Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

Capítulo 4

Le costó un par de días más averiguar dónde vivía. Hermione se había cubierto bien las espaldas para que nadie la encontrara, así que no era precisamente pública en cuanto a su intimidad. Pero Draco la siguió por la noche, después de que ella terminara de trabajar, y pudo asegurarse de que esa era su residencia: un edificio bastante cutre situado en el área de Kilburn, en Londres.

Eran ya las cuatro de la mañana cuando Hermione llegó a la puerta de su casa y sacó las llaves para poder abrir. Antes de que pudiera hacerlo, él apareció de la nada, provocando que gritara. Hermione trató de acelerar el proceso de abrir la puerta y entrar en su casa, pero como consecuencia se le cayeron las llaves. Sus manos temblaban.

—Aléjate de mí, ¡déjame en paz! —gritó.

—¡Sh! —Draco se llevó un dedo a los labios y alzó su mano, señalando que iba en señal de paz.

Hermione consiguió tomar las llaves del suelo, pero se encontraba tan nerviosa que no tardó en buscar un pequeño spray de pimienta dentro de su bolso y lo apuntó hacia Draco.

—¿Cómo has sabido dónde vivo? ¿Me has espiado?

Algo le decía a Draco que Hermione había tenido que lidiar con esa situación muchas veces antes, de ahí que estuviera tan preparada para afrontarla.

—No voy a hacerte daño, Granger, te lo prometo. Solo quiero hablar.

—Te he dicho que no tengo nada que hablar contigo. Quiero que me dejéis en paz todos, quiero vivir tranquila.

Draco negó con la cabeza.

—Solo dame la oportunidad de explicártelo una vez, Granger. Esas personas que han venido antes que yo... no sé quiénes eran, ¿vale? Eran miembros del ministerio, probablemente jamás te habían visto antes en su vida, pero yo sí. Te conozco, Granger, íbamos juntos al colegio.

—¡Yo nunca he ido al colegio contigo!

—Lo hiciste... pero no lo recuerdas. Por eso estoy aquí.

Hermione se las apañó para introducir la llave en la cerradura y, cuando Draco quiso acercarse a ella, la joven lo apuntó de nuevo con su spray de pimienta.

—Un paso más y te dejo ciego toda la semana.

Draco suspiró, quedándose quieto. Hermione por fin consiguió abrir la puerta de hierro de su edificio y entró en él rápidamente, cerrándola tras ella. Malfoy tomó su varita y apuntó a la cerradura.

Alohomora —susurró.

La puerta se abrió y él entró justo detrás de Hermione, que se quedó observándolo con los ojos muy abiertos, preguntándose cómo había hecho eso.

—Voy a llamar a la policía —anunció—, te lo juro, voy a llamar a la policía.

Draco negó con la cabeza, sin moverse de la puerta.

—Dame solo una oportunidad para hablar contigo. No tiene que ser aquí, podemos hacerlo mañana, en la cafetería de enfrente. Por favor.

—No.

—No voy a detenerte si te vas ahora, pero piénsalo, Granger. Piénsalo esta noche.

—No voy a hablar contigo, ni ahora ni nunca.

La muchacha subió las escaleras con rapidez, comprobando de forma más tranquila que Draco no la seguía.

—¿Alguna vez has hecho algo que no has podido explicar, Granger? —preguntó él, aún parado.

Y de pronto ella se detuvo, se dio la vuelta y lo miró, entornando los ojos. Si decía la verdad... sí, le había sucedido muchas veces.

—Eso no significa nada.

—¿Y recuerdas qué estabas haciendo antes de 1998?

—Ir al instituto —contestó ella.

—¿Cómo se llamaba ese instituto? —preguntó Draco.

Silencio.

Hermione no supo qué responder y durante un instante su propia mente también se hizo esa pregunta. ¿Cómo se llamaba el instituto al que había acudido? Trató de evocar algún recuerdo concreto, pero lo único que podía rememorar eran aulas repletas de adolescentes sin cara y profesores cuyos nombres no recordaba. Nunca se había parado a preguntárselo.

—Nos vemos a las dos en esa cafetería, Hermione.

La joven escuchó que la puerta se abría y supo que estaba sola de nuevo. Mientras subía las escaleras de madera oscura, un pensamiento aguijoneaba su mente: ¿por qué no tenía ni un solo recuerdo claro de sus años de instituto?

***

Supo que había llegado más lejos que nadie en el momento en el que Hermione Granger cruzó la puerta de esa cafetería con aire dubitativo.

Draco se levantó de su silla al verla, manteniendo su característico aire serio. En el fondo se alegraba mucho de verla, más de lo que nunca pensó que se alegraría por encontrarse junto a Hermione Granger.

—Quince minutos —dijo ella, nada más llegar a la mesa ante la que él se encontraba sentado.

—Te convenceré en diez.

Una sonrisa nerviosa se instaló en los labios de Hermione, que tomó asiento. Se percató de que Draco había pedido té para los dos y durante un instante estuvo tentada a beber, aunque en el último momento desconfió y prefirió pedirle al camarero un café, asegurándose de que Draco no pudiera poner nada en su bebida.

—He recordado algunas cosas de mis años de instituto. Creo que ayer, simplemente, me pillaste desprevenida.

Draco enarcó una ceja.

—¿Y qué has recordado?

—Estudié en un instituto religioso.

—¿Ah, sí? —preguntó él, interesado—. ¿Por qué lo dices?

—Era... muy antiguo. Y algunas zonas parecían ser una iglesia.

Draco negó con la cabeza, sorbiendo su té despacio. Después tomó un libro de su bolsillo y le mostró a Hermione una foto de Hogwarts, inmenso y hermoso. El castillo estaba iluminado por miles de lucecitas que lo hacían resaltar en la noche.

—Hogwarts. ¿Es este el colegio que recuerdas?

Hermione tomó la foto entre sus dedos, examinándola. Después alzó la vista hacia Draco, dirigiéndole una mirada de lo más intensa.

—¿Me estás tomando el pelo? —preguntó—, ¿qué se supone que tengo que ver en esta ruina?

—¿Cómo que ruina? Ese castillo es Hogwarts, Granger.

—¿Castillo? Yo solo veo un edificio medio derrumbado y en muy mal estado. Dudo que nadie quisiera tomar clases aquí, tiene pinta de estar lleno de drogadictos. ¿Es ahí de dónde habéis salido vosotros y vuestro mundo mágico?

Draco suspiró, tomando la foto entre sus dedos. Al parecer, la mente de Hermione bloqueaba la magia automáticamente. ¿Qué iba a hacer él al respecto? Guardó la fotografía en el libro y le tendió a Hermione un ejemplar de El profeta, el periódico más importante del mundo mágico. Era el ejemplar que había anunciado el final de la guerra y en esa misma portada aparecía una fotografía en movimiento en la que, entre muchos otros, aparecía Hermione.

La joven leyó la página durante un momento, con atención. Draco aprovechó para fijarse en sus labios rosados y cómo ella se los mordía, nerviosa. Su cabello rubio le sentaba muy bien y, debía reconocer, que esa ropa muggle tan alejada del estilo habitual de la bruja también era más que favorecedora para Granger. Encontrarla atractiva lo sorprendía, pero era innegable que esa mujer ya no era la niña que conociera en el pasado.

—Está bien, como novela de ficción, al menos. Seguro que sería un super ventas.

Draco tuvo que contenerse para no golpearse la frente con la palma de la mano.

—¿No ves la fotografía?

Hermione se quedó mirando la imagen un segundo y de pronto se rio.

—Diablos, por un segundo me ha parecido que se movía. ¡Eso sí que me habría hecho plantearme que lo que dices puede ser cierto!

—Se mueve, Hermione. ¡Se mueve! Y mira... —señaló que ella misma aparecía en esa fotografía de forma muy clara—. ¡Si hasta sales tú! Luchaste en la guerra y vencisteis.

Hermione volvió a observar la imagen, negando con la cabeza.

—No soy yo, esta chica es mucho más guapa. ¡Ni siquiera se me parece!

Draco volvió a beber de su taza de té, desesperado. No sabía qué demonios hacer si la joven se negaba a creer lo más obvio del mundo.

—¿Qué quieres decir con «vencisteis»? —preguntó Hermione, curiosa—. ¿Tú no luchaste en esa guerra también?

Esa pregunta llegó de forma inesperada al joven Malfoy, que apartó la mirada violentamente y la dirigió a la ventana. Observó a la gente pasar por enfrente de esa cafetería y sus ojos grises se entornaron con una sombra que Hermione no fue capaz de identificar. Se preguntó si debería mentirle. Total, ella no lo conocía de nada... pero supo que no podía hacerlo, él ya no era la persona que antes había sido.

—Luché, pero en el bando equivocado —dijo—, y ahora estoy intentando arreglar todo aquello que nosotros rompimos. Incluida tú, Hermione.

Sus ojos se fijaron en los de ella durante un instante intensamente. Hermione sintió que su corazón se aceleraba inexplicablemente. Desde el primer momento en el que había visto a Draco sabía que había algo en él que le resultaba familiar, pero era consciente de que podía haberlo conocido en cualquier sitio y no acordarse. Eso no quería decir que él tuviera razón y de verdad existiera un mundo mágico en algún lugar. Y mucho menos que ella pertenecía a él.

—Digamos que te creo. Imaginémoslo por un momento... ¿quién soy?

—Eres Hermione Granger, tienes veintiún años y eres una bruja. Una muy buena, de hecho —le costó un poco pronunciar estas palabras.

—Y, si soy una bruja. ¿Por qué no hago magia?

Hermione miró su taza de café fijamente y movió la mano hacia arriba, como si estuviera tratando de levantarla con la mente. No obtuvo ningún resultado.

—¿Ves?

—Las cosas no funcionan así, Hermione. Tu mente está bloqueada... pero estoy seguro de que tiene fisuras. No se puede contener la magia tan fácilmente.

—¿Y por qué yo soy una bruja y mi familia son gente normal?

Draco suspiró, exasperado. Era consciente de que tendría que pasar por esa ronda de preguntas interminable. Al menos Hermione estaba hablando con él, algo que unas noches antes no habría conseguido de ningún modo.

—El término correcto es «muggles». Tus padres son muggles pero tú no, a veces sucede. Igual que en las familias mágicas, a veces nacen algunas personas sin ningún tipo de magia, «squibs».

—Hay... ¿familias mágicas?

Draco asintió con la cabeza pacientemente.

—Yo provengo de una, los Malfoy. Pero son muchas las familias mágicas, no solo en Reino Unido, sino en todo el mundo.

—¿Y tú puedes hacer magia?

—Sí.

—Demuéstralo.

El rubio suspiró, apartándose un mechón de cabello de la cara.

—Mucho me temo que no puedo. Tu mente ha bloqueado la magia, no eres capaz de verla. Alguien te sometió a un hechizo hace tres años, Hermione. Eras una bruja, siempre lo fuiste, pero durante la guerra... tú eras una pieza importante y trataron de deshacerse de ti. Tu vida cambió desde entonces, ya no eres la misma. Por eso estoy aquí, para llevarte de regreso.

Frente a él, ella apretó los labios, incómoda. No le gustaba lo que estaba escuchando pero a la vez había algo hipnótico en las palabras de él, algo que la hacía querer escucharlo una y otra vez aunque le estuviera contando esas historias sobre brujas y magia.

—Debería irme —susurró ella, angustiada.

Draco dejó escapar un suspiro de frustración. Jamás conseguiría convencerla, ahora entendía por qué Hermione llevaba tres años ahí. Ese hechizo la había convertido en una incrédula desconfiada. La joven se bebió el resto de su café y estuvo a punto de levantarse de la silla, pero la voz de Malfoy se lo impidió.

—¿Eres feliz, Granger? —Su voz fue seria y profunda.

—Sí —mintió ella.

—Dime la verdad, por favor.

—Todos tenemos problemas, ¿de acuerdo? No soy feliz, pero, ¿quién lo es?

—Tú lo eras. Fuiste feliz, tenías amigos, gente que te quería y te admiraba. No voy a mentirte, yo no era uno de ellos, pero tampoco me necesitabas. La Hermione Granger que yo conozco es la bruja más brillante de su generación y, créeme, todo el mundo está deseando que vuelvas. Llevas tres años perdida, sola. Tan solo dame la oportunidad de explicártelo todo, ¿de acuerdo?

Hermione lo miró, dubitativa una vez más. Pero permaneció sentada, dispuesta a escucharlo.


Un comentario siempre ayuda <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro