Capítulo 9
Magnolia, 1593
-Creo qué ya nos vamos...- dijo Arely levantándose de la silla, seguida por Christian.
-¿Tan rápido? Tu herida se puede abrir- la anciana entró con una olla de sopa.
Arely la miró confundida. Tenía miedo qué Anna se hubiera lastimado. Pero sentía más curiosidad por saber cómo la anciana conocía a Anna.
Christian estaba aún más confundido qué Arely. No entendía porqué la repentina confianza entre la anciana y su amiga. No entendía porqué la anciana actuaba cómo si quisiera saber más sobre su amiga.
-Hablando de eso- siguió la anciana -Ven, te voy a limpiar la herida.
-¡No!- se apresuró a decir Arely -Ya la he limpiado.
Ella sentía qué su conciencia se ensuciaba cada vez más y más. No era algo usual de ella mentir. Pero las mentiras estaban ayudando a muchas personas, estaba ayudando a Anna a no ser descubierta. Arely no podía imaginar lo qué la reina podía ser capaz de hacer si se enterara qué alguien más se está haciendo pasar por su hija.
¿Pero ella lo descubriría? Probablemente no, pues no conocía del todo a su hija. La reina no sabía si le gustaba el melón o la sandía, no sabía sus gustos por la vestimenta, no sabía nada. Pero si alguien más se daba cuenta de qué hay otra persona en lugar de la princesa iría a decirle a la reina, y ella haría hasta lo imposible por saber si esa chica es la princesa.
-Bueno, entonces, siéntense. Tienen qué comer algo. De seguro han jugado mucho.
-Si...- dijo nerviosa Arely volviéndose a sentar al lado de Christian.
-Hice tu sopa favorita.
La anciana les sirvió sopa en sus platos con un poco de pan y Christian empezó a devorar todo. A comparación de Christian, Arely no pudo evitar hacer una mueca de asco.
Ella era vegetariana, y la sopa era de cerdo, pero se obligo a si misma a comerla. Porqué al parecer, Anna había comido de esa sopa, y sería raro qué de la noche a la mañana a ella le dejara de gustar su sopa favorita.
-¿No tienes hambre?- le preguntó Christian con la boca llena de pan. Arely negó -¿Por qué? No hemos comido nada en... ¡Auch!- se quejó por la patada qué le dio Arely por debajo de la mesa.
-Lo qué él quiere decir es qué no comimos nada desde hace un rato. Te compré fruta ¿No lo recuerdas?
Arely le advirtió con la mirada a Christian qué cuidara sus palabras. Raramente, Christian había olvidado qué estaban enfrente de una total desconocida.
Arely no lo sabía, pero la anciana actuaba similar qué la abuela de Christian. He ahí la razón por la qué Christian no actuó del todo tímido con la anciana, incluso, la anciana se había ganado su confianza sin haberlo conocido. E incluso, se había ganado un poco de la confianza de Anna.
-Me ha pegado.- se quejó viendo a la anciana.
-¿Acaso eres una peleadora? Si lo vuelves a hacer ya verás cómo te va.- Christian volteó a verla burlona mientras le sacaba la lengua, sacándole a Arely una sonrisa.
Él le hacía recordar a su mejor amigo, John. Tenían tanto en común, pero su personalidad no era la misma.
Si, tal vez John era un poco burlón, y aveces muy juguetón; sin embargo él podía llegar a ser muy correcto con el tema de la realeza. Él nunca llegaría a romper alguna regla impuesta para las personas. Haría todo lo posible por llegar a los altos estándares qué Magnolia exigía para llegar a ser de la realeza.
Christian era otro caso, a él no le importa qué dirán los demás. Todo lo qué a él le importaba era hacer feliz a las personas qué lo querían.
Y sin querer, él estaba haciendo a Arely feliz sólo con su presencia en tan poco tiempo.
Christian era un chico diferente a los demás.
Arely no pensó en ningún momento en romper las reglas, ella pensaba en renovarlas. Ella tan sólo quería sentirse apoyada por su madre.
Porqué para ella era muy injusto qué hubieran matrimonios arreglados. Era cómo vender la felicidad de sus hijos a desconocidos sólo por interés.
Y lamentablemente ella tenía qué sacrificar su felicidad para qué otras personas no pasen por lo mismo.
-Mira niña, ayudame con esto, por favor.- Arely se levantó y le ayudó a la anciana a llevar los platos sucios. -No te metas en problemas.- Christian asintió.
Ellas dejaron a Christian solo en el comedor, mientras qué el ambiente entre ellas cambió rotundamente de un momento a otro.
Sintiendo la mirada de la anciana sobre Arely, ella dejó los platos, y cuándo se dispuso a regresar con Christian la anciana le impidió el paso tomando su brazo con fuerza. Arely no pudo evitar verla con confusión.
Su confusión se tornó a sorpresa y desesperación. Tenía qué escapar en ese momento, pues en la mirada de la anciana se podía notar qué ella ya lo sabía todo.
-¿Quién eres?
-Y-yo... soy- las manos de Arely estaban sudando a mares, y sus piernas parecían ser gelatinas. Quería irse, seguir con su deber, pero eso sería ser cobarde. Tomó valor alejando todo aquel miedo qué la atormentaba -Soy Arely.
-¿Por qué cambiaron?
-¿Qué?
-Me he dado cuenta qué ustedes comparten muchas características físicas, pero sus corazones son muy diferentes.
-¿C-cómo...- ella aún estaba en shock, creía qué estaba haciendo un buen trabajo haciéndose pasar por Anna.
Le rogaba a los cielos por qué Christian no se enterara. Nadie sabía cómo él reaccionaría al enterarse qué su única amiga aún no está con él.
-Eso no es de importancia, pero creo qué tienes qué decirle- dijo refiriéndose al chico qué estaba ocupado viendo a su alrededor.
Arely no quería hacerlo sentir mal, ya era demasiado con qué él haya ido a la guardia a sufrir. Él no era frágil, pero se trataba de su única familia, se trataba de su casi hermana.
Si le sigo mintiendo será feliz, pero si le digo la verdad será infeliz con él mismo.
-Y otra cosa,- Arely la volteó a ver -No puedes confrontar a tu madre, o vas a morir.
Palacio real, Magnolia, 1593
-Por fin llegas, ya pareces mujer.
John rodó los ojos ante el comentario de Anna. Ella aún no le daba buena espina, y lo único qué él quería era saber dónde está Arely.
-Empieza a explicar, tengo mucho tiempo.- dijo mientras se sentaba en la banca del invernadero. -Y necesito qué seas específica si quieres qué te ayude.
-Mira hay muchas razones por las qué estoy aquí, pero yo no quise cambiar con ella...
-¿Entonces para qué aceptaste?¿Por qué estás aquí?¿Le hiciste algo a la princesa?
-Yo nunca le haría daño a alguien.- dijo y apretó los puños haciendo qué su uñas se enterraran en la palma de su mano. Esa era la única manera qué tenía para aguantar las ganas de llorar.
Aún no podía creer qué no supiera nada de Christian, aún no podía creer qué el hombre qué les había hecho la vida imposible esté en el mismo lugar qué ellos.
¿Cómo le decía a John qué sólo quería morir? Qué sólo quería descansar de los problemas qué el reinado de sangre le estaba trayendo.
-Quiero atrapar al asesino de mi hermana.- susurro viendo al piso -Quiero qué sufra cómo él hizo sufrir a mi hermana y a mi amigo ¡Quiero matarlo!- sus palabras no contenían nada más qué rabia, y rencor.
Ella aseguraba qué si volvía a ver a ese hombre no dudaría en matarlo. No dudaría en reírse en su cara cuándo esté suplicando por su vida... Cómo algún día su hermana y su amigo lo habían hecho. Pero ella era muy pequeña cómo para entender lo qué estaba pasando, o defender a su hermana o a Christian.
En su mente se repetían las horribles imágenes de su dura infancia. Ella hubiera preferido qué su hermana y ella jamás hubieran sido adoptadas. Tal vez así su hermana aún estuviera viva. Ella hubiera deseado qué Christian nunca hubiera sido su amigo para evitarle tanto dolor.
Su mayor miedo era perder a Christian, su único amigo y hermano. No quería volver a sentir culpa por la muerte de otro ser querido.
-En serio, lo siento- Anna estaba con lágrima en los ojos, y tan perdida en sus pensamientos qué no se dio cuenta qué John se había acercado para abrazarla.
No era intención de John qué Anna recordara algo doloroso para ella. Y ahora él se sentía un idiota por forzar a qué ella hablara.
Anna volvió a la realidad y apartó a John de ella. Él aún la miraba preocupado, estaba muy pálida últimamente.
-No quiero tu lástima.- dijo limitándose las pequeñas lágrimas qué salieron sin permiso de sus ojos -Sólo ayúdame a atraparlo y la princesa va a regresar ¿Es mucho pedir?- John negó -Eso es todo, y si me quieres delatar, adelante. Sólo asegurate de qué ese hombre no vuelva a asesinar a nadie más.
Ella se dio la vuelta buscando la salida pero la voz de John hizo qué ella dejara de hablar.
-Habrá una fiesta, por el cumpleaños de la reina, mañana por la noche.- John aún se sentía un idiota por lo qué su curiosidad causó en Anna -Yo estaré ahí, y toda la realeza. Si miras a ese hombre... me avisas.
Ella no dijo nada y terminó por salir, siendo seguida por sus sirvientes.
John la vio irse sintiéndose culpable, pensaba qué él nunca llegaría a hacer algo sin dañar a alguien. Empezaba a dudar si al ser rey no llegaría a herir a las personas.
Al parecer, Anna escondía muchos problemas. E incluso, escondía muchos secretos qué le podrían costar la vida a cualquiera.
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