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Calor protector y un Hades molesto

Layan había sentido miedo en su vida varias veces, como cuando fue partícipe de la Gran Guerra y perdió a sus padres, cuando asumió el mandato de su manada sin apenas experiencias, como cuando su hermana entró en la locura, cuando Nebraska casi muere delante de sus ojos. Pero ninguna de esas veces se comparaba con ahora.

Con el miedo de la impotencia.

Si, impotencia,, porque no podía hacer nada para consolar a la loba que lloraba abrazada a su cuello peludo. Había mantenido su forma lobuna y al parecer a Priscila no le molestaba porque lo sujetaba como si su vida dependiera de ella. No sabía que había ocurrido pero debía haber sido algo lo bastante malo durante esos dos días como para que despertara llorando.

Nunca se imaginó que algún día como esos llegara. Priscila se veía tan fuerte, tan decidida de sí misma que era difícil asimilar la imagen que se desarrollaba delante de él. Ella no tenía emociones aunque en los últimos tiempos estaba dando atisbo de ligeros cambios en su carácter que él había notado y que no había mencionado, como el hecho de molestarse con él.

Inclinó la cabeza y restregó su nariz contra la cabellera oscura de ella dejando salir un poco de sus feromonas para tranquilizarla, envolviéndola. Al parecer fue funcionando pues ella comenzó a sollozar más lentamente hasta que se volvió un simple sonido. Al final el agarre sobre él se aflojó y él percibió que se había quedado dormida nuevamente.

Esta vez sentía su lazo por lo que no se alarmó tanto como antes. Esos dos días le habían hecho reflexionar sobre muchas cosas, quizás demasiadas, entre ellas que aquella loba debía formar parte de su vida.

El rostro de Priscila estaba manchado de lágrimas mientras sus párpados estaban hinchados, pero al menos su respiración era estable. Por un momento Layan pensó que la perdería y eso lo había aterrado tanto casi había tocado ese límite que los llevaba a la locura.

Sabía que era un proceso complicado el hecho de que tenían que adecuarse uno al otro. Tenían personalidades que chocaban pero la vida nunca era fácil y menos para un lobo tan complicado como un y una loba tan terca como ella.

Lamió suavemente las mejillas sonrojadas hasta retirar las lágrimas. El sabor levemente salado fue un estímulo agradable en sus papilas gustativas y lo hizo estremecerse. Lentamente fue recuperando su forma humana hasta quedar acostado con la cabeza de la loba sobre su brazo. El otro lo rodeó alrededor de la estrecha cintura y la apretó contra él. El curvilíneo cuerpo se adaptó al de él con una facilidad que casi lo hizo gemir.

Habían dormido juntos desde que ella se había colado en su cuarto pero esta fue la primera vez que se dio cuenta que a pesar de que ella era pequeña en comparación con si gran cuerpo, cada parte de Priscila se adaptaba su fisionomía, como si fuera parte de él mismo. Pequeño detalles como esos que no había notado antes y que ahora, desde otra perspectiva eran tan llamativos.

La mano que descansaba sobre la cadera femenina se desplazó suavemente sobre su piel recorriendo si cintura, su torso, su hombro hasta buscar las heridas de él que no habían cerrado, en cambio había reforzado la unión entre ellos, aunque hasta que no anudara y todas las toxinas de su cuerpo fueran depositadas dentro de la loba el lazo no estaría completo realmente y sus mentes unidas.

Si tiempo atrás le dijeran que estaría en esa situación se reiría. Siempre lo habían considerado como un lobo solitario que nunca se casaría, pero desde que había visto la forma en que Nebraska y Hades vivían, como que la envidia había surgido en la profundidad de su interior.

¿Cómo sería amar con toda tu alma a alguien?

¿Cómo sería ser amado?

Esas eran preguntas que se formulaba cuando estaba completamente solo, quizás era tiempo de dejar las ataduras y descubrirlo. Abrazó más fuerte a Priscila aspirando el extraño y delicado olor de lirios que salía de ella y cerró los ojos. No había descansado lo suficiente como para mantenerse aun consiente. Cuidar de la loba había sido agotador.

Ahora podía descansar aunque sea un poco.

Cuando Priscila despertó sintió un agradable calor que la envolvía protectoramente. Abrió levemente los ojos. Le dolían un poco al igual que su cuerpo. ¿Había llorado? No recordaba bien. Solo sabía que un dolor desgarrador le había azotado el pecho en cuanto había decidido dejar su deseo de hacer a Layan suyo y poner otras prioridades por encima. Incluso ahora le volvía a dolor pero esta vez no lloró. Las lágrimas no resolvían nada.

Se removió para encontrar que estaba entre los brazos fuertes de alguien. Al principio no lo creyó pero después se dio cuenta de quién era. Quiso sonreír pero solo se hizo mayor su dolor. El lobo estaba dormido pero su olor la envolvía de forma diferente a las veces anteriores. Era como si quisiera impregnarse en su cuerpo y marcarla.

Su cuello latía y llevo sus dedos a la zona notando que la marca de allí era aún más pronunciada. La había vuelto a morder, con razón cuando intentaba someter a Liam no había podido terminar de sellarlo en su interior a costa de su vida.

Layan anulaba sus poderes.

Y esa vez lo había hecho de la forma más forzada posible. Si ese era el caso estaba en problemas. ¿Cómo lucharía contra Liam si cada vez que Layan la tocaba se quedaba tan vulnerable. La idea de que el alfa no la tocara fue un mal sabor de boca. Ahora mismo era sumamente cómodo y agradable estar acostada junto  a su lado sin que la rechazara.

Se mordió el labio inferior y restregó su rostro el gran torso. Los brazos alrededor de ella se movieron abrazándola aún más.

-¿Despertaste?- la voz de Layan apenas fue un susurró contra su cabeza antes de besarla- Déjame dormir un poco más, estoy cansado- la acurrucó más contra él antes de que su respiración se volviera otra vez constante.

¿En qué momento Layan se había vuelto tan...cariñoso?

Eso fue algo que Priscila se preguntó. Cuando dormían ella era la que solía abrazarlo, él no a alejaba pero pocas veces correspondía. Pero ahora la estaba abrazando de tal forma que recordó cuando dormía con sus hermanos y se sentía tan protegida y querida.

Un latido en su pecho y esta vez no fue de dolor. Era algo más. Diferente. Un agradable sentimiento.

Oh, sentimiento. Acaso estos estaban queriendo volver.

Quizás, era lo más probable. Y sabía una cosa. Los necesitaría. Para luchar contra Liam debía fortalecerse y sus emociones  eran la clave para que sus poderes fueran más potentes. Por lo tanto, en cuanto Layan despertara le pediría que llamara a Litus. El alfa había sellado sus poderes con su poder de hielo cuando estaba en el estanque.

Era momento de que los liberara y con ello una ola de sentimientos que de seguro la abrumarían. Pero ella estaba segura que sería capaz de soportarlo. Pues no tenía tiempo para pensar en otras cosas.

Era Liam o ella, los dos no podían existir en este mundo y no dejaría que el muy desgraciado arruinara la felicidad de su madre y su familia.

Layan, por muy cariñoso que fuera con ella, tendría que esperar. Y su lazo, aún más. Si se unía completamente tenía miedo que Liam la usara como un canal para apoderarse del alfa. La mente de Layan era fuerte, muy fuerte al punto de poder impedir que hasta ella entrara, pero todo siempre tiene una brecha, ella no sería la debilidad de su lobo. Ya después, si sobrevivía a lo que venía, y él quería completar el lazo lo permitiría, sino la quería cerca volvería con sus padres, tenía una manada, no dependía de él.

Por lo tanto, ya era hora de mover las piezas del ajedrez. Liam tenía sus horas contadas desde ese momento, pero necesitaba fortalecerse en todos los sentidos. Pero antes necesitaba estar segura que el lobo no entraría en la cabeza de los que la rodean. En esos momentos ya no confiaba en nadie, solo en Layan que estaba segura que Liam no podría controlar, por lo que tomaría medidas preventivas.

