Capitulo 18
Anna le dio un último vistazo a la ventana, sintiendo su cuerpo arder en coraje, apretó los puños con fuerza, pues lo único que quería era romper esa ventana para poder sacar a Christian de ahí y volver a Tante.
¿Por qué Christian tenía que estar pagando por los errores de otros? ¿Desde cuándo las personas buenas reciben cosas malas? Anna sólo quería salvarlo, mantenerlo lejos de todo el conflicto a su alrededor. Quiso cubrir a su amigo con una manta, sin embargo, esa manta parece que no resistió mucho. Tantas cosas que pasaron, ¿por qué hasta ahora tenía que venir lo peor? Christian no era un juguete, no era un objeto al cual las personas con mayor poder podían usar a su manera.
"Poder", eso es lo que le faltaba a Anna para haber podido proteger de forma exitosa a Christian.
Todos tenemos que sufrir en algún punto de la vida, Anna se encargaría de que esta vez Christian sufriera, y sería la última vez que él conocerá en carne propia lo que se siente ser apuñalado. Siendo la princesa de Ellewebis, tenía poder, pero no lo suficiente para llegar a acabar con lo que estaba mal.
Se rieron de ella, la manipularon a su manera, ahora era el turno de Anna para saldar un par de cuentas con sus personas "queridas". Rogaba a los cielos de que sus metas se cumplieran lo más pronto posible, así poder olvidar todo el dolor que Christian y ella han pasado sin justificación.
-Yo puedo sola.- dijo, y se deshizo del agarre de John, quien al verla parada y fuera de en si, quiso ayudarla a que se alejara de ese lugar, el cual sólo le traía rencor y odio.
Antes de empezar a caminar, Anna suspiró frustrada, y se fue por de donde vino, con John siguiéndola, respetando su espacio personal.
Anna llegó a ver la traición, con sus propios ojos, y le daba coraje que la traición no vino de un enemigo, ni mucho menos de un amigo, vino de una persona desconocida, a la cual le dio toda su confianza para contar algo muy delicado para ella. No sabía que la persona la cual le ayudó para encontrar a Christian, de algún modo, lo estaba usando como carnada para llegar a manipular a Anna a su manera.
Le vio la cara de ingenua a Anna, y eso le daba rabia.
Teniendo el poder de ser princesa, y en poco tiempo reina, haría lo imposible por destrozar a Arely, sin olvidar al hombre que hizo de su vida un desastre total.
-¿Te sientes bien?- Anna no respondió a lo que ella pensaba que era una pregunta estupida, y que tenía una respuesta bastante lógica -A mi también me duele...- rió tristemente por lo bajo John.
-¿A ti por qué? No has sido tú al que han traicionado... ¿O tus sentimientos iban más lejos que una amistad con Arely?- la voz de Anna no dejaba de ser dura, a pesar de tener un nudo en la garganta.
-Siempre la vi como una hermana, jamás tuve otro tipo de sentimientos por ella.
-¿Entonces por qué te sientes de la misma manera que yo?
Hubo un silencio entre ambos, sus pisadas entre las rocas y tierra era lo único que se podía escuchar de ellos.
-Porque... te he mentido de alguna manera.
-¿¡Qué!?- Anna dejó de caminar para verle y esperando por una pronta explicación.
-¡Fue sin querer!- se defendió a ver que el enojo de Anna sólo aumentaba más -Unos días antes de que cambiaras con Arely, yo... conocí a Christian, y le ayudé a volver a Tante.
-¿¡Y no me lo dijiste!?
-¡Yo no sabía que lo estabas buscando justamente a él!
Anna estaba por ofenderlo, pero cerró su boca antes de que pasara. Estaba enojada, pero no perdería la cordura.
Si quería fingir bien ser la princesa de Ellewebis, debía que olvidar un par de malos hábitos por un momento.
-Piérdete.
Dicho esto, cambió su rumbo. John preocupado, dejó que Anna avanzara, pues no era un buen momento para hablar; sin embargo, caminó detrás de ella, asegurándose de no ser visto.
Caminaron por mucho tiempo, los minutos se convirtieron en horas, pero ninguno de los dos paró. Anna se adentro en el bosque, sintiendo aquella fresca brisa de la madrugada, brisa que difícilmente se podría sentir dentro del palacio.
La noche estaba acabando, y a lo lejos se podía divisar el amanecer.
-¿No vas a dejar de seguirme?- Anna no tuvo que elevar tanto la voz para poder ser escuchada por John.
-¿Cómo sabías...?
-A la próxima trata de ser menos ruidoso cuando te coman los insectos ¿si?
-Sé que estás enojada, y lo siento...
-No quiero hablar de eso.
-Esta bien.- dijo John un poco desanimado -¿A dónde vamos?
-Te dije que te perdieras.
-Créeme, más perdido no podría estar.- dió una rápida vuelta en su eje para poder ver el paisaje a su alrededor. Era lindo, pero era desesperante no saber en dónde estaba, y mucho menos sabiendo que era de noche. -¿Sabes cómo volver?
