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Atrapados juntos

Priscila pasó la mano por la cabeza de Layan hasta la nuca, como una caricia tranquilizadora. Era extraño hacerlo físicamente. Prefería usar su mente y lo que su madre le había enseñado. Pero el contacto físico con ese lobo era agradable. Lo sintió removerse contra ella y poco a poco se fue alzando. Los ojos del alfa ya habían vuelto a su color azul natural.

-¿Ya volviste?- ella sonrió suavemente acariciando su mejilla.

-Hmm- el respondió con un sonido proveniente de su garganta.

-Tu lobo es lindo pero es momento que estés en todos tus sentidos- le besó la mejilla. Layan estaba inusualmente tranquilo.

-¿Qué me haces? ¿Por qué pierdo el control de mí mismo?- era consiente que había estado besando  y lo que eso conllevaba. No había querido hacerlo en primer momento, pero al final cedió a su instinto.

Ella se escurrió de sus brazos y al pasar por el costado de él le palmeó la nalga sobresaltándolo.

-No te hago nada, tus instintos son más sinceros que esa cabeza dura que tienes- lo miró de reojo.

Layan quiso gruñir pero en cambio una leve sonrisa apareció en su rostro y se pasó la mano por el rostro. Dios, se estaba volviendo loco, y esta vez era en serio. No podía ganar contra esa loba. Era Hades y Nebraska juntos en un pequeño cuerpecito. Vaya suerte la de él. Incluso lo había nalgueado, a él. Un alfa. Pero el picor en esa zona era una sensación desconocida y atrayente.

Caminó detrás de Priscila hasta ponerse a su lado. A pesar de la calentura y excitación de su cuerpo había escuchado lo que había ocurrido y eso hizo que su cabeza se enfriara de golpe. Priscila notó la tensión recuperada en el gran cuerpo. Mantuvo los labios sellados. Tenía que apurarse, estaba segura que era una artimaña de Liam. Por más que quisiera decirle a Layan lo que estaba ocurriendo,  no podía ponerlo en peligro. Aunque en su interior ya se imaginaba que el lobo quizás no la perdonara por ello.

Pero todo era por un bien común.

Llegaron hacia el jardín lateral del castillo donde al menos 10  guardias estaban reunidos. Victore estaba arrodillado al lado de Kei, ambos examinaban el cuerpo con detenimiento. Los presentes se alejaron en una reverencia cuando vieron a Layan llegar.

-¿Qué ocurrió?- preguntó con voz grave al notar que el guardia en el suelo tenía la garganta desgarrada completamente. Ni siquiera había dado guerra, o había marcas de lucha por ningún lado.

-No sabemos- Kei se levantó y encaró a su alfa haciendo una reverencia con la cabeza- Nadie vio nada. La primera persona en encontrarle fue Victore, él fue el que llamó a los demás-

Los ojos de Layan se enfocaron en el Comandante.

-No viste nada inusual-

El hermoso lobo se levantó y negó con la cabeza.

-Escuché algunos sonidos y cuando me acerqué no encontré nada más que el cuerpo. No existen ni siquiera huellas-

Priscila escuchaba la escena mientras analizaba a todos con disimulo. EL ambiente era tenso y las voces en su cabeza eran un caos total pero se enfocó y revisó mente por mente. Tal vez podía encontrar algo. Layan creía en su manada pero con Liam circulando cualquier cosa era posible.

No encontró nada mientras repasaba a cada uno, incluyendo el mismo Kei, pero no se esperó que al intentar llegar a la mente de Victore fuera rechazada. Una sensación muy parecida a cuando había intentado entrar en la mente de Antoin. No era tan fácil como los demás.

Sus ojos se abrieron ligeramente sin decir nada para no alarmar a los demás. Antes había llegado a un trato con Kei, de entrar en la mente de Victore para saber que sentía por él a cambio de que el beta la ayudara a celar a Layan, pero no se esperó que no pudiera oír sus pensamientos.

Acaso...

Pero no tuvo tiempo de pensar en nada más. Simplemente actuó con sus reflejos bien desarrollados. Alzó la mano y la sangre salió disparada. Calientes gotas del líquido carmín cayeron sobre el rostro de Layan.

Un gemido colectivo se escuchó ante la escena. Layan se quedó petrificado sintiendo el aliento caliente de un lobo contra su mejilla que estaba siendo inmovilizado por la mano de Priscila que aguantaba su mandíbula inferior. Sus dedos estaban siendo perforados por los colmillos y dientes del lobo.

Nadie lo había visto venir, ni Kei, ni Victore, ni Layan, ni los otros nueve guardias. Solo Priscila. Y a su lobo no lo tocaba nadie. Con furia quemando el interior de pecho apretó los dientes y de un tirón lanzó con fuerza el inmenso lobo varios metros lejos de ellos. Ni siquiera se percató que su mano sangraba cuando la bajó y esta corría por la punta de sus dedos hasta el césped.

-Maldito- inclinó la cabeza, su voz era un leve susurro- Si quieres matar a mi lobo, será sobre mi cadáver-

Los ojos de Priscila se convirtieron en remolinos que cambiaban de plateado a rojo. Si no hubiera reaccionado, el que hubiera sido herido sería Layan. Eso no podía permitirlo.

Al igual que todos Layan se había quedado como petrificado. Todo había ocurrido en ¿Cuánto? ¿3 segundos? ¿5? Se pasó la mano por el rostro encontrando además de que estaba caliente por el aliento de antes, algo más. Sangre. Sus ojos se desviaron directamente hacia la mano de Priscila.

Ella había sido herida solo estando a menos de un metro de él. El alfa miró al lobo que se levantaba a lo lejos y sacó sus colmillos. Una rabia subió por su pecho. Iba a matarlo. Nadie tocaba nada lo que era de él. Dio un paso hacia adelante. Pondría a Priscila detrás de él. Pensar que ella estuviera de nuevo en peligro lo...

Pero no pudo hacer nada. Solo un calor cegador que hizo que todos retrocedieran.

Priscila había levantado esa misma mano que sangraba. Sus ojos completamente rojos. Sus pupilas apenas eran unos puntos que se perdían en aquel mar de lava. Un círculo de fuego envolvió al lobo atacante y este se mantuvo en su lugar aullando ante el calor de las llamas que lo rodeaban.

Todos se quedaron estupefactos. Algunos de ellos habían sido testigos de la capacidad de ella de controlar el hielo y el destrozo del cuarto, pero como siempre, lo terrorífico del fuego no se lo quitaba nadie. Y menos como las llamas ligeramente creaban un halo que se movía alrededor de Priscila como protegiéndola.

A pesar de todo, no hubo movimiento por ninguno de los dos lados. Priscila no tenía intenciones de matar a ese lobo, sino de lo que estaba en su cabeza. Como supuso, estaba siendo controlado. Eso nadie lo sabía y no tenía tiempo de explicárselo. Respiró profundo manteniendo una concentración tal que era dolorosa, debía expulsar a Liam de ese cuerpo. Era él, no había duda. Debía hacerlo antes de que perdiera el control escaso que tenía sobre su poder.

-Te estás divirtiendo preciosa- una voz en su cabeza y antes de que todo se volviera negro Priscila cerró su mente atrapando dentro de ella a Liam.

***

Lo había logrado...o eso creía.

El cuerpo de la loba se proyectó en un espacio completamente oscuro y negro, aunque su cuerpo desnudo era completamente visible. Así que ese era su interior. Nunca había indagado en esa zona de ella misma. Era tan vacío y desoldado.  ¿Por eso ansiaba sobre todo estar con Layan? ¿Por qué hacía que este lugar se llenara de algo más? No sabía. Pero de lago era consiente. Quería salir de ese lugar. No le gustaba.

Retrocedió un paso.

-¿Te vas tan pronto preciosa?- la voz de Liam retumbó desde todos los ángulos y Priscila se puso en alerta. Su espalda se puso recta esperando el ataque- No te pongas así hermosa, solos somos tú y yo, nadie nos va a interrumpir, así que relájate un poco-

-Liam- el nombre le dio asco solo de pronunciarlo.

-Hermosa, al fin nos vemos nuevamente- de la oscuridad un cuerpo masculino, con el cabello largo y ojos agudos se fue materializando hasta quedar completamente visible- esto fue más fácil de lo que pensé. Solo tuve que esperar a que abrieran tu mente lo suficiente para ingresar a ella. Para ser realmente fuerte, eres bastante vulnerable-

El lobo avanzó hasta quedar a tres metros de ella. Priscila entrecerró sus ojos y sonrió.

-Mi intención siempre fue que entraras a mi mente Liam. Tú mismo me enseñaste que es mejor actuar sucio. Tengo un buen maestro- dijo con ironía.

Liam soltó una sonora carcajada.

-En serio eres la mejor- recargó el peso sobre un pie- Tú madre era genial, pero tengo que reconocer que desde aquel momento en que te vi, dentro de ella, protegiéndola, como que me di cuenta que ella no era lo que buscaba, ella era tan poca pocas-

El piso de pronto comenzó a temblar.

-No hables mal de mi madre- Priscila gruñó mientras todo alrededor se conmocionaba.

Liam por su parte se carcajeó nuevamente.

-Es increíble como defiendes a la mujer de la que está enamorado el lobo que reclamas como tuyo. Pobre, me das lástima. Tu madre será poca cosa, al menos lamentable que tú- se volvió a carcajear-

Priscila apretó sus manos hasta que sus uñas se enterraron en sus palmas. No debía oír a Liam. Él solo jugaba con su cordura. Eso era sabido. No sería estúpida. No era que le dijera algo que ella ya no supiera, pero no por eso iba a odiar a su madre. Nunca lo haría. Ella no mandaba sobre los sentimientos de nadie.

Todo a su alrededor dejó de moverse entrando nuevamente en calma. Cuando Priscila lo miró había tranquilidad en su rostro.

-No me controlarás como a los demás Liam-

Las paredes oscuras comenzaron a cerrarse en torno a ellos.

-Priscila, princesa, que pretendes- Liam sonrió de lado- ¿Estás intentando arruinar nuestro maravilloso momento? ¿Qué pretendes?-

-Acaso piensas que una vez que te tengo te voy a dejar ir tan fácilmente- su rostro se volvió completamente frío- No dejaré que toques a mi familia y a mi lobo. Aun si tengo que arriesgar mi vida-

Las paredes mentales se cernieron tan cerca de ellos como inmensas nubes oscuras. Iban a ser consumidos por la conciencia de Priscila y eso significaba que perderían todas sus capacidades y se perderían en un abismo ocurro.

Liam gruñó y después comenzó a reírse como loco.

-Linda, eso fue realmente impresionante- se reía a más no poder, Priscila no entendió que ocurría cuando de pronto su poder se vio detenido con fuerza desde el exterior. Algo estaba suprimiendo su poder- Oh, parece que alguien no quiere dejarte ir, preciosa-

Liam se burló y le dio la espalda.

-Fue una buena oportunidad, inútil aunque impresionante, eres más fuerte de lo que pensé. Solo déjame decirte que si piensas que me hubiera quedado de brazos cruzados te equivocas- la miró por encima del hombro- Soy más fuerte de lo que piensas querida. Jugaré un poco más contigo antes de que me haga completamente de tu cuerpo. Quizás hasta me adueñe de tu lobo y al fin te marque. Te imaginas- se rio, su cuerpo se desvanecía- Nos vemos, mi futura loba, adivina dentro de quien estoy, sé que en tu interior ya lo sabes-

Priscila se quedó allí estática mientras Liam desaparecía por completo. Las palabras de Liam aun retumbando dentro de ella. Había sido entrenada para ser fuerte, la sangre de los alfas corría por sus venas y aun así, aun así...

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