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Comportamiento inusual

Layan era un lobo tolerante, mucho más que otros alfas. Lo había aprendido dada su posición como líder del Consejo. Solo que había pocas cosas que él podía tolerar. Una de ella era que lo suyo no se tocaba. Y menos como aquel alfa lo estaba haciendo con su loba.

Todo se volvió negro delante de él y sus instintos despertaron tan violentamente que su parte salvaje, que solo salía de noche últimamente para disfrutar de lo que su enlace tenía para darle, explotó, tomando el control completo de su cuerpo.

Y estaba más allá de lo que podía llamarse molesto

Priscila nunca había sentido tanto dolor en toda su vida, ni siquiera cuando había comenzado a despertar sus poderes o fue congelada. Esta vez era diferente, letal, paralizante. Su pecho se apretaba y subía y bajaba con una sensación helada que se derretía pero que a la vez era tan fría que la dejaba sin fuerzas y sin aliento.

Apenas era consiente que estaba siendo besada y que los brazos de otro lobo que no era el suyo era lo que la mantenía erecta porque sus rodillas estaban tan débiles que apenas podían sujetarla. Pero ese soporte pronto despareció cuando delante de ella, casi como si fuera fugaz la imagen de un pelaje marrón pasó por delante de sus ojos  gotas de sangre que se sintieron muy caliente salpicaron su rostro.

Su cuerpo se desmoronó sobre el suelo y apenas podía jadear.

-Layan…no- intentó decir pero era demasiado tarde. Layan arrastró a Litus por el cuello con su gran tamaño y ambos salieron por la ventana rompiendo el cristal.

La loba casi se desplomó por el suelo. Se tuvo que agarrar el pecho. Había algo que se movía dentro de ella que quemaba, que helaba, no podía decirlo. Apretó sus labios para no gritar del dolor. Era demasiado intenso. Sobre todo porque había nuevas sensaciones que poco a poco comenzaban a florecer, solo juntas y de forma agobiante.

Podía oír los gruñidos tanto de Layan  como de Litus abajo. Ambos habían caído del segundo piso y estaban peleando. Por culpa de ella. Tenía que hacer algo pronto. Ella no podía ser la causante de un problema entre las manadas.

Así que intentó levantarse pero su cuerpo apenas le respondía. Sus piernas temblaban al igual que sus brazos. Llenándose los pulmones de aire forzó a su cuerpo a transformarse sin saber que el proceso sería tortuoso. Las sensaciones tanto de dolor como las emociones que querían manifestarse se multiplicaron por tres y juró que casi se le salían las lágrimas.

No pudo evitar soltar un gemido lastimero, pero no podía dejarse vender tan fácilmente. Debía hacer algo y pronto para detener a los dos alfas. Aunque sabía que sería difícil. Eran dos alfas peleando después de todo.

Tambaleándose de un lado a otro logró llegar a la ventana y reunió todas sus fuerzas para ponerse en dos patas y poder saltar. Solo esperaba no perder la conciencia ante de poder arreglar este malentendido. Ya se estaba cansando de que su mundo se volviera negro constantemente.

Litus nunca había visto a Layan tan molesto y tan…salvaje. La piel abierta al costado de su cuello sangraba debido a los colmillos que allí se habían encajado con fuerza. Había estado dispuesto a matarlo sino hubiera usado su poder para poder soltarse.

Retrocedió dos pasos rápidamente esquivando una de las mordidas que el alfa de pelaje marrón le propinó. Intentó hablar con él pero Layan no le respondía. Estaba sumido en una rabia total directa hacia él.

-Layan- lo volvió a llamar pero fue en vano.

El cuerpo del gran lobo que era incluso más grande que el de él se precipitó hacia arriba del suyo y ambos terminaron rodando entre mordiscos y gruñidos. No había nadie cerca. Las feromonas de Layan eran tan fuertes que no dejaba que nadie se pudiera acercar por mucho que quisieran. Incluso Litus se sentía sofocado.

Logrando liberarse de Layan retrocedió nuevamente jadeando. Era alfa y era fuerte. Podía defenderse fácilmente aunque estaba seguro que contra Layan sería una pelea complicada con más que perder que de ganar. Hasta podía congelarlo. Pero era el lobo líder del Consejo y además era consciente que había besado a la pareja de este. Solo que nunca se esperó ser atrapado tan fácilmente.

Era como si Layan tuviera ojos sobre la loba aun si no estaba a su lado.

Vio al otro alfa prepararse para atacar de nuevo. Ambos estaban gruñendo y sus lomos erizados, aunque Layan parecía más agresivo. Pero había una cosa de la que Litus estaba convencido. No tenía intención de morir por los colmillos de Layan.

Definitivamente lucharía. Y fue cuando Layan atacó contra él.

Una sombra oscura se reflejó ante los ojos de los dos lobos y para cuando Litus reaccionó había el cuerpo de un lobo de pelaje negro sobre el cuerpo de Layan. Aunque este era más pequeño y no parecía estar nada estable intentando mantener el equilibrio sobre el lomo del alfa.

Layan sin percatarse quien era y sumido en su bruma de rabia se sacudió con fuerza intentando quitarse aquello de encima de él que le impedía llegar a su objetivo. Lo hizo tan fuerte que el cuerpo sobre él cayó en el suelo con un sonido seco que le continuó un gemido doloroso. Fue entonces que Layan se petrificó.

Litus iba a correr a proteger a Priscila. Había reconocido el olor y dado el estado de Layan pensó que la iba a atacar cuando el lobo marrón se puso sobre ella de forma protectora y posesiva. Los ojos de este lo fulminaron y le gruñó sonoramente bajando la cabeza hasta casi estar a la altura de ella. Abrió su boca y le mordió la nuca. No le hizo daño pero sí hizo que ella gimiera nuevamente y se mantuviera pegada al suelo sin moverse.

De esta forma el alfa demostraba tanto a Litus como a ella misma quien era el que mandaba y de quien era la loba, su enlace, su futura compañera y reina de su manada.

-Desaparece de mi vista- le gruñó a Litus aun sin soltar la piel dela nuca de ella.

El alfa de hielo lo comprendió y retrocedió. Había cometido un error y nunca pensó que Layan reaccionaría de esa forma. Parecía un lobo desinteresado por la mayoría de las cosas que tuvieran que ver con él. Pero con esto se había dado cuenta que era mejor no subestimarlo. Layan era bastante posesivo con sus cosas.

Dándose media vuelta se alejó de la pareja aunque preocupado por Priscila. Sabía que ella también estaría en problemas, no solo por el beso. Sus emociones deberían estar despertando y eso podría volverla loca. Esperaba que ella fuera tan fuerte como decía.

Layan por su parte ahora se enfocó nuevamente en la loba entre sus patas. Ahora estaba consciente y en total control. Eso no quitaba que estuviera tan molesto que sus mandíbulas se apretaron tanto en la nuca de ella que el sabor metálico de la sangre de ella llegó a su paladar.

Gruñéndole en advertencia la soltó viendo la piel abierta de sus colmillos y como ella temblaba debajo de él. Lo atribuyó a sus feromonas. Estaban tan dispersas y potentes que debían estar afectándole. Pasó su lengua por la piel de su cuello sobre el suave pelaje con fuerza. Si le estaba provocando dolor a conciencia.

Estaba muy molesto y mucho con ella. Acaso no le había dicho que lo quería. Que era su lobo. Entonces por qué demonios estaba besándose con otro lobo. Demonios. No podía controlarse. Priscila bajó él gimió otra vez y se estremeció.

Layan se separó mortalmente serio. Quería una explicación pero ahora no estaba en condiciones. Temía que pudiera hacerle daño. Había algo dentro de él que se removía poniéndolo aún más ansioso. Pero él no hacía daño a las lobas y tampoco quería hacérselo a Priscila a pesar de su estado. Ya la había mordido y esperaba que ella fuera consciente de ello. Con él no se jugaba.

Y comenzó a alejarse antes de que sus pensamientos lo volvieran loco.

Caminó varios pasos cuando sintió un sonido sordo y se detuvo. Miró por encima de su hombro y encontró que la loba intentaba levantarse pero volvía a caer en sus sobre su estómago. Como su sus patas no tuvieran fuerza.

Dio media vuelta acercándose. Esperaba que este no fuera otro truco de ella porque no estaba de ningún humor. Se detuvo delante parado recto sobre sus cuatro patas y la miró desde arriba.

Para su sorpresa la loba alzó la cabeza y había un brillo inusual en sus ojos y su cola comenzó a moverse. Layan le gruñó en advertencia, si estaba jugando con él y volvió a girarse para alejarse. Definitivamente tendría que enseñarle mucho a esa cachorra.

Unos dientes se cerraron alrededor de una de sus patas y Layan se detuvo mirando hacia abajo. Le mostró sus colmillos.

-No tiente mi paciencia cachorra. Ya te burlaste bastaste de mí y me dejaste en ridículo besándote con otro alfa- soltó grave.

Priscila soltó su pata que alzó la cabeza con las orejas levantadas. Sacó la lengua jadeó y esta vez lo que mordió fue la cola de Layan jalándola hacia atrás.

Como si estuviera jugando.

Layan no lo podía creer ¿En serio?

-Priscila- la reprendió molesto porque ella ignoraba toda la situación pero…no tuvo respuesta.

En cambio ella tiró otra vez de su cola para soltarla y comenzar a gemir y sollozar de golpe. Acto seguido dejó de hacerlo y restregó de forma coqueta su cabeza contra la pata de Layan y no había pasado unos segundos cuando comenzó a gruñirle.

Y fue entonces cuando la rabia de Layan pasó a preocupación.

¿Por qué Priscila actuaba así?

¿Por qué no podía levantarse?

¿Por qué sentía una turbulencia en su enlace?

¿Qué había pasado realmente?

Hola manada, aquí de vuelta sin casi poder actualizar no solo esta sino casi ninguna historia. Muchoooo trabajo. Preparando los libros y materiales para las otras plataformas donde estoy y me pagan por escribir que el money hace falta y más en mi país. No me voy de wattpad, antes de que lo pregunten. Amo wattpad por encima de todo. Solo tendré otros proyectos nuevos en otras plataformas que después les contaré. Incluyendo una sorpresa en cuanto a Cautiva del Alfa, para los que querían más cosas de la historia que al final no les puse. Ya sabrán cuando este todo listo.

Problemas algo trágicos con una muela que me afecto la cabeza y…una caída por la escalera del mismo hospital donde me atendí.

Si, una semana muy intensa jajaja

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