
No es Layan
Layan abrió su boca dejando que sus colmillos soltaran la piel tierna e irritada que antes estaba en ella. Bajo él, el cuerpo de Priscila se desplomó completamente inconsciente. No sabía cuánto tiempo había estado así, mordiendo su piel y marcándola como suya, pero su nudo ya comenzaba a ceder en el interior de ella.
Había sido intenso. Un celo corto como era el primero, pero más potente de lo que se imaginó. Lo mejor era que ahora su cachorra era completamente suya. Priscila ahora era su compañera. Su futura reina y la loba que daría a luz a sus cachorros.
Como no sentirse feliz por eso. Con una sonrisa comenzó a lamer su cuello ahora rojo y lleno de marcas de besos, mordiscos, arañados provocados por él. Ya no había rastro de la esencia de Kei por ningún lado. Se había asegurado de eso marcándola tanto por fuera como llenándola por dentro. El vientre de ella estaba ligeramente abultado y estaba seguro que le dolería después. No había sido precisamente todo lo gentil que hubiera querido y menos después de la mitad. Ambos se habían vuelto locos por el celo.
Lentamente comenzó a moverse saliendo de ella, desplazando su miembro sin tirar mucho. En la base aún estaba un poco abultado y salió con un sonido de plof seguido de bastante semen de él. Layan solo se alzó sobre sus brazos y piernas y miró hacia abajo para morderse el labio. La piel de Priscila era un lienzo de marcas suyas y llena de fluidos y apenas podía inmutarse pues su conciencia apenas reaccionaba.
Layan comenzó a salivar y la concentró en su boca. Quería al menos curarla un poco porque era consiente que no le quedaba mucho tiempo lúcido. Sentía como algo se removía dentro de él como un asqueroso gusano y como otra conciencia intentaba ocupar la suya. Su cabeza dolía como los mil infiernos y solo el querer estar un poco más con su loba era lo que lo mantenía aferrado a la realidad.
Lo hizo lento, pero de forma cuidadosa. Primero lamió las heridas del cuello que eran las peores. Esas provocadas por sus colmillos se notaban horribles, pero pudo notar que las viejas de la marca temporal con las nuevas se iban frunciendo en el cuello de la loba para terminar siendo una marca unitaria y que resultó hermosa a pesar del color actual y la inflamación. Layan sonrió y la besó con cariño. Con esto siempre sabría dónde estaba Priscila, los hacía uno.
Debajo de él la loba gemía lentamente en medio de su retardo. Su boca se abría ligeramente mientras su actual compañero lamía su espalda quitando todos los hematomas, arañazos. Layan sabía que con la esencia de su semen el proceso sería más rápido, pero acelerarlo un poco no vendría mal, Priscila aun no tenía el control que era necesario para utilizar el propio poder dentro de ella por lo que era mejor dejarla en su mejor estado mientras él comenzara su guerra interna más adelante. Porque si había dejado algo muy claro era que no dejaría que Priscila se inmiscuyera. Él sería el que se encargara de una vez por todas de Liam.
Lamió los costados de su cintura, sus nalgas, sus muslos. Suavemente la giró boca arriba y recorrió sus clavículas, sus pechos que demonios con él, tendría que tener cuidado con esa zona la próxima vez. Casi los había desfigurado con sus dientes. Prosiguió con su abdomen disfrutando del pequeño bulto irregular en este normalmente plano, hasta detenerse en la zona inferior. Lamerlo externamente no haría mucha la diferencia, y su semen ya habría el trabajo interno. Además, no era seguro ni para ella ni para él.
A pesar de la situación Layan sentía que podía volver a excitarse y Priscila no aguantaría otra ronda de sexo. Tambaleante se levantó de la cama hecha un desastre. Habían disfrutado del sexo y movido demasiado. Al menos que su propia cama era lo suficientemente resistente para las futuras rondas.
Encontró un pantalón de seda que le habían preparado y se lo puso como pudo con las manos temblorosas. Su cabeza estaba dando vueltas para ese momento. Como que Liam y su propio lobo se estaban peleando a ver quién tomaba el control de su cuerpo por completo y él estaba teniendo que poner toda su fuerza de voluntad para no sucumbir. Solo le daría el control temporal a su lobo, por la seguridad de todos mientras él se encargaba de Liam. Tenía confianza en que ganaría. Por Priscila, por Nebraska y por la seguridad de todas las manadas.
Buscó una manta limpia a un lado y volviendo con su loba la envolvió en ella cubriendo también su desnudez y todas las marcas en su cuerpo de que había tenido sexo. El olor de ella era suave, mezclado con el de él. Era exquisito y se sentó en la cama con ella en su regazo aspirándolo profundamente.
-Mía- dijo él contra el cabello de ella.
-Nuestra- las palabras de su lobo interno retumbó en su cabeza y lo hizo gruñir. Lo sentía tan cerca que sabía que solo forzando un poco más tomaría el control de él.
Layan quería reafirmar que era de él, pero recordó que ese lobo con el que no precisamente se llevaba bien era parte de sí mismo. Se estaba poniendo celoso de su propio ser. Ah se estaba volviendo loco, desde que Priscila entró a su vida todo estaba patas arriba. Pero a él le encantaba.
Bajó la cabeza y besó la sien de su loba.
