🎃. CAPÍTULO 1
PRIMER ACTO:
"HUMILLACIÓN."
La vinculación sexual para dos de los Reyes Vulturi había sido concluida con éxito, la pacífica expresión de la dama de la Muerte se podía observar tan hermosa y anhelante de preservar. Sin embargo, aquella carencia de ojos se vieron iluminados en una molestia pura, tan pura que los dos que habían copulado previamente en vínculo percibieron al intruso. Gruñidos recelosos y tensos la defendieron, Caius dejando la cama con molestia palpable para ir a abrir la puerta del aposento compartido.
¡Plaft! ¡Puf!
Resonó la caída tiesa y dura de Aro contra el suelo. Con los pantalones bajados, y con las manos en la masa.
—Haz caído tan bajo, Aro. Esto es tan denigrante —rumió Caius.
—Irrespetuoso por parte tuyo, Aro. Vete a molestar a otro lado —rumió con su voz taciturna y fastidiado Marcus, mientras se quedaba pegado a su Reina, abrazándola y tratando de mitigar la molestia ante el intruso.
Ni bien había intentado separarse la mirada intensa se había enfocado a él, una mirada tenebrosa al que cedió en sumisión. Era claro que a la Catrina empezaba a afectar el vínculo completado, aún cuando no fuera consciente de lo que exigía.
Aro inmediatamente se sintió avergonzado, ardiendo en rabia.
—¡Sois un par de hipócritas! Se habéis vinculado sin mí. —se quejó ofendido.
—Nosotros no tenemos la culpa de tu desgracia, Aro. —se mofó a decir Caius.
La mandíbula del Rey de frente ancha y nariz respongona se tensó con furia contenida. Se levantó del suelo, subió sus pantalones e inmediatamente quitó un pañuelo de uno de sus bolsillos, empezando a limpiarse.
—He venido a pedir explicaciones. Pero escucharlos me ha afectado, soy hombre no un palo, no lo pude evitar. Eres mía también.
—¿Con qué derecho me reclamas?
—No hemos visto que supliques por su perdón, ¿Es más importante tu orgullo que nuestra Reina?—preguntó sombrío Marcus, empezando a necesitar exiliarlo del aposento.
Aro cuadró los hombros en tensión. Recordando lo que debía hacer una vez la viera y su palabra no lo estaba cumpliendo. Humillado, opto por arrodillarse.
—Perdoneme Catrina Laice, por mi impulsiva y orgullo altanero con el que siempre la recrimino. No puedo prometer que dejaré de ser orgulloso, pero por ti trataré de bajar lo soberbio y caprichoso de mi impuro ser —suplicó con la cabeza agachada, ofreciendo su sumisión.
Caius no se abstuvo a sonreír por la escena sumisa que Aro ofrecía. Mientras que Marcus fue liberado y por fin pudo recomponer su postura, La Catrina Laice se levantó de la cama, mostrando su desnudez sin vergüenza alguna, demostrando sus tatuajes de su clavícula y la gran marca de rasguños rasgados hasta exponer sus huesos ubicado en su costado lateral.
—Eres sincero, no te lo desacredito. Lo único que me gustaría recibir de ti es respeto, actitudes sanas y para nada demandantes. —empezó a decir— Soy un igual en cuánto a soberanía, Reina de mundo de los muertos; mi actitud hacia vosotros siempre ha demostrado el debido respeto, no me involucro en vuestros asuntos sin consentimiento, no tengo actitudes negativas que ofrecer, no tengo muchos sentimientos como para perder el tiempo. No soy caprichosa, soy independiente a vosotros y siembro mis cultivos a base de esfuerzo, lucho con peores cosas a diario. Si desperdicias el tiempo en estupidas actitudes, déjame decirte que no navegarás dentro de mi barco.
—Disculpe que discrepe, pero usted está siendo bastante demandante.
—Es sentido común lo que pido. Dar para recibir, sé lo que quieres recibir. —parafraseó con obviedad.
—Todo lo percibo es que quieres verme humillado, sumiso ante ti. —replicó Aro, negando que aquello no hubiera intentado ya.
—¿Humillado? —preguntó en un deje de voz, y luego se carcajea frívola.— ¿En algún momento te he pedido que te arrodilles? ¿Qué expongas tu sumisión ante tu pueblo? Solo has bajado cabeza porque lo haz querido tú, te has arrodillado porque solo sabes pedir perdón de esa forma. TU NO ESTÁS SIENDO HUMILLADO. TU MISMO TE ESTÁS HUMILLANDO.
—Solo bastaba con que pidas su mano y ofrecieras todo de ti, como carta blanca —farfulló Marcus.
—En mi opinión, la humillación queda corto con lo que te debe Reina, ¡esto no es nada! Haz faltado el respeto, la haz lastimado en innumerables ocasiones —respiró fuerte por sus canales nasales, agarrándolo por el cuello de la camisa, llevándolo fuera del aposento.—Vete a pensar en un rincón de tu descaro, porque ahora ya has arruinado el momento.
La catrina de cabello negro largo hasta la mitad de la espalda, solo se dirigió a la ducha sin decir nada mas. Aunque Aro quisiera decir algo mas, solo pudo sentir el frío golpe del viento de la puerta ser cerrada frente a su rostro. Mientras escuchaba perfectamente como sus "hermanos" iban con salamerías a adorarla. Mientras que a él, que le partiera un rayo.
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