4 años después

Shinichiro estaba reunido con su antiguo compañero de los Black Dragons: Wakasa Imaushi.

—Durante los últimos cuatro años me he metido en situaciones oscuras, todo con tal de salvar a Manjiro. Desde religiones ocultistas hasta terapias alternativas... Todos me engañaron y se llevaron todo mi dinero.

—Sin mencionar que rompiste con Stella por, lo que yo considero, una estupidez...

—Si no me hubiera dicho que comprara el avión, Manjiro estaría bien...

—Shinichiro, ella no lo empujó por las escaleras ni te apuntó con un arma para que lo compraras, ¿O sí?

El azabache se quedó en silencio, mirando los vendajes de sus manos heridas y recordando cómo había sido su ruptura con la rubia.

Fue tan sólo un mes después del accidente, cuando él empezó a trabajar aún más para pagar los gastos hospitalarios de su hermano.

—¿Qué?

—Lo que oíste, no creo que sea bueno seguir viéndonos.

—¿Por qué?

Él apretó los labios y después soltó el aire en sus pulmones.

—El avión...

—¿Qué tiene que ver el avión con nosotros?

—Fuiste muy insistente en regalarle ese juguete...

—Ten cuidado con lo que estás  diciendo, Shinichiro.

—Si no lo hubiera comprado, mi hermano no estaría como un vegetal. De no haberte escuchado él seguiría jugando y teniendo una vida normal...

Ella caminó con pasos decididos hasta llegar a él y le dió una fuerte bofetada, sorprendiendo al jóven.

—Lo que pasó con Manjiro fue un accidente, nadie tiene la culpa...

Los labios de Stella temblaban y decidió morderlos con fuerza, su corazón estaba destrozado porque el amor de su vida la culpa de una tragedia familiar.

—Tienes razón, es mejor no vernos. No puedo estar con alguien que constantemente me va a mirar como causa de su dolor...

—Stella yo...

—Déjalo así, no me vuelvas a buscar...

Ella caminó hasta la puerta de la casa de los Sano, dejando sobre la mesita del recibidor el anillo que el azabache le había regalado como obsequio de cumpleaños.

—Espero que no te arrepientas de sacarme así de tu vida, porque no voy a regresar.

Tomó la puerta, abriéndola y cerrándola tras haber salido, esa tarde fue la última vez que se vieron.

—Era lo mejor...

—Sí claro. -dijo Wakasa mientras daba una calada a su cigarro —Si te soy sincero creo que ha sido bueno que Manjiro falleciera, me preocupaba que murieras antes que él y quién lo cuidaría.

“Stella lo hubiese cuidado”

—Por ahora bebamos hasta el amanecer, démosle una buena despedida a Manjiro.