-Espera por mi preciosa. Volveré a tus brazos y te haré mi reina- sonrió corriendo el cabello de ella hacia atrás y dejando un beso ahora en su frente- Tu lobo va a luchar por ti y nuestro futuro.
Una palpitación dura en su cabeza hizo que gruñera nuevamente y un gemido salió de su boca. Se le estaba acabando el tiempo.
-Victore- dijo su nombre en voz baja pero lo suficiente como para que sintiera el cierre de la puerta.
Esta se abrió y el lobo se hizo presente junto con otro detrás. Hades había venido a recoger a su hija.
-No te la lleves mientras esté fuera de juego- Layan bufó con un tono extraño en dirección al otro alfa- Ella ahora es mi compañera, la iré a buscar si es necesario.
Hades se detuvo delante de él y bajó la mirada estudiando a su hija. Ella dormía profundamente con la cabeza sobre su hombro.
-No te preocupes, no lo haré. Yo también estoy enlazado con Nebraska y sé lo destructivo que puede ser la separación. Sobre todo, para ella. Fui mi claro cuando dije que no estaba de acuerdo en que fueras el compañero de mi hija, más por razones personales que por lo que implicaba, pero si eso es lo que mi Priscila desea no puedo oponerme.
Layan alzó una ceja.
-Hasta que por fin dices algo racional- se burló.
-No tentes mi paciencia Layan. Me puedo retractar- Hades amenazó.
-Si, si, lo que quieras, pero estoy seguro que si te llevas a mi Pris ella saldrá corriendo directo a donde estoy yo- le soltó en consecuencia.
De pronto se escuchó un carraspeado de garganta.
-Bueno- a sus lados Victore se rascaba el costado del rostro- Sé que la conversación alfariana está muy buena, sobre todo cuando hay una loba de por medio y esto se convierte en un triángulo amoroso, pero… hay cosas que hacer por el momento. Ya después pueden pelearse- era consciente que le estaba ablando a dos alfas, pero dos que cuando estaban juntos en el mismo espacio dejaban de usar las neuronas. Con razón uno de ellos se decía que era dominado por su esposa, y el otro iba por el mismo camino.
Como que Nebraska y su hija Priscila eran dos lobas de temer.
Layan suspiró antes de que una mueca de dolor lo asaltara nuevamente. Dios, esto iba a ser difícil.
-Hades, cuida de ella- le dijo al otro lobo.
-Siempre- Hades extendió su mano y cargó a su hija pegándola contra su pecho. Priscila protestó en medio de su inconciencia, pero al sentir el olor de su padre se volvió a calmar. Este besó su frente.
-Alfa Hades saque a la princesa, yo tengo que encargarme de mi propio alfa y asegurarlo bien- Victore comprobaba las cadenas con las que ataría a Layan.
Hades asintió con la cabeza y le dio una última ojeada al lobo pelirrojo sentado en la cama que se notaba realmente agotado.
-Más te vale no perder, porque te juro que te mataré yo mismo si Priscila sufre por eso.
Layan se rio mostrando sus colmillos.
-Gracias por tu preocupación, suegro.
Hades le gruñó.
-Pensándolo mejor, pierde, así mi hija se queda conmigo- el lobo apretó más a su hija contra él- y de paso no me vuelves a llamar suegro.
Layan se levantó un poco tambaleante, su cabeza lo estaba matando y le costaba muy poco mantener el control sobre su propio cuerpo.
-Mira que puedes ser posesivo con tu hija. Pero lástima, ella ya es mía… suegro.
-YA, ya- Victore comenzó a empujar a Hades hacia afuera del cuarto- Aquí hay cosas que hacer, dejen de discutir.
El lobo albino realmente la paciencia, había sido una mala idea dejar a la reina en la habitación esperando. Ella debía haber venido para domar a esas dos bestias. Todavía se preguntaba cómo iban a funcionar ahora como familia cuando casi se querían jalar el pescuezo.
Solo se llevaban bien para lo que les convenía.
Una vez Hades salió de la habitación Victore se giró hacia su alga que caminaba inestable hacia el colchón pegado a la pared de donde salían tres gruesas cadenas. El comandante se apresuró y lo ayudó estabilizándolo para que pudiera llegar y Layan casi perdió por completo el equilibro sobre el colchón.
-Alfa.
-Victore, cuida de todos mientras no estoy. Intentaré volver lo antes posible- este le dijo jadeando cuando pegó su espalda contra la pared.
-Si, alfa, no se preocupe. Yo cuidaré de la manada y sobre todo de la princesa.
Layan sonrió confiado. Estaba agotado y casi no podía más. Su lobo golpeaba intentado salir dándole espacio para que él se encargara personalmente de Liam. Así que cerró los ojos y dejó que Victore le pusiera las cadenas, una en cada muñeca y otra alrededor de su cuello, ajustándolas fuertemente hasta que se incrustaron en su piel.
Le dio una última ojeada antes de dejar de caer sus párpados de nuevo y gruñir. Su cuerpo se estremeció completamente. Segundos después abrió sus ojos.
Ese ya no era Layan, ese era su lobo.
Manada ya tengo página de facebook oficial. Donde estaré dando noticias sobre todo de los libros en físico que sale ya casi los extras de cautiva y el libro pronto. Este último en revisión .
Salgo como Valkyria Wolf escritora
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