Capítulo 33
─ Zac, no es lo que estás pensando.
─ ¡Nos estás traicionando!
─ No, déjame explicarte.
─ ¡Eres un sucio mentiroso!
─ No te quiero golpear, Zac.
─ Que mal, yo tengo tantas ganas de molerte a golpes ─le gritó Zac antes de tirarlo al suelo y empezar a golpearlo.
Al principio Erick solo intentaba esquivar los golpes de su hermano, pues era verdad lo que le había dicho, no quería golpearlo, no en esa situación, no sabiendo que Zac se encontraba inestable emocionalmente y que necesitaba apoyo más que golpes...o al menos eso intentaba antes de que Zac le diera un puñetazo en la nariz.
En un solo movimiento quedó arriba de Zac y le propinó un golpe en el pómulo izquierdo, seguido de un golpe en el estómago de su hermano, para terminar agarrándolo por el cabello y golpear su cabeza contra el piso. Por favor que quedara inconsciente para parar la pelea.
Cuando Mónica escuchó todo el escándalo fuera de su habitación salió de inmediato, aún tenía una toalla enrollada en su cabello y cuando vio a ambos chicos la ira recorrió su cuerpo entero y, cuando menos lo pensó, los hermanos Abad habían salido volando a distintos extremos del pasillo.
Erick la observó entre horrorizado y sorprendido y Zac intentaba recomponerse del golpe que se había dado contra la pared. Debido al estruendo que causó los cuerpos de los dos chicos contra la pared, Jack y Nicky salieron de su habitación, iban desaliñados y se quedaron sorprendidos a ver a Mónica, aunque esa expresión pudo haber sido de terror.
Los ojos de la pelirroja estaban de un color amarillento, sus manos estaban cerrados en puños y su mirada iba de un castaño a otro y por momentos parecía que sus ojos chispeaban en color rojo.
Después de unos segundos se relajó y justo cuando sus ojos habían vuelto a su color normal llegó la reina juntos con Evan y Cassy.
─ Tranquila ─pidió Erick mientras se levantaba─, todo esto tiene una muy buena explicación...nosotros...
─ Se estaban comportando como un par de animales peleándose a mitad del pasillo ¿Cuál es su problema? ─le preguntó Mónica a gritos.
─ El problema es que tu queridísimo Erick se habla con el rey, es un embustero de lo peor ─murmuró Zac mientras empujaba a Erick, de inmediato dos soldados se acercaron para sostenerlos a ambos y evitar otra pelea.
─ Si yo fuera tú, no hablo mucho ─le reclamó Erick─ ¿Quieres que le recuerde que la entregaste?
─ ¿Tú también? ─le preguntó Mónica a Erick sin poder creerlo.
─ No es lo que piensas, Mónica, hay una buena explicación para esto ─suplicó Erick.
─ Pues necesito que sea muy buena, porque nada explica que le mandes cartas al hombre que me quiere asesinar, no es para nada coherente que hables con el hombre que me quiere ver infeliz el resto de mi vida.
─ Erick, lárgate del castillo ─pidió Zac─, no solo has hecho eso, mirabas a MI chica ─le gritó mientras intentaba golpearlo, pero el soldado que lo tenía sujeto lo impidió.
─ Tú eres otro ─susurró la pelirroja─ ¿Así los criaron sus padres? Porque si así los criaron es una vergüenza, pero si les enseñaron todo lo contrario significa que se estarán retorciendo en su tumba, porque son una basura, ambos...─ siguió hablando la chica mientras sus ojos se llenaban de lágrimas─, quiero que para mañana ya no estén en este lugar y no quiero volver a verlos nunca más en mi vida.
─ No digas eso ─pidió Zac─, hablemos esto y luego tomas tu decisión, pero...
─ Pero nada, Zac ─susurró Mónica mientras se acercaba a él y lo abrazaba─, solo quiero estar bien y si no corto de raíz todo esto, no lo estaré ─susurró en su oído para luego dejar un beso en su cuello.
Ella en serio lo amaba, pero su cabeza y su corazón eran todo un caos, su cerebro le decía que corriera lejos, lo más lejos que pudiera del castaño, le pedía que lo hiciera a un lado y siguiera con su vida, pero su corazón le rogaba que se quedara ahí, entre los brazos del castaño, porque de alguna u otra manera él lograría unir todas sus piezas rotas.
─ Por favor ─suplicó Zac mientras la apretaba contra él─, escúchame, solo por esta vez.
─ No puedo, soldado ─murmuró ella mientras intentaba separarse─, lo siento
─ ¿Soldado? ¿A eso hemos llegado? ¿Soldado? ─preguntó Zac mientras negaba con la cabeza y no la soltaba.
─ Soldado, suélteme ─volvió a pedir la pelirroja.
─ No, enójate con Erick, conmigo no, por favor.
─ Soldado ─murmuró Mónica, pero al final ya no dijo nada, quería quedarse ahí, con él.
Para alegría de Mónica, pues hubieran tachado de bipolar y loca por besar a Zac luego de pelear y para desgracia de Zac, que se había quedado esperando el abrazó de Mónica, un soldado subió corriendo las escaleras y tomó a la reina del brazo.
─ Oscuros ─fue lo único que dijo antes de salir corriendo seguido de la reina de Crissan.
De inmediato varias ventanas fueron brutalmente destrozadas por unas criaturas horrendas, sus ojos eran de un morado oscuro con algunos reflejos blancos en el centro, algunos de ellos tenían alas, otros, grandes garras con las que arañaban la alfombra del pasillo. Las criaturas tenían grandes colmillos de color blanco y sus mejillas estaban totalmente delgadas, tanto que parecía que solo era hueso.
─ Maldición ─susurró Zac mientras colocaba a Mónica detrás de él para protegerla, pero de nada sirvió, ya que esas criaturas altas y encorvadas también estaban detrás de ellos.
─ Zac... ¿Qué son... qué son esas cosas?
─ Yo presentarme princesa, a ti. Misterio nombre mi es, Benjamín rey tu pidió castillo al llevarte Evenia, hagas difícil no.
Jack, Nicky y Evan también se habían quedado congelados en sus lugares, la reina se había llevado a rastras a Cassy para protegerla y había dejado a los demás a su suerte.
Cuando al fin pudieron reaccionar, Nicky y Jack se encerraron en su habitación para intentar escapar por uno de los pasadizos secretos que tenía el castillo, Evan se evaporó de la nada y Mónica y Zac quedaron solos, con todas esas criaturas.
Zac de inmediato tomó a Mónica a la fuerza y la juntó contra una pared, para que él empezara a patear y a usar sus elementos para alejar a algunos oscuros. Mónica ni siquiera era capaz de procesar lo que estaba pasando.
No hasta que vio como dos oscuros tomaron del cuello a Zac y le mostraban las garras con las que intentarían cortarlo a la mitad. En ese momento ella reaccionó.
Con una mano lanzó una ráfaga de viento que quitó a varios oscuros del camino, mientras que con la otra mano levantaba una pared de fuego para que los otros no pudieran pasar, con una simple mirada empezó a ver como los dos oscuros que tenían a Zac se empezaban a ahogar con agua que salía desde su boca, soltando al castaño.
─ Creo que eres tú el que deberá permanecer atrás de mí, Zac ─murmuró Mónica mientras dejaba de hacer lo que estaba haciendo de golpe.
─ O mejor te ayudo a vencerlos
De inmediato Zac tomó agua y viento para empezar a deshacerse de varios oscuros, mientras que Mónica, con el elemento de la tierra, hacía que ramas de los árboles entraran por la ventana y atraparan, mataran y golpearan a gran cantidad de criaturas.
Fue en un momento dado que varios oscuros atraparon a Zac y Mónica volteó a verlos, con esa simple mirada varios de ellos quedaron reducidos en cenizas, liberando a Zac, quien miraba a Mónica sorprendido.
Sus ojos.
Estaban rojos.
En cuanto Mónica observó a Zac sus ojos volvieron a quedar de color azul, ese azul que tanto le gustaba al castaño, pero en ese momento sus ojos estaban más oscuros que de costumbre, y Zac se dio una idea del porqué.
Mónica lanzó a todos los oscuros a las paredes alejándolos de ambos y en ese momento Zac la tomó del brazo y se adentró junto con ella a la habitación de la princesa, tocó la pared por un rato hasta que encontró lo que buscaba, de inmediato se abrió un pasadizo secreto al que obligo a Mónica a entrar. Justo unos segundos después de que se hubieran metido allí la puerta se cerró.
─ ¿Cuál es tu problema, Zac? ─le gritó Mónica a lo que Zac solamente le tapó la boca.
Fue en ese momento que lo escucharon.
Escucharon un grito que les heló la sangre, era un grito desgarrador, como si estuvieran matando a alguien. Como si alguien estuviera dejando en ese grito toda la agonía que tenía por dentro.
Mónica observó a Zac con miedo a lo que el solo negó con la cabeza. Cómo diciéndole que no los iban a encontrar.
Al menos eso era lo que él esperaba.
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