Despertando otro poder
Layan estaba totalmente desubicado ante la reacción que estaba teniendo Priscila y como estaba reaccionando. Realmente se preocupó.
-Priscila- la llamó acercando su morro al de ella.
Solo no se esperó que ella lo atacara de pronto enterrando sus colmillos hasta la encía en su hocico. La rabia con la que lo miraba era…indescriptible. Aun así Layan no se movió, incluso si le dolía. La sangre corría hasta la yerba manchado tanto sus patas como las de la loba.
-Priscila- la volvió a llamar, esta vez forzando el lazo que tenían y que encontró que tenía que poner presión para mantenerla en control. Por eso no entendía por qué ella estaba tan descontrolada.
Acaso…
Ira, diversión, enojo…
Emociones.
Sus ojos lobunos se abrieron para notar que los de ella pasaban de un plateado muy intenso a volverse nebulosos y a abrir la boca. Los colmillos dejaron la carne del lobo tras varios hilos de sangre y un dolor intenso del que Layan no se quejó. Lo había mordido fuerte, con intenciones de desgarrarle la carne.
Un gemido lastimero salió de ella de pronto, como si se estuviera arrepintiendo y bajó sus orejas. Con inseguridad lamió una de las heridas como un intento de ayudar a aliviar las heridas. Layan entrecerró los ojos y estudio sus movimientos.
Sus heridas no eran importantes. Estas cerrarían sin problemas. Ahora lo más importante era verificar su realmente las emociones de Priscila se habían despertado del todo. Porque era consiente que desde que estaba junto con él y el lazo entre ellos se iba fortaleciendo las emociones de la loba mínimamente se iban manifestando. No todas, alguna como el enojo, incluso felicidad y diversión. Pero eran tan efímeras las manifestaciones que había que estar todo el día con ella para darse cuenta.
Ahora, era como una explosión total de ellas y que no podían ponerse de acuerdo y esto parecía estar volviéndola loca. Eso era…peligroso. En primer lugar las emociones de Priscila se habían sellado por razones específicas, sobre todo para cuidarla. Si estas habían despertado despertaría con más intensidad el resto de sus habilidades y eso no era lo más preocupante. Estas mismas consumirían su vida…mucho más rápido.
Ante la idea Layan se congeló y la sangre le bajó a las pata. El miedo de perder a Priscila otra vez o golpeó y lo hizo temblar. La miró y se acercó más a ella buscando tener su contacto. Estaba caliente todavía. El susto de aquella vez donde su lazo casi se desvanecía era algo que todavía palpitaba dentro de él.
La loba, ajena a todo simplemente comenzó a mover la cola de un lado para otro y se movió. Esta vez quiso levantarse para otra vez jugar. Y de igual manera volvió a caer sobre sus patas. Layan la sintió lamerse una de ellas y cuando se separó notó que había una herida grande que la surcaba.
¿En qué momento había ocurrido aquello? Bajó la cabeza y la lamió golpeado con su morro el de ella para que le diera espacio, y fue cuando notó que el rostro de ella había otra, específicamente en su mejilla.
¿Esa había estado ahí antes? No la recordaba.
Layan lamió la herida de la pata de ella sin problemas. Las de su hocico ya habían cerrado dada su habilidad. Habilidad que usó para curar la de su pata y luego de su mejilla. Pero como mismo estas cerraron comenzaron a aparecer otras en el cuerpo de la loba. Primero en la oreja, después por encima de su ojo, después en su hombro. Y desparecieron solas.
Pero no fue un proceso así de fácil. Ante la aparición de cada una la loba gimió. Como si estuviera en algún tipo de agonía. Layan se erizó.
No podía ser. Estaba…estaba despertando el mismo poder de él.
Y lo sabía bien porque conocía en sangre propia el dolor que ocasionaba ese suceso. Recordaba muy bien los días infernales de dolor siendo un cachorro donde solo Celesia, la madre de Hades y su maestra lo había ayudado a sobrepasar aquello.
-Priscila, transfórmate- le pidió Layan rápidamente- Como estás ahora es muy peligroso-
Mas no recibió respuesta. La loba agitó la cabeza ante las heridas que salían en su cabeza como si le molestaran mucho. Layan se vio en la obligación de formar su cuerpo y utilizar un férreo control para forzarla a cambiar.
Pero al hacerlo, lento y tortuosamente, donde el pelaje oscuro daba paso a una piel blanca que se llenaba de heridas, un grito desgarrador hizo vibrar todo alrededor. Diminutos puntos de escarcha cubrieron los bordes de las hojas, los troncos y hasta el mismo pelaje de Layan para después derretirse con una sensación caliente.
Priscila estaba sin control alguno.
Layan rápidamente se transformó y la agarró entre sus brazos. Otro grito vino de ella cuando la piel se cortó sola en su abdomen y la sangre brotó, segundos después se cerró sola dándole paso a una más grande y profunda en su muslo interno. Lágrimas surcaban las mejillas de Priscila que lloraba con los ojos totalmente desenfocados.
Ante este suceso Layan sabía que debía actuar rápido. Así que la estrechó en su pecho y apretó la cabeza de ella contra su cuello.
-Muerde- le ordenó y no pasaron muchos segundos para sentir los colmillos de ella atravesando su piel y una sensación caliente recorrerlo y hacerle jadear.
Las uñas de ella se enterraron en su espalda rompiendo la piel. Como aferrándose a algo. Y ese algo era él.
-Tranquila- le habló susurrando pasando su mano por su cabeza y espalda sintiendo como la carne se abría y volvía a cerrar, acompañado de los gemidos que provenían del pecho de la loba- Confía en mí-
Su sangre, además de permitir que el lazo fuera fuerte en ese momento, la ayudaría a regular la alocada de ella. Pero el proceso no sería fácil. Debía llevarla a un lugar oscuro y seguro. Uno donde no se pusiera en peligro ella y sus poderes no hicieran daño a los demás. Porque sabía que estos podían manifestarse más intensamente como lo habían hecho antes.
-Alfaaaaa- la voz de Victore se oyó y el lobo apareció corriendo. Con el venía Kei tres guardias más.
Solo habían podido acercarse cuando las feromona de su alfa habían disminuido. Pero no se esperaron encontrar aquella escena ni el suceso extraño en el cuerpo de la loba. Ellos cinco se detuvieron en seco.
Layan la apretó más hacia él protectoramente. Priscila estaba vulnerable, y como todo lobo macho o permitiría que algo le hiciera daño a su pareja, aun si los que estaban allí estuviera para ayudarlos. En ese momento, él era lo único que ella necesitaba.
-Alfa- Victore intentó acercarse pero Layan lo fulminó con la mirada y negó con la cabeza. Este comprendió- ¿Qué necesita?-
-Que nadie se interponga. Estaremos en aquel cuarto que ya conoces. Cierra desde afuera cuando entremos- ordenó levantándose. La boca de Priscila aun aferrada a su cuello, al igual que sus uñas en su espalda.
Los lobos asistieron y le dejaron el camino libre sintiendo la densa atmósfera que rodeaba tanto a su alfa como a la que todos sabían ya que sería su futura reina.
***
Layan nunca pensó que volvería a estar dentro de aquella habitación. Aquella en donde había tenido que encerrar a su hermana durante los años en que estuvo atrapada en la Locura. No pudo evitar que sus ojos se aguaran un poco. Esos recuerdos eran muy duros y estaría eternamente agradecido a Nebraska por haberla traído de regreso. Por eso y por haber traído al mundo a quien tenía en sus brazos.
La loba que realmente era la parte que faltaba para que su vida fuera realmente completa. Lástima que se había tomado mucho tiempo en darse cuenta y ahora ella sufría por eso.
Se sentó contra la pared en el suelo con ella en su regazo. NO se habían tomado el trabajo de arreglar aquel lugar por lo que ese lugar era mejor que el desastre de la cama. Ese era el sitio más seguro de todo su castillo. Se había encargado de ello. Apenas si había diminutas rendijas pegadas al techo en una esquina donde dejaba entrar aire y luz.
Abrazó la loba en sus brazos. La condición de su cuerpo se había ralentizado mínimamente, todavía las herida eran muy constante. Sintió como ella soltaba su cuello agotada y dejaba caer su cabeza pesada contra su pecho. Seguidamente un sollozo llegó a los oídos del alfa. El alma se le partió.
-Se fuerte Priscila- le acercó el rostro de ella otra vez a su cuello pero ella no mordió, en cambio comenzó a oler la glándula allí. Al menos eso la calmó un poco- Resiste-
No sabía si ella lo estaba escuchando pues apenas la sentía. Era como si su raciocinio estuviera durmiendo y solo su parte salvaje despierta soportando todo el dolor. Layan no podía desesperarse como sabría que podía ponerse. Mantener la cordura era lo único que podía hacer en esos momentos donde solo uno la tenía.
Y allí se quedó con Priscila entre sus brazos, entre temblores, sollozos, espasmos hasta que tres días después su cuerpo dejó de romper su piel y al fin ella pudo desvanecerse en sus brazos por el agotamiento…y él también.
Un capítulo realmenteeeee difícil de escribir pues estaba en una disputa mental de como Priscila iba a reaccionar con sus emociones y sus poderes a la vez. ¿Les gustó???
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