Al fin enlazados
Si ves este primero ve al anterior que hice actualización doble.
Layan ya no podía más, quería que su pareja se moviera, que supiera que era el verdadero placer mas no se movió.
-Pris- la llamó con cariño usando el diminutivo de su nombre.
Ella dejó caer su cabeza hacia un lado y lo miró. Su rostro se notaba tranquilo, aunque un notable sonrojo mostraba que ella también estaba casi al borde de la locura.
-Muévete amor- Layan le sonrió acariciando la cadera de ella- Yo te ayudo- sus manos se envolvieron a cada lado de su cintura.
Priscila puso sus manos sobre el abdomen de él como soporte. Ya no sentía dolor, pero no estaba acostumbrada a tener algo tan profundo dentro de ella y era incómodo y extraño. Era como sentirse llena, pero a la vez picando y que no cesara la sensación. Y dejándose guiar por las manos de Layan se dejó levantar un poco y se estremeció ante aquello grueso que salía de ella solo hasta la mitad para volver a introducirse al dejar caer su cadera sobre la de él. Gimió profundamente mientras Layan gruñía y su frente se empapaba de sudor.
-Así- le indicaba él volviendo a repetir el movimiento, solo que esta vez ella no se dejó caer por completo y comenzó un vaivén suave.
Las manos que la guiaban ayudaban mucho y pronto sus garras se enterraban en el abdomen duro del lobo. La boca de Priscila se abría soltando gemidos ante la estimulación de sus paredes que se pegaban al miembro de Layan y lo abrazaban con fuerza cada vez que se introducía. Su vientre temblaba hinchándose con cada penetración. Era algo extraño que poco a poco dejó de lado la incomodidad para tomar parte el calor abrazador. Y no faltó mucho para querer más.
Y su lobo se dio cuenta. El olor de Priscila había vuelto a aumentar. La humedad, ligada con restos de su semen se desbordaban por su momento antes cada embestida haciendo de lubricante natural y ayudando a la penetración, y él comenzó a moverse también junto con ella hasta que sus bolas tocaban las nalgas de ella. Y se sentía tan bien que temblaba debajo de Priscila y los gemidos salían de sus labios sin control. Nunca se había sentido tan bien teniendo sexo en toda su vida.
Era como si algo se removiera dentro de él, se uniera desde el interior con su loba, como si sus almas se estuvieran entrelazando aumentando la conexión dentro de ellos. Y eso era lo más placentero que tener un simple sexo. Era la conexión tan íntima que se forjaba entre los dos. Y él se sentía realmente feliz.
-Amor, estás tan apretada- dejó salir con un jadeó disfrutando de como su miembro se perdía entre los pliegues de ella. La imagen de Priscila moviéndose sobre su cadera junto con él era hermosa- ¿Te sientes bien? Esto se siente realmente rico- dijo él sentándose recostando su cuerpo sobre su brazo y buscando con sus labios los pechos hinchados de ella y mordiéndolos
Las manos de Priscila se sostuvieron de sus hombros y dejó caer la cabeza hacia atrás disfrutando de las sensaciones nuevas que la asaltaban. Su cuerpo se estremecía de arriba abajo y se preguntó por qué habían aplazado los dos sentirse tan bien. Tan complacidos, tan completos.
Layan la abrazó de la cintura y la apretó contra él lamiendo ahora su cuello hasta su barbilla. Ya la cadera de ella se movía por sí sola, sin ayuda de él, por lo que todo le indicaba que ella estaba lo suficientemente húmeda y preparada para soportar lo que venía. Porque él llevaba conteniéndose todo este tiempo.
Por lo que antes que ella reaccionara la giró sobre y la dejó caer sobre la cama sin salir de ella, más bien, se acomodó entre sus muslos y le sonrió desde arriba.
-Bueno cachorra, ya te divertiste- se corrió el cabello húmedo y largo hacia atrás quitándolo del medio y se relamió los colmillos- Pues es mi momento de hacerte gritar- los ojos de Layan ya eran tan dorados que rivalizaban con los de la loba debajo de él.
Priscila se removió un poco incómoda. Layan se veía realmente intimidante ahora, más grande, más sensual, más… más… gruñó cuando de pronto sus manos se vieron sujetas encima de su cabeza por una de las grandes manos de él. El cabello rojizo de Layan cayó sobre el cuerpo de ella y gimió por la estimulación sobre sus pezones tan hinchados por culpa de ese mismo lobo.
Layan mantuvo una leve sonrosa en sus labios.
-Ahora es momento de divertirme yo- aseguró él y movió su cadera hacia atrás solo dejando el glande dentro de ella para volverse a introducir de golpe.
Priscila gimió fuerte arqueando su espalda ante la dura invasión. Sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas. A pesar de su celo su cerebro se aclaró un poco y pudo llegar a una conclusión, por mucho que ella pudiera manipular a Layan, era un lobo que no podía ser subestimado.
***
Priscila sentía que se iba a desmayar.
Había perdido la cuenta de cuantas veces se había corrido, la sábana debajo de ella estaba húmeda y pegajosa, su interior hinchado y sensible, sus pechos todos marcados, sus muslos apneas sin fuerzas y hechos un desastre, pero eso no fue impedimento para que el lobo detrás de ella se detuviera.
Layan sostenía su cadera manteniéndola alzada mientras la penetraba con la misma intensidad del inicio. La había puesto en todas las posiciones posibles durante tanto tiempo que ya no sabía qué hora era.
Su conciencia estaba volviendo lentamente y podía ver algunos rayos de luz que entraban por las ventanas en lo alto de la habitación. Eso significaba que habían tenido sexo por bastante tiempo o ella no estaría a ese punto, sin sentir ningún músculo de su cuerpo.
Apenas ya podía gemir. Su garganta estaba carrasposa y ronca, sus ojos llenos de lágrimas y a pesar de todo eso se sentía tan bien, porque ahora ya no era el celo el que la estaba dejando sin conciencia. Estaba sintiendo como realmente era llenada por su lobo, por su pareja.
Casi ronroneó cuando los labios de él comenzaron a besar su columna dejando un tramo de besos hasta su columna.
-Layan- ella gimió y el lobo detrás de ella se detuvo.
-¿Pris?- la pregunta de él resonó cálida y suave en el oído de ella.
Priscila se alzó sobre su brazo y lo miró por encima del hombro. Sus ojos ya volvían a ser más naturales a pesar de su expresión hecha un desastre y excitada. Asintió levemente con la cabeza.
Layan sonrió y le besó la sien, aunque la preocupación palpitó dentro de él. Si ella había despertado de su celo, eso significaba que Liam pronto lo haría y con ello arrastraría a Priscila a la locura, por lo que ya era el momento. Lo había alargado toda la noche conteniéndose todo lo que podía. Llenándola con su esencia para marcarla desde adentro borrando así la presencia de las toxinas de Kei lo más que fuera posible y se notaba al disminuir las miles de venas negras que recorrían el cuerpo de la loba. Y usando toda su fuerza de voluntad para retener su nudo o caer en la tentación de morder su cuello otra vez.
Ese mismo cuello que comenzó a besar y a lamer ganando un gemido de su loba.
-Déjame terminar el enlace. Sé mía completamente- le pidió raspando la piel de su cuello. Él se sentía casi al punto de correrse. Agradecía que ella hubiera reaccionado a tiempo o ya no sabría si tendría autocontrol.
Priscila alzó una mano y acarició la mejilla de él.
-Si no lo acabas de hacer…. yo misma te arranco los colmillos… y me marco- ella jadeó tras terminar sus palabras sentir como el momento de Layan palpitaba duro dentro de ella.
Layan no pudo evitar carcajearse.
-Por eso te amo tanto- profesó sus sentimientos sin reparo y enderezándose agarró de la cintura a la loba y retomó el duro vaivén que no había cesado durante todo el acto sexual.
El cuerpo de Layan podía estar cansado más no mostraban síntomas de eso, solo la densa capa de sudor que adornaba cada uno de sus músculos y las diversas marcas y mordidas que quedaba pues muchas de ellas ya se habían curado dada su habilidad. El celo de Priscila lo había golpeado tan fuerte que su lívido se había ido por las nubes y aun cuando ya iban por la quinta ronda sentía que podría seguir. Más no la loba debajo de él.
La piel de Priscila estaba llena de mordidas que aún no cerraban del todo dado la insistencia de él de morderla una y otra vez, las marcas de sus dedos apenas dejaban tramos completamente limpios, el desastre húmedo entre los muslos de ellos era algo a tener en cuenta, tanto de semen como el líquido de ella y que hacía que el sonido fuera más húmedo y excitante ante la unión de ambos.
Mas era un lobo racional a pesar de todo, y no mentiría, se había sentido realmente bien y estaba satisfecho. Cada orgasmo era mejor que el otro y se había derramado tantas veces dentro de la loba que el abdomen de esta estaba ligeramente hinchado y se notaba más cuando él la penetraba tan profundamente. El sexo de ella estaba tan rojo e hinchado que era hora de parar o realmente le haría daño.
Así que no se controló más y dejó salir todo el placer contenido. Sus movimientos se volvieron feroces agarrando otra vez las manos de Priscila sobre su cabeza inclinándose sobre ella y no la dejó escapar. Bajo él la sentía jadear abrumada de tanto.
-Layan, Layan… suave, más…- no sabía si le pedía que se detuviera o que siguiera, pero cuando la espalda del lobo se tensó solo se dejó ir y abrió su boca.
Los colmillos de Layan se enterraron con fuerza reafirmando la marca que ya estaba sobre el cuello de ella y reclamando así el cuerpo de Priscila como su lobo, mientras sus caderas se pegaban a las nalgas de ella enterrando todo su miembro dejando que el nudo se hinchara en la base atrapándolos juntos por primera vez. Su esencia se derramó dentro de ella como un manantial llenándola por completo y calentando el vientre de la loba.
Y Priscila, debajo de él, gritó mientras el orgasmo la azotaba colapsando sobre la cama, temblando ante las olas de placer. Y así el enlace se completaba de una vez y se volvían reales compañeros, la esencia de Kei era borrada de su sistema… y la conciencia de Liam… era absorbida completamente por Layan.
Feliz San Valentín atrasado y que mejor que el sabroso de estos dos cabezas duras de Layan y Priscila.
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