Enamorado de él
Después del suceso en el baño Layan estaba extraño. O eso era la conclusión a la que había llegado Priscila. Y de eso era ya una semana. Su comportamiento era irregular e impredecible.
La rechazaba como antes pero a la vez no.
No era una las veces que lo había sorprendido mirándola, para que después que ella le preguntaba que ocurría, él chasquear la lengua como si estuviera molesto e irse. Cuando dormían, en mitad de la noche le pasaba el brazo por encima de su cintura y la apretaba hacia su pecho lamiendo de vez en cuando la mordida.
En otras ocasiones la llevaba al baño después del entrenamiento con Kei, y una vez que la dejaba en la bañera, se veía vacilante de si se iba o se quedaba. Y cada vez que ella le tomaba la mano la apartaba como si esta quemara y salía pitando de allí. Nunca más la había curado dentro de aquel lugar, lo hacía antes como temiendo que la escena se repitiera.
Si, sus reacciones en los últimos días era...complicada y eso la confundía aún más.
La quería o no.
No podía llegar a una conclusión clara. Layan se estaba comportando demasiado posesivo, sobre todo en los dos últimos días. Le gruñía a cada lobo que pasaba por al lado de ella y que se quedaba fijo en su persona. Era considerable dado que su olor se estaba volviendo irregularmente dulce.
Pero por otro lado, si ella se le insinúa o se le sentaba encima, en la noche, solo para probar si avanzaban un paso más, el retrocedía dos. Ahora solo la besaba después de llegar toda hecha una papilla golpeada y que apenas se podía mover.
AHHHHH, lo mataría si pudiera. Ella tenía muchos problemas para lidiar con la insegura del Oh gran alfa. Alfa su culo, su madre no era un supuesto alfa y era la que llevaba los pantalones en la relación y la manada.
-¿Princesa, qué ocurre?- la voz de Kei resonó detrás de ella.
Era hora del entrenamiento y ella lo esperaba puntual en el patio trasero. Ella giró el rostro por encima del hombro. Su expresión era naturalmente fría pero había algo en ella que hizo que le beta frunciera el ceño.
-¿Siguen los problemas con el alfa?- el caminó hasta ponerse delante de la loba.
-Layan está actuando extraño- Priscila cruzó los brazos delante de su pecho y suspiró- Me agota-
-¿No está funcionando nuestro plan?-
Ella inclinó la cabeza con una mueca.
-50-50. Está más dominante conmigo. Me toca pero me rechaza a la vez. ¿Tú alfa es tan indeciso?-
Kei pestañeó varias veces y negó con la cabeza. Layan era el lobo más seguro de sí mismo que conocía, sino no le fuera tan fiel.
-Dale tiempo. Debe estar en un dilema personal y de aceptación-
-Pues hace falta que se apure- ella movió la cabeza de un lado a otro quitando la tensión en los músculos de su cuello- No me queda mucho tiempo aquí-
Sacó cuenta, tenía poco más de 20 días para encontrar a Liam y encargarse de él antes de que siguiera haciendo daño.
-Kei, sé que es en contra de las órdenes de Layan, pero tengo que saltarme el entrenamiento. Quiero dar un recorrido a la manada-
El beta entrecerró los ojos-
-¿Su intención?-
-¿Interesado?- ella sonrió levemente- No te preocupes, no daré problemas ni pondré más celoso a tu alfa, él lo hace por sí mismo- alzó los ojos con despreocupación.
-No puedes ir sola. Órdenes del alfa. Iré contigo. Además ¿no se ha dado cuenta de su estado?-
Esta vez fue ella la que pestañeó.
-¿A qué te refieres? Quitando la parte de que todos los días me mueles a golpes y que estoy algo cansada, no siento nada anormal en mi-
-¿Princesa, qué edad tiene usted ahora mismo?-
Priscila frunció el ceño. Acaso...
-¿Estás hablando de mi celo?-
Él asintió con la cabeza.
-Hueles demasiado dulce, más de lo habitual aun cuando este no parece haber llegado, pero deberá ser pronto. Quizás en una semana o dos. Y aunque el alfa te haya marcado temporalmente, aun eres vulnerable a que otro lobo te tome durante ese tiempo y remplace la marca del alfa por la de él-
Una sonrisa se esbozó en la boca de Priscila.
-Loco del que se atreva a tocarme durante mi celo, que no sea mi lobo-
-En la confianza está el peligro-
La loba se pasó la mano por el cabello y jugó con los mechones finales de su larga y oscura trenza.
-No tienes que preocuparte por esos detalles. Me aseguraré de estar en el lugar y el momento adecuado para cuando mi celo llegue. No dejaré que alguien más marque mi cuello y el que se atreva puede despedirse de este mundo-
Sus palabras hicieron estremecer al beta. Sabía que aquella loba era dura de roer, pero hasta ese momento no sabía cuánto. Pobre de su alfa, con razón estaba con la cabeza casi siempre ida, pensado en que debía hacer respecto a ella. Priscila no era una loba sumisa que lo esperaría o acataría sus órdenes, así sin más.
-Bueno, vámonos- Priscila se dio la vuelta y avanzó varios pasos para darse cuenta que el beta no la seguía. Lo miró y notó que estaba pálido. Abrió los labios para hablar cuando una voz la interrumpió.
-KEI- un llamado ligeramente agudo pero que no perdía masculinidad resonó tras el beta.
El cuerpo del nombrado se congeló y una gota de sudor corrió por su mejilla. Sus puños se apretaron hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Ante la reacción tan exagerada por parte del lobo, ella se inclinó hacia el costado para ver quién era capaz de descontrolarlo de aquella manera.
Y fue que lo comprendió.
-Victore- el nombre del lobo salió de la boca de Priscila y este se detuvo delante de ella con una sonrisa elegante digna de todo su porte.
-Un placer preciosa. No me imaginé que sería recibido por mi beta y por la prometida de mi alfa- la voz de Victore era melodiosa a pesar de ser el Comandante de toda la manada.
Es que su físico no tenía ninguna relación con su cargo. Priscila recordaba que el Comandante de la manada de su padre era su tío Leoxi que por favor, era músculo por todos lados. Pero este lobo en cambio era...delicado no sería la palabra exacta. Más bien hermoso.
Era un poco más alto de ella, no mucho pero si unos considerables centímetros, aun así se quedaba por debajo de la media de los lobos. Podía llegarle como máximo a la barbilla a Kei. Su cabello era claro, prácticamente gris, no albino como la reina de la manada de hierro o plateado como los alfas gemelos, era un color único y raro. Lo llevaba rozando su nuca y orejas y peinaba a un lado en suaves ondas. Sus ojos envuelto es pestañas del mismo color pero muy espesas, se tornaban azul hielo, incluso más hermosos que los de Layan. Su piel era clara, casi traslúcida, que recubría un cuerpo delgado pero con músculos no exuberante pero si agradables.
Si ella no hubiera oído hablar de él por parte de Layan no se hubiera imaginado que alguien tan hermoso como él fuera alguien tan bestia como lo requería ser el tercero al mando de la manada. Pero lo que le había contado, esa belleza era su mejor arma.
Esta vez fue ella la que le sonrió.
-Estaba intrigada por conocerte pero la realidad supera con creces las expectativas-
Victore soltó una sonora carcajada.
-Me agradas...para ser la reina de hielo-
Ella alzó una ceja.
-¿Ese es mi nuevo apodo?-
-Para alguien tan hermosa como usted, ser una belleza como la legendaria Reina de Hielo no debe ser una ofensa-
Priscila pestañeó lentamente.
-Tienes razón, no lo es-
Victore relajó su rosto y con el rabillo del ojo buscó la espalda del beta.
-Llevamos meses sin vernos y ni siquiera me miras a la cara Kei. Mira que puedes ser frío-
Priscila se inmiscuyó ligeramente en la mente del beta solo para experimentar un remolino de emociones que la hizo retroceder. Se acercó a él y le tocó el brazo.
-Reacciona lobo, que estás haciendo el ridículo- le murmuró.
Esto parece que hizo reaccionar al beta que se giró para recibir a Victore. Parecía, por arte de magia, recuperado aunque aún estaba un poco pálido. El otro lobo esbozó una amplia sonrisa.
-Así está mejor- le agarró la mano respondiendo el saludo- Realmente te extrañé. Y esta vez no me vas a rechazar-
Kei tragó en seco ante esas palabras que lo pusieron nervioso. Victore por su parte prosiguió.
-Traje el mejor vino que puedas probar, y deseo verte perder la cordura por el alcohol de una buena vez por todas-
El beta no se negó pero tampoco asintió. El ambiente entre ellos era algo pesado, y Priscila se quedó quieta esperando a ver qué ocurría.
-¿Kei, donde está el alfa? Tengo cosas que notificarles a ambos-
Este no respondió. No había dicho una sola palabra desde que el Comandante había llegado.
-Él está en su oficina- Priscila le respondió- Kei te llevará- ella le sonrió con su habitual sonrisa falsa, no porque quisiera, es que realmente en ese momento no era como que sintiera algo.
-Gracias, preciosa, en ese caso me iré adelantando. Kei te espero dentro- y se alejó de ellos.
Dos minutos pasaron para que Kei respirara nuevamente cuando oyó a Priscila a su lado.
-¿Es él?- ella lo interrogó con sus orbes plateados- No tienes que responderme si no quieres. Tu mente era un desastre antes de que lo encararas-
-¿No lo ves como algo raro?-
-¿Yo? Para nada. Una relación entre machos no es tan común por aquello del instinto de tener cachorros, pero si ocurre, al menos hasta donde sé. Además, no sé si los demás se han dado cuenta pero mi tío Leoxi y Rodrigo se traen una historia extraña entre ellos. Sé que no ha pasado desapercibido de mis padres pero no mencionan nada al respecto. Después de todo mi hermano solo se abre con él-
-Nunca pensé que fueras tan abierta de mente-
-Y yo de que eras de los que se ponía nervioso delante de la persona que te gusta-
-Él no me gusta- el tono de Kei fue serio- Él es la persona que quiero de compañero. Estoy enamorado de él-
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