Adiós
Layan se quedó quieto en el lugar cuando vio que el cuerpo de Liam se detenía de golpe cuando la loba alzaba su brazo. Un enorme jadeo con sangre salió de su boca.
Oh, era como esa vez. Priscila sentía la sangre palpitar y recorrer todo su cuerpo. La rabia, la excitación, el odio, un mar de emociones que se arremolinaron dentro de ella. Inclinó la cabeza y una falsa sonrisa se posó en sus labios viendo como Liam se estremecía, alzado en el aire, como su algo lo sujetara del suelo y lo apretara. En cambio, la mano de Priscila solo estaba alzada delante de ella con la palma abierta. Palma que se sentía tan caliente y a la vez fría.
Y después... cerró.
El único sonido que se escuchó después de los quejidos de Liam, fueron el crujir de algo antes que este se quedara quieto y sus miembros cayeran al lado de su cuerpo... sin vida. Segundos después se desmorono sobre el suelo sin moverse.
Layan no se movió del lugar asimilando que lo había pasado. Solo cuando, delante de él, el cadáver de Liam comenzaba a volverse polvo y desapareciendo completamente fue que se dio cuenta que había dejado de respirar.
-Se acabó- la voz de Priscila llegó a él- Está muerto... ahora sí.
Layan la miró encontrando que los ojos de ella habían vuelto a su plateado normal, pero tuvo que transformarse y correr hacia ella cuando sus rodillas se doblaron para colapsar en sus brazos. El aura de magnificencia que antes la envolvía se había disuelto junto con el cuerpo el alfa.
-Pris- él la abrazó, acunándola en su pecho y besando su cabeza- Lo hiciste bien, lo hiciste bien amor.
Priscila de dejó abrazar por él mas no pudo responderle el abrazo. No sentía fuerza en ninguna parte de su cuerpo. Apenas si podía sentir sus piernas para ese momento. Era como si todo se hubiera drenado de pronto dejándola tan vulnerable que apenas si podía hablar bien. Al parecer había llegado el momento. Estaba preparada para ello.
-Layan- lo llamó apenas en un susurro.
El alfa se separó un poco y se inclinó para besarle los labios y dejar su frente contra la de ella.
-¿Qué ocurre?- la voz de él sonó quebrada. Sabía perfectamente que estaba pesando. Antes de matar a Liam se lo había dicho a su mente.
-Prométeme que te llevarás bien con tu lobo- ella apenas alzó su mano para tocar su mejilla- Es parte de ti.
El alfa cerró los ojos y gruñó, pero al abrirlos asintió con la cabeza.
-Solo si prometes que no dejarás que te toque sin decirme antes.
La loba no pudo evitar reírse suave ante su comentario.
-¿Puedes cuidar de mi ma y mi pa? Ellos se pondrán tristes.
Layan negó.
-No lo haré. Tú estarás con ellos para hacerlo- Layan estaba renuente, a pesar de todo a aceptar la realidad.
Era consciente que el tiempo de Priscila se había acabado, quizás hubiera durado un poco más sino hubiera luchado contra Liam, pero ya era un mes, el mes que ella le había dicho de estar a su lado. Ella sabía que esto ocurriría desde el inicio. Y él... solo había desaprovechado el tiempo inútilmente. Si solo hubiera sabido antes.
-La...yan- Priscila alzó la mano con lo poco que le quedaba de fuerza y acunó su mejilla- No será... mucho tiempo- le sonrió sonriendo como su dedo se mojaba y pudo ver como aquel duro y altanero alfa tenía los ojos brillantes y lágrimas que se escapaban de su mejillas- No llores.
-Acaso esto es divertido Priscila- él ya no soportó más y lloró, no le importó su posición, ni quien era, solo era un simple lobo que estaba despidiendo a su compañera- No es justo. No juegas limpio. Apareces en mi vida y haces de ella lo que deseas, y ahora te quieres ir así.
Ella se mordió el labio inferior.
-No es algo... que pueda cambiar- se disculpó a su forma y eso hizo que Layan alzara la cabeza y pestañeara fuerte evitando inútilmente las lágrimas, estos siguieron corriendo por su rostro.
-Tú... siempre has sido así- Layan pegó su frente nuevamente a la de ella y la estrechó más contra él. Sus brazos la abrazaron hasta que casi podía fundirse con el cuerpo de la loba- Eres tan malditamente parecida a tus padres- se rio por lo bajo.
-Pero te gustó- ella lo copio- Tú fuiste el primero en reclamarme, recuerda.
Layan le mordió ligeramente la nariz.
-Solo lo voy a admitir esta vez, pero no le cuestes a tu padre, se volverá como loco si sabe que reclamé a su princesa sin aun nacer. Ya sabes que le cuesta aceptar nuestra relación.
Prisicla asintió con una sonrisa y se acurrucó más contra él.
-Tendrás tiempo para... convencerlo- esta vez su voz fue más suave, casi apagándose, dejando caer todo su peso contra el alfa- Layan... yo... tengo sueño.
Y el alfa apretó los labios y los ojos conteniendo un sollozo. En cambio, se controló y besó la frente de su loba.
-Pues duerme pequeña, yo estaré esperándote- se desplazó un poco más abajo.
-Mas...te...vale- Priscila dejó que los labios de Layan se presionaran contra los de ella permitiéndose sentir el calor y el olor de su pareja antes de...
Layan sollozó aun con sus labios sobre la boca de compañera. Estos se habían dejado de mover y la mano sobre su rostro había caído con un sonido sordo contra el suelo. Priscila había vuelto a dormir de nuevo... por varios años más.
***
Nebraska se levantó de golpe de estar sentada en la cama. Los ojos de ella se llenaron de lágrimas y tanto Litus como Hades que estaban con ella fueron consciente de lo que había pasado. Ella los había puesto al tanto.
La reina salió corriendo del cuarto seguida de su esposo en dirección a donde sabían que estaría su hija, junto con Layan. Litus se quedó en el cuarto, este no era un momento donde él debía estar, su parte vendría después.
Al abrir la puerta, la imagen que vio la hizo tabalearse y Hades tuvo que ser lo suficientemente rápido para sujetarla y que ella no colapsara en el suelo, con el rostro bañado en lágrimas. La sostuvo entre sus brazos en un abrazo consolador evitando llorar también. Ante ellos estaban Layan, parado en el medio de la habitación, en sus brazos acunaba el cuerpo de Priscila mientras enterraba su rostro en su cabello, llorando sin consuelo. No había perdido a su compañera, pero sentía que le había fallado.
Habían pasado dos días desde el suceso. La noticia de que Priscila había vuelto a quedar en un sueño profundo se regó como la lluvia. Victore y Kei no supieron como disculparte con su alfa al haberle permitido a ella entrar junto con él. Layan no los culpó, después de todo no eran los culpables y Priscila hubiera encontrado la forma de ir con él, con o sin obstáculos.
Ahora se encontraban en la entrada de la cueva de hielo, donde años atrás habían dejado a una muy cachorra Priscila. Ante de ir a ese destino se habían encontrado con Leoxi y los otros cuatro hijos de Nebraska para que se despidieran de ella por el momento. Noa y Alan habían llorado, como Nebraska se esperó, solo Rodrigo y Nicolás se mantuvieron lo más pasivos posibles ante la situación. Nebraska había tenido que volver con ellos a la manada mientras Hades acompañaba a Litus, a Layan y a su hija su destino.
Hades cargaba a su hija en ese momento dejándole un beso en su frente. Ella podría haber crecido muy rápido, pero seguía siendo su cachorra, terca y hermosa, igual a su madre. Con una dolorosa sonrisa le dio un beso en su frente.
-Estaré esperando por ti, mi princesa- dijo con los ojos picándoles. NO había llorado delante de nadie, pero si es secreto, incluso de Nebraska, aunque bien sabía que ella se había enterado, su conexión era profunda.
-Alfa, es momento- Litus apareció delante de él. Aquella caverna era tan fría que un lobo no podía estar mucho tiempo sin morir congelado a menos que fuera precisamente el alfa de la manada de hielo.
Hades asintió y sabía que era momento de despedirse, de dejarla ir. Así que se giró encontrando a Layan. Hades estaba renuente a dejar ir el cuerpo dormido de su hija envuelto en una gruesa manta, pero dilatar aquello solo sería más doloroso. Así que dejó que el alfa de cabello rojo la cargara en sus brazos.
Layan, al sentir el peso de su pareja la apretó fuerte contra él y bajó su cabeza dejando un beso rápido en sus labios. No se movían, pero el rostro de ella estaba tan apacible que daba lastima despertarla. Ella estaba durmiendo en paz.
-Alfa Layan, vamos- Litus le indicó que entraran y así lo hizo detrás de él.
Aquel lugar era helado, tanto que respirar era difícil. Pensar que su cachorra había estado tantos años allí sola. Sin nadie a su lado.
Después de avanzar varios metros se detuvieron delante de un pequeño estanque cristalino. El agua era tan clara que podía verse el fondo oscuro muy al final.
-Esa aquí- indicó Litus quedándose a un lado.
-Llegó el momento- dijo él con un jadeo apretando más a Priscila contra él.
Ordenó a su cuerpo a moverse y acercarse a la orilla donde pudo sentir el frío viniendo del agua. Miró a Litus aun con dudas, como si aún hubiera alguna vía, pero el alfa gemelo negó con la cabeza. Esa era la única alternativa. Era la única forma en que los poderes de ella se estabilizaran y así garantizar su vida.
Y con ese pensamiento y aunque le doliera como nada en el mundo se arrodilló con las manos temblantes.
-Priscila- dijo con los labios contra la mejilla de ella- Eres mi loba, mi compañera, mi reina. Te estaré esperando hasta que despiertes. Ven corriendo a mí en cuento abras los ojos- la abrazó contra él envolviéndola en sus feromonas y dejó un beso final en sus labios.
Abriendo sus brazos con pesar poco a poco dejó el cuerpo de Priscila sobre el borde agua y este se fue sumergiendo lentamente. Perdiéndose en la profundidad del agua hasta que la superficie se congeló atrapando a su loba en su interior.
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