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Capítulo 18

— Despierten, el rey los quiere en su despacho dentro de quince minutos, coman, vístanse y hagan lo que tengan que hacer mientras tanto, si hay algo que el rey odia es la impuntualidad —exclamó un soldado golpeando las rejas de la celda donde se encontraban aquellos dos jóvenes.

— Vete al demonio —murmuró Mónica con voz somnolienta mientras se volteaba hacia Zac, dándole la espalda al soldado.

— Como quieras, de igual manera, tengo muy buena vista desde aquí princesa, que bueno que decidiste usar pantalón, una tan ajustado para ser exactos —se burló el soldado para luego echarse a reír. No tenía nada mejor que hacer que molestar a una princesa.

— Vuelvo a escuchar que dices eso de mi novia y juro que no sales vivo, jodido idiota —murmuró Zac mientras abrazaba más a Mónica y la pegaba a su cuerpo.

— Bueno, pues si no quieres que de estar hablando pase a hacerle algo a tu novia, levántate — terminó el soldado y luego se fue del lugar.

Mónica se sentó en el catre restregando sus ojos con una mano y volvió a ponerse la capucha, la cuál habían usado como manta en la noche. Zac fue el siguiente en levantarse y soltó un gran bostezo, luego besó la mejilla de la pelirroja y apoyó su barbilla en el hombro de su amada.

— ¿Cómo dormiste? —preguntó el castaño.

— Mal, me duele la espalda y estoy segura que al no descansar bien pronto me dará jaqueca, pero fue lindo dormir contigo —respondió la pelirroja a lo que el chico se limitó a reír por lo bajo y a morder su lado inferior.

— ¿Sabes? El rey se equivocó —le susurró Zac y besó el lóbulo de su oreja.

— Dime algo que sea nuevo, Zac —contestó la pelirroja a lo que Zac la vio de manera severa—, lo siento —se disculpó mientras reía— ¿En que se equivocó, corazón?

—Vas a ser una gran reina, que seas una chica tan joven no significa que no puedas hacerlo, de echo siempre he pensado que eres más fuerte que cualquier otra persona que haya conocido, Mon, siento que eres el inicio de un cambio que de seguro marcara la historia de Evenia, no me preguntes como lo sé, solo lo intuyo, comprendo que podrías ganar batallas tu sola...—empezó Zac mientras acariciaba la mejilla de Mónica quien lo miraba con dulzura— por eso tengo miedo, sé que puedes sola, sé que no me necesitas, por eso tengo tanto miedo de perderte, porque yo si te necesito y te necesitaré siempre.

— Zac, no me vas a perder amor, estoy aquí ¿Ves? No iré a ningún lado. Además, incluso el guerrero más fuerte necesita apoyo en algún momento.

— Eres como el elemento sorpresa de cada batalla —susurró el castaño

— El elemento sorpresa... —repitió Mónica con cierta burla— el elemento... —exclamó esta vez en serio— soy una idiota, tengo mi elemento, podemos salir de aquí —le informó al castaño.

Lo que había dicho la pelirroja no era una mentira totalmente, fue una tonta al no haber pensado que podía utilizar todas las habilidades que poseía, pero se defendió a sí misma pensando que no era común que ella usara sus elementos, era algo completamente normal que se le hubiera olvidado en ese momento.

... hace mucho frío aquí, y el invierno se acerca...

Mónica no podía soportar temperaturas muy bajas debido a que uno de sus elementos era el fuego...

...se lo decía a ella, no a ti...

Erick había intentado ayudarlos mencionando uno de los elementos que Mónica tenía, mencionándolo de una manera muy poco clara, para ser concretos.

— Úsalo —animó Zac mientras miraba como Mónica se ponía de espaldas a la reja, ignorando los pensamientos que Mónica estaba teniendo. Erick les había advertido—, vámonos de aquí de una vez por todas.

— Sí, en eso...—empezó a hablar Mónica con lentitud hasta que sintió un fuerte pinchazo en su cuello y luego un líquido recorriendo su vena, Zac solo observó horrorizado como era que un soldado le había inyectado una sustancia de color amarilla— hijo de... ¿Qué fue eso? —preguntó Mónica mientras acariciaba el lugar donde la habían inyectado, había empezado a doler un poco.

— ¿Qué le hiciste? —indagó Zac furioso mientras cojeaba hacía Mónica y la revisaba.

— Nada que tú y tus amigos no hayan hecho, así que supongo que no es tan malo después de todo —respondió aquel soldado.

— ¿A qué te refieres? —murmuró Mónica, la cuál tenía dolor de cabeza, se sentía débil y estaba sudando en frío.

— Que el rey se los explique, los quiere en su despacho ahora, ya pasaron los quince minutos que él les concedió —informó el soldado.

— No iremos, no con Mónica así —respondió Zac demasiado nervioso al ver el estado de la chica.

— Llévenlos ante el rey —ordenó el soldado a otros, dos personas tomaron a Mónica, la cuál estaba realmente débil, y otros dos tomaron a Zac, el cuál forcejeaba para escapar, pero no logró nada debido a que tampoco se encontraba en las mejores condiciones.

Llegaron al despacho del rey y para ese momento, Mónica ya había recobrado un poco de fuerza, aunque se seguía sintiendo igual de mal.

— ¿Qué le hicieron? —murmuró Zac mientras fulminaba a su hermano, a Alex y al rey con la mirada.

— ¿Recuerdas la noche que Mónica se iba a entregar por todos ustedes? Bueno, por ti, dudo mucho que los demás le importen; bueno, ese día tú le serviste un vaso de jugo, en el cuál, tú y tus amigos habían agregado un polvito que inhabilita sus elementos, bueno, nosotros hicimos lo mismo, solo que le inyectamos el polvo en forma líquida y pura, al parecer su cuerpo reaccionó mal —explicó el rey.

— Eres un hijo de perra —murmuró Mónica.

─ No insultes a tu abuela, Mónica ─regañó el monarca con una chispa de diversión.

— Llévenla a descansar, no se siente bien— rogó el castaño, pero le hicieron caso omiso—, bueno ¿Es que son idiotas? Les digo que ella no se siente bien, llevarla a la enfermería ya— gritó Zac, fue así como Alex se le acercó y le propinó un golpe en el pómulo izquierdo y otro en su mandíbula, iba a seguir dando golpes cuando escuchó el grito de Mónica

— Ya, no lo lastimes, por favor, no le hagas daño a Zac —gritó y suplicó Mónica.

— ¿Te importa mucho? —preguntó el rey mientras se acercaba a la pelirroja.

— Ya no lo lastimes, me quieres a mi, no a él— suplicó Mónica─, ni siquiera entiendo porque necesitabas dejarme en este estado, sabes muy bien que con obligarme a tomar el líquido era más que suficiente.

─ Es que ahora también lo necesito a él, Mónica ─susurró Benjamín y luego se volteó hacia donde estaba Alex─, Alex, porque no vas a ver como están entrenando los de la Guardia Eveniana, necesito saber que están ejercitándose bien.

─ ¿Bromeas? No quiero perderme cuando hagas que Mónica y Zac...

─ No voy a discutir esto contigo, Alex, largo, ahora ─ordenó el rey con voz severa, logrando que el rubio esbozara un gesto de desagrado y se fuera a regañadientes del lugar─, es un buen muchacho, muy fiel, de hecho, la mascota que nunca tuve...

Mónica, Erick y Zac se quedaron muy confundidos ante lo que el rey estaba diciendo, se suponía que Alex era su mano derecha ¿Por qué estaba hablando de él de esa manera?

─...lastimosamente es muy tonto y no es que me sirva de mucho en estos momentos, sigue creyendo que planeo casarte con él, Mónica, que tontería.

─ ¿No es eso lo que querías hacer?

─ Durante un tiempo, sobrina, todos cometemos errores, pero luego me di cuenta de que la mejor forma de llegar a algo contigo era negociando, darte lo que querías y obtener, a cambio, lo que yo quiero.

─ ¿Negociar? ¿Contigo? ¿Cuál crees que sería la razón por la que lo haría?

─ Por él ─susurró el rey mientras señalaba con la cabeza a Zac─, Mónica, ahora entiendo que Zac es algo clave en todo esto.

─ Está enloqueciendo ─susurró Zac.

─ Mónica, yo te ofrezco que gobiernes como tú quieras, crea nuevas leyes, despide a todas las personas que trabajan en el castillo y contrata a otras si eso es lo que quieres, trae a tus amigos y ponlos en cargos altos, incluso te ofrezco un matrimonio normal con el hombre al que amas con tanta pasión.

─ ¿A cambio de qué?

─ A cambio de que no le devuelvas los elementos a ninguno de los evenianos y que me ayudes a recuperar algo que perdí hace algunos años.

─ ¿Solo eso? ─preguntó Mónica incrédula ante lo que el rey le estaba ofreciendo.

─ Como garantía podrían deshacerse de Sarah Rawson, pero eso no es tan importante.

─ ¿Deshacernos de la reina de Crissan? ─preguntó Zac mientras fruncía el ceño─ ¿Por qué crees que dañaríamos a una de las personas que nos ha dado la mano durante todo este tiempo?

─ Porque es una víbora.

─ ¿Qué intentas hacer, Benjamín? ─preguntó Mónica mientras miraba de soslayo a Erick, quien parecía no tener idea de lo que estaba pasando.

─ Se suponía que ibas a llamarme tío Ben, al menos según Charlie ─murmuró el monarca mientras negaba con la cabeza─, no soy tu enemigo, Mónica, tu enemigo es esa reina que traicionó la confianza de tus padres, tu enemigo es el pueblo que mató a tus padres, el mismo pueblo que me catalogó como un demonio y el mismo pueblo que en cualquier manera te dará la espalda y te llamará demonio a ti también.

─ Y a todo eso ¿Por qué se supone que me dejaste en este estado? ─preguntó Mónica mientras intentaba calmar las náuseas que sentía.

─ Porque es la única manera en la que me escucharás. Además, cuando me demuestres algo de lo que estoy completamente seguro, necesito que estés débil.

─ Púdrete ─escupió Mónica, ni siquiera sabía porque había escuchado todas las tonterías que había dicho el rey.

No es tu enemigo, Mónica.

— Dame la daga de Charles —ordenó el rey mientras su rostro se ensombrecía. Él en serio había intentado ser amable.

— No... no la tengo —susurró Mónica con un poco de miedo al ver la reacción de Benjamín.

— ¿Segura? —preguntó el rey y se acercó a Zac, para propinarle un golpe que lo hizo caer al piso, luego de ellos le dio una patada en la costilla al castaño, el cual solo atinó a gemir de dolor.

— ¡No lo tengo, te lo juro! —gritó Mónica— Te lo juro no lo tengo, déjalo en paz.

El rey siguió golpeando a Zac, haciendo que manchas color carmín aparecieran en su piel, pequeños moretones se veían en la piel del castaño, le daba fuertes puñetazos en el rostro y pateaba el tórax del castaño cada que tenía oportunidad.

Tendría que ser por las malas.

— Te lo juro no la tengo —sollozó la pelirroja— déjalo en paz, el no tiene nada que ver en esto, me quieres a mí, no a él, ya no lo lastimes —de reojo la pelirroja pudo ver como Erick intentaba sonreír ante lo que el rey le hacía a su hermano, pero solo podía esbozar una mueca.

— Voy por algo de comer ¿Quieren algo? —preguntó Erick, pero todos lo ignoraron— Bien, ahora vuelvo— luego de eso salió de la habitación con mucha prisa.

— Dame la daga, Mónica, dámela, tú la tienes, no quería hacer esto, pero es la única manera en la que obedeces —dijo el rey para luego arrojar a Zac contra una ventana, haciendo que esta se rompiera en pequeños pedazos.

— Está bien, tú ganas —gritó Mónica llorando— Te le voy a dar, pero ya no lo lastimes— en ese momento los soldados que tenían sujeta a Mónica la soltaron, ella corrió hacía Zac y lo abrazó fuertemente— Zac, amor reacciona.

— Es un hijo de perra— murmuró Zac—, no le des la daga, no se la des, Mónica.

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