La espera y la defensa
REGRESAMOS PARA JUGAR
Capítulo 2: La espera y la defensa
Manami y Aoi me presentaron con Eris, quien junto a la capitana Kuune, eran las únicas chicas gato que estaban en la embajada al momento del ataque.
―Esperen, quiero verificar algo ―les dije a las chicas y me dirigí al teléfono.
―Ya volvieron a conectar la línea telefónica, y apuesto lo que quieran que también volvió la señal de internet y que los policías volvieron a sus puestos. Este fue un ataque muy bien planificado, sin testigos, las autoridades dirán que no hubo ningún ataque pese a todo este desorden.
―¿Estás segura, Eris, que la nave se desintegrará al acercarse a la Tierra? Porque con el tamaño que tiene no importa donde se estrelle, igual eliminará toda la vida en la Tierra ―preguntó Kio.
―No te preocupes, Kio, para este caso de situaciones, se diseñó un sistema que hará que la nave se vaporice antes de que se estrelle en la Tierra.
―¿Pero qué pasará con la tripulación capturada por estos dogisians y la tripulación que esta atrincherada en el puente? ―pregunté y Eris negó con la cabeza.
―¡No podemos abandonarlas! ―grité―, debe haber alguna manera de ir al espacio. ¿Tú y la Capitana no llegaron a este lugar en una nave de transporte personal o algo por el estilo.
―La nave de transporte regresó por piloto automático a la nave nodriza ―me respondió Eris, angustiada.
―¿Qué hay de Antonia? ―preguntó Aoi.
―Es cierto, podríamos pedirle que nos ayude con esta situación ―dijo Manami.
Kio me dijo que Antonia era una niña multimillonaria y que era fanática de las chicas gato, tal vez podría ayudarnos.
La breve esperanza que teníamos se desvaneció cuando Antonia nos comunicó la imposibilidad de comprar un cohete que podría ser usado para rescatar a las Cathianas, todos los gobiernos que tenían cohetes habían cerrado filas con tal de no ofrecer ayuda alguna, y lo que es peor, difundieron en internet noticias acerca de que la nave de Cathia se iba estrellar en la Tierra.
―Maldita sea, justo ahora a todo el mundo se le ocurre prestar atención a las noticias del internet, los enlaces sobre el descontrol de la nave se multiplicaron como por arte de magia, este es un ataque por todos los flancos ―dije.
―¿No deberían ayudarnos ya que la nave se va a estrellar? ―preguntó Kio.
―La nave no se estrellara, Kio ―le dijo Manami.
―Las personas no saben eso, pero estoy seguro que los políticos sí lo saben, de lo contrario, nos venderían un cohete ―maldije―, esto es una maniobra para poner a toda la población de la Tierra en contra de Cathia.
―¿Cuánto tiempo tenemos antes que la nave se desintