Capítulo 14
Aquel salón estaba cubierto por una ligera capa de polvo, dentro de él había un laberinto de estantes, cada estante contenía un frasco, que contaba con una etiqueta. La pelirroja de inmediato supo que cada etiqueta contenía el nombre de el ex dueño del elemento que cada frasco poseía.
— Busquen sus nombres, yo buscaré el de Jack ─ordenó la pelirroja mientras se adentraba en aquel laberinto —Recuerden, pase lo que pase van a correr, sin importar si alguien se queda atrás, lo que más importa es salvar sus elementos, si no son lo suficientemente rápidos para escapar escóndanse, esto es como jugar escondite, con la excepción de que si los encuentran mueren.
— No soy bueno en los deportes.
— El escondite no es un deporte.
—Bueno, entonces soy malo en los deportes y en el escondite —respondió Samuel con una mueca.
La pelirroja solo se conformó con rodar los ojos, esos chicos eran tan buenos en batalla que se le hacía imposible creer que Samuel no era bueno en los deportes. Empezó a buscar en aquellos estantes, notó que estaban ordenados por elemento, edad, orden alfabético del apellido y por familias. En ese instante se dio cuenta que estaba en el estante donde se encontraban los Abad, vio que había cuatro frascos.
Melissa Abad (madre de familia). George Abad (padre de familia).
Zacarías Abad (segundo hijo, forajido, Zac).
Sabrina Abad (última hija).
Mónica se quedó viendo aquellos cuatro frascos un momento, si no mal recordaba, Zac le había dicho que tenía un hermano. En ese momento pensó que tal vez mataron a su hermano antes de quitarle su elemento lo cual la entristeció un poco por Zac. Los chicos se asomaron y se acercaron a ella, para que no la descubrieran tomó una postura seria y carraspeó la garganta antes de hablar.
— Zac, creo que encontré tu elemento.
Zac se acercó y cuando vio los cuatro frascos se quedó congelado, luego tomó tres de esos frascos y los estrelló contra la pared, se escuchó el cristal rompiéndose en pequeños pedazos y de inmediato pequeñas ráfagas de viento salieron de esos frascos, al igual que unas gotas de agua.
— Zac, ¿Qué hiciste? —preguntó Xavier.
— Mis padres y mi hermana ya no necesitan su elemento —murmuró y luego tomó el frasco con su nombre, lo guardo en la bolsa que llevaban y siguió caminando—, sigamos buscando ¿Quieren? —después de eso se escucharon varios golpes en la puerta.
— ¿Quién esta ahí adentro? —preguntó una voz haciendo que Zac se quedara congelado— Abra la puerta.
— Lucas, Xavier, muevan el estante vacío que esta en la derecha, bloqueen la puerta; Peter y Samuel, busquen otra salida y Mónica, ayúdame a encontrar los elementos de Peter, Samuel y Jack —Zac mientras empezaba a caminar.
Todos hicieron lo que Zac les había ordenado, Mónica encontró el elemento de Peter, Zac el de Samuel, y luego encontraron el de Jack, cuando volvieron con el resto de los chicos se dieron cuenta de que el estante ya estaba frente a la puerta, bloqueando el paso. El soldado que se encontraba del otro lado de la puerta golpeaba con más insistencia cada vez; los chicos aún no encontraban una salida ya que las ventanas tenían barrotes de hierro que les impedían el paso.
─ Apártense, voy a usar mi elemento para derretir los barrotes al menos lo suficiente para que uno de ustedes lo quite ─informó Mónica.
─ Mónica, es acero, si lo tocamos y esta caliente nos lastimamos las manos —alegó Lucas.
— Empieza a hacerlo Mónica —dijo Zac el cual tenía un gran pedazo de tela alrededor de la mano.
Mónica centró el calor de su elemento en uno de los barrotes y Zac lo quitó lo más rápido que pudo con ayuda del pedazo de tela. El acero cayó haciendo un gran estruendo al tocar el piso.
— Está muy caliente, el calor logró traspasar la tela, no me quemó, pero esta caliente —se quejó Zac mientras agitaba la mano.
— ¿Puedes...? ─empezó a hablar Mónica preocupada, pero Zac la interrumpió.
— Apúrate, antes de que vengan más soldados.
Mónica siguió calentando los barrotes y Zac los arrancaba rápido, cuando ya solo faltaba un barrote la tela se quemó y se escucharon varios soldados intentando abrir la puerta. Mónica hizo lo mismo con el último y Zac lo quitó con su mano, la cual quedó con una gran marca en toda la palma de la mano, que hizo que Zac soltara un sonoro quejido de dolor. Luego de eso dos de los chicos golpearon el vidrio con fuerza para que este se rompiera. Peter fue el primero en salir por la ventana y cayó en uno de los techos del castillo, luego salió Samuel, seguido de Lucas y Xavier.
— ¿Te sientes bien? —preguntó Mónica con preocupación evidente.
— Vámonos —dijo Zac mientras besaba la mano de Mónica, intentó ignorar el dolor en su mano— Ya tenemos lo que necesitamos. Luego nos ocuparemos de esto.
En ese momento la puerta se abrió y varios soldados entraron al lugar, al frente de todos ellos había un chico muy parecido a Zac, los mismos ojos castaños, el cabello despeinado, pero a diferencia de Zac, él tenía barba.
— Erick —dijo Zac entre dientes.
— Idiota —le contestó el chico refiriéndose a Zac— cuñadita —murmuró mientras le hacía una reverencia a Mónica.
— Corre —le ordenó Zac a Mónica mientras ambos salían por la ventana, el camino se le dificultó un poco al castaño, ya que la mano le ardía y su cabeza estaba en otra parte. — Déjame acá, los chicos están allá arriba— dijo señalando una de las áreas del castillo—, yo no voy a poder escalar hasta allá.
— No me voy a ir sin ti— murmuró Mónica.
─ Ordenaste que si alguno de nosotros se quedaba atrás no debíamos esperarlo, debíamos seguir.
─ Sí, sé lo que dije, pero eso no aplica a ti ¿Entendido? Yo no dejo a los que amo atrás. Nunca.
Zac asintió y luego ambos subieron hasta llegar a donde estaban los chicos, los cuales ayudaron a subir a Zac y le dieron un poco de agua a Mónica, debido al esfuerzo que había hecho para ayudar a Zac a subir hasta ese lugar. Estaban en un lugar demasiado alto y no había escapatoria, en cuestión de segundos se vieron rodeados por varios soldados y frente a ellos apareció el rey.
— Hace un año estaba desesperado por encontrar a los seis forajidos, de saber que ellos vendrían hacía mí un año después, no me hubiera estresado tanto. Son algo tontos —dijo el rey, tras de él estaba el "prometido" de la pelirroja y el chico que había llamado cuñada a Mónica.
— Hola, mi amor —saludó Alex a Mónica.
— Hola hermanito —saludó de igual manera el tal Erick a Zac.
— Pensé que a estas alturas odiarías a estos chicos, pero veo que los perdonaste y que Zac sigue siendo tu amante bandido —se mofó el rey mientras miraba a Mónica con cierta burla.
— Me traicionaron por su libertad, nunca supe de una persona que cayera tan bajo, se supone que, si quieres a una persona, no la cambias por dinero, no los he perdonado, pero, así como tú necesitas aliados, yo también —declaró Mónica mientras mantenía la mirada fija en el rey.
— Yo nunca te traicionaría, mi amor —pronunció Alex mientras reía.
— Le vuelves a decir mi amor y te juro que mañana amaneces muerto —amenazó Zac mientras intentaba acercarse para golpearlo, pero Peter y Lucas lo sostuvieron. Él rey solo sonrió y siguió hablando con la pelirroja.
— Mucha razón, su libertad a cambio de la tuya fue un motivo muy bajo, la gente debería entender que el poder y el dinero no se comparan en nada al amor que una persona les puede ofrecer, pero ellos son igual al resto, unos ambiciosos que no saben que tienen tu cariño —musitó Benjamín mientras sonreía
— ¡Sabes muy bien que no tuvimos otra opción, que no fue por eso, sabes que todo lo que le dices a Mónica es una mentira! —gritó Xavier mientras señalaba al rey. Era un mentiroso de lo peor.
— Zac, hermanito ¿Este es tu nuevo mejor amigo? Nunca supiste elegir bien — cantó Erick.
— Basta, después hablaremos de eso, captúrenlos y llévenlos a una celda —ordenó el rey—. Por cierto, dejen a Mónica y a Zac en celdas separadas, no quiero que mi hijo, mi querido Alex, sufra una traición por parte de estos despreciables amantes.
En ese momento Zac visualizo a Jack y a Evan esperando abajo, Jack señalaba a Mónica, así que les lanzó una mirada a sus amigos, los cuales entendieron de inmediato e intentaron enfrentar al grupo de soldados que tenían al frente, Zac tomó a Mónica en brazos.
— Te amo —susurró y besó los labios de Mónica luego la lanzó con toda la fuerza que le quedaba, Evan se convirtió en un gran grifo y atrapó a Mónica en el aire, para que luego ambos bajaran a tierra y Jack jalara de la mano a Mónica para levársela corriendo. Antes de irse, la pelirroja solo pudo ver como Erick insertaba una espada en la pierna de Zac, el cuál gritó haciendo muecas de dolor.
Y aún así, en lo único que ella pensó, fue que no había dado una respuesta a las palabras que Zac le había dicho.
Yo también te amo, resonó en la mente de la pelirroja, mientras perdía de vista a sus amigos, se subía a un caballo y se iba camino a Crissan.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro