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Capítulo 5: Metedura de pata

-¿D-dónde e-estoy?... -se pregunta Alba a si misma empezando a recobrar sus sentidos.

Lo último que ella recordaba era estar en una especie de acantilado con Shadow, luego una pelea, y después una luz.

La eriza aún algo confundida se acaricia los dedos de la mano izquierda, los mismos en los que había sentido que algo intentaba agarrarla mientras su cuerpo era levantado por algo metálico.

Tras pensar en eso pudo reaccionar por fin, las únicas dos personas que trabajaban con máquinas eran Tails y Eggman.

El lugar en el que estaba era muy oscuro, y sólo sabía que era de día por la escasa luz que entraba por un ventanuco, por lo que definitivamente Eggman la había raptado.

Intentó ir hacia la puerta, y aunque le costó un poco leventarse, eso no era lo que importaba, tenía que salir de allí antes de que fuera demasiado tarde.

Pero fue cuando se levantó que escuchó algo metálico moverse, y al verse las manos de nuevo pudo notar que tenía una cadena en cada muñeca, y ambas salían del mismo punto de la pared.

Ante su presencia suelta un bufido molesto y comienza a tirar de las cadenas en todas las direcciones posibles, pero ni siquiera lograba forzarlas.

Cuando se canso de tirar, intento aumentar su temperatura corporal para envolver su cuerpo en llamas y fundirlas, pero aun estaba muy débil y apenas lograba la temperatura suficiente como para que de la punta de sus púas empezara a salir algo de humo.

Cansada por el esfuerzo, se acerca a la puerta todo lo que puede para intentar localizarse, pues aún recordaba más o menos el interior. Por desgracia para ella, no alcanzaba a ver por la rendija de la puerta, además de que por la escasa luz apenas podía distinguir nada en la propia habitación.

Estando algo nerviosa por su situación, y sabiendo que probablemente Eggman o alguno de sus robots la vigilaba, se llevó una mano a sus púas para sacar la Esmeralda del Caos y poder irse, pero había un problema, y es que ya no la tenía.

El no encontrarla la preocupó y asustó aún más, pues en el mejor de los casos se habría caído y los demás podrían encontrarla antes que Eggman, pero en el peor de ellos, él mismo pudo habersela quitado nada más llegar allí, lo que significaría que solo le quedaba una, y esa era la verde de Shadow.

En eso estaba pensando cuando escuchó algo metálico acercarse, y para cuando miró hacia la puerta, allí estaba Metal Sonic mirándola con sus "ojos" rojos.

-¿Y ahora tú que quieres? -le dice la eriza al robot gruñéndole con las orejas hacia atrás, y retrocede cuando la máquina se va acercando a ella.

Cuando ya no pudo retroceder más, Metal decide detenerse y activa un holograma de Eggman.

-Espero que estés disfrutando de tu estancia aquí, y por cierto, gracias por tu Esmeralda -empieza a reirse.

-Uy si, el mejor hotel de cinco estrellas del mundo, y el servicio de habitaciones estupendo. Ya tienes la Esmeralda, que era lo que querías, ahora déjame ir. -le gruñe con gran molestia.

-Me encantaría, ¿pero que hay mejor que siete Esmeraldas del Caos? Pues tener ocho -este vuelve a reirse de ella.

-Estás loco si crees que te voy a ayudar en algo, y además, Shadow nunca te dará la Esmeralda -sólo cuando termina de hablar se da cuenta del gran error que acababa de cometer, provocando de nuevo la risa del contrario.

-Gracias por la información querida, ya solo me falta un buen medio de persuasión. Metal, ya sabes que hacer.

El holograma desaparece y los "ojos" del robot brillan mas fuerte, y tras esto la sostiene del cuello pegándola a la pared ahorcándola un poco.

Al estar todo tan oscuro, ella ni siquiera pudo defenderse, por eso soltó un pequeño grito antes de agarrar el brazo del robot con sus manos y patalear con la intención de que la soltara, pero no lo hacía.

Una vez que estaba bien sujeta, las luces de la habitación se emcienden un poco más para poder ver mejor. Debido a esto, la eriza tiene que cerrar los ojos un momento al ser tan brusco el cambio de luminosidad.

Mientras seguía pataleando para que la soltara y poder respirar, intentaba usar sus poderes para quitarse al robot de encima, pero la falta de oxígeno no la dejaba concentrarse.

Estuvieron así un buen rato hasta que Metal Sonic la soltó por fin. Una vez libre, ella no puede mantenerse en pie y cae de rodillas entre tosidos para recuperar el aire.

Sin embargo, no tuvo demasiada tranquilidad, pues en cuanto su respiración se calmó un poco, el erizo metálico la golpeó en la cabeza para poder dejarla inconsciente aprovechando que estaba vulnerable, y así fue.

Una vez la eriza calló al suelo inconsciente, la máquina soltó sus cadenas y la cargó como saco para llevársela de ahí, pues como bien había dicho Eggman, necesitaban un buen método de persuasión.

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