Capítulo 15
Magnolia, 1593
-¡Anna! ¡Anna!- gritaba Christian mientras corría hacía Arely, quien estaba en el jardín trasero de la casa de la anciana.
-¿Qué pasa?- preguntó preocupada, se levantó de la grama para ver a Christian mejor.
-Es... es...- no podía hablar, el cansancio y el miedo le estaba ganando.
-¿Qué es?- Arely estaba desesperada por saber que era lo que Christian trataba de decir.
-L-la guardia... está aquí.
Arely abrió los ojos con sorpresa. Tomó la mano de él y lo jaló lejos de la propiedad de la anciana.
La guardia no podía ver a Christian, él era un fugitivo, y lo menos que la guardia podía hacer con Christian por haber dejado el entrenamiento era torturarlo para que al final lo terminaran por decapitar.
Chistian trataba de que Arely parara de alejarlo de la casa, pues él no tenía miedo de la guardia, él tenía miedo de lo que podría llegar a pasar con la anciana, quien estaba afuera de la casa en ese momento.
-Espera... Anna.
-Ellos no te pueden ver, hay que irnos de aquí...
Él paró de golpe, haciendo deshaciendo el agarre de Arely con su mano. Esta volteó a verlo confundida, estaba a punto de volver a tomar su mano, pero el fue más rápido, y empezó a caminar a dirección contraria a la de ella, volviendo a la casa.
-¿¡Qué haces!?- gritó al ver que Christian no tenía intenciones de volver a ella. Corrió rápidamente a él, y le vio esperando por respuestas a su comportamiento repentino. -Christian.
-Hay que ayudarla.- eso fue suficiente para hacer entender a Arely de quién estaba hablando.
-No podemos, si ellos te ven...
-¿Le darás la espalda cuando ella fue la única que nos ayudó desde que venimos aquí?- le interrumpió. -Porque si tu lo haces, no me importa ir solo ¿sabes?
Arely estaba asombrada por cómo por primera vez él le hablaba de una forma tan fría e indiferente. No supo que responder, pues tal vez ella estaba siendo un poco egoísta con esa anciana.
Volteó su mirada al piso y trago saliva antes de volver a hablar -Está bien... le ayudaré.- Christian no la volteó a ver, seguía caminando a paso rápido para llegar a la casa -Pero tienes que quedarte aquí.- eso le hizo parar confundido.
-¿Qué?
-Yo iré, es más seguro que te quedes aquí.
-Pero...
-No diré más.- sentenció, empezó a caminar asegurándose que él no la siguiera. Él se cruzó de brazos totalmente molesto, pues él quería ayudar, pero le bastaba con saber que Anna le ayudaría a la anciana.
Arely se apresuró, y llegó a la casa a tiempo. Corrió cuando vio que los guardias se llevaban a la anciana hacía un carruaje.
-¡Esperen!- se interpuso en el camino haciendo que todos se detuvieran -¿Qué hacen? ¿Por qué...?
-¿Usted quién es?- preguntó uno de los guardias alto, con voz autoritaria.
-Su nieta,- dijo sin siquiera pensarlo -y quiero una explicación a esto.- la anciana la volteó a ver con ojos brillantes, no podía creer lo que ella había dicho.
-Por órdenes de la princesa, se requiere de la presencia de su abuela en el palacio real. Sin más que decir, permiso.- fue lo último que dijo antes que pasaran a un lado de Arely, dejándola con más preguntas en su cabeza que respuestas.
¿Será algo malo? ¿Por qué Anna querría verla? Si la anciana sabía que Arely realmente no era quien decía ser ¿por qué seguía sin delatarla? ¿O es que Anna y la anciana tenían algún plan y Arely no estaba enterada de ello? Estaba tan metida en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta que Christian estaba parado frente a ella.
Él no hizo nada para sacarla de su trance, su vista estaba perdida en aquellos guardias que se habían llevado a la anciana. Vio el carruaje desaparecer, y a su alrededor un grupo de personas le rodeaban. Todos murmuraban cosas, cosas inaudibles y sin importancia para él.
-¿La llevaron al palacio?- Arely asintió vagamente sin verlo a la cara -Y... ¿regresará?
Luego de unos segundos en los que Arely se mantuvo en silencio, se decidió por hablar.
-No lo sé.
No le daría una respuesta falsa a Christian, sería ilusionarlo. Era mejor decirle la verdad en vez que se hiciera ideas imaginarias en la mente.
Corte Real, Magnolia, 1593
-¿Dónde está la princesa?- preguntó la reina viendo desde la ventana de su habitación hacía el exterior.
-Tomó un caballo y se fue en el. Dijo que no tardaría, mi reina.- dijo la sirvienta.
La reina giró, y caminó hasta donde la sirvienta se encontraba. Le sonrió cortésmente, y cuando menos se lo esperó, la mejilla de la sirvienta estaba roja e hinchada.
-¿Desde cuándo se toman decisiones sin mi consentimiento?- su tono de voz había cambiado de cálido a uno frío.
-L-lo siento, mi reina...- la sirvienta bajó la cabeza totalmente humillada.
-¿¡Qué esperan!? ¡Traiganla de vuelta!- todos los presentes hicieron una reverencia antes de salir de la habitación y dejar a la reina sola para cumplir con las órdenes ya dadas.
