Capítulo 5
Cassy, Jack, Evan y Nicky sostenían a Mónica para que ya no siguiera golpeando a aquel castaño, por su parte, Peter, Lucas, Samuel y Xavier intentaban que Zac no intentara acercarse de nuevo a la chica, ella necesitaba espacio y era algo que le habían repetido a él desde el incidente con las sirenas.
─No importa lo mucho que lo repitas, no te creo Mónica, no creo que una persona que me amó con locura ahora me odie, porque lo veo en tus ojos, sé que no es así.
─ Salgan de mi vista ahora, los cinco, lárguense ─dijo la pelirroja totalmente frustrada mientras se soltaba del agarre de sus amigos─ Y otra cosa, Xavier, haz que tu amigo acepte de una buena vez que no puede venir y actuar como si nada hubiera pasado, no puede hacerse pasar por una blanca paloma de nuevo, dile que se vaya olvidando de mí.
Los cinco chicos que en algún momento Mónica había considerado sus amigos desaparecieron antes de lo que ella pensó que lo harían, ella intento calmar su respiración, pero se volvió irregular, cayó de bruces al suelo y empezó a sollozar, sus amigos no podían hacer nada más que esperar a que ella se calmara un poco.
─ ¿Qué pasó para que lo golpearas de esa manera? ─le preguntó su hermana logrando que los sollozos de la chica fueran aún más fuertes.
Amaba a Zac de una manera que le daba mucho miedo, nunca había sentido todo eso por una persona, el saber que su corazón le pertenecía a un mentiroso la tenía muy mal, no era justo, se suponía que cuando dos personas se aman no se hacen daño. Ella creía que el amor no podía doler de esa forma, pero ¿Qué otra explicación había para todo lo que ella estaba sufriendo?
Después de algunos minutos de estar llorando Mónica se levanto del piso, limpió su rostro y arreglo su atuendo, levantó la mirada y habló de manera firme, intentando que el temblor de su voz no la delatara, aunque era demasiado tarde tomando en cuenta que ya había llorado un buen rato frente a sus amigos.
─ Esto es su culpa, ustedes los trajeron aquí aún sabiendo todo el daño que me harían si lo hacían.
─ No fue nuestra idea ─murmuró su hermana mientras la miraba como si le pidiera perdón.
─ No lo fue, pero la apoyaron de igual manera.
─ Yo no apoyé nada ─dijeron Evan y Jack al mismo tiempo, logrando que Mónica acariciara sus sienes
─ No quiero ver a nadie, estaré en mi habitación, juro por la memoria de mis padres que si alguien llega a mi habitación en estos terminaré convirtiéndome en una asesina a sangre fría, no me da miedo tirar a alguien por el balcón.
Tras pronunciar esas palabras subió corriendo hasta su habitación, entró y aseguró la puerta para que nadie pudiera entrar por ella, se quitó el vestido tan fuerte que terminó rompiéndolo, buscó en su armario desesperada y al encontrar la prenda que buscaba se la colocó de la manera más rápida posible, se tiró a la cama y se cubrió con todas las mantas que habían allí. Aspiró el aroma de la camisa de Zac y se quedó totalmente dormida esperando olvidar por un momento todo lo que acababa de pasar hace algunos instantes.
Mónica se encontraba parada en medio de un jardín lleno de tulipanes azules, al ver hacía abajo se pudo dar cuenta de que estaba parada en un charco de sangre, empezó a caminar siguiendo aquel rastro color rojo, camino lo que sintió ella fueron horas, al llegar se pudo dar cuenta que él lugar de donde emanaba la sangre era un cuerpo, se acercó un poco temerosa hasta él, en ese momento se puedo dar cuenta de que su padre, Charles Virtrow, era el cuerpo que estaba tirado en el suelo
─Padre─ dijo Mónica sin aliento
─Cariño, sé que no hay razones para que confíes en mí, pero debes tener cuidado, hay un traicionero entre tu gente, no va a parar hasta que estés muerta...
Mónica se levantó de golpe al sentir el tacto de alguien, su respiración era entrecortada debido al sueño que acababa de tener. Luego de haber llegado al castillo Evan la había ayudado a deshacerse de todas las visiones que ella tenía, ya que habían empeorado a tal punto de que casi acababan con ella, pero al parecer las visiones estaban encontrando otra forma de hacerse presentes. La persona que tenía al frente la miró sin comprender su estado, cuando por fin la pelirroja se pudo calmar habló despacio y titubeaba de vez en cuando, ni siquiera podía terminar de formar una sola palabra.
─ ¿Te sientes bien?─ le preguntó él
─ Solo fue un tonto sueño, una pesadilla ─le respondió ella─. Evan, pedí estar sola el resto del día, a veces pienso que quieres que te maten, tienes instintos suicidas.
─ No es eso ─le dijo él mientras reía─, es que quería ver si estabas bien, no te mirabas muy tranquila allá abajo y, bueno, no quería que hicieras ninguna locura.
─ Solo estaba un poco enojada, no es fácil ¿Sabes? No es tan simple ver a los ojos a una persona que te hizo tanto daño, supongo que aún no estoy lista para convivir con ellos.
─ Sí, tal vez, pero tienes que enfrentarlo, no siempre vamos a poder escaparnos de los problemas o del dolor, nos toca enfrentarlos, aunque a veces eso nos destruya un poco más.
─ Entiendo eso, peor hay cosas que aún no, tal vez eso sea lo que me tenga confundida, no es fácil ─susurró la chica mientras miraba a los ojos de Evan, quien la miraba con comprensión.
─ ¿Qué es lo que no entiendes? Puede que yo te de un buen consejo, a veces sirvo para eso ─bromeó el chico mientras tomaba las manos de Mónica entre las suyas─. Oye, está bien, sabes que no te voy a juzgar, nunca lo he hecho, aunque salen muchas estupideces de tu boca ─la pelirroja soltó una pequeña carcajada ante lo que había dicho su ángel guardián, era cierto, él nunca la había juzgado.
─ Es que siempre terminamos dañados o traicionados por las personas que queremos y... se supone que cuando le tienes el suficiente cariño a alguien no debes lastimarlo ¿Por qué la gente lo hace? Luego todos se arrepienten y no se da cuenta que el daño ya está hecho.
─ Es que a veces no nos damos cuenta de que estamos hiriendo a alguien, algunos se dan cuenta lo más pronto que pueden y arreglan las cosas, pro otros, como yo, nos damos cuenta demasiado tarde y ya no podemos reparar nada.
Luego de eso Evan le dio una sonrisa triste a Mónica, quien entrelazó sus dedos con los de él, ambos tenían el corazón igual de roto, pero entre ellos lograban sostenerse.
─ Duele ─murmuró la pelirroja.
─ Demasiado ─le contestó Evan mientras asentía─, te miras linda con la camisa de Zac, hace resaltar tus ojos.
Tras escuchar eso Mónica se cubrió con las mantas y tapó su rostro con sus manos, se había olvidado de que traía puesta la camisa de Zac, Evan la observó con una pequeña sonrisa, era increíble a que grado podía llegar la pelirroja con tal de ocultar su amor hacia aquel castaño. Tal vez era demasiado tarde para él, pero no para Mónica.
─ Sarah dice que bajes a comer, así que ponte algo presentable, bueno, si quieres puedes ir con eso, pero estoy seguro de que la camisa de Zac no te tapa ni medio muslo, así que, si no quieres lucir tus piernas, ponte algo más presentable, ya sabes como se pone la reina.
─Lárgate de aquí, Evan─ le dijo ella para que acto seguido su ángel guardián dejara un beso en su cabeza, se levantara de la cama y saliera de su habitación.
Mónica salió de entre las sábanas y buscó un vestido en el armario, encontró un vestido color negro con algunos diamantes, se lo colocó a pesar de que le costó Dios y ayuda arreglarse el corsé, le molestaba tanto que la reina le obligara a ponerse esas cosas tan molestas. Colocó una corona negra con algunos hilos de seda que caían a los costados de su rostro, sus zapatos eran altos y de color negro, se maquillo naturalmente como parte de su, según ella, magnífica idea. Tras terminar de vestirse bajó hasta el comedor, donde ya todos estaban comiendo y esperando a que ella llegara. Jack, al verla, tuvo que contener la risa debido a que ya se estaba haciendo una idea en la cabeza sobre lo que iba a pasar, Evan la miro confundido y un tanto horrorizado, y las otras dos chicas quedaron realmente sorprendidas, esa era la razón por la que no dejaban que Mónica eligiera su ropa solita. En cuanto a los cinco nuevos integrantes del grupo, sus barbillas habían caído hasta el suelo
─ ¿Quién se murió? ─preguntó Jack y luego escupió la comida en una servilleta, debido a que las ganas de reír no lo dejaban tragar.
─ Creo que fue su estilo ─murmuró Evan mientras mordía la uña de su dedo pulgar en un signo de nerviosismo. La reina volteó a ver a la chica y solo pudo negar con la cabeza ante la imagen que proyectaba la chica ¿No la habían criado bien?
─ Ha muerto nuestro plan, puesto que estos cinco entrometidos han venido a descubrir todo lo que puedan para delatarnos ante el rey ─les dijo ella y tomo asiento del lado contrario al de la reina, la cual se encontraba en un extremo de la mesa, de manera que quedaron frente a frente.
─ ¿No le dirás nada? ─preguntó Cassy a su madre, ya que se le hacía raro que la reina no hubiera soltado ningún comentario, esa pregunta logró que Jack no pudiera contener más la risa.
─ Mónica, esto es increíble ─le dijo Jack mientras sostenía su estómago, debido a que le empezó a doler debido a la risa.
─ No deberías usar corsé, te daña la espalda a parte de que no te permite respirar bien, no querrás hacerte daño ─se escuchó una voz muy conocida para todos, definitivamente una pelea estaba a punto de desatarse.
─ A ti no te importa lo que me pase, Zac, es mi cuerpo y es mi vida ─le respondió Mónica mientras lo miraba con los ojos entrecerrados.
─ Estoy intentando darte un consejo como amigo y lo rechazas ─le respondió él mientras se cruzaba de brazos.
─ Pues es eso, no eres mi amigo maldito ─le reprochó ella y se levantó de la mesa mientras arrugaba su nariz en señal de desagrado─ Evan
─ ¿Si? ─le preguntó Evan mientras la observaba lleno de intriga ¿Qué idea desastrosa tendría su protegida en ese momento?
─ Quiero que saques a Zac del reino, no lo quiero aquí ─le ordenó ella sin despegar la vista del castaño.
─ ¿Quieres que me vaya? ─le preguntó Zac mientras apretaba la mandíbula─ Está bien, vamos, se tú quien me acompañe hasta la salida, no pienso seguir aquí un minuto más ─gritó.
─ Vamos ─le dijo ella mientras resoplaba y se dirigía hacia la puerta, seguida del chico de ojos mieles.
Iban por los pasillos, todo era un silencio sepulcral ya que ninguno de los dos quería pronunciar una palabra. Zac estaba apretando los dientes mientras aguantaba las ganas de gritar y Mónica iba parpadeando lo más rápido posible para espantar las lágrimas que amenazaban con empezar a caer.
¿Nadie los iba a detener? ¿Nadie les iba a decir que lo que estaban a punto de hacer era una locura? En ese momento necesitaban que alguien lo suficientemente consciente de lo que estaba pasando se colocara frente a ellos y les pusiera un alto.
Pero nadie acudió para parar todo eso, así que ellos deberían de actuar por su cuenta, así llegó un momento dado en el que Zac acorraló a Mónica en una pared haciendo que la corona se le cayera debido a lo brusco del movimiento, Mónica empezó a respirar entrecortadamente debido a la cercanía del chico. Zac unió sus labios en un tierno beso y empezó a acariciar los brazos de la pelirroja intentando calmarla y que no reaccionara mal, pero la pelirroja empezó a llorar en medio del beso y sus manos se enredaron en el cabello del castaño para acercarlo más a ella.
─ Perdón ─susurró él tras separarse un poco de ella mientras intentaban respirar un poco.
─ No sabes cuanto daño me hiciste, confié ciegamente en ti y me defraudaste ─susurró ella─ Ya no me busques, Zac, quédate, pero ya no me insistas, te lo ruego, quiero avanzar y lograr que esto ya no duele tanto.
─ Y no sabes cuanto me arrepiento de todo lo que pasó, mi intención nunca fue hacerte daño, haré lo que me pides, pero con una condición ─murmuro él─ bésame, por favor.
Tras esas simples palabras Mónica se acercó a Zac y una vez más sus labios se juntaron en un tierno beso, uno de esos que solo ellos sabían darse.
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