JUNHUI

Minghao no le avisa a nadie de su cumpleaños y no suena su teléfono celular en todo el día. Me pregunto si su familia lo habrá felicitado antes.

Llevamos toda la mañana juntos. Estamos en mi casa, viendo la televisión que está apagada.

"¿Estás seguro de que no te apetece hacer nada?", pregunto otra vez. Incluso yo parezco más emocionado que él.

"Estar contigo es suficiente", dice.

Me acerco a besarlo y por primera vez no me lo permite. Se aparta rápido y me mira como pidiendo perdón.

"¿Pasa algo?", indago preocupado.

"Ya casi te gradúas", comenta y yo no entiendo a lo que quiere llegar. "Te irás".

"No me iré lejos", aseguro tomando su cintura y pegándolo a mi.

"Irás a otro país", me mira tan profundo que me siento caer.

"Una frontera más, una frontera menos..." digo. "De cualquier modo, en algún momento tú también regresarás".

"Quizá sea tiempo de que dejemos esto", dice separándose.

"¿Esto?". Con la paciencia que me falta lo vuelvo a arrastrar hasta que queda a mi lado una vez más. Esta ocasión decide quedarse quieto.

"Esto que pasa entre nosotros", explica.

"No podría dejar a mi novio", declaro. "No si lo amo tanto".

"No soy tu novio", objeta él.

"Si lo eres", contradigo yo. Y lo beso.