La reina soltó un suspiro frustrado, ¿cuándo la gente haría las cosas correctamente?, se preguntaba. Su hija parecía que la estaba sacando de sus casillas, pues estaba haciendo cosas de las cuáles la reina no estaba enterada. Y eso no era justo, la reina tenía que saber todos los movimientos de la gente, incluso los de su hija.
¿Qué pensarían los habitantes? ¿Que la reina no podía controlar ni a su propia hija?
Si su hija seguía rompiendo las reglas, se vería obligada a hacer cosas que tal vez ni una madre en su sano juicio haría contra su propia sangre.
Llamaron a la puerta, y ella no dijo nada, sólo dejó que la persona entrara.
-Mi reina, la princesa ha vuelto.
La cara del hombre no le daba buena espina a la reina; sin embargo, lo dejó pasar, y caminó fuera de la habitación hasta la sala de corte.
Al llegar ahí, todos hicieron una reverencia mientras que la reina caminaba de nuevo a su trono. Una vez ahí, los demás centraron su vista en el acusado, quien una vez más entraba siendo escoltado por guardias, y con cadenas en pies y manos.
Pero alguien faltaba ahí, la princesa no se había hecho presente aún.
Antes de que los murmullos empezaran, la puerta principal de la sala se abrió de repente. Anna entró ganándose la atención de los demás, y una mirada furiosa de la reina. Caminó hasta donde el acusado estaba de rodillas, ahí paró de golpe para enfrentar a la reina.
-Ya he hablado con el acusado,- John desde su asiento sonrió orgulloso al ver cómo la impostora que se hacía pasar por la princesa había mejorado en como hablar y actuar hacía los demás -y yo sé que todos esperan un veredicto de mi parte en este momento,...- vio fijamente a la reina -pero yo no soy nadie como para dar a conocer tal cosa.
Toda la sala entró en confusión, pues ellos esperaban que la princesa diera la decisión final a este caso, pero no fue así.
Este caso se estaba alargando más de lo que la reina había pensado.
-Traigan a los jueces.- dijo, y los guardias que anteriormente le habían acompañado asintieron, y salieron de la sala en busca de las personas ya mencionadas.
-Señorita, aquí los únicos jueces son...- trató de interferir el hombre encargado de la corte; sin embargo, Anna le interrumpió.
-Este es mi nuevo método para tomar un veredicto.- ambos parecían tener una guerra de miradas, de la cual Anna salió victoriosa, pues el hombre apartó la mirada intimidado.
Los guardias no tardaron en aparecer con tres personas junto a ellos. Para ser específicos, una anciana, y dos hombres.
Uno de los hombres tenía cara de disgusto, mientras que el otro estaba inexpresivo al ver en donde estaba.
-Déjenme presentarles al jurado de este caso.- siguió hablando -El señor Francisco, como ya la mayoría sabe, él es un farmacéutico en Magnolia.- caminó hasta el otro hombre, quien está vez vio a la princesa con cara de sorpresa -Él se llama Fredy. Y antes que empiecen con sus preguntas obvias, sí, él no es conocido aquí, ¿por qué? Porque él es un carnicero... de Tante.
La sala entró en pánico, como si hubiera algún asesino suelto ahí mismo. El encargado le dio una vista asesina al hombre antes de hacerle señas a los guardias que se lo llevaran de ese lugar.
Anna se colocó enfrente del hombre, impidiendole el paso a los guardias.
-Sé que un habitante de Tante esté en Magnolia es un delito. Pero nadie se puso a pensar que yo, como parte de la familia real, le dio permiso a este hombre para venir aquí y ser parte de un caso importante para la nación.
-Está rotundamente prohi...
-¡La ley dice que cualquier persona que cruce la frontera será castigado!- alzó su voz, pues perdió los estribos al ver como las personas ahí parecían darle más importancia a otras cosas que en lo que realidad importaba -Pero la ley no dice que se castigará a la persona cuando un miembro de la familia real se le permite entrar a Magnolia ¿no?
Todos se quedaron callados al escucharla, pues nadie se había puesto a pensar en ello. No había otro argumento para probar que lo que Anna decía era mentira.
-Por último, ella es Elena,- señaló a la anciana con su cabeza -una habitante más de Magnolia al igual que muchos de nosotros.- arregló la máscara de su cara, pues empezaba a incomodarle para respirar apropiadamente -Teniendo a personas para dar sus diferentes puntos de vista, y para decidir entre dos opciones, creo que eso es más que suficiente para tomar un veredicto.
John se levantó del asiento, llamando la atención de todos.
-¿Puedo preguntar algo antes de que empiece con su método, princesa?
-Adelante.
-¿Por qué ha decidido buscar su propio jurado cuando ya hay uno establecido por la reina y Magnolia?
Anna volteó a ver a la reina, quien se mantenía callada y atenta a cada palabra que ella decía. Luego volteó su vista a la anciana, esta no estaba ni asustada ni preocupada, pues sabía que esa chica estaba haciendo lo correcto.
-Porque ellos al igual que yo somos parte de Ellewebis...- ahora giró a ver a todos los presentes -Y todos tenemos una opinión que nos hace diferentes a los demás, y si tratamos de unir nuestros pensamientos, podremos tomar una mejor decisión para el futuro de Ellewebis.
John sonrió de lado, y cuando volvió hacer contacto visual con Anna, este susurró un "bien hecho", Anna asintió orgullosa de su progreso.
Era hora de que las plantas empezaran a crecer en su ambiente correcto.
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