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Capítulo 23

Mónica se mordió el labio inferior e intentó meter una mano a la ducha, el agua estaba muy fría, eso le pasaba por no ser de las primeras en bañarse. Soltó un leve suspiro y luego se metió a la ducha, rogando por no pescar un resfriado.

Después de lo que fueron unos cinco minutos salió del baño con una toalla cubriendo su cuerpo y otra cubriendo su cabeza; empezó a buscar algo que ponerse y al final opto por un conjunto simple, pero lo suficiente abrigado para que le quitara el frío que había ocasionado el agua, ya que quería estar cómoda por si se presentaba alguna situación difícil. Cuando estaba peinando su cabello escuchó como era que alguien llamaba a la puerta, por lo que se asomó.

─ ¿Lista, mi amor? ─preguntó Zac el cual tenía el cabello empapado y una sonrisa de oreja a oreja. Mónica abrió un poco más la puerta de su habitación para que Zac pasara. Detrás de él estaban todos sus amigos, los cuales subían y levantaban las cejas o bien fingían vomitar.

Cuando Zac entró a la habitación, Mónica cerró la puerta y se pudo dar cuenta que Zac cojeaba un poco, por lo cual no pudo evitar hacer una pequeña mueca. Zac se sentó en la cama y pudo apreciar como era que la pelirroja se acercaba a su tocador y terminaba de arreglar su cabello, él sonrió al ver la sonrisa que estaba plasmada en el rostro de Mónica; él había pensado en muchas formas de reconciliarse con su princesa, pero nunca imagino que sería en una celda, él con una herida en la pierna y en un momento en el que casi mueren.

─ Vas tu sólo. Me dijiste que olía a dragón muerto, así que ya no quiero estar contigo.

─ Aunque apestes yo te amo ─susurró el mientras se acercaba a la pelirroja y dejaba besos en su cuello─ te amo mucho, más que a mi propia vida ─murmuró él mientras sentía que la respiración de la pelirroja se aceleraba, de inmediato el mordió el cuello de la pelirroja y luego lo succionó por lo que Mónica soltó un quejido─ Te amo, mi gruñona.

─ ¡Ay! Duele ─murmuró ella mientras acariciaba su cuello.

─ ¿Ya nos vamos? ─preguntó el castaño mientras se acercaba a la puerta.

─ Sí ─susurró ella para luego besar los labios de Zac hasta bajar y empezar a dejar pequeños besos en su garganta y morder el cuello del castaño también─. Ahora sabes lo que se siente ─dijo Mónica mientras pasaba por delante de Zac para salir de su habitación

─ ¡Ay! Sí duele ─se quejó el castaño para luego salir detrás de ella─ ¡Oye, espérame! ─gritó Zac mientras miraba como Mónica giraba en una esquina.

Mónica al girar en la esquina escuchó una conversación que hizo que se molestara en gran medida.

─ ¿Viste a la princesa? ─murmuró un guardia─ Se miraba muy bella cuando salió corriendo de su habitación. ¿Crees que estaba bien?

─ Estaba muy bien ─le contestó otro. Para ese entonces Zac ya había llegado y tenía el ceño fruncido─ Iba directo a ver a su novio. El joven Zac debe ser muy afortunado, con esa mujer, que no haría yo.

─ Además de eso le puede dar una buena posición ¿O crees que solo sea una aventura? Digo, él no es nadie de la realeza y no creo que la aguante por mucho tiempo ─le contestó el anterior haciendo que Mónica abriera mucho la boca debido a la indignación que había sentido.

─ No, señores, no es solo una aventura y tienen razón soy muy afortunado de tener a una chica como ella, y sería aún más afortunado si no escuchara a nadie hablar así de ella si ni siquiera la conocen bien ─regañó Zac mientras se paraba frente a los guardias─, no se habla así de una dama, pero creo que eso ya lo saben muy bien, solo que lo ignoran. Vámonos, Mon─ dijo mientras tomaba la mano de la pelirroja.

Los soldados al ver que la princesa también los había escuchado se pusieron muy nerviosos y solo vieron como era que la futura reina se iba de la mano con aquel castaño, mientras ellos pensaban a que otro lugar podían ir a pedir trabajo. La pareja se fue en silencio durante todo el trayecto, lo que acababan de escuchar les había dejado una gran impresión.

─ Gracias ─murmuró Mónica cuando por fin habían llegado a donde estaban todos los animales─, por defenderme.

─ Por ti haría muchas cosas y lo sabes, vamos a elegir un caballo ─dijo Zac y luego le dio un rápido beso a la pelirroja.

─No iremos a caballo, mi chico enmascarado─ informó la pelirroja mientras reía─. Iremos en grifo.

─ ¿Estás loca? Sí, definitivamente lo estás, no pienso subirme a una de esas cosas, volar es de esas cosas con... alas, los humanos no debemos volar ─se excusó Zac mientras señalaba un grifo.

─ Pero si son preciosos ─lo molestó ella mientras acariciaba al grifo que Zac había señalado y le empezaba a hacer mimos.

─ Mira, si es por decirte fea, no fue mi intención ─respondió arrepentido Zac.

─ No me dijiste fea ─dijo Mónica mientras recordaba todo lo que él había dicho.

─ ¿Ah no? Pues lo eres ─se burló Zac.

─ Súbete al grifo.

─ Perdón.

─ Arriba.

─ Amor, no.

─ Apúrate.

─ Eres preciosa y perfecta, vamos en caballo, también te amo, recuerda muy bien que te amo.

─ No seas cobarde y súbete de una vez, si no quieres entonces iré sola.

─ Ya voy, amor.

Zac se rascó la nuca y luego se subió al grifo, después de él se subió Mónica y besó su cuello, este sonrió y luego el grifo comenzó a volar, Mónica ayudaba a Zac a dirigirlo, este por su parte solo reía cada vez que lograba hacer algo nuevo. Ya no le parecía tan descabellado eso de volar.

Después de un largo rato ambos llegaron a la cabaña y descendieron del grifo.

─ Lindo ─murmuró Mónica.

─ ¿Si, amor? ─preguntó Zac.

─ No te hablo a ti ─dijo Mónica mientras rodaba los ojos, luego se acercó al grifo─. Lindo, vuelve al castillo, si no llegamos mañana intentas hacer algo para que vengan a buscarnos ¿Está bien? ─el grifo asintió levemente y luego se fue volando de aquel lugar.

─ Ese grifo me quiere quitar a mi chica ─murmuró Zac, al mismo tiempo que recibía un golpe en el brazo─ ¿Y ahora que hice? ─preguntó mientras acariciaba el lugar donde Mónica lo había golpeado.

─ No soy de nadie, soy mía, de nadie más ─le advirtió ella.

─ Entendido ─susurró Zac─. Maldita gruñona─ dijo para él mismo.

─ ¡Te escuché! ─gritó Mónica mientras entraba a la cabaña.

─ Te amo ─gritó él también mientras iba tras la chica. Dentro de la cabaña Zac abrazó a Mónica por la espalda y empezó a dejar varios besos regados por su cuello─. Mi amor, ahora que me acuerdo, tengo que explicarte lo que pasó el día de la traición.

─ No quiero hablar de eso ─murmuró Mónica mientras lo miraba a los ojos─. Estamos bien ahora, no quiero volver a escuchar del tema, hay que dejarlo, así como está ─luego de eso ella le dio un beso a Zac el cual el correspondió, sus labios encajaban como un rompecabezas y por eso es que ambos sabían que de alguna u otra forma estaban destinados, pero nunca se atrevían a decirlo en voz alta─, extrañé tus besos.

─ Y yo los tuyos ─respondió Zac antes de volver a juntar sus labios en un tierno beso, luego de un rato el castaño levantó a la princesa e hizo que esta enrollara sus piernas en su cintura, así que él la llevó cargada hasta el sillón y la recostó en este mientras se ponía sobre ella, sin dejar de besarla un solo segundo.

─ Quedémonos esta noche aquí, solos, tú y yo ─murmuró Zac mientras besaba el cuello de la pelirroja logrando que ella soltara un pequeño jadeo.

¿Qué le había preguntado?

Ah...sí, que se quedaran.

─ Solo esta noche ─confirmó ella mientras sentía que las manos de Zac iban más allá de su cintura─ Creo que voy a cambiarme, te sugiero que hagas lo mismo para estar más cómodos ─luego de eso ella se quitó a Zac de encima, se levanto del sillón y luego volvió a besar a Zac.

Esa vez fue Zac quien quedó sentado en el sillón mientras Mónica estaba a horcajadas sobre él, compartiendo un lindo y tierno beso.

Cuando ese beso terminó, la pelirroja volvió a levantarse y esa vez, sí desapareció por las escaleras de la cabaña. 

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