Dos alfas
En cuanto Leoxi se había levantado de la cama Priscila e había despertado. Siempre ocurría. Le costaba mucho mantener el sueño estando sola a menos que fuera la cama de Layan donde increíblemente él podía irse y aun manteniendo el olor en las sábanas, la de dejaba en una atmósfera embelesadora. Aun así no dijo nada y esperó a que su tío le diera un beso en la mejilla para despedirlo solo con un sonido de la garganta.
Estaba agotada después de todo. No se arrepentía de dormir con su tío solo...que no era lo mismo. Cuando estaba junto a Layan todos sus poderes y voces en su cabeza se quedaban paralizados por lo que apenas cerraba los ojos caía en un sueño profundo y silencioso. Claro, siempre y cuando no era despertada a mitad de la madrugada por cierto lobo salvaje.
Lentamente se levantó de la cama y estiró su cuerpo. Miró los papeles que el mismo Layan le había llevado el día anterior así como la caja que su tío le había traído. Caminó hacia ella y la abrió viendo las piedras rojas. Sintió la energía al momento conectar con su ser, llamándola. Cerró la caja de golpe y cerró los ojos respirando profundo. Juraba que era posible que si tocara alguna de esas piedras podría ver la vida anterior del dueño de aquella sangre. Algo que realmente no quería. Ya tenía bastante sabiendo lo que hacían algunos lobos en la vida actual.
Pero al final tendría que tocarlas pues las había mandado a buscar con un objetivo. Así que agarró los papeles donde haría una lista de los lobos sospechosos en donde podría estar ubicado Liam, la caja que la puso debajo de su brazo y por último una tijera de la gaveta. Esa tendría un papel esencial en lo que iba a hacer.
***
Layan no podía evitar gruñir internamente. Estaba ansioso. Él ansioso. Si se lo hubieran dicho solo una semana antes no se lo creería. Pero no podía evitarlo. Litus era una alfa y de alguna forma tenía una cierta relación con Priscila pues él era el que había estado pendiente a ella los 10 años que había estado congelada.
-Alfa y líder del Consejo lo saludo- dijo Litus deteniéndose delante de él.
Layan respiró profundo. Se estaba comportando como un lobezno hormonal y ya él había pasado por esa etapa hace muchísimos años. Tenía más de 700, debía actuar como un adulto y sobre todo como un alfa. ¿Desde cuando era tan inseguro que necesitaba ponerse celoso?
-Viniste bien rápido-
Litus sonrió levemente.
-Si es un llamado de la Princesa de la manada de plata claro que vendría rápido. Además ella es interesante-
Por alguna razón esas palabras le sonaron a Layan y a su mente vinieron esos tiempos donde Nebraska y Hades estaban en algo parecido a una relación y como que él era el tercero. En este caso Priscila y él eran los que tenían esa relación y Litus el tercero. Quizás ahora comprendía por qué Hades parecía un erizo rabioso cada vez que él se acercaba. Layan se sentía así ahora.
Como cuando te dicen que pruebes de tu propia medicina. No, no le gustaba.
-Mi Pris aún no se ha levantado- dijo con tono posesivo cruzando los brazos delante de su amplio pecho.
A diferencia de él, Litus era también fibroso de cuerpo y alto, pero no tanto como Layan, por lo que de alguna forma se sentía superior. Sobre todo ahora donde el físico era importante para impresionar a una hembra. Solo que precisamente esa hembra parecía un poco indiferente últimamente.
Litus mantuvo su rostro tranquilo a pesar de que alzó la ceja ante la mención de mi Pris.
-No se preocupe, no tengo mucho apuro, mi hermano está de paso en mi manada por lo que mi regreso no es de urgencia-
-No es de urgencia- repitió Layan lentamente. Si, definitivamente estaba hormonal- Y piensan estar aquí ¿cuánto tiempo?-
-El necesario que la princesa desee- concluyó Litus con una leve sonrisa corriendo una de los mechones de su cabello largo hacia atrás.
Layan conocía esa mirada y no le gustaba. No era imbécil. Priscila era una loba hermosa, con buena figura y al parecer en edad de apareamiento dentro de muy poco. El brillo del otro lobo le indicaba que este también estaba interesado. Lástima que Priscila ya estaba marcada y él había reforzado aún más el enlace por lo que solo faltaba tener sexo para completar el ciclo y ella fuera totalmente de él.
-Oye Kei, el ambiente está que arde a pesar de que uno de ellos domina el hielo- Victore se acercó íntimamente al beta y le susurró.
El cabello de comandante hizo cosquilla sobre el hombro del lobo que trago en seco y solo asintió con la cabeza. Notó que hubo un leve brillo de decepción cuando se apartó un poco pero rápidamente fue sustituido por tranquilidad. Victore era un lobo difícil de leer en todos los sentidos.
-Kei- Layan bajó los hombros más no perdió la tensión en su cuerpo- Enséñale donde se va a quedar a dor...-
-Litus, llegaste- una voz femenina hizo a los cuatro lobos mirar hacia el interior del castillo para quedarse todos con la boca abierta.
Solo por una simple razón.
No como estaba vestida Priscila que era bastante normal. No por la forma que habló, no por lo que traía en sus manos, sino porque el larguísimo y hermoso cabello oscuro que antes danzaba sobre su cadera ahora rozaba los hombros de la loba.
Layan no puso evitar abrir los ojos y que su respiración se detuviera un momento.
-Priscila...tu...cabello- más de una vez había enredado los dedos en las suaves fibras y la sensación era sumamente agradable, además que olía bastante bien. No le quedaba mal el corte, todo lo contrario, resaltaba aún más sus fracciones, solo que...lo había cortado de repente.
La loba se tocó las puntas con desinterés.
-Lo necesitaba y lo corté. Volverá a crecer- dijo sin importancia.
-Te ves bien- la elogió Litus y no fue solo Priscila la que lo miró. Fueron tres más los que casi lo fulminaron. Kei y Victore estaba de acuerdo pero conociendo la personalidad de su alfa como que prefería mantener su opinión en privado hasta Layan no estuviera presente.
Ella asintió con la cabeza pero nada más. Su reacción era muchísimo menos intensa que cuando había venido Leoxi al cual le había saltado, literal, encima.
-Layan, necesito hablar con Litus en privado- le dijo.
-¿Qué tan importante puede ser para que yo no lo sepa?-
-No eres mi padre, ni mi madre, ni mi compañero para que me esté diciendo todo lo que hago o dejo de hacer-
-Somos casi compañeros- él reclamó.
-Oh, esto se pone bueno- Victore se recargó insistente en Kei esperando el panorama que iba a tener.
Priscila se puso frente a Layan e inclinó la cabeza.
-No voy a discutir contigo ahora. Tengo algunas cosas importantes que atender y tú también- chocó una pequeña caja contra el pecho de Layan. Encima estaba un papel- Entrega cada pulso en la caja a todos los nombres que están en la lista-
Layan miró de la loba a la caja para después abrirla. Dentro, había varios pulsos tan bien trenzados que apenas pudo reconocer que lo que rodeaba aquellas piedras rojas y hacía de correa era el cabello de Priscila.
-¿Qué es esto?- dijo con un poco de impresión.
-Solo una ayuda con lo que está ocurriendo en la manada. Sé que serán útiles. Y antes que se me olvide, no estás en la lista así que no llevarás uno-
Layan alzó la cabeza.
-¿Cómo que no llevaré uno? Si ellos van a tener yo también. ¿Por qué yo no?-
Priscila puso los ojos en blanco. Sabía que esto vendría por lo que sacó uno de los pulsos de su bolsillo y extendió la mano.
-Después dices que la cachorra soy yo- suspiró y agarrando una de las muñecas del alfa le puso uno de los pulsos donde la piedra estaba hecha de su misma sangre. No sabía bien como lo había hecho pero desde que tocó la primera piedra imágenes de como cristalizar sin usar el poder de hielo le vinieron a la mente. Si usaba sus poderes se derretiría pues Layan anulaba sus poderes siempre.
Una sonrisa se proyectó en los labios del alfa que admiró el trabajo alrededor de su muñeca. El trenzado oscuro hacía un hermoso contraste con su piel, y la piedra hacía juego con su cabello.
-¿Conforme alfa?-
Layan relajó su rostro y se inclinó. Buscó el labio de Priscila y chupó el inferior haciendo énfasis en el sonido húmedo que eso provocó. Fue rápido pero demasiado evidente para los presentes.
-Sí, muy conforme ahora- se enderezó- Victore, Kei, vengan conmigo- les ordenó a los otros dos lobos para después enfocar a Litus. Si mirada lo dijo todo.
Priscila no dijo nada hasta que desaparecieron. Otra vez Layan volvía a actuar de esa forma posesiva con ella cuando antes no era tan frecuente, pero esta vez era diferente. Es como si quisiera acaparar algo más. Decidió no pensar mucho, después de todo ella no comprendía mucho al lobo y se giró hacia Litus que también estaba callado.
-Vamos afuera. Lo que tengo que pedirte no quiero que otros lo oigan-
El alfa asintió con la cabeza y la siguió hacia la entrada del bosque que rodeaba el castillo. Ambos se detuvieron uno frente al otro y fue entonces que el lobo percibió el olor de Priscila, ahora que no estaba rodeada de otros machos. Sobre ella estaba el olor de Layan indiscutiblemente pero no tan fuerte. Eso significaba que no había estado junto a él en las pasadas horas. En cambio el olor a lirio muy irreal de ella era un poco más intenso de lo normal.
Se inclinó hacia adelante solo que en vez de ir directo a sus labios, aunque estuvo tentado, su nariz terminó rozando el cuello de la loba. No le pasó desapercibido una que otra marca por la zona y que la ropa intentaba ocultar vagamente.
Se quedó ahí unos segundos aspirando. El cuerpo de Priscila se mantuvo quieto pero si percibió la tensión en su cuerpo.
-Tu celo...está cerca- el aliento caliente de él golpeó la piel blanca dela loba.
Con una leve sonrisa, Litus se separó un poco para tragar en seco cuando notó los ojos brillantes y plateados de Priscila que lo enfocaban de reojo. Eran dos gotas fundidas y frías que el heló hasta el alma. El alfa se separó y puso una distancia decente entre ellos.
-Litus, mi celo es de Layan. Mi cuerpo es de Layan. Layan es mío. Sabes lo que eso significa ¿verdad?-
Claro que lo sabía. Priscila le estaba dando a entender que no había oportunidad con ella por mucho que intentara seducirla. Era bien sabido que desde antes de nacer ya lo reclamaba. Pero era injusto. La sangre de él también corría por las venas de ella.
-¿Por qué no puedo ser yo?- le soltó de pronto.
Priscila pestañeó lentamente.
-Porque no puede ser nadie más que Layan, Litus. Es algo que no comprenderías. Nuestra conexión está más allá de lo físico o del simple enamoramiento, o del enlace. Incluso estoy segura que podemos vivir juntos sin completar el enlace. Y no, no es por la sangre de él. Eso te lo puedo asegurar-
Y Litus supo que esta era una batalla que podría luchar pero por lo que Priscila tenía planificada, no podría ganar.
Así que apretó sus puños y lo después se sentaría a analizar más relajado. Quizás estaba cautivado por la belleza y fortaleza de Priscila...como no estarlo. Estúpido Layan si la rechazaba, aunque por el comportamiento que había tenido hoy como que era algo había pasado y nadie se había enterado.
-Y bien ¿qué es lo que quieres pedirme?
Priscila se demoró en responder pero cuando lo hizo fue contundente y segura su respuesta.
-Necesito que quites el sello...y liberes mis emociones-
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