Eres mío, lobo
Nicolás se dejó caer en el sofá de su cuarto totalmente agotado y se dejó abierta la camisa de la simple ropa que se había puesto después de llegar. El viaje había sido largo de regreso y ni siquiera le había notificado a Hades que estaba de regreso. Solo quería dormir cerrando sus ojos. Estaba tan aturdido que no sintió la presencia que se puso detrás de él y le abrazó por detrás el cuello. Un olor a lirio irreal llenó sus fosas nasales.
-Acaso no vas a saludar a tu hermana-
Los ojos de Nicolás se abrieron y giró el rostro notando la hermosa loba que estaba allí y le sonreía.
-Hola Nico-
El lobo se quedó mudo y solo atinó a agarrar la muñeca de la loba y tirar de ella por encima del espaldar del mueble cayendo ella torpemente sobre los cojines. Una mano se puso sobre su mejilla.
-¿Pris? ¿Eres mi hermana Pris?- su voz era dubitativa.
-Quien además de tu linda hermana tiene los ojos de tu padre- ella alzó una ceja.
-Priscila era una cachorrita linda y chiquita que podía cargar, qué le hiciste?- entrecerró los ojos pero había un toque de burla en el fondo.
-Hacerme más grande y hermosa- y ella le respondió copiando su tono aunque no sentía el chiste de todo aquello pero no quería enfriar el ambiente- ¿No te gusto así?-
Nicolás no pudo contenerse más y con sus fuertes brazos la llevó a su regazo y la abrazó dándoles tantos besos en la mejilla a ella que esta le pudo una mano en medio para que la dejara un momento. En el rostro del lobo había una enorme sonrisa.
-¿Cómo es que estás aquí?- le preguntó intrigado.
-Tengo asuntos pendientes, así que tuve que salir- se corrió el cabello hacia atrás. Ya se había cambiado por uno de los vestidos largos de su madre por lo que estaba más cómoda.
-¿Solo eso?- él volvió a besarle la mejilla aprovechando que ella había bajado la mano.
-Y cazar a Layan. Le dije que me casaría con él cuando saliera- afirmó con confianza-
Su hermano no replicó, era el único que nunca le había reprochado por su sentimiento por el otro alfa, no era nadie para meterse en la vida amorosa de nadie.
-¿Eso significa que te irás pronto?- recostó su barbilla en el hombro de ella.
-Lo más probable, pa ya mandó a un mensajero, así que mañana es seguro que esté aquí-
-¿No puedes pasar un poco más de tiempo con nosotros?- Nicolás se vio un poco triste ante los planes de su hermana.
-La próxima vez será, además no estaré lejos y vendré a verlos- esta vez fue ella la que besó su mejilla –por ahora puedes sentirte privilegiado, me escapé de Noa, Alan y Rodrigo y pude esconderme aquí para poder dormir contigo-
-Me imagino que casi te vuelven loca- Nicolás se carcajeó por lo bajo.
Priscila tuvo que reconocer que tenía razón. A la hora de la cena los tres hermanos habían entrado al comedor después de terminar sus entrenamientos y se habían arrojado sobre Priscila dejándola en el suelo como un saco. La habían zarandeado, besado, abrazado tanto que tuvo que pedir ayuda de su padre y esconderse a su espalda mientras su madre podía orden.
Además había sido el centro de atención durante toda la velada. Todos la miraban pero no se acercaba a ella. Había sacado varias de las conversaciones en su cabeza y había escuchado sus pensamientos. Lo que se había imaginado. A pesar de que la manada le sonreía, le tenía miedo. La razón. Desconocía que era ella realmente y a lo que no sabes que tienes delante le tienes miedo. Suerte que no podía sentir nada por lo que no les tomó importancia.
Sintió a Nicolás bostezar junto a ella.
-Vamos a dormir, yo también regresé hace poco y estoy cansada- lo instó y el lobo asintió sin problemas.
Una vez acostados Nico cerró los ojos y se quedó dormido junto a ella, en cambio Priscila no cerró sus ojos, su mente estaba llena de cosas en que pensar y sabía que si bajaba la guardia podía su mente ser invadida de nuevo. Debía ser alguien fuerte para poder penetrar sus barreras, si tuviera sentimiento podría decir que la ponía ansiosa pero no, solo era molesto tener al alguien queriendo controlar tus pensamientos.
No supo cuando estuvo despierta pero sintió como la puerta se abrió levemente y dos personas entrababan caminado, inclinados. Priscila solo esperó hasta que estuvieran cerca para hablarle asuntándolos, a los dos.
-No era más fácil pedirlo-
Noa y Alan se asomaron por el borde de la cama con rostro culpables hacia Priscila y después enfocando a su hermano mayor que estaba rendido. Priscila se recostó de nuevo.
-No hagan mucho ruido cuando suban o Nico se despertará y está agotado-
Sus dos hermanos se subieron y se acostaron dejando a Noa en el medio. Por suerte la cama era inmensa y acogió a los cuatro lobos sin problemas. Y Priscila sintió nuevamente calor después de tanto tiempo envuelta en el frío.
Layan entró por la puerta de la mansión de la Manada de Plata con el ceño fruncido. Caminaba con pasos pesados, sus botas hacían eco en el suelo de cerámica. Los lobos que estaban allí se retorcieron y apenas lo miraron, no parecía tener las pulgas felices y un alfa molesto no era nada bueno.
Subió las escaleras en busca de Hades. Buscó su olor y definió que estaba en su cuarto y todavía durmiendo pues era primera hora de la mañana. Después del sueño que había tenido y de la noticia que debía ir urgente como que no estaba en sus mejores momentos.
Avanzando por el pasillo vio el perfil de una loba de cabello oscuro junto a la ventana. El vestido que llevaba lo reconocía, lo había visto antes. Se acercó con mejor ánimo, ver a Nebraska le refrescaba toda su conciencia. Pasó el brazo por encima del hombro y sonrió.
-Hola hermosa- dijo mostrando sus colmillos.
Lo que le resultó poco familiar fue el cuerpo bajo él, incluso su olor a lirio que entonces le llegó. Sus ojos se abrieron más cuando esta se giró, un par de orbes plateados rodeados de espesas pestañas oscuras estaban sobre él.
-Hola Layan-
Y no supo como pero casi se desvaneció allí mismo. Se separó rápidamente de la loba y retrocedió conmocionado. No necesitó que nadie le dijera quien era para saberlo.
-Priscila- dijo recomponiéndose. Su voz salió grave.
-Ha pasado tiempo Layan, pero al menos me reconociste a la primero - ella mostro su falsa sonrisa.
El alfa la estudio de arriba abajo. Priscila de niña se notaba que iba a ser hermosa, pero tenerla ahora delante de él era una historia completamente diferente. Incluso su cuerpo había cambiado con las curvas necesarias, una muy marcada cintura, piernas largas, rostro hermoso y con una presencia imponente. Alguien que podrá de rodillas a cualquier lobo para ser su pareja pero eso implicaba caer en un agujero negro, agujero que él evitaba a toda costa. Aun cuando había sido difícil en los últimos 10 años.
¿Cómo demonios se controlaba ahora que tenía delante a lo que le había quitado el sueño tantas veces y con aquella tentadora imagen?
No se puede.
Pero tenía que ser fuerte y resistir. Él sería el vencedor en estaba batalla. Había marcado a Priscila solo para ayudarla, y rompería el vínculo en cuanto pudiera. Solo que ese momento no sabía cuándo sería. Inconscientemente lo evitaba en sus pensamientos aun cuando era una prioridad.
Pero a pesar de todo algo vino a su mente. Solo habían pasado 10 años. Ella todavía debía estar bajo hielo, al menos 5 años más. Y además, ella se veía tan cambiada y no era por el físico. Layan presintió que algo no era como antes y pensó que era lo que se imaginaba, y entrecerró los ojos.
-¿Tus emociones?-
Ella inclinó la cabeza. El flequillo que sus hermanos habían insistido en hacerle antes, después de bañarse y arreglarse el largo cabello se corrió a un lado.
-¿Es tan evidente?- la sonrisa de ella se opacó- Pensé que lo había disimulado muy bien, mi familia apenas se percató de que no siento nada. Pero era de esperarse-
Se acercó a él con pasos lentos. Layan retrocedió en consecuencia, el olor de ella lo comenzaba a rodear de forma posesiva. Los genes de alfa en su interior heredado de la sangre de todos eran más fuerte de lo que parecía y todo indicaba que su control sobre ellos se había echo más estable.
La pared pronto detuvo los movimiento de Layan a su espalda y se vio arrinconado cuando Priscila se detuvo a pocos milímetros de él. Su bajaba la cabeza podía oír la respiración de ella y su calor se fundía con el de su piel.
-Después de todo- ella se puso de puntillas de pies para estar a la altura de su oído, no podía separarla, no podía resistirse a ella, la razón principal, la marca de dientes en la nuca de la loba no solo la atrapaba en sumisión a ella sino a él mismo también- Eres mi lobo- tembló ante esto.
La puerta a pocos metros de ellos se abrió de pronto y Hades hizo acto de presencia. Priscila giró la cabeza dejando a un quieto alfa junto a ella.
-Hola pa, Layan llegó-
Hades alzó su ceja.
-Ya me di cuenta- gruñó
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