Priscila no coopera
Priscila caminaba varios pasos detrás de Layan. Sus manos sujetadas detrás de su espalda recta y su mirada fija en el lobo delante de ella. Por su parte los hombros de Layan estaban sumamente tensos y caminaba refunfuñando a pesar de que la mañana era bastante agradable.
La loba recordaba su salida ocultándoselo a todos los miembros de la manada. De seguro su madre regañaría a su padre y su tío lo haría también. Solo se había ido sin más. Así era mejor. No quería que ellos se encariñaran más con ellos o la extrañaran. Por lo que había hecho su presencia lo menos notable posible. Su padre fue el único que la despidió antes de partir.
-En serio me parece increíble que haya terminado así- protestaba Layan en voz alta pero para si mismo- Que una simple cachorra se haya impuesto de esa forma-
Priscila solo alzó una ceja. Solo era una crisis emocional del momento lo que le ocurría al lobo. Ya se acostumbraría. Y si no lo hacía, ella se encargaría que así fuera.
-Ese maldito Hades, se la cobraré bien grande. Solo porque nos conocemos desde hace años cree que puede hacer lo que quiera- decía con los dientes apretados si mucho- Mira que llevármela conmigo a mi manada, como si yo no tuviera nada que hacer-
-Estoy segura que estarías más contento si fuera mi madre la que te estuviera acompañando- la voz de Priscila resonó detrás de él.
Layan se detuvo de golpe. Llevaba tanto tiempo caminado con ella detrás sin pronunciar palabra y con su presencia apenas perceptible que por un momento se había olvidado que ella estaba allí. La miró por encima del hombro. El rostro de ella era tranquilo, sin reflejar emoción ni su falsa sonrisa.
-Tienes una boca muy grande para ser una cachorra Priscila, deberías tener cuidado con lo que dices- le advirtió un poco molesto por todo y además por su último comentario.
Pero en cambio Priscila ni siquiera se inmutó. Layan podría convertirse en lobo y agredirla y ella ni siquiera temblar. El miedo era algo que también había sido borrado de su interior. Una ventaja de ser un cascarón completamente vacío.
La loba sonrió acercándose a él calmadamente.
-Acaso me equivoco lobo- pasó por su lado y se paró girándose frente a él. Por su altura tuvo que alzar la cabeza- Y otro detalle- esta vez su sonrisa apareció- Me parece increíble que ni siquiera me prestes atención a mí que fue a la que metiste tus dientes hasta el fondo en su nuca, realmente dolió en ese momento-
Layan mostró esos mismos colmillos. Esa cachorra lo sacaba de quicio, sobre todo el tono que usaba CON ÉL, como si le perteneciese.
-Si te mordí fue para salvar a todas las manadas, fue una medida de seguridad. Hice mi deber-
-¿Deber?- Priscila bufó y batió sus largas y espesas pestañas negras- Puede que hubiera perdido el control de mi misma en ese momento pero te puedo asegurar que eso no fue lo que yo sentí cuando me mordiste-
Layan entrecerró los ojos.
-Estás jugando con fuego Priscila-
Ella disminuyó su sonrisa y alzó su mano creando una pequeña llama entre sus dedos que danzó entre ellos como una hermosa llama de fuego.
-No te preocupes, no me puedo quemar-
El alfa cerró los ojos respirando tan profundo que sus pulmones dolieron. Mal momento, su nariz se llenó del olor a lirio de Priscila que no dudaba en soltar hacia él. Gruñó y apretó sus dedos tan fuertes que sus nudillos se hicieron blancos.
- Ah, y un detalle- Priscila desapareció la llama de sus dedos y la punta de estos rozaron uno de los botones de la camisa de Layan- No soy una cachorra. Físicamente estoy cerca de los 100 años ahora mismo, así que no me llames más cachorra- alzó sus ojos con un brillo desafiante y dando un paso hacia él- Me molesta-
Layan sintió la cercanía hacia él pero no se movió. Su cuerpo estaba tan rígido que sus músculos se marcaban por entre la tela.
-Parece que tendremos que dejar otras cosas bien clara cachorra, no me desaf...-
Ante la palabra cachorra nuevamente Priscila chasqueó la lengua y su rostro se endureció y antes de que layan continuara subió su mano. Agarró el cuello de la camisa del alfa y tiró de él hacia abajo con fuerza. Sus labios sellaron los de él tan rápido que este no pudo reaccionar.
Fue un toque algo violento. Ambos labios aplastados uno contra otro, pero lo que más resaltaba entre ellos era la corriente eléctrica que atacó el cuerpo de ambos. En Priscila no fue tan fuerte y apenas si pudo definir que era aquello, la capacidad de sentir real placer o satisfacción era algo que estaba enterrada dentro de ella pero no del lobo.
Priscila se separó unos centímetros de la boca de Layan alzando los bordes de sus labios.
-Calladito te vez más bonito ¿sabías?-
Pero para su sorpresa, esta vez fueron sus labios los que terminaron sellados con más violencia que antes. Una mano se posó en su nuca y su boca fue forzada a abrirse. La lengua de Layan se metió en su cavidad con una demanda inusual. Las feromonas de un macho alfa salieron pronto del cuerpo del lobo.
Priscila abrió un poco los ojos para encontrarse las pupilas dilatas de Layan y antes de que pudiera hacer algo para que sus labios que eran besados, chupados y mordidos con fuerza, terminó cayendo bruscamente contra él suelo con el cuerpo del lobo encima.
Lo único que pudo hacer fue tomar una bocanada de aire ante el impacto, para después ser besada otra vez. La lengua de Layan se enroscaba en la de ella y la atraía a su propia boca para después pincharla con sus colmillos. Mismos colmillos que rozaban los labios de la loba.
Las manos de Layan se desplazaban por el costado del cuerpo femenino mientras prácticamente le violaba la boca. Sus dedos se enterraron en el tierno muslo por encima de la ropa con fuerza.
-Layan- Priscila gimió con los dientes apretados. Pero no opuso resistencia a pesar de que parecía ser todo demasiado intenso.
EL lobo abandonó sus labios dejándolos empapados de saliva y sangre y un hilo cristalino que todavía los unía, para desplazarse a su cuello donde lamió la pie tierna y pálida. Tanto su lengua como sus colmillos acariciaron, sobre todo, donde la vena latía.
Y entonces Priscila sintió un fuerte dolor que empezó en su cuello y le recorrió todo su cuerpo. Un grito sofocado salió de su garganta echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos con fuerza.
Fue entonces que Layan reaccionó y alzó su cabeza. ¿Qué demonios? Hasta hacía un momento estaba discutiendo con Priscila y después, cuando ella lo había rozado con sus labios todo su cuerpo se había vuelto caliento. Como una braza que lo quemaba por dentro y que no podía parar. Como resultado...
La imagen debajo de él le hizo quedarse sin aliento. La misma loba que se había prometido no tocar estaba sobre la yerba conteniendo su cuerpo enorme entre sus muslos. Los labios todo rojos e hinchados y algunas gotas de sangre que bailaban brillantes sobre ellos. Y su cuello, además de su piel estar llena de marcas rojizas había una enorme mordida cerca de la curva del hombro, profunda y que sangraba.
-Tus dientes...realmente duelen...cuando me muerdes- jadeó Priscila con la cabeza hacia el otro lado. El dolor en su cuello era bastante pronunciado e incómodo.
Layan chasqueó la lengua y se levantó de ella, sumamente molesto consigo mismo. Ni siquiera miró atrás apartándose con pasos rápidos. Priscila se quedó allí, sobre el lecho de hojas. El resplandor que se colaba entre las ramas de los árboles danzaba sobre su rostro levemente sonriente.
Había dolido pero valido la pena. Layan podía hablar todo lo que quisiera pero no era inmune al lazo creado entre ellos. Mientras él no la mordiera en el mismo lugar de su nuca para romperlo reaccionaría a su cercanía. Quizás esta vez su reacción había sido violenta debido al tiempo que habían estado separados. Pero a Priscila no le importó.
No se movió del lugar. Podía escuchar los pasos de Layan que daban vueltas un poco lejos de ella pero en el perímetro. Le daría tiempo. Ella era alguien bastante paciente. Cerró sus ojos y solo esperaría a que él volviera y de paso que el dolor en su cuello se calmara un poco, aunque le molestaba el líquido caliente correr por las heridas. Sin darse cuenta se quedó dormida.
-¿Estás feliz?- aquella voz de nuevo en su cabeza
-...-
-¿Por qué no me respondes? Antes lo hacías-
-No tengo por qué hacerlo-
-¿Me estás buscando?-
-No sé qué te hace pensar eso-
-...ila. Pris...la, Priscila-
La loba abrió los ojos de golpe. Sus pupilas de estar dilatadas pronto enfocaron el rostro del lobo pelirrojo sobre ella. Fue apenas un momento pero pudo ver una expresión de preocupación que pronto se esfumó. Típico de él.
-Vas a quedarte ahí todo el tiempo- el esquivó su mirada una vez que se encontraron.
Ella dejó pasar este detalle y sonrió.
-Sabía que no me dejarías aquí sola- alzó su mano pesada y acarició la mejilla de él.
Layan se apartó de su toque como si este quemara y se enderezó. Aunque antes de que Priscila dejará caer su brazo agarró su muñeca y tiró de su cuerpo con mucha facilidad. La sostuvo por los hombros hasta que notó que ella se mantuvo estable.
El alfa de desabotonó la camisa y se la lanzó a ella. Priscila la recibió contra su rostro permitiéndose olerla antes de apartarla y mirarlo con duda.
-Sécate la sangre de los labios y del cuello- él seguía evitando su mirada y sus manos ahora estaban en los bolsillos de su pantalón.
Pris le devolvió la prenda de la misma forma tirándosela al rostro. Layan gruñó ante esto.
-Hasta que me miras, no me gusta que me ignoren- ella le sonrió girando la cara hacia el otro lado y quitando el cabello del medio dejando a la vista le enrome mordida de él que había dejado de sangrar pero estaba muy marcada- Hazlo tú, yo no puedo verlo-
Las manos de Layan que tenían su camisa entre ellas temblaron ligeramente. No quería volver a tocarla y si lo hacía que fuera lo menos posible como cuando la levantó. Era peligroso, realmente peligroso y ella no cooperaba.
Para nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro