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Capítulo 3

Capítulo 3

Draco se hizo paso a codazos hasta por fin llegar a ella y Hermione lo miró al instante. Estaba preciosa, no podía negarlo, aunque había algo que no la hacía parecer ella: quizás la ropa, el cabello rubio o ese maquillaje tan exagerado.

—¿Qué te pongo, guapo? —preguntó ella.

Era la segunda vez que lo llamaba guapo en su vida y era la segunda vez que se refería a él desde que había perdido la memoria. ¿Significaba eso que Draco le parecía muy atractivo? Se quitó la idea de la cabeza, volviendo a dirigirse a la chica.

—¿Puedo hablar contigo?

—Ahora mismo no, ¡estoy trabajando! —Hermione soltó una carcajada dulce que quedó ahogada por la música—. ¿Quieres beber algo?

Draco dudó, sin tener ni idea de qué demonios bebían los muggles.

—¿Un whisky de fuego?

Se dijo a sí mismo que no debería beber mientras trabajaba, así que cambió de opinión al instante.

—O, mejor, un zumo de calabaza.

Hermione enarcó una ceja, confundida. Después puso frente a él un vaso de cristal con un par de hielos y lo rellenó con tres botellas distintas.

—¿Qué es esto? —preguntó Draco.

—Cóctel especial de la casa. ¡Nadie viene al Lornie's a beber zumo de calabaza!

Draco tomó el vaso entre sus dedos y lo olió, haciendo una mueca de asco. Sabía que no era importante, no tenía que bebérselo, solamente debía hablar con Hermione.

—¿Podemos hablar ahora? —le preguntó.

—Cinco libras—respondió Hermione.

Draco gruñó, sacando de su bolsillo unos billetes de dinero muggle que le tendió a Hermione. Ella abrió mucho los ojos.

—Me estás dando cincuenta libras, no cinco.

—Quédate el resto, no importa. ¿Podemos hablar?

Esta vez, ella pareció reticente y le tendió de vuelta su dinero, quedándose solo con las cinco libras que necesitaba.

—No sé qué tipo de chica te crees que soy, pero la respuesta es no. No podemos hablar.

Después se dio la vuelta, dispuesta a comenzar a servir a otro cliente. Draco se adelantó.

—Espera, ¡Granger!

Hermione se quedó congelada un instante y cuando se dio la vuelta, su expresión había cambiado de repente. Tomó aire y al instante la chica salió de la barra, cogiendo a Draco de la mano y arrastrándolo por el club hasta llevarlo a una puerta negra con el cartel de «privado». Abrió la puerta y entró junto al joven mago. Allí, frente a ellos, se extendía un amplio almacén bien iluminado y lleno de botellas de diversos licores por doquier.

—¿Quién coño eres? —preguntó Hermione.

Draco se sorprendió. Ella jamás habría hablado así antes, Hermione Granger, tan dulce y educada... y ahora estaba allí, siendo alguien completamente distinto a lo que cualquiera habría esperado.

—Me llamo Draco Malfoy.

Hermione gruñó.

—Eres otro... otro de esos malditos lunáticos, ¿verdad? Hasta ahora solo me habían mandado locos de cincuenta o sesenta años, vestidos con túnicas y sombreros de pico. ¿Ahora habéis cambiado la estrategia y me mandáis tíos buenos? —Lo señaló con el dedo, negando con la cabeza—. Aun así, no me importa. Dejadme en paz, por favor, no quiero saber nada de vosotros.

—No lo entiendes, Granger. Yo... He venido a ayudarte a recordar.

—¿A recordar el qué?

—¡Tu vida! Tú no eres esto, Hermione.

Ella se cruzó de brazos ante él, enarcando una ceja.

—Venga, dilo. Vuelve a contarme esa locura una vez más... ¿Que soy una bruja, verdad? —Hermione estalló en una carcajada—, ¿y tú qué eres? ¿Un duende? ¿O mi hado madrino?

Draco supo que Hermione había tenido ya infinidad de encuentros como ese hasta ese momento. Él debía hacer algo distinto, algo que lo diferenciara del resto, que de verdad funcionara.

—Piensa, ¿por qué crees que tantas personas han venido ya a decirte esto?

—Es por cosa de mis padres. Quieren volverme loca, enviarme a un psiquiátrico o algo así. Pero no, no pienso marcharme. Esta es mi vida y me gusta.

—¿De verdad?

Esta vez, lo que se leyó en los ojos de Hermione fue indignación. La joven bufó.

—Por supuesto que sí. ¿Quién eres tú para cuestionar eso? —Tomó el pomo de la puerta en su mano, dispuesta a salir—. Draco Malfair, o como quiera que te llames, déjame en paz o voy a llamar a los chicos de la puerta para que te saquen del club a patadas. Espero que te haya quedado muy claro.

Después se marchó, dejándolo en ese almacén, solo. Draco Malfoy suspiró antes de visualizar en su mente Malfoy Manor y aparecerse allí en apenas un instante.


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