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Chillido de pánico

Alim abrió la boca al notar con quien había chocado, precisamente con la loba que lo agarró de la parte de atrás del cuello de su ropa para no dejarlo ir.

-Quietecito cachorro- Priscila le mostró una sonrisa en lo que se giraba hacia él- Tú y yo tenemos que hablar algunas cosas ¿está bien?- la forma en que la loba lo miró hizo que el chico asintiera con la cabeza.

Priscila no le importó mucho la escena que estaban armando. De ella pareciendo casi intimidar al cachorro. No era tiempo de eso.

-Vamos a otro lugar- le dijo al cachorro una vez se levantaron- Y no pienses en escapar-

Alim alzó su cabeza y para sorpresa de Priscila este le agarró la mano.

-Vamos- le dijo también con una sonrisa que hizo desaparecer la de Priscila. Algo estaba muy extraño.

Caminaron en dirección a uno de los muros de piedra alrededor de una gran ceiba. El niño iba a su lado y Priscila lo miraba con el rabillo del ojo. Y abrió su mente. Porque en ese momento no era tiempo de descartar nada.

¿Y si el cachorro era Liam?

Podía ser. ¿Quién sospecharía de un cachorro?

Ella ya había obviado esa parte al inicio así que…entró en la mente de Alim.  No tenía nada que perder y las posibilidades se le estaban cerrando y el tiempo acabándosele. Lo hizo silenciosamente, suave, sin que el chico lo supiera…pero no encontró nada cuando reaccionó.

Se detuvo en seco. La mente del cachorro era tan limpia que se encontró atrapada en paredes blancas por todas partes en su interior. Sola, completamente sola. Miró a su alrededor y se encontró que ya no estaba en los terrenos de Layan sino dentro de una estancia tan blanca que le hacía doler los ojos, sin salida. La conciencia de otra persona.

Respiró profundo forzándose a salir pero fue inútil. No se movió, no regresó.

Acaso se había quedado atrapada dentro de la mente del cachorro. El corazón palpitó en su pecho y jadeó. Cerró sus ojos de nuevo pero fue inútil. No pudo salir. Estaba atrapada en un espacio en blanco, tan puro y tan aterrador.

¿Qué demonios estaba pasando?

Intentó llamar a alguien, primero a su madre, después a su padre, incluso a Layan, pero fue como si su voz y su mente no pudieran traspasar las barreras mentales de Alim. Frunció el ceño molesta

¿Cómo demonios había llegado a esa situación?

De pronto sintió un calor en su espalda que la hizo girarse….nada. Entrecerró los ojos. EL blanco se hacía cada vez más fuerte y la estaba cegando. Y otra vez vino ese calor, solo que esta vez se estaba extendiendo alrededor de su cintura también. Fue una sensación tan desagradable que la hizo estremecerse y saltar hacia un lado estremeciéndose y poniéndola alerta.

Pero todo acto fue inútil, esta vez el calor otra vez en su espalda se desplazó como si fueran manos que la tocaban y esta vez subía por su abdomen, palpando la piel desnuda de su torso hasta llegar a su seno.

Priscila se erizó y soltó un chillido intentando sacudirse pero la sensación fue cada vez más aterradora en lo que se extendía alrededor de su muslo. Buscando esa zona que solo estaba dispuesta permitirle a una persona tocar. Perdía fuerza en su cuerpo hasta que cayó de rodillas

Mostró sus colmillos molesta y a la vez el pánico se generó en su interior.

Layan, el nombre del lobo cruzó su cabeza y soltó otro chillido. Aquella sensación era como si alguien más la tocara y era realmente repugnante. Como si fuera el inicio de una violación. Nunca se pensó que dejarse tocar por alguien más, aun si no lo viera pudiera ocasionarle aquello                                                                         

-Priscila, sal- una voz potente en su cabeza hizo que todo a su alrededor de pronto se volviera negro y la sensación de los toques se desvaneciera.

Como si miles de hilos se enredaran alrededor de ella sintió que fue tirada hacia afuera hasta que la sensación de estar parada sobre algo firme fue vigente.

-Priscila- una voz masculina que le costó reconocer debido a su aturdimiento.

-Priscila- una voz que la sacó de ese preciso aturdimiento.

Abrió sus ojos de golpe para encontrarse en el mismo lugar donde se había detenido y junto ella Victore y su lobo, Layan. Ambos no tenían muy buen rostro.

-¿Priscila, nos oyes?- Victore a su lado sacudió la mano delante de su rostro como para captar su atención.

Priscila aún se sentía como en una extraña burbuja, sus oídos silbaban y apenas podía separar la mirada de Layan frente a ella que la agarraba de los hombros. Los dedos de él se enterraban en su piel y su rostro estaba torcido en una mueca de preocupación.

-Prisci…-

Pero no pudo terminar la frase ya que la loba se giró a un lado y rompiendo el agarre de él cayó de rodillas y simplemente vomitó. Los dos lobos se arrodillaron a su lado aún más alarmado por la situación que aún no comprendían.

Layan rápidamente la estabilizó agarrándola por detrás mientras Victore le aguantó el cabello mientras Priscila se estremecía con las arcadas y jadeando hasta que volvió a vomitar hasta que solo soltó bilis. Su rostro estaba cubierto de lágrimas y su garganta ardía. Su piel erizada y temblaba en los brazos del alfa.

Recordar una y otra vez aquello que la había tocado le revolvía el estómago y eso había sido más impresionante que quedarse atrapada dentro de la mente de alguien. Su cuerpo estaba rechazando todo contacto sexual que no fuera con el lobo que ella había escogido y como resultado estaba tan débil por los vómitos en los brazos de Layan.

-Cálmate, respira- layan le pasó la mano por la espalda en un intento de reconfortarla.

Victore dejó de tocarla al darse cuenta que su alfa comenzaba a envolver a la loba con posesividad y protección. Así que lo más recomendable era dejarles espacio.

-Alfa, será mejor llevarla de vuelta al castillo y que se quede con ella. Yo iré a buscar a Kei y nos encargaremos de todo-

Layan miró a su comandante mientras estrechaba a Priscila contra él para que envolviera sus brazos alrededor de cuello. Acarició su cabeza y la posicionó de forma que la nariz de ella estuviera lo más cerca de su glándula. Eso pareció hacer efecto porque los temblores en la loba comenzaron a disminuir suavemente.

Victore admiró la escena hasta que sintió una manito sobre la de él.

-¿Ella está bien?- el cachorro Alim estaba a su lado preguntándole con un rostro preocupado.
Victore inclinó la cabeza y entrecerró los ojos.

-Vuelve cachorro- fue lo único que le dijo palpándole la cabeza- Ella ya está con el alfa-

Esa respuesta pareció ser suficiente para que el cachorro asintiera con la cabeza y saliera corriendo pasando por al lado de la pareja. Priscila que lo oyó alzó apenas la cabeza con los párpados pesados embriagada por las feromonas.

-No- solo pudo jadear apenas entendible por su garganta.

No sabía si Liam estaba dentro de Alim. No había sido la misma reacción que cuando este le hablaba, incluso no le había hablado. Por lo que no sabía realmente que había ocurrido y eso era agotador.

Layan se levantó sosteniéndola por los muslos y apoyándola en su cuerpo. Ella no podía mover sus piernas para envolver su cintura con ellas. Era como si su mente se hubiera agotado completamente y su cuerpo parecía un simple trapo.

-Te dejo todo a cargo Victore. Cualquier cosa me dices-

El Comandante asintió y se giró para volver a sus tareas. Layan por su parte se quedó quieto un momento.

-¿Qué estabas haciendo?- le preguntó el alfa en un tono suave dejando un beso en el hombro de la loba más no recibió respuesta- ¿Priscila?- frunció el ceño - ¿Priscila?- pero ella no respondió.

***

Cuando Layan había visto el nuevo cadáver, esta vez con heridas por todo su cuerpo pero que parecían haber sido con uñas superficialmente, se quedó atónico. Ninguno de los asesinatos tenía algo en común y era muy confuso sobre todo porque no había ningún rastro de olor o algo que los llevara hacia alguien.

Y eso era muy mortificante.

Llevaban investigando pero apenas tenían resultados, pero de que algo estaba pasando, algo estaba pasando. Layan gruñó ante esto.

-Alfa, es lo mismo de los anteriores. No tiene restos de uñas ni nada parecido. Tal parece que lo hizo algo…no sé cómo explicarlo-Victore bajó la cabeza- Ahhh, donde demonios está Kei, él pudiera dar más detalles-

El alfa se pasó la mano por la cabeza  corriendo su largo cabello hacia atrás.

-Seguimos dando vueltas en círculos y nada. No hay un patrón tampoco. Hasta cuándo va a seguir esto. Si solo supiéramos…-recordó las palabras de Litus en su última conversación- Y si…

De pronto un chillido llegó a su mente y sus ojos se volvieron dorados al momento. Eso era un sonido de pánico, uno que daba una loba en peligro buscando un lobo macho que la ayudara de cualquier peligro.

-Priscila- jadeó. Ella estaba en peligro.
-¿Alfa?- Victore notó el cambio en su rostro y que pronunció su nombre- ALFA- gritó cuando este salió corriendo- Mierda- y se giró hacia los otros lobos que empacaban el cuerpo en unas mantas- Terminen el trabajo-

Les dijo y salió corriendo. Porque él también había oído ese chirrido y no parecía ser nada bueno.

Layan corrió hasta que se transformó en su forma de bestia apresurando el paso. Priscila no era de las que pedía ayuda y era bastante fuerte como para defenderse sola, por eso lo alarmó tanto escucharla así. Le recordó aquella vez que siendo cachorra había despertado el poder del fuego. Aun los gritos de ella resonaban en su cabeza y la forma que lloraba. Su pecho se apretaba de recordarlo y le era insoportable.

Para los que quieren saber dónde está Liam, pues no falta mucho…

Alguna idea de quien es…ahora.

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