Cerró los ojos y abrió el canal. Había una persona que podría ayudarla y esa era su madre.

...

Nebraska estaba parada al lado de Hades mientras los dos conversaban con al menos 5 lobos más de la repartición de alimentos para la celebración del más pequeño de sus cachorros, Noa. Nebraska no estaba muy segura de la inmensa fiesta que tenía planes de efectuar su esposo, pero al ver la emoción de sus demás hijos y hasta del mismo Hades no opuso resistencia. Sería una semana después de que su hija volviera de la manada de Layan por lo que también participaría y la familia estaría completa.

-Ma- oyó una voz en su cabeza y de repente el mundo a su alrededor comenzó a difuminar. Aunque se mantuvo quieta sus ojos se volvieron completamente blancos y su conciencia se esfumó hacia otro lugar.

Hades comentaba lo que estaba planificando cuando notó que la cabeza de su esposa cayó hacia adelante.

-¿Nebraska?- la llamó tocando su hombro pero no recibió respuesta -¿Amor, estás bien?-

Pero fue igual y se alarmó. Los otros lobos de la sala se levantaron asustados por el estado de su reina. El alfa la tomó por los hombros y la giró suavemente hacia él notando su rostro ajeno a toda emoción y la mirada perdida. Aquella imagen lo asuntó aún más y quiso sacudirla cuando ella pestañeó de pronto.

-¿Hades?- su voz era suave.

El lobo la abrazó.

-No me asustes así- jadeó contra su cuello.

Nebraska aún estaba algo aturdida en sus brazos. Acababa de hablar con su hija y a había sido impresionante la forma en que lo habían hecho.

-Hades- pasó la mano por la gran espalda- Necesito pedirte un favor-

---

Hades caminaba por el pasillo con rostro interrogativo. Su reina le había contado que había hablado con su hija de una forma extraña. Lo creía, Priscila era poderosa y no conocían mucho de ella todavía. Ya la interrogaría cuando volviera, como era eso de guardar secreto a su padre.

Se detuvo delante de la puerta de Leoxi, era aun de tarde y como era su día libre se lo había pasado todo el tiempo en su habitación. Algo raro para su gemelo. Normalmente iba a visitar a su padre o se la pasaba bebiendo.

Tocó tres veces. Sabía que su hermano estaba ahí. Su olor era fuerte pero...no estaba solo.

Adentro Leoxi alzó la cabeza y miró por encima de su hombro hacia la puerta. Chasqueó la lengua y después hizo una señal de silencio en dirección a la persona que estaba acostado entre sus brazos. Con cuidado se levantó y buscó alguna prenda para cubrir su desnudes.

Tragó en seco y abrió la puerta cerrándola a su espalda encarando a su hermano. Lo que encontró delante de él fue el rostro de su hermano, pero no tranquilo como siempre. Había una expresión sombría y Leoxi supo que ya se había dado cuenta.

-Hermano, puedo explicarlo-

Hades entrecerró los ojos.

-Cámbiate, saldrás para la manada de Layan en la noche, Priscila necesita que le lleves algo importante- dijo en tono seco- Pero antes directo a mi estudio, creo que hay otro asunto que es más importante-

Leoxi sudó frío. Hades estaba molesto. Eso no era bueno. Lo vio dar media vuelta y supo que era mejor seguirlo pero antes este se volvió a girar y gritó en dirección al cuarto de su gemelo.

-Y Rodrigo, tú también vienes.

Leoxi se mordió el labio. ¿Cómo demonios le explicarían la situación  a su hermano, a su alfa? Estaban en problemas.

Para las que tenían dudas de si Leoxi y Rodrigo estaban en algo pues ya lo pueden afirmar. No se preocupes, los detalles los tendrán bien detallados al final de la novela, donde haré varios especiales de la novela de cada pada personaje y de las parejas. Así sabrán como Sara logró hacer caer a Siran, como Leoxi terminó enredado con Rodrigo y otras cositas más que tengo preparadas.

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