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Capítulo 22

Cuando Mónica escuchó el sonido de la puerta cerrándose levantó el rostro y se le quedó viendo a Zac por algunos segundos.

─ ¿Eres un tonto? Pensé que estabas muerto, cuando no te vi en la enfermería por un segundo pensé...Zac... yo... Me sentí ─empezó a hablar Mónica muy enojada, pero esto paró cuando su voz se quebró.

─ Linda, si no estaba en la enfermería era porque estaba mejor, estaba bien como para venir a mi habitación a descansar ¿No pensaste en eso? ─murmuró Zac mientras limpiaba las lágrimas de la pelirroja.

─ Al parecer todos ustedes tienen definiciones muy distintas a las mías ─susurró la pelirroja, luego frunció el sueño─ ¡Oye! Tú estabas mucho peor que yo ¿Cómo es que mejoraste antes? ─atacó Mónica

─Las mías fueros heridas superficiales, lo único grave que tenía era la herida de la espada que el idiota de Erick me clavó, según él para "Disimular", me pregunto por que no solo me golpeo, pero ahora estoy cojo y...─ hablaba el castaño muy molesto, pero al ver a la pelirroja paró unos segundos y luego continuó─ No me preguntaste eso, lo único grave es la pierna, pero ya se curará, en cambio tus daños fueron internos, la sustancia que te dio el rey casi te mata, ni siquiera estábamos seguros si llegarías a despertar, a eso súmale el esfuerzo que hiciste en traerme aquí, lo llevaste al límite, amor ─le explicó Zac mientras acariciaba el abdomen de la pelirroja.

─ Pero el médico habló de un trauma ─mencionó la pelirroja mientras acariciaba los brazos de Zac.

─ El médico piensa que se puede tratar de un trauma que se le puede presentar a cada uno de nosotros, Mónica, como el miedo a la muerte o el miedo a la muerte de alguien cercano. La que más nos preocupa eres tú. Sé que incluso tú eres consciente de que no sabes controlar tus emociones, Mon, eres un poco inestable en ese sentido y, la verdad, algo como todo lo que pasó, las palabras del rey y...lo demás no es algo leve, una vez ese hombre te mantuvo cautiva y no fue para nada amable, que te haya atrapado de nuevo... no parece algo que puedas arreglar tú sola.

─ Lo sé, Zac, pero...en serio me puse mal, ¿Sabes que te amo? Te lo dije en la celda y la idea de perderte es la que más me hace daño ─murmuró la pelirroja mientras miraba a Zac con una expresión, que cualquiera podía afirmar, que era una expresión de amor profundo.

─ Lo sé, tus ojeras te delatan, y yo también te amo, mi pelirroja gruñona ─agregó Zac con diversión─ ¿Recuperaste tu elemento? ─preguntó a lo que Mónica hizo que, un poco de agua que se encontraba en la mesa de noche de Zac, le cayera en la cara─ ¡Que graciosa! ─dijo este de manera sarcástica.

─ ¿Y tú? Me dolió cuando me lo inhabilitaron, no quiero ni pensar lo que sufrieron ustedes ─ante esto ella sintió una fuerte corriente de viento la cual la despeinó por completo y abrió las puertas del armario de Zac, la misma corriente sacó unas rosas que fueron a parar en el regazo de la pelirroja─ ¿Qué es esto? ─le preguntó al castaño, quien solo atinó a sonreír. Mónica vio las rosas y se dio cuenta que traían una nota─ No puedo─ susurró ella con vergüenza─, no puedo ver las letras ─luego sonrió apenada mientras miraba a Zac─ No sé en donde están mis lentes de contacto y no veo nada sin ellos.

Zac frunció el ceño y luego se inclinó para buscar algo en uno de los compartimientos que tenía su mesita de noche. Al ver lo que tenía en sus manos Mónica negó varias veces.

─ Ni loca, nunca los usé, digo solo para emergencias, pero...

─ Póntelos ─interrumpió Zac.

─ Zac, me miro horrible con ellos, mejor léeme la nota ─se negó ella.

─ Si es una nota es para que la leas ─explicó el castaño─, póntelos.

─ No, en Evenia y en Crissan nadie usa anteojos y yo sería una inadaptada. Zac, no.

─ Sólo te veré yo, luego te los quitas si quieres─ Luego de eso él la besó─, vamos, una cosa te pido.

─ Te odio ─murmuró la pelirroja mientras tomaba los anteojos para luego tomar la nota. Esta decía en letra cursiva:

Siento que esto de las notas nos pertenece ¿Sabes? Es como nuestro sello permanente. Se me hace más fácil escribirlo que decirlo, cuando te miro es como si todas las palabras se me olvidaran y solo pienso en decirte lo bella que eres, además de lo mucho que te amo, así que, cuando quiero decir algo que seguro sé que me pondrá muy nervioso al decírtelo cara a cara, mejor lo escribo.

Mon, mi amor, sé que todos lo dicen todo el tiempo, pero aún no es oficial o algo de lo que hayamos hablado y, sinceramente, no pienso seguir esperando más tiempo para aclarar esta situación, así que, con esperanza de que la respuesta no sea negativa, te pregunto, ¿Quieres ser mi novia y hacerlo lo nuestro oficial?

Ella levantó la vista con los ojos llenos de lágrimas. Ese era su Zac, el chico que le escribía cartas bonitas y no tenía miedo en expresarse con ella.

Estaba muy segura de la respuesta que iba a darle.

Pero antes de contestar, se le vino a la mente algo totalmente importante y se le olvidó lo demás. En ese momento no puedo evitar distraerse y olvidar la carta que había leído segundos atrás.

─ Zac ¿Dónde está la daga de mi padre? Por que la que le diste al rey no era la original.

─No me has contestado.

─Una cosa a la vez, Zac, primero la daga de mi padre.

─ Te ves preciosa con anteojos ─al escuchar eso la pelirroja se los quitó.

─ La daga de mi padre, Zacarías.

─No me llames así, no me gusta, que fastidio ─luego de decir eso él suspiro─, está en la cabaña, igual que muchas de mis cosas.

─ ¿Qué esperas? ─preguntó la pelirroja.

─ ¿Para besarte?

─ Para levantarte, cambiarte, ducharte, arreglarte y acompañarme a la cabaña ─dijo Mónica mientras se levantaba.

─ La que necesita una buena ducha eres tú, sucia, además, no piensas ir así ¿Cierto? ─reclamó Zac mientras miraba como Mónica se acercaba a su armario.

─ Claro que no, me pondré una de tus camisas y luego iré a cambiarme a mi habitación, ¿Cuál crees que me cubra más? ─ preguntó la pelirroja mientras le mostraba al castaño una camisa negra con cuello en V y otra de botones color azul.

─ Ninguna, ahora vuelve a la cama, otro día buscamos la daga. Hoy debes dejar que te mime.

─ Zac.

─ Mónica.

─ Hablo en serio.

─La azul me queda grande a mi así que supongo que te ha de quedar enorme a ti.

─ Gracias por recordarme mi baja estatura─ reclamó la pelirroja mientras se colocaba la camisa y se abrochaba los botones.

─ Para eso estoy cielo─ dijo Zac mientras le guiñaba un ojo─ para recordarte tu baja estatura, que necesitas anteojos, que eres gruñona y... ¡ah! Que cuando no te duchas, apestas a dragón muerto.

─ ¿Por qué me fijé en ti? ─preguntó la pelirroja rodando los ojos cuando iba a salir por la puerta.

─ No se si te acuerdas, pero me hirieron la pierna, corazón, y te fijaste en mi porque si no te quedas sola, nadie te soporta más que tu servidor

─ Me fijé en ti por eres asombroso, hombres hay muchos, pero Abad ─"Hay dos" murmuró Zac─ Zacarías Abad solo hay uno y es mío─ murmuró ella mientras se acercaba para besar a Zac─. Y ya puedes caminar, la medicina que te han puesto seguro funcionó.

Luego de eso Mónica salió por la puerta de la habitación de Zac para dirigirse a la suya. En el camino se encontró a todos sus amigos los cuales la esperaban con una sonrisa en la cara.

─ Tienes la camisa de Zac ¿Qué tanto hicieron? ─se burló Jack haciendo que las manos de la pelirroja aplastaran su rostro, apretándole las mejillas.

─Solo te diré que estoy de buen humor y que Zac me prestó su camisa para que nadie me viera, por cierto, vamos a salir hoy en la tarde y no me pidan explicaciones por que no se las voy a dar─ soltó la pelirroja con una sonrisa de oreja a oreja para luego empezar a alejarse.

─ Si es niño se llamará Jackie Junior y si es niña se llamará Lauren ─gritó Jack.

─Si es niño se llamará Erick, idiota, si es niña, Erica ─escuchó la voz de Erick antes de entrar a su habitación.

─ ¡Ay Zac! Me vuelves loca en todos los sentidos posibles ─suspiró ella mientras se tiraba sobre la cama. Luego de eso se olió a sí misma.

Sí. Necesitaba una buena ducha.



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