MINGHAO

"Me gusta que me pintes. Me hace sentir especial", dice Jun. "Definitivamente tendría que haber sido modelo".

Pintarlo de memoria es algo que ahora hago de manera natural, ni siquiera debo voltear a ver su rostro una vez.

"Eres muy lindo", digo yo medio distraído."Pero si fueras modelo no nos habríamos conocido".

"Quizá tengas razón. Entonces me alegra no haber sido modelo", aclara pasándome el platito de porcelana que ya ha limpiado de los restos de pintura.

"¿Por qué me seguías antes de conocernos?", indago de pronto con curiosidad.

"Porque eras muy bonito. Y también porque me gustabas un poco", admite.

Dejo mis pinceles de lado y lo observo recostado sobre el pasto. "¿Y ya no lo soy?".

"Eres precioso. Pero ahora no me gustas".

Mis cejas se alzan ante la declaración, porque me hace sentir un poco ofendido.

"¿Qué?"

"Minghao", murmura mi nombre tan suave que se siente como una caricia, "te amo", confiesa. Siento que mis ojos se nublan y de pronto parece como si las nubes fuera a soltar una tormenta. "Te amaré hasta que la última estrella del cielo deje de brillar", dice. Y le creo.