Capítulo 12
SETH
Ver su figura desaparecer sin voltearme a ver me ha traído pequeños recuerdos del pasado, dejándome con un sabor amargo en la boca, ni se ha tropezado al momento de irse y quizá eso me hubiese convencido de que piensa cumplir el trato, claro, de no ser porque sé muy bien que no piensa cumplir su parte, lo que me parece algo muy salvaje pero en fin, ¿Qué puedo esperar de una mentirosa?.
Pero se ve bien, como si el tiempo no hubiese pasado.
— Tierra a Seth — Volteo a ver a mi querida hermana, la cual tiene un rostro molesto bastante obvio —;¿Ya hablaste con tu amada?.
— Quita eso de amada o juro que ella será el menor de tus problemas — Le advertí serio, todo apodo que ella tenga no puede ser cariñoso menos cuando se vincula conmigo — No me será difícil grabarte teniendo sexo, eres muy descuidada cuando se te calienta la cabeza.
— ¿Y luego qué Seth? — Me reta riendo, eso me causa fastidio — ¿Reproducirás el video en la plaza?.
— No es una mala idea.
— Apuesto que a mamá y a papá le encantarán saber que viniste a hablar con esa chica — Rodé los ojos ante el ataque de mi hermana, es asusta y eso es molesto — Si me hundes, yo te hundo, y luego hundimos el plan, todo se viene a abajo por un simple berrinche tuyo.
— ¿Pueden dejar de pelear? — Viene mi hermano Caleb, mirando a todos lados como es costumbre y moviendo sus manos nerviosamente — ¿Ella admitió algo?.
— No, pero hicimos un trato — Dije hundiéndome de hombros — Lo cumplirá.
— Nadie se cree eso Seth, te dije que debiste haberla... — La interrumpí antes que ella aumente mi migraña —
— Acuérdate que una de las normas que nos impusieron fue no matar a nadie a menos que sea necesario.
— Ella nos traerá problemas, es necesario — Añade molesta cruzándose de brazos — Y Caleb me apoya.
— Yo... — Murmura bajando la mirada, indeciso — Me da igual, solo quiero que nos deje en paz.
— Se queda viva entonces — Sonreí victorioso, ella está fastidiada y amo verla así — No nos traerá más problemas Mía, ahora, creo que vi a ese castaño que tanto te gusta, puedes ir y no te seguirán.
— Vete al infierno Seth.
— Estamos en el infierno para tu información, este lugar es una dictadura.
— Tienen muchas reglas, los lugareños parecen estar acostumbrados — Caleb saca un libro de Stephen King el cual ha querido leer desde que llegamos — No sé ni porque debemos librarlos, parecen ser felices.
— Da igual — Me hundí de hombros, la verdad no me importa mucho — Solo hagamos lo que nos dicen y así volveremos a casa siendo héroes.
— ¿Eso es lo único que te preocupa?, eres pedazo de excremento andante, no piensas, solo hules terrible — Rueda los ojos enojada, no me va a dejar en paz — Ah verdad, solo quieres ganar méritos para que esa chica te haga caso.
— No te hagas la lista conmigo Mía...
— Ya, tenemos que volver, se supone que estamos hablando con los dirigentes de este lugar y solo estamos hablando entre nosotros — Interviene Caleb mirando a su alrededor, paranoico como siempre — Papá y mamá sospecharán, no son estúpidos.
— Ya sabemos, don nervios — Mía toma algo de aire para luego tomar un libro aleatorio de aquí — Tu también llévate algo, a ver si así despiertas del trance.
— Yo tengo mis 5 sentidos puestos en esta misión, tú eres la que necesita apartar sus hormonas del trabajo.
— Les dije que se callarán — Está vez, Caleb parecía más nervioso de lo normal, ya lo estábamos hartando — Basta.
Algo que toda persona debe respetar es el límite de Caleb, no se sabe cuando puede explotar y ser una amenaza para todos, desde que llegamos a este sitio anda con sus nervios de punta, mucho más que antes, parece que cualquier cosa puede ser un detonante para él y sería así de no ser por mamá, ella lo tiene calmado, menos mal que ella sabe como lidiar con él porque sino toda la ciudad ahora mismo estuviera nadando en ríos de sangre...
Ok quizá estoy minimizando un poco las cosas, puede ser que ni siquiera los deje sangrar y decida asfixiarlos a todos.
No sé como pero a él siempre se le ocurren cosas nuevas para cometer sus fechorías.
Y nada lo detiene, por lo que mejor es tenerlo en paz.
Tomé un libro cualquiera y después de registrar el préstamo de los libros nos dirigimos a casa, una vez ahí vimos a nuestros padres ordenando la casa que nos habían dado la cual por cierto está en pésimas condiciones, todo parece caerse a pedazos y lo peor es que no podemos pintarla, todas las malditas casas tienen que ser blancas o se lo contrario se rompería una norma.
Hasta parece que con cada respiración rompo una.
— ¿Tan rápido en casa? — Menciona papá sin mirarnos, estaba revisando la madera de la escalera — Pensé que tardarían más.
— Los dirigentes de este sitio se encierran en su palacio y no salen de ahí a menos que tengan algo que decir — Dice Mía fastidiada mientras se tira al sillón — Lo bueno es que pasamos por la biblioteca y trajimos libros.
— ¿Todo bien Caleb? — Su vista va rápido a él, yo lo miré serio tratando de que el manos inquietas dejara de lucir tan nervioso — Parece que quieres decirme algo.
De los tres, él más probable que se le escape la verdad es a Caleb, es una bola de piel llena de nervios lo que lo convierte en un pésimo mentiroso.
Más frente a nuestro padre, y esa ventaja él lo sabe.
— No papá.
Su voz temblorosa se volvió en un factor de sospecha, algo que me hizo maldecir en mi interior, a papá no se le escapa nada y si yo pude notar su peculiaridad papá debió haberlo visto 100 veces más.
— ¿Seguro?.
El sonido de unos tacones me hacen respirar de nuevo aliviado.
— Te recuerdo que hacerlo estallar no es una opción cariño - Mi milagrosa madre viene con una paz digna de ella, se acerca a Caleb y lo toma de las manos — Respira hondo cielo, recuerda tu lugar feliz, olas viniendo y alejándose...
— Aves volando — Repite Caleb perdiéndose en el hilo de su imaginación — Mucha arena, castillos de arena, sol cálido...
El loco se veía menos loco, por lo que se estaba normalizando.
— Eso es, ahora ve a tu cuarto, lee algo y despreocupate.
Él asiente y después de darle un beso en la mejilla a mamá se va corriendo a su cuarto, encerrándose en este.
— Espero que no estén metiendo a su hermano en cosas que lo pueden desestabilizar — Ambos asentimos — Y lejos de esa chica.
Demonios.
— No la hemos visto desde el colegio — Aseguré con confianza —
— ¿Seguro Seth? —;Asentí seguro, mi papá analizó cada gesto mío tratando de encontrar alguna cosa pero soy un buen mentiroso, no encuentra nada, gracias al cielo — No me hagas averiguarlo por mi cuenta.
— Hazlo, no tengo nada que temer — Me hundí de hombros — Ya les dije que no tengo nada que ver con ella.
— No parece — Se cruza de brazos mi papá, acercándose a mi — Ese día del evento estabas ido, solo veías a esa chica y te vuelvo a decir lo que te dije ese día, ella es una traidora, no vale la pena.
Victoria debe vivir en ella, como siempre estuvo en sus planes.
— Yo más que nadie lo sabe papá, da asco tenerla cerca — Murmuré enojado — Ira es todo lo que siento por ella, te lo aseguro.
— Que así sea Seth, confío en ti hijo, eres talentoso solo espero que no dejes que todo eso se vaya a la borda por una simple embustera.
— No sucederá papá, lo prometo.
— Eso espero, Seth — Suspira lentamente sonriendo de lado — Vayan a lavarse, la cena ya va a estar.
Tanto yo como Mía nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones, una vez me encerré en mi cuarto solté un gran aliento que tenía atorado en mis pulmones.
Lo bueno de todo esto es que me estoy volviendo mejor en lo que hago, aunque no sé si eso será bueno en esta situación.
¿Por qué ella tenía que estar aquí? Y encima parece no recordarme, es una desgraciada.
Aunque puede que sea una de sus trampas, no debo caer, pero toda voluntad que formo parece derrumbarse al ver sus hermosos ojos, ahora violetas, recuerdo cuando antes eran azules como un grandioso cielo despejado.
Odio que derrumbe cada parte de mi como si no fuese nada.
Ya vas a caer corderito, y créeme que no importa cuánto te ame, voy a disfrutarlo.
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