-Si tuviera un mapa en manos tal vez.- eso sólo asustó aún más a John que hizo que corriera para acercarse a Anna, de esa manera no estaría perdido solo.
Anna sonrió de lado, si la voz de John cambiara, ella estaría segura que era Christian quien ahora había tomado de su brazo para no perderse. La broma de no tener un mapa y no saber en dónde estaban era sólo producto de las ideas de Anna para asustar un poco a John, ella jamás se perdería en un bosque aunque nunca haya pasado por ahí.
-¿Por qué si estamos perdidos no caminamos por dónde venimos?
-Estoy empezando a odiar aún más tu voz.
-¿Odias mi voz?
-Odio todo en ti, específicamente.- John abrió la boca indignado, luego rió por lo bajo. Raramente le gustaba la compañía de Anna, aunque siempre ella estaba haciendo bromas pesadas acerca de él.
-Gracias por ser tan directa.- Anna sólo se encogió de hombros -Desde que supe que no eras Arely...
-No menciones ese nombre.- dijo con rabia.
-Bueno. Desde que supe que no eras quien yo pensé, nunca me dijiste tu verdadero nombre.
-¿Y?
-Me daría gusto saberlo.
-Que mal que no te daré gusto.
-¿Por qué?
-Por que yo no tengo un nombre.
-Que vil mentira. Todos tenemos uno desde que nacemos.
-Pues yo no.
-¿Entonces cómo te llamaba tu madre de pequeña?
-No tengo madre.
-Oh... lo siento, no quise ser...
-No te disculpes, no lo sabías.
-Tu cada vez eres más misteriosa. ¿Cuántos secretos guardas?
-Muchos, de los cuales tu nunca sabrás.
-Oye...
-Shh.- Anna le hizo una seña de silencio con su mano, John, confundido, obedeció.
Anna empezó a ver por todos lados buscando algo de lo que John no tenía ni idea de lo que podría ser. Estaban en un bosque, y lo único que pasó por su mente fue que algún animal andaba por ahí, tal vez un lobo o una oso, como muchas veces se los había encontrado en los bosques de Tante.
-¡Espera!- John salió corriendo detrás de ella, y tenía que admitirlo, a pesar de tener piernas cortas, esa chica corría muy rápido.
En algún punto, John la perdió de vista. Disminuyó la velocidad de sus pasos para empezar a buscar a Anna caminando. No debía estar muy lejos, y sería fácil encontrarla, pues si no había nadie alrededor, sería fácil escuchar algún sonido que emita.
A lo lejos divisó una pequeña, y obscura silueta en el suelo. Cada paso que daba lo acercaba más a un pequeño lago, el cual no tenía colores vivos como otros. Ningún animal merodeaba por ahí, y un mal olor se sentía cada vez se acercaba a aquella silueta.
Quedó estático al ver que aquella silueta en el suelo no pertenecía a Anna.
Su respiración se volvió irregular, y al tratar de retroceder perdió el equilibrio, y cayó a la fría grama.
-Es un gran paraíso, ¿no?- dijo irónicamente Anna, logrando asustar a John, pues había aparecido por detrás de él.
-Dime que esto es una pesadilla.- pidió John, con voz temblorosa.
-Esto es una pesadilla... de la vida real, príncipe.
John no pudo evitar sentir un cierto miedo al ver cuerpos mutilados flotando en medio de un lago. Parecía ser uno de aquellos cuentos de terror que leía con Arely a escondidas cuando eran niños.
Rápidamente se levantó del suelo, sin dejar de ver aquella mujer con el rostro desfigurado, la ropa rasgada y con marcas de sangre seca, y con muchos insectos comiendo su ya descompuesto cuerpo.
Anna se acercó hasta el borde del río, y por su mente pasó aquellos rumores que hablaban en Tante, al final resultaron ser ciertos.
"Si rompes una ley de Ellewebis y te declaran culpable, te llevan a una sala donde tendrás que elegir entre dos puertas. Si eliges la puerta donde detrás hay un hambriento tigre, tu cuerpo lo tiran al lago, donde los animales de ahí se encargarán de que no queden ni tus huesos."
La abuela de Christian siempre le dijo que esos no eran rumores, era la verdad, de la cual los habitantes de Magnolia se negaban a creer por dos razones. Primeramente porque la reina no sería capaz de llegar hacer eso con su propia gente, o eso creían los habitantes, y segundo porque estaba prohibido la entrada aquel lago.
Viendo bien su alrededor, había más de una entrada, y no cabía duda de otra posible salida. Para hacer eso se necesitaba más de una persona para cometer el crimen perfecto. Si mal no recuerda Anna, ese bosque estaba cerca de el palacio, ni habían guardias merodeando, y podría ser posible que ellos no fueran los únicos ahí en el bosque en ese momento.
-¿Q-quién hace esto?- preguntó John horrorizado, sacando a Anna de sus pensamientos.
No habían pruebas sólidas para probar que eso era no sólo acto de la reina, y Anna no descansaría hasta encontrarlas.
-Personas que no merecen vivir en este mundo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro