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Capítulo 34

─ ¿Dónde estás princesita? ─preguntó una voz horrible─ Rey jugar con ti quiere, no ordenes sus obedecer y amor tuyo consecuencias pagar.

Mónica observó a Zac y tocó su mejilla, Zac la observó con lágrimas en los ojos, los cuales, además de tristeza, reflejaban odio. Fue ahí cuando supo que Zac sabía muy bien que eran esas criaturas, y eso solo causó que ella tuviera más miedo.

─ Mónica, solo quiero por tu bien hacer esto ─gritó esa voz con un enojo tremendo, luego se escuchó algo romperse.

─ Sígueme ─le susurró Zac en el oído a la pelirroja.

Mónica negó con la cabeza, su cuerpo entero estaba temblando, Zac sabía que era lo que se sentí escuchar esa voz por primera vez.

─ Zac, escóndete debajo de la cama ─había susurrado su madre mientras lo encaminaba a su habitación.

─ No, mami... ─protestó Zac.

─ Anda, por favor.

─ No, mami, no quiero, tengo mucho miedo.

─ Escóndete allí, hazme caso, hazlo por mami ─le había dicho su madre mientras le daba un beso en la coronilla. Fue así que el Zac de siete años se escondió debajo de la cama mientras escuchaba los gritos de unas criaturas horribles, su corazón latía a mil por hora y sus lágrimas caían por sus mejillas sin parar, escuchar la voz o los gritos de un Oscuro era lo peor por lo que podía pasar un Eveniano o Crissaniano, ya que todo eso recordaba a la historia del Reino De Cenizas, la temporada post guerra que habían vivido ambos reinos.

Y esos ruidos se habían vuelto más usuales los últimos días, como si esos demonios se prepararan para atacar en algún momento, cada vez se volvía peor.

─ Tranquila ─pidió Zac a Mónica, pues sus lágrimas habían empezado a caer, pero no era porque le daba miedo, era porque esa voz ya la había escuchado antes. Era porque recordaba que una voz muy parecida a esa, le había dicho a sus padres adoptivos que la cuidaran bien, ella tendría unos cinco o seis años, pero lo recordaba muy bien.

Zac abrazó a Mónica y la apretó contra su pecho, ella estaba asustada, nerviosa y el único lugar donde supuso estaría segura sería en los brazos de Zac, porque ese era el lugar donde ella sabía que se sentiría mejor.

Luego de largos minutos de frases con gramática lamentable por parte de esa criatura, se volvió a escuchar un grito ensordecedor, esa era la señal de que los Oscuros se empezaban a ir.

─ El rey quererte a ti Princesa, si él no tenerte matará a tu enmascarado.

Soltó un grito y luego ya no escucharon nada, por lo que Zac le indicó a Mónica que lo siguiera, no podían salir por donde mismo ya que la criatura podría seguir ahí. Caminaron un poco y doblaron hacia la izquierda, luego dieron unos pasos más y bajaron por las escaleras para luego volver a girar hacia la izquierda, frente a ellos estaba una puerta, estaba trabada y Zac intentó abrirla varias veces, pero al ver que no cedía se acercó a Mónica, se preparó y luego salió corriendo para abrir la puerta, pero solo logró que su brazo doliera.

─ Tal vez deberías probar quitar el cerrojo de arriba ─murmuró Mónica, aún pasmada por todo lo que había pasado ahí arriba.

Zac rodó los ojos y observó la parte de arriba de la gran puerta, efectivamente allí había un cerrojo. Se levantó de donde estaba tirado y quitó el cerrojo para luego volver a empujar la puerta, la cual cedió fácilmente. Zac salió de inmediato de ese lugar, pues quería evitar lo que estaba seguro que pasaría en ese momento. Además de que le tenía que informar algo importante a sus amigos, algo que tenía que ver con la pelirroja.

─ Soldado ¿Qué eran esas cosas? ─preguntó Mónica con voz firme, aunque le tembló un poco debido al horror que le causaban esas cosas.

─ No tengo permitido decírtelo, Mónica ─murmuró Zac en respuesta. Intentaba controlar sus emociones, no quería empeorar las cosas con Mónica, lo único que le interesaba era encontrar a su hermano y a los demás, ellos habían acordado no decirle nada a la princesa, él no podía quebrantar ese juramento, había cosas que era mejor que ella no supiera.

─ Soy tu futura reina y te exijo que me digas que eran esas cosas ─le insistió Mónica, a lo que él se empezó a alejar─ Soldado ─repitió─ Soldado le estoy hablando ─gritó claramente furiosa─ Soldado ─lo llamó esta vez más fuerte─ Zac ─susurró haciendo que él se quedara estático, no podía negar que escuchar su nombre salir de los labios de la princesa lo había tranquilizado un poco, pero de la misma manera no podía soltarle todo en un momento de amor efímero─ Zac, por favor ─volvió a susurrar un poco más fuerte─ ¿Qué eran esas cosas? ─Zac se acercó a paso apresurado hacia ella, su cara era de pocos amigos, se acerco lo suficiente como para que los pechos de ambos se tocaran y sus respiraciones se mezclaran y debido a que era más alto que Mónica, la pelirroja tuvo que ver hacia arriba.

─ ¿Quieres saber que eran esas cosas? ─preguntó con su voz cargada de odio, lo iba a arruinar, lo iba a arruinar─ ¿Por qué no besas a mi hermano para que te suelte la sopa?

─ ¿Cómo te enteraste? ─preguntó Mónica.

El día que todos la habían acusado de ser una traicionera, cuando Erick y Lucas fueron a comer con ella, Mónica se enfrascó tanto en sus pensamientos a cerca de Zac que no se dio cuenta de lo que hacía, y cuando menos lo imaginó, sus labios estaban sobre los de Erick.

Porque él era tan parecido a Zac, que por un momento ella quiso pensar que estaba con su chico y no con su hermano.

Y se había arrepentido mucho después.

─ Él me lo confesó, eres tan orgullosa que no aceptas que mueres por que todo vuelva a ser como antes, ¿Crees que no lo sé? No eres perfecta ─soltó contra ella─ tu primer beso no fue conmigo, no fui el primer amor de tu vida, tuviste amigos en el reino de los mortales, eras una niña malcriada, no eres perfecta, lo que eres es mentirosa y así te amo. Y he intentado ignorarlo, Mónica, pero ya no puedo, soy capaz de perdonarte todo y los sabes, pero yo también me estoy cansando de todo esto, me exiges algunas cosas y me reclamas por otras cuando tú haces lo mismo y yo intento no reclamarte nada, pero en esta relación, al parecer, no nos tenemos confianza, ni comunicación y si no logramos esto no va a llegar muy lejos.

Sí, definitivamente él lo había arruinado, pero al menos se sentía mejor al decirle todo eso a Mónica

─ No te permito que me hables así ─regañó ella mientras colocaba sus manos en los hombros del castaño para intentar alejarlo, pero él no se movió.

─ Tranquila, su majestad ─le respondió Zac para luego soltar una risa sarcástica. Aunque ella no lo aceptara, eso le había dolido mucho y muy en el fondo sabía que se lo tenía merecido─. No se lo diré a nadie, digo, no creo que sean tan tontos como para no haberse dado cuenta, pero si no lo saben, por mí no se van a enterar, lo juro...

─ Te pregunté acerca de esas criaturas, no acerca de...

─ Lo sé, pero lo tenía que decir ─susurró él y luego miro hacia arriba, esta vez no iba a llorar frente a ella─ En cuanto esas criaturas, pregúntale a la reina.

─ Pero yo te lo estoy preguntando a ti ─dijo ella, su voz estaba cargada de rabia.

Ella rogaba porque, al igual que Zac, no terminara soltando todo lo que se estaba guardando.

─ No puedo decírselo, majestad ─le respondió él con el mismo tono.

─ Te prohíbo que me digas así ─murmuró Mónica mientras golpeaba su pecho─ y te ordeno que me digas que eran esas cosas.

─ ¿Por qué, su majestad? Un soldado se refiere así a la reina, y como le dije antes, no puedo decirle, lo tengo prohibido, pídaselo a la reina.

─ Porque soy tu novia ─susurró ella mientras lo miraba a los ojos─, soy tu novia, no tu reina, no tu amiga, soy tu novia y te amo y me duele que me digas así, porque en estos momentos solo quiero que me abraces para poder controlar todo mi miedo, no quiero que me digas así porque te amo, y aunque eso me de mucho miedo, no voy a negarlo y no voy a negar que me gusta que me pongas apodos o que me molestes y me digas Mon, al mismo tiempo te digo y te suplico que me lo...

Sí, eran tal para cual. Soltando todo en los momentos menos indicados.

─ Que te lo cuente, entendí, si tanto quieres saberlo quiero que salgas conmigo a dar una vuelta por el reino mañana, después de la reunión del consejo, pero antes de la fiesta.

─ ¿Fiesta?

─ Eres tan cerrada y te alejas tanto de nosotros que ni si quiera te contaron de eso ─dijo Zac para él mismo─. Mañana es la fiesta del Aniversario del Reino de Cenizas, pasado mañana nos vamos a enfrentar al rey y luego veremos que pasa.

─ No me habían dicho nada.

─ ¿Cómo lo vas a saber si siempre te alejas de nosotros? Te alejas de tus amigos.

─ ¿Cómo voy a estar cerca de ustedes si me trataron como una basura? No son nada mío.

─ Eres mi novia.

─ Ya no.

─ No eras eso lo que decías hace unos segundos ─se mofó Zac.

─ Era una estrategia.

─ ¿Te funcionó?

─ Solo dime ─exigió Mónica mientras golpeaba su hombro.

─ Hasta mañana, su majestad ─se burló Zac mientras se alejaba caminando.

─ Estás loco si crees que voy a llegar ─le gritó Mónica.

La pelirroja se quedó en el mismo lugar, era increíble la agilidad que tenía Zac para poner las cosas a su favor. Ella estaba segura de que sabía pocas cosas de ambos reinos y que todos le estaban ocultando algo y era algo muy grande, algo enorme. Pero no era nada que no pudiera descubrir sin la ayuda de Zac.

Aunque aceptar salir con él a dar una vuelta no parecía tan mala idea.

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