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Estás celosa

Layan chasqueó la lengua molesto. Esta cachorra le estaba mermando la paciencia. Rechinaba los dientes incómodo y lo que más le incomodaba era que Priscila ni siquiera se inmutaba ante su evidente molestia. Pero el no cedería tan fácil, no era el alfa de su manda y líder del consejo por gusto, le lanzó nuevamente la camisa a Pris que cayó sobre su cuello y pasó por al lado de ella.

-Hazlo tú- sus pasos eran firmes y comenzaron a alejarse de ella.

Priscila agarró la prenda que estaba manchada levemente con su propia sangre. El lobo al final no había cedido pero ella ni siquiera se inmutó. Sabía que Layan era un lobo difícil. Mucho mejor, era más divertido así, aunque no sintiera nada de diversión o felicidad en hacerlo. Solo era...entretenido.

Se dio media vuelta mientras pasaba la tela con cuidado por donde debería estar la sangre y secó con cuidado la que estuviera allí. Le dolió cuando tocó la mordida. Tenía conocimiento de la habilidad de Layan de curar las heridas mediante su saliva pero al parecer solo funcionaba si él quería, porque su piel rota se estaba curando lentamente, con la velocidad de un lobo normal.

-Oye Layan- lo llamó caminando a varios pasos de él. El lobo no la esperaba por lo que ella debía seguirlo, pero considerando que las piernas de él era más largas y el cuerpo de ella acababa de descongelarse como que la distancia se estaba haciendo grande a cada momento- Alfa- lo llamó un poco más seria pero no recibió respuesta- Maldito- apretó sus dientes

La loba siguió caminando a su ritmo. No se iba apresurar ni nada parecido. Y sabía bien la razón. Después de un rato él se detuvo para esperarla. Si la dejaba allí y ella se perdía crearía un buen problema con el que tendría que lidiar.

Caminaron un buen rato hasta que a lo lejos se divisó el techo de un castillo. Priscila pensó que era bastante extravagante pero no comentó nada. La mansión de su padre quizás no era tan grande pero tampoco se quedaba atrás.

-Alfa- escuchó a dos lobos de pelaje gris acercándose e inclinaron sus cabezas grandes una vez delante de él.

-¿Todo tranquilo por aquí?- Preguntó Layan con las manos en sus bolsillos a los guardias de servicio de ese día.

-Si alfa- respondió uno de ellos- No ha habido movimiento de nada-

-Miente- respondió Priscila parada detrás de él. Todavía llevaba entre sus brazos doblada la camisa de Layan. Ante sus palabras los dos animales y el alfa la miraron con cierto brillo en los ojos- Miente- ella repitió alzando las cejas hacia Layan.

El alfa entrecerró los ojos y se giró hacia el cual se vio alzado por el cuello, su cuerpo quedó colgando sacudiéndose ligeramente.

-Sabes que no me gustan que me mientan- la voz de Layan salió tranquila a diferencia de la reacción que había tenido. El otro lobo había retrocedido y agachado su cuerpo casi en una bola.

-No tienes por qué tener miedo- Priscila le comentó sin mirarlo- No has hecho nada malo, por el momento.

El lobo alzó ligeramente las orejas preguntándose quien demonios era esa loba pero de que alguna forma intimidaba de igual forma que su alfa. Sobre todo porque la presión que hacía en su cerebro hacía que este doliera.

A Priscila solo le había tomado unos segundos saber que el lobo en las manos de Layan mentía. Aun si había apartado las voces de su cabeza hacia lo más profundo de su mente todavía podía oírlas como un molesto murmullo e intensificarlas cuando quisiese como era el caso. Leer mentes nunca le había hecho gracia hasta ahora. Las palabras nerviosas del lobo retumbaban en su mente una y otra vez.

-¿Qué hiciste?- Layan interrogaba al lobo que casi estrangulaba.

-Alfa no sé de qué está hablando. Ella está mintiendo. No hice nada. Solo estuve de guardia-

Layan no sabía a ese punto que creer y soltó al lobo que cayó al suelo con un sonido sordo.

-Regresen- les gruñó y ambos lobos salieron corriendo rápidamente. Miró por encima del hombro a Priscila. No le gustaba dudar de los que lo rodeaban. Eran los mismos lobos de su manada, que habían estado a su lado desde hacía mucho y sabían de lo que era capaz si lo traicionaban.

Priscila caminó hacia él con su rostro totalmente serio.

-Violó a una loba mientras hacía guardia, hace poco- soltó ella como si eso fuera lo más normal pasando por su lado. Su brazo fue agarrado con fuerza, tanto que frunció un poco el ceño

-¿Qué fue lo que dijiste?- Layan pestañeó un poco confundido.

Ella se giró hacia él con calma mirando primero el duro agarre y después enfocando el rostro del lobo.

-Que el violó a una loba de tu manada antes de que llegaras, a su sobrina si quieres que sea más específica. Ella está amarrada en un árbol en un lugar donde creces sauces rojos-

-¿Por qué sabes todo eso?- Layan preguntó con los dientes apretados- Priscila inclinó la cabeza y sonrió ligeramente dando un paso hacia él.

-Las voces en mi cabeza me lo dijeron-

Las voces. Otra vez las voces. Claro, la habilidad de Asule

-¿Pudiste leerle la mente solo a él?- estaba un poco conmocionado. Al última vez que se había mencionado el tema Priscila podía oír miles de voces en su cabeza y apenas definir que decía cada una pero ahora...

Ella asintió. Layan dejó caer el brazo que sostenía el de la loba y retrocedió un paso. No lo podía creer.

-¿Sabes lo que estoy pensando ahora mismo?-

La vio negar y se extrañó.

-¿Por qué no?- su voz salió grave, estaba jugando con él.

-No te lo diré- ella lo retó y se dio media vuelta para ser agarrada nuevamente.

-Layan- Priscila lo miró por encima del hombro- No me molesta que me toques pero si cada vez que lo haces me lastimas mi padre se molestará y estoy segura que no querrás que mi madre también lo haga-

La expresión de Layan se puso dura.

-Priscila ¿estás celosa de tu madre?-

La loba entrecerró sus ojos.

-Para estar celoso de alguien debes amarlo no es así. Disculpa pero no sé qué tipo de sentimiento es ese ni tampoco lo recuerdo si alguna vez lo sentí-

El alfa se puso tenso ante las palabras de ella y le cayeron como un bloque.

-¿Y por qué siempre metes a Nebraska en esto? Además si no me amas no es más fácil dejarme de una vez por todas-

Pris alzó los bordes de sus labios.

-Acaso crees que no sé qué ella te gusta- levantó una ceja al notar la vacilación de la mano de él sobre ella- Ves, solo de mencionarlo tiemblas. Pero no te preocupes no me iré de tu lado aun si no siento eso que es amor. Tú eres mío Layan, no te cederé tan fácilmente. Sé consiente de eso-

Con un movimiento ágil se soltó de su agarre y comenzó a caminar dejando al lobo con la boca casi abierta. Ni siquiera pudo hablar procesando las palabras de ella. Él gustándole Nebraska. Era duro que alguien más se lo recordara después de que él había enterrado sus sentimientos y renunciado a ellos.

La omega era alguien especial para él. Muy especial. Pero no quería mirarla con aquellos ojos que lo haría alguien enamorado. Ella ya tenía una estabilidad y una familia y sabía que era feliz al lado de Hades. Él sería incapaz de arrebatarle algo de aquello por lo que solo había cedido a ser su amigo, su mejor amigo aun si dolía un poco. Después de un tiempo ya era más fácil pero Priscila había abierto otra vez la herida.

Sobre todo porque era la hija de Nebraska.

Priscila siguió caminado guiada por su olfato. Solo debía seguir el rastro de Layan hasta donde el olor era mucho más intenso y de paso donde el castillo debía estar. Y no faltó mucho para que la gran edificación apareciera delante de ella. Pronto más de cinco lobos la estuvieron rodeando.

Ella pestañeó un momento y acto seguido los lobos sintieron tanta presión sobre ellos que soltaron un gemido lastimero y retrocedieron retrayendo sus garras y ocultando sus colmillos.

-Priscila, déjalos- Layan que se había atrasado envuelto en sus pensamientos apareció rápidamente. Presentía que algo iba a pasar. Él se aseguraba que la seguridad en su mansión fuera el triple cuando salía, sobre todo por mantener salva a su hermana. Aunque ahora tal vez tendría que hacer una revisión del personal.

Priscila retiró la presión de los lobos que no les hizo daño pero si los puso en una posición de sumisión.

-Ella viene conmigo, se quedará aquí por un tiempo, avísenle a los demás y díganle a mi beta que lo quiero ver, hay alguien que necesito que busquen y a otro que desaparezca- el alfa explicó y los lobos se alejaron esfumándose lo antes posible- No puedes hacer eso- Layan la reprendió.

-Sabes que comienzas a molestarme cada vez que me dices lo que tengo que hacer, Layan. Y ahora mismo no estoy de humor- ella corrió el cabello por detrás de una de sus orejas- La próxima vez dejaré que me ataquen para que pueda sanarme, ya que esta vez no lo hiciste- pasó sus dedos por la herida de su cuello y después la de sus labios.

Layan no mencionó el tema de que ella no podía sentir nada así que ni debía estar molesta, y menos de humor, pero eso era tocar un tema bastante sensible. Aunque al parecer a Priscila no le importaba tocar esos temas como lo había hecho antes.

-Hay reglas en esta manada. Las aprenderás primero que cualquier cosa- intentó dejar de lado el tema de que no la había curado pero su mirada estaba enfocada en la profunda marca que le había dejado en el cuello de la loba como mismo hizo Leila, su hermana cuando llegó corriendo. La sonrisa que traía se desvaneció por completo.

Bueno por los 100K empieza el maratón. De esta me pierden pero voy a hacer un esfuerzo. Jajaja. Y por favor que pareja más difícil esta. Se arreglarán en algún momento.

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