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Priscila 10 años

-Ma, a ti te gusta Lailai- Priscila le soltó de buenas a primeras, un día, a Nebraska mientras esta le peinaba su cabellera que le llegaba a mitad de la espalda.

La loba pestañeó ante la pregunta y dejando el cepillo a un lado abrazó a su hija por detrás y la atrajo hacia su pecho. La niña alzó la cabeza para encontrarse con la mirada de su madre.

-Sí, lo quiero- alzó los bordes de sus labios -¿Por qué me haces esa pregunta? – besó la coronilla de su cabeza.

-¿Lo quieres igual que a pa?- sus ojos estaban abiertos con inocencia. Ella quería a su lobo, no lo negaría ante nadie, pero si a su madre le gustaba ella solo se quitaría del medio, quería demasiado a Nebraska como para hacerle algo como eso.

Esta vez la loba no pudo dejar de soltar una débil carcajada. Teniendo una conversación de ese tipo con su cachorra cuando ni siquiera hablaba de eso con sus hijos mayores. Era algo un poco contradictorio. Incluso había noches en que Hades se acostaba al lado de ella y la abrazaba y le preguntaba si algún cachorro estaba interesado en alguien. No era un tema que les preocupara por el momento. Ellos eran jóvenes pero nunca se sabía. Nicolás y Rodrigo eran los mayores y no era secreto de nadie que había algunas lobas que le habían dado el visto bueno. Pero por parte de ellos, no había ningún avance. Hasta habían dicho que la loba que escogieran tenía que ser más hermosa que su madre. Nebraska había tenido que esconderse detrás de su esposo al escuchar aquello. Por poco perdía la compostura de reina, riéndose hasta que le dolieran los pulmones. Sus hijos eran únicos y tercos igual que ella.

-Con tu padre, es diferente- volvió a besarla- A tú pa lo amo- era extraño decir algo como eso en voz alta normalmente le costaba mucho decir esas palabras y al hacerlo solo se lo decía al oído, Hades no se molestaba con ella, la conocía lo suficiente para no cuestionarla- a Layan, lo quiero pero como te quiero a ti, a tus hermanos, a Sara a Siran, es un gustar diferente-

Priscila hizo una mueca con sus labios.

-¿Qué te molesta?- le pellizcó la mejilla a su hija, ya parecía una loba de mucha mayor edad pero para ella era su cachorra.

-Ma, la última vez que vino Lai Lai, él te abrazó- sus ojos se ensombrecieron- Y él te miraba de una forma extraña- jugó con sus dedos en su regazo nerviosa.

Nebraska dejó salir un suspiro.

-Layan y yo tenemos una historia algo complicada por decirlo de alguna forma, ambos como que nos debemos algunas cosas- recordó los sucesos entre ambos- pero ahora solo tenemos una fuerte amistad, a pesar de que se la pasa discutiendo con tu padre cada vez que pasan más de 10 minutos juntos-

Piscila asintió con la cabeza. Tal vez era pequeña para entender algunas cosas, pero de algo estaba ya segura. A su ma no le gustaba su lobo, él era parte de la vida de ella y no lo podía negar. Pero ella no conocía lo suficiente a Layan como para saber que realmente cruzaba por su cabeza. Deseaba ser grande pronto para poder estar a su lado.

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Alan caminaba junto a Noa en dirección al patio trasero donde solían esconderse cada vez que se escapaban de las lecciones de Leoxi. El lobo había aumentado sus ejercicios el doble en el último año y cada noche les era más complicado dormir. Priscila los seguía tomada de la mano del lobo mayor que reía con algo que le había dicho Noa.

-En serio, que si le dice a Nico ahora, este nos castigará en serio, Leoxi no parecía muy contento- Noa se rascó la nuca, Alan siempre lo convencía de hacer cosas que no debían.

-Tú, despreocúpate, cualquier cosa- se giró y cargó a una más grande Priscila- le decimos que nuestra hermana quería dar un paseo- le sonrió besando su mejilla.

-Eh- ella protestó apartándolo- No voy a ser la excusa de ustedes, si tío Leoxi viene solo le diré que fue idea de ustedes-

-Esta hermana mía- comenzó a hacerle cosquillas sacándole carcajadas a Priscila- Acaso traicionarás a tus hermanos más queridos de esa forma, no te dejaré dormir conmigo hoy-

Ella hizo un puchero. Se había acostumbrado  dormir todos los días en una habitación diferente, menos en la suya. Sus hermanos se habían organizado para que la rotación fuera equitativa aunque ella siempre terminaba durmiendo más tiempo con Nicolás que con otro, decía que era el que menos se movía en la cama y parecía un oso de peluche. Alan y Noa se habían burlado de él durante todo un día al escuchar la comparación. Y el mayor se había molestado.

Hades como todas las veces había tenido que interceder. Ya parecía natural que el alfa fuera quien manejara sus problemas de hermanos como si fuera un padre. Por fuera pudiera parecer muy serio pero era alguien fácil de tratar y que le gustaba conversar con ellos. Quizás por eso solían aprovecharse de su generosidad y hacer algunas cosas indebidas como aquellas.

Los tres se sentaron cerca de un árbol y Alan se dejó caer hacia atrás cerrando los ojos. La brisa era suave y cálida y pronto sintió a Noa recostar la cabeza sobre su abdomen y Prid sobre su pecho. Ya se habían acostumbrado a que lo tomaran de almohada y era extraño. Cuando vivían en su antigua casa se mantenían unidos pero nunca tenían ni la tranquilidad ni al libertad de demostrarse tanto afecto como ahora. No faltó mucho para que la nebulosa del sueño los envolviera y los tres se quedaran dormidos.

Un fuerte revuelo los despertó pocas horas más tarde. Algo estaba ocurriendo. No era a su alrededor pero si cerca de ellos, sus oídos desarrollaron detectaron que era dentro de la manada. Alan agarró a Priscila y al cargó mientras miró a su hermano. Los tres se pusieron de pie y comenzaron a correr hacia la mansión. Su instinto le decía que dentro estarían más seguro, pero algo les bloqueó el camino cuando les faltaban algunos metros para llegar.

Una sombra negra se desplazó delante de ellos. En ella se materializaron dos orbes rojos fijos en los tres lobos. Los hermanos retrocedieron. Alan bajó a Priscila y la puso detrás de él jalando también a Noa que puso resistencia pero al final cedió.

Uno, dos pasos más atrás y aquello no se movía. Alan sintió tanto el olor de Hades, Leoxi, Siran y Nebraska acercarse a ellos pero al menos demorarían dos minutos en llegar. Esperaba que diera tiempo. La pregunta que estaba dentro de su mente era que qué demonios era aquello, Ni siquiera tenía olor, apenas si se podía detectar, se imaginaba que por eso les era difícil saber dónde estaba y era precisamente delante de ellos. Pero no tuvo mucho tiempo de pensaren aquello, ni siquiera de avisar, la sombra se fue agrupando hasta que tomó una forma canina, un lobo oscuro que chorreaba espuma por la boca y le gruñía, precisamente a ellos.

Alan tensó sus músculos y solo le dio tiempo a empujar a sus hermanos hacia un lado cuando el lobo lo tiró hacia un lado enterrado los dientes su brazo casi desgarrándolo. Alan cayó en el suelo con un grito agarrándose la piel palpitante y herida. Jadeaba por el inmenso dolor pero la adrenalina era superior sobre todo cuando el inmenso lobo se giró hacia Priscila.

-Pris- jadeó con fuerza a pesar de la nebulosa de dolor. La preocupación invadiéndolo de golpe.

Noa se puso delante de su hermana pero eso no impidió que el lobo corriera en su dirección con la boca abierta. Todo indicaba que su objetivo era Priscila pero el animal se detuvo en seco. Sus músculos se tensaron marcándose sobre la piel, sus ojos muy abiertos y entonces soltó un agudo gemido.

Tanto Alan como Noa no supieran lo que estaba ocurriendo. El animal comenzó a temblar y puso la cola entre sus patas, sus orejas se pegaron a la cabeza y fue este el que comenzó a retroceder. Pris pasó por al lado de Noa esquivando la mano que este extendió para agarrarla. Alrededor de ella había algo extraño que incluso hizo que la punta de sus dedos tuvieran una fuerte descarga eléctrica y paralizara su cuerpo.

El cabello de la niña comenzó a ondearse detrás de su espalda a pesar de que casi no había viento. Las pupilas de ella se difuminaron dejando solamente la plata fundida de sus ojos y una sonrisa escalofriante surcó su rostro. Alan solo podía tragar en seco ante aquella imagen y más cuando ella se acercó al lobo que se había retraído en el suelo como un cachorro asustado.

La niña inclinó la cabeza, el cabello ocultó la mitad de su expresión fría y aterradora.

-Hiciste daño a mi hermano- dijo arrastrando las palabras.

Noa vio como Hades se materializaba al lado de él y detrás se escuchaban las pisadas apresuradas de los demás de la manada. El alfa gruño y corrió hacia donde estaba su hija, creía que estaba en peligro pero se detuvo en mitad del camino al ver que esta alzaba la mano y con un solo movimiento de sus dedos el cuello del lobo hizo un sonido extraño y su cuerpo se precipitó inerte hacia el suelo.

Un silencio total. Leoxi y Siran al lado de Nebraska habían llegado al tiempo suficiente para ser testigo de lo que había ocurrido. Nebraska corrió en cuanto pudo reaccionar y con su cuerpo lobuno se interpuso delante de su hija protegiéndola con su cuerpo, preocupada de que aquella bestia en el suelo pudiera despertar y hacerle algo. Su mirada se debatía entre su cachorra y su hijo herido, agradeció internamente que Leoxi se le acercara.

Pero cuando Siran se acercó y verificó al lobo se giró con una expresión preocupada hacia Hades que se acercaba.

El agresor estaba muerto

Tengo que reconocer que al escribir esta historia como que paso un poco de trabajo pues no tengo referencia de ningún lado. Así que estoy en blanco y la historia va saliendo poco a poco. Me es un poco rara pero me esta gustando el rumbo que esta tomando.
Y a ustedes, les gusta?

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