VIOLETA

No veo nada.

Todo está oscuro.

Estoy atada a mi cama o lo que creo que es mi cama, el ambiente se siente distinto, no puedo moverme pero hay una especie de soga de cuero que me retiene, no sé ni que son realmente.

Todo mi cuerpo me duele, quema y tiembla, esto hace que yo me ponga a llorar desesperada moviéndome de un lado a otro para tratar de librarme de estas cosas y conseguir ayuda pero no sirvió de nada, eso hizo que me desesperará más, grité con todas mis fuerzas tratando de que alguien me quite todo esto.

Por cierto tiempo no obtuve respuesta hasta que una puerta de abre de golpe, grité con más fuerza, mi cuerpo parece que se va a desintegrar en cualquier momento pero en el momento en que siento a unas personas a mi alrededor les suplico que me ayuden, siento una mano tocar mi frente pero la aleja casi al instante.

— ¡Duele! ¡Todo duele! — Grité con muchas lágrimas en los ojos, no aguanto tanto, hasta la muerte parece una mejor salida — ¡AYUDA! ¡MAMÁ! ¡PAPÁ!.

Escuché murmullos pero no entendí nada de lo que decían, una persona pasó su mano por mi cabello mientras silbaba una canción de cuna mientras que otra limpiaba mi antebrazo con pañuelo frío, después de eso sentí un pinchazo de golpe en la zona donde había sentido el pañuelo, como en una vacuna, pero todo empeoró cuando sentí el líquido ingresar a mi organismo, era como si me inyectaran cristales rotos, grité con fuerza rogando que se detuviera sin embargo no se detuvo, ese momento se me hizo eterno, me moví con fuerza tratando de soltarme pero todo fue en vano, sentí cuando sacó la aguja de mi cuerpo pero la sensación no paró, pensé que lo peor ya había pasado pero...

Ahora me empezaron a limpiar el cuello, traté de alejarme, hasta de morder, pero unas manos sostuvieron mi cabeza con fuerza.

— No... Basta, por favor... — Supliqué pero nadie parecía tener misericordia, ante la idea que volvería a pasar entré en pánico — ¡DEJENME EN PAZ! ¡BASTA! ¡ALAEJENSE DE MI! ¡MAMÁ! ¡PAPÁ!.

Sentí de nuevo a la aguja entrar en mi, pero esta vez en mi cuello, aquel doloroso líquido me hizo gritar pero con más fuerza que antes, lastimando mi garganta y rompiendo mis cuerdas vocales, nada de eso se comparaba al dolor que siento ahora.

Sin embargo, en cuestión de segundos me sentí mareada, pero aquel dolor sigue presente, no siento la mayor parte de mi cuerpo, no puedo moverlo...

Los murmullos se intensificaron pero seguía sin saber que decían, me arturdieron por unos segundos hasta que se detienen de golpe.

Lo único que se escucha ahora es el silbido que entona la misma canción de cuna que antes de todo esto.

¿Ya todo ha terminado?.

...

Me desperté de golpe, llena de lágrimas y sudor, enfrente mío está mi padre moviendo mis hombros para que le prestara atención pero me siento perdida, no entiendo nada de lo que me está diciendo, es como si estuviera lejos de mi.

— ¡Violeta! — Vuelvo de golpe a la realidad, papá se ve angustiado — ¿Qué te pasa cielo?.

— Agujas... — Murmuré casi sin fuerzas, inestable y perdida. Mis nervios están a tope, mi cuerpo lleno de espasmos lo demuestra — Me quieren matar.

— No, cariño todo fue una pesadilla — Se acerca mi mamá tomando mi mano entre las suyas, ¿Una pesadilla? — Tú estabas durmiendo, nada fue real.

Se sintió tan real, podía jurar que iba a morir.

— Tranquila, estás con nosotros — Dice mi papá poniendo un mechón de pelo alrededor de mi oreja — No dejaremos que nada malo te suceda, jamás.

— Estoy tan asustada — Traté de controlar mi respiración pero solo lo empeoraba — No me dejen sola, ya ni sé que es real y que no.

— Eso jamás va a pasar, estarás bien cariño — Mi mamá me besa mi frente con cariño, transmitiéndome su paz y amor, dándome más seguridad de que lo peor ya había pasado — Siempre estaremos contigo.

Ambos me envuelven en sus brazos, dándome la protección que necesito, haciéndome sentir segura en medio de ellos, empecé a copiar su respiración de ambos para poder normalizar la mía y así dejar de estar en alerta, sirvió pero mi cuerpo aún tambaleaba, tomé una ducha en medio de la madrugada para tratar de calmar las millones de sensaciones que me acumulan.

Sé que es una simple pesadilla, pero me afecta más de lo que quisiera admitir.

Aún después de la ducha no pude calmarme del todo, no pude dormir después de eso por lo que fui al colegio con unas ojeras bastante notables y para añadirle un toque maestro a esto, me siento pesada, apenas puedo caminar sin tropezar y eso claro que no pasó desapercibido, gracias al cielo que solo están Oliver y Iria.

— No puede ser, te ves terrible — Habla Oliver, ganándose un golpe en la cabeza por parte de Iria — Solo soy sincero, basta de violencia — Dice sobándose la parte afectada — No puedo decirle que se ve radiante cuando parece haber sido sacada de una película de zombis

— Oye, ricitos de oro, cállate si es que no quieres acabar con un ojo morado — Oliver levanta las manos en señal de rendición — ¿Dormiste mal? ¿Te pasó algo malo? ¿No pudiste dormir o cómo?.

— Encontré un libro muy bueno — Mentí con una sonrisa en los labios — No podía quedarme con la intriga.

— En tu lápida voy a hacer que graben, "Murió por leer demasiado, desde la madrugada hasta al otro día" — Ríe Oliver y para ser sincera me dio gracia, no parece una mala manera de morir — Serás el orgullo de la profesora Libble.

— Nadie ha muerto por leer exagerado — Rueda los ojos Iria — No es la primera vez que lo hace, pero esta vez debió haber sido un libro bastante extenso.

Asentí, aún así, Iria muchas veces me ha visto similar a hoy por leer, nunca lo he ocultado, pero desearía que esa fuera la razón por la cual ahora estoy como una muerta viviente.

Después se lo diré a Iria la cual no me cree en lo más mínimo, lo sé porque ahora mismo está tratando de analizarme entera, además hoy debe empezar nuestra investigación acerca de esos nuevos, que por cierto aún no han venido.

¿Dónde están?.