Parte / 4
Gema nació en un hogar disfuncional, su padre un hombre trabajador, pero tomador y mujeriego, no aportaba lo suficiente para la manutención de una esposa y varios hijos, por lo tanto en cuanto los hijos mayores crecían se les obligaba a trabajar para ayudar en el hogar.
La madre de Gema tenía debilidad por las piedras preciosas y al no poder adquirirlas, les puso a sus hijas el nombre de las piedras, Rubí, Esmeralda y Gema.
Gema era la tercera de la familia, desde los 10 años empezó a trabajar ayudando a una familia después de la salida de la escuela, iba a una casa, lavaba la loza sucia barría y trapeaba la cocina, los días que no tenía clases iba todo el día, sólo descansaba los domingos.
Cuando termino sexto año sus padres ya no la dejaron estudiar, tenía que trabajar tiempo completo, el dinero hacía mucha falta en el hogar, sus dos hermanas mayores al igual que ella no disponían de su dinero ganado tenía que llegar integro al hogar si no la madre o el padre las azotaban.
Por ese motivo, en cuanto los hijos podían huían del hogar, la primera en hacerlo fue su hermana la segunda de la familia, ella como sus hermanas trabajaba en una casa.
-En una ocasión cuando recibió su sueldo, paso por un aparador donde estaba un vestido muy bonito, ella se quedó admirando el vestido pensó.
-¿Y si entro a la tienda para ver cómo se me ve?
-Entro a la tienda la encargada rápidamente la atendió.
-¿En qué te puedo ayudar?
Tímidamente le pregunto
-Me puedo medir un vestido como el que está en el aparador el de color azul.
-Claro que si tenemos de todas las tallas ¿de qué talla eres?
-No, se, nunca he comprado uno hecho siempre me los hacen a la medida.
-No te preocupes estas muy delgadita creo que la talla veintiocho te va a quedar muy bien, espérame un momento ahorita regreso.
-A los pocos momentos la empleada llego con dos vestidos.
-Mira uno es de talla veintiocho y otro es de talla treinta, pruébate los dos a ver cuál te queda mejor y si no te gusta cómo se te ve este color tenemos de varios colores
-Esmeralda que así era el nombre de su hermana se probó uno de los vestidos, le quedo como pintado resaltaba sus curvas, le quedo perfecto, ella quedo tan extasiada viéndose en el espejo, hasta que la empleada la saco de su ensoñación.
-Estas bien ¿Necesitas ayuda?
-No, no gracias ya voy a salir.
-¿Y dime cual te quedo?
-El de la talla veintiocho
-Te lo dije, tengo buen ojo.
-¿Y dime, te lo vas a llevar?
-Bueno es que yo
-Mira anímate el vestido está en oferta, me caes bien, si te animas a comprarlo te hago otro descuento del diez por ciento aparte del que ya tiene, te va a salir muy económico, quizás hasta te alcance para comprar unos zapatos.
Esmeralda pensó.
-Y por qué no es mi dinero yo lo gane, si me azotan el dolor me va a durar un poco, pero el vestido me va a durar más.
-Está bien señorita me lo llevo.
-Muy bien, aquí tienes pasa a la caja por favor, y cuando quieras comprar otra cosa me buscas, mi nombre es Antonia,
-Gracias Antonia.
Esmeralda pago el vestido y pensó.
-Bueno como de todos modos me van a azotar voy a ver si alcanzo a comprar unos zapatos.
Ella compro unos zapatos y se fue a la casa de sus padres, su madre ya la estaba esperando preocupada temiendo que le hubiera pasado algo.
-¿Por qué te tardaste tanto?
-Bueno es que me entretuve en el centro y como ya va a ser mi cumpleaños con mi sueldo me compre un vestido y también me alcanzo para unos zapatos.
-Pero cómo pudiste hacer eso ese dinero ya lo tenía comprometido, ahora con que le voy a salir al señor de la renta.
En ese momento llegó su padre y le dijo a su mujer
-Dame el dinero de la renta para llevársela a don Reyes.
-Pues con que crees que me salió está hija de la chingada, que como ya va a ser su cumpleaños se gastó el dinero en un vestido y unas chanclas.
-Pero cómo pudiste hacer eso, si no te mandas sola, si nos echan a la calle tú vas hacer la culpable, desgraciada, fue tanto el enojo de sus padres que la azotaron hasta casi dejarla sin sentido, esa misma noche la chica huyo con su novio, quizás le iba a ir mejor quizás peor pero ya no se iba dejar estafar por sus propios padres.
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