Capítulo 44
VIOLETA
Desde mi ventana observé como la silueta de Mía desaparecía poco a poco hasta que ya no pude verla más, cuando desapareció por completo me partí en llanto, me siento débil, una poca cosa, algo que nunca debería existir.
Recordarlos a ellos solo complica las cosas, y si, quiero borrarlos.
Estoy segura que si no los hubiera conocido no estuviera en problemas con Axel ahora, fuéramos felices, a su lado me sentiría segura y probablemente con el paso del tiempo me hubiese enamorado de él.
Todo esto no tiene sentido.
Nada tiene sentido, hasta parece que me estoy volviendo loca.
En eso mientras iba rumbo a echarme a mi cama, me di cuenta de que pisé algo, era un papel, algo que me extrañó ya que no recuerdo haber tenido ningún papel aquí.
Lo primero se me ocurrió fue creer que era de Mía, por lo que lo tomé y empecé a leer.
Pero no fue así...
Ficha forense de Irina (asiento 2094).
Al leer eso todo mi cuerpo se estremeció, empecé a sentir como todo derrepente tomaba un ambiente más frío y no precisamente porque hiciera frío.
Seguí leyendo, hay cosas que no entiendo como cosas que ya sabía sobre Irina, nada parecía tener sentido hasta que llegué a la conclusión, muchas palabras rebuscadas pero la parte final ha sido la que me hizo entender todo.
La paciente tiene signos de haber sido atacada, intentó defenderse de alguien, su cadáver presenta moretones que al parecer fue producto de un forcejeo, tengo la hipótesis de que ha sido ese suceso lo que le produjo el infarto.
Todo ahora está claro.
Irina no había muerto por su condición, alguien le hizo daño.
Todo a mi alrededor pareció nublarse, con rapidez, sentí como la rabia empezó a contaminar cada parte de mi ser debido a este horrible descubrimiento.
Alguien acabó con su vida.
Volteé la hoja, esperando encontrar algo más referente a Irina sin embargo detrás de aquella hoja no encontré más sobre aquel reporte, si no un mensaje escrito a lápiz.
LOS DIRIGENTES SON CULPABLES.
Tomé la hoja y la hice pedazos en cuestión de segundos, mi corazón late de ira y mi mente solo repite una sola cosa con la cual todo mi ser está de acuerdo.
Venganza.
Si ellos tomaron la vida de quién más amaba, yo les quitaré la suya.
Me quité este horrible camisón blanco y me puse algo más adecuado para lo que estoy a punto de hacer, simple pero cómodo, algo que me facilitará mi movilidad así no tendré inconvenientes. Tomé mi cabello y me lo até en un moño nada perfecto, pero lo suficientemente bien como para impedir que mi cabello me traiga problemas al momento de cumplir con lo que se me vino en mente.
Tomé también un cuchillo de lucha que había metido entre mi ropa, un regalo de Seth.
No necesito de suerte en este momento, lo que si necesito es estrategia.
Por lo que huí de este mugroso lugar por la ventana y me dirigí al laboratorio de la ciudad, lugar donde fabrican la medicina que le dan a los enfermos, lugar que de pequeña admiraba por ser lo que producía la medicina que mantenía viva a MI hermana.
Pero ahora, lo admiro por ser el productor de cierto químico que me ayudará a vengar su muerte.
Ni siquiera quiero saber el porque lo hicieron, solo quiero que sufran y lloren, como Irina en sus últimos momentos de vida y como yo en este último mes.
Literalmente mataré dos pájaros de un solo tiro.
Entré al lugar, como es de noche no me encontré con nadie y nuestra ciudad ingenuamente jamás creería que alguien como yo tomaría algunos galones de tolueno, gracias al cielo aquí alguien había dejado una mochila, por lo que metí todo lo que necesitaré ahí, para llevarlos con más facilidad.
Ahora que tengo esto en mis manos en lo que menos pienso es en quedarme a medias, tengo un plan, y aunque lo estoy improvisando un poco eso no significa que las cosas no pueden salir bien.
Caleb seguro le daría un infarto por esto.
Pero Seth me hubiese apoyado al igual que Mía.
Por un momento pensé en llamarlos, en hablarles, pero con solo pensar en Irina todo se disolvió, ella debió haber sufrido demasiado antes de morir.
Puedo hacer esto sola, debo hacerlo sola.
Tomé la mochila y como pude me la puse en la espalda, hasta parece que derrepente tengo más fuerza que antes, mi sed de venganza combinada con la adrenalina que siento en estos momentos es mejor que cualquier energizante o esteroide.
Ahora el primero en sufrir será aquel guardia que custodia esos barrotes donde se encuentran los responsables de todo.
- Espero que no lo tengas que usar pero... - Seth saca de su ropero un cuchillo, pero no uno de cocina, este era diferente - Es para defenderte, no sé que pueda pasar aquí, pero tenlo siempre contigo por si acaso.
- ¿Y sólo lo clavo y ya?.
- Te enseñaré a usarlo, por algo te lo estoy regalando.
- Supongo que esta es tu manera de ser romántico.
- Es mi manera de mantenerte a salvo, no estaré siempre contigo y que sepas usar esto me mantendrá más tranquilo - Me alcanza el cuchillo, con cuidado, lo tomé - Repito, espero que no la tengas que usar pero en caso de que dabas, no tengas compasión.
Y no la tendré, para nada.
La rabia que siento me ha arrebatado todo rastro de compasión, no siento nada más que eso, y sé que es peligroso pero no puedo detenerme y tampoco quiero a decir verdad.
A plena luz de una farola tomé el cuchillo y lo clavé al guardia, le caí por sorpresa, no lo esperaba por lo que no estaba cuidado su preciado cuello, lugar donde terminó el filo del cuchillo.
La sangre salió de su cuerpo, ahogandolo, ni siquiera puede gritar debido a la sangre que sale sin cesar de su garganta, a pesar de que trata de buscar desesperadamente a alguien que lo auxilie, no hay nadie rondando por este sitio a estas horas, avanzó algunos pasos, pero terminó por desplomarse en el suelo tocando la herida.
Muerto.
Tomé la mochila de nuevo y ingresé sin problemas, los ojos de los millones de presentes se centraron en mi, la mayoría al reconocerme empezaron a echarse para atrás.
Y otros al ver la sangre, simplemente me vieron como si estuviera demente.
Pero de algo estoy segura, todos aquí deben saber quién soy, la que arruinó sus años de paz.
- Hola a todos, buenas noches - Sonreí con amplitud - Vengo a ver a sus dirigentes, diganles que es de urgencia, necesito que vengan aquí.
- Ellos no se encuentran... - Murmura uno, sin mirarme a los ojos directamente - Vete.
- Si no vienen ahora mismo levantaré a todos los de la ciudad, y les mostraré la verdad - Amenacé con rapidez, dejando mi mochila el suelo - Tengo a la familia del señor Henry como testigo, se armará un revuelo y perderán el control, no es algo que quieran provocar, ¿Verdad?.
Todos se miraron entre si, en eso la secretaria lame botas de ese día aparece con su pose intimidante, algo que me dio risa.
Pero su voz es lo menos que quiero escuchar hoy.
- ¡Ni se le ocurra abrir la boca! - le grité mirándola fijamente, demostrándole que lo que menos siento de ella es miedo - Vaya por sus dirigentes, ahora, o si no yo seré quién le abra los ojos a toda la ciudad y porfavor, no ponga a prueba mi paciencia.
Oh WOW, hasta yo me sorprendo de mi misma en este momento.
Ella al ver que no jugaba, se dio la vuelta dándose cuenta de que soy alguien muy diferente a quien recibió en este sitio meses atrás.
En cuestión de minutos vi a los 6 dirigentes viniendo a mi, con sus pijamas aún puestas, algo que me causó gracia sin embargo lo que más gracia me da es saber que este es mi momento, ahora soy la reina del tablero, y aquí mando yo.
Y que ellos, ahora mis simples peones, morirán en pijamas.
- ¿Qué es lo que quieres? - Se atrevió a hablar uno con barba, más mayor que los demás - ¿Dejar de lado el pacto?.
- Son tan simples que hasta me dan pena, sin embargo, no la suficiente - Tomé algo de aire, mirándolos fijamente - ¿Saben? Yo pensé que podría volverme una más de su rebaño, alguien feliz, lo intenté enserio y quizá hubiese funcionado de no ser por todo lo que han hecho - Mis ojos arden, quieren derramar algunas lágrimas a lo que me negué ya que no se debe mostrar debilidad al enemigo - He cambiado mucho, pero debo ser sincera, ustedes aportaron en esto.
- ¿De qué hablas? - Menciona una mujer, mirándome seria -
- Haz sufrir mucho a alguien y ve como lentamente se convierte en un monstruo, ustedes me hicieron sufrir mucho... - Murmuré mirándolos - Ahora vean como me transformo en lo que más temen.
Tomé rápidamente la mochila y saqué el tolueno, lo tiré con fuerza a las columnas de este lugar haciendo que el líquido se derrame por doquier, quizá no en su totalidad, pero una simple chispa puede provocar un incendio forestal.
Así que encendí el encendedor que tomé del laboratorio y lo tiré sobre el líquido inflamable.
Todo se empezó a quemar, los gritos eran descontrolados y intentaron correr a la puerta para salvarse, sin embargo, por eso estoy aquí tan cerca de la puerta.
Me salí y los encerré.
No pudieron quedarse mucho tiempo forcejeando conmigo debido a que las llamas los estaban alcanzando, sus finas y costosas cortinas arden con fuerza, convirtiéndose en un gran conductor de calor.
Todo empezó a arder derrepente, extendiéndose de un sitio a otro con rapidez, consumiendo en lugar en instantes.
Me alejé un poco para observar lo que había hecho, me siento ahora en calma, mucho mejor de lo que me sentía antes y para nada arrepentida.
Tomé algo de aire para poder pensar bien en lo que voy a hacer ahora, debo ir a hablar con mis padres y pedirles perdón por todo, luego con mis amigos y principalmente con Seth.
Ellos tenían razón, fui una tonta, espero remediar todo o por lo menos algo.
Aunque siendo sincera, lo que menos merezco es su perdón pero aún así debo hacerlo.
Iba a darme la vuelta cuando siento que algo pincha mi piel, exactamente en mi brazo derecho, mi vista va hacia donde sentí aquel pinchazo, tomé aquel objeto tratando de ver que era.
Es un dardo.
Todo empezó a darme vueltas, mi cuerpo se siente pesado derrepente y por temor trato de correr lejos pero mi propio cuerpo parece fallarme en cuestión de segundos, caigo justo antes de poder cruzar las rejas.
Lo último que vi antes de perder completamente la consciencia fue la figura de dos hombres.
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