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Capítulo 8

Frontera entre Magnolia y Tante, 1593

-No sería bueno qué sigamos, mejor quedemonos en casa, Anna.- rogó una vez más Christian, pero Arely negó. -¿Porqué quieres ir? A ti ni te importa lo qué pasa en Magnolia.

Christian seguía insistiendo en qué ellos no necesitaban ir a Magnolia, ya habían demasiadas personas caminando para pelear contra la guardia qué cuidaba de la frontera. Pero Arely se seguía negando, pensaba en la excusa más creíble para decirle a Christian y convencerlo. No podía hacer eso sin la ayuda de Christian.

Si una guerra se presentaba en Ellewebis, la princesa debe ir y pelear por su nación. No era nada qué Anna no podría hacer, pero Arely nunca pudo, ni quiso usar algún tipo de arma para pelear. Eso las podría delatar y otra guerra se desataría en Ellewebis.

-¿No crees qué ya es tiempo de pensar diferente a los demás?- decía Arely buscando el atajo qué había usado ella cuándo escapaba de su realidad -Si vamos a pelear con ellos ¿Haríamos la diferencia? No. Sólo seríamos dos personas más en el grupo.

-¿Y qué haremos?

Ir e intercambiar con Anna. Pensaba Arely, pero no lo dijo.

-Hay qué tratar de convencer a las personas de Tante qué paren de hacer esto.

-Pero son muchas, no lograremos nada.

-Nada es imposible.

El positivismo de Arely siempre la había caracterizado. Ella no solía darse por vencido tan fácilmente, y mucho menos se daba por vencido ante su madre.

Los chicos gatearon cómo bebés por casi media hora. Sus manos dolían, y sus cuerpos débiles debido a la falta de agua y oxígeno. No era nada fácil gatear en un túnel de tierra pequeño y con demasiadas piedras por doquier.

Christian quería rendirse en ese momento, su cuerpo estaba por colapsar, pero no lo hizo. Porqué si él se daba por vencido, Anna también lo haría, y la causa de su muerte por falta de oxígeno sería su culpa.

-Ya casi- dijo sin aliento Arely al ver la claridad cerca.

Ambos sonrieron y se apresuraron a salir de ahí. Al salir, se tiraron al pasto en busca de aire para sus pulmones. Era un duro camino, y lo sabían, pero al menos llegaron antes del inmenso grupo qué trataba de pasar la frontera.

Esta vez Christian tuvo miedo. Él no quería dejar a Anna sola en esto, porqué él prácticamente escapó del entrenamiento obligatorio qué se le imputaba. Y eso era un delito en Ellewebis. Pero su peor castigo no sería el más grabe qué la reina le podría poner, su peor castigo para él sería qué lo alejaran de su amiga y su abuela para siempre.

Después de recobrar las energías caminaron hasta el pueblo, dónde las personas no parecían informadas de la posible guerra qué se acercaba. Las personas actuaban normales y felices, sin culpas ni preocupaciones de nada.

Christian no tuvo la oportunidad de pasar por el pueblo de Magnolia, pues le habían golpeado la cabeza para caer inconciente hasta trasladarlo a dónde tenían a los demás chicos en entrenamiento. Tenía un hermoso brillo en los ojos al ver la belleza de pueblo. Al ver cómo las personas reían y ninguna moría. Para él era cómo ver el paraíso sin estar muerto.

-Niña, ¿A dónde te habías metido?- una mano golpeó el hombro de Arely llamando su atención.

Nunca en su vida había visto a esa anciana, y se preguntaba porqué la repentina confianza entre ellas.

-Porqué parece qué has salido de un basurero ¿Eh? De nada sirve qué te de ropa limpia si tu vas y la ensucias en un dos por tres.- suspiro cansada la anciana -Ven- tomó el brazo de Arely arrastrandola hasta su casa.

Arely buscó a Christian con la mirada, él las venía siguiendo un poco preocupado por lo qué la anciana estaba haciendo. ¿Se estaban llevando a Arely a la fuerza?¿Le harán daño? Se preguntaba él. Pero Arely le dio una sonrisa para qué se tranquilizara.

Ella no creía qué esa anciana podría hacerles algo malo. Parecía una mujer de buen corazón qué al parecer quería ayudarlos.

Lo qué ella no sabía es qué esa anciana podría cambiar los planes qué Anna y Arely tenían en mente.

Magnolia, 1593

John estaba sin palabras, su mente había abandonado su cuerpo. No pensaba en nada más qué las opciones qué tenía.

Él podría ir e informar a la reina sobre la intrusa en el palacio. Pero una parte de él le decía qué necesitaba descubrir los secretos qué guarda la reina, porqué de alguna manera la reina y su padre tienen un secreto muy oscuro qué han ocultado durante mucho tiempo.

-¿Qué quieres ganar con esto?- su cercanía no había cambiado, pues John quería respuestas y no pensaba dejar ir a la intrusa.

-Yo sólo quiero hacer justicia.

John estaba por tomar la carta qué Anna poseía, pero ella fue más rápida y la escondió.

-No tan rápido, primero me tienes qué ayudar.- Anna sonrío burlona al ver a John rodar los ojos, pues él quería saber todo lo antes posible.

-Quiero asegurarme qué no me estas mintiendo.... otra vez- aclaró.

El apodo 'Ojo de águila' no se lo habían puesto a Anna sólo porqué querían. Los qué la conocían sabían qué tan astuta ella podría ser. Está vez no fue la excepción, ella logró ver una cosa muy importante qué probaría qué ella no le estaba mintiendo a John, de nuevo.

Le dio vuelta a la carta y la alzó para qué John pudiera ver la firma de la reina.

Tal vez ella no podía leer, pero si sabía diferenciar una firma de las palabras. Y más cuándo el tiempo en el palacio pudo memorizar y a duras penas poder leer una sola palabra: reina.

-Yo no miento en vano.

En un rápido movimiento ella se pudo separar de John. Él estaba en una especie de viaje astral, no parecía ponerle atención a su alrededor. Sólo analizaba las cosas qué habían pasado para tratar de descubrir algún otro secreto qué su padre podría ocultar. Pero nada venía a su mente, tenía qué al menos leer qué decía la carta para saber qué hacer al respecto.

-¿En qué necesitas ayuda?- preguntó exhausto de la situación.

Anna abrió la boca para decir algo, pero la cerro al instante qué la puerta del invernadero se abría abruptamente.

-Princesa, príncipe. Hay una emergencia y necesitan ir a sus habitaciones ahora mismo por orden de sus padres.

Ambos fruncieron el ceño ante la preocupación y rapidez con la qué había hablado aquel guardia.

Anna no protestó, después de todo necesitaba pensar bien lo qué iba a hacer con John y eso sólo le libraba de las preguntas de él. Porqué si tomaba una decisión a la ligera, tal vez no conseguiría los resultados esperados.

Caminó hasta la puerta pero John la detuvo del brazo y se acerco a su oído a susurrar.

-Tenemos una conversación pendiente, no lo olvides.

¿Y cómo lo olvidaría Anna? Si la principal razón por la qué está ahí es por su amigo, y nunca lo olvidaría.

Anna fue escoltada hasta su habitación. Le importaba un comino el porqué la "emergencia" para haberla encerrado en su habitación cómo un animal en su jaula. Ella seguía pensando y analizando su respuesta para John.

Y de la nada una pregunta se repetía una y otra vez en su cabeza. Esa pregunta qué no había pensado hace tiempos, ¿Qué habrá querido conseguir Arely con ese cambio? Pues está chica nunca dijo las razones por las cuáles quería ir a Tante. ¿Será alguna impostora? Era difícil de creer, si lo hubiera sido ¿No habrían capturado a Anna por no ser la princesa? Pensaba qué tal vez habría otra chica parecida a Anna y a Arely, pero las probabilidades de eso eran del 20% porqué después de todo, esa sólo era una creencia de Anna.

Ni una carta o telegrama había sido enviado por Arely. Pero ahora qué Anna ya estaba en el palacio no podría simplemente salir cómo si nada para ir y buscar a Arely.

Su puerta se abrió sacándole de sus pensamientos.

La reina caminaba con la frente en alto y derecha. Ni la más mínima piedra en el camino podría hacer qué la perfección de la reina se derrumbara.

Anna se levantó de la cama para mostrar respeto. Aunque lo único qué ella quisiera es gritarle las verdades a esa mujer qué se dice llamar reina y madre.

-En tus diecinueve no has podido sostener una espada apropiadamente- la reina sonreía, pero esa sonrisa era tan sarcástica qué hasta un niño podría notar qué era falsa -Y esta vez no voy a tolerar eso. Mañana empieza tu entrenamiento, y asegurate de esforzarte en algo por una vez en tu vida.

¿Cómo se esforzaría la princesa? Si prácticamente había nacido en una cuna de oro y sirvientes a su lado ¿Obedecer podría ser un esfuerzo?. Pero Anna no diría eso, aunque ganas no le faltaban.

-¿Pasó algo grabe?- preguntó tratando de olvidar las estúpidas palabras de la reina.

-No es de tu incumbencia.

Está vez Anna no pudo evitar reír sin gracia.

Si Arely no hablaba, Anna lo iba a hacer. Ellewebis había quedado en silencio por mucho tiempo ante la mala autoridad de la reina ¿Y qué habían ganado? Muertes, escasez de recursos básicos, e injusticias.

Por esas y muchas razones su amigo estaba atrapado en la guardia real. Le enojaba a Anna no saber nada de él, no saber si está hambriento, o con frío. No sabe ni siquiera si está vivo o muerto.

-Se equivoca, si le estoy preguntando es porqué es de mi incumbencia. Porqué la qué será mi nación en el futuro está implicada en algún problema. ¿No son esas suficientes razones cómo para qué sea de mi incumbencia?- su voz no había salido para nada en aquel tono amable y falso qué solía usar en el palacio. Cosa qué sorprendió a la reina.

La coronación de la princesa debía esperar más tiempo hasta qué la princesa fuera "madura" cómo para dirigir el reino. Pensaba la reina, pero los ministros de la corte de honor no esperarían más tiempo de lo acordado.

Tal vez la reina sólo tenía qué poner mano dura con su hija. Para qué así aprendiera a no oponerse ante las palabras de la reina.

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