho unas voces, se escondió tras un árbol, este bosque si tenía vegetación, haciendo más fácil esconderse. Vio a un costado y había cuatro personas, chicos al parecer, escucho su conversación.

─ Estoy harto de escapar.

─ No podemos hacer otra cosa.

─ Pero nosotros sólo queremos hacer justicia.

─ El rey no lo ve igual.

«Forajidos» pensó; no les podía ver el rostro y mucho menos describirlos ya que se cubrían con una capa.

De repente Mónica sintió un fuerte empujón haciendo que cayera al suelo y las miradas se posaran en ella, volteo a ver y era otro encapuchado.

─ Encontré a una espía.

Se le paró el corazón, ¿Cómo iba a salir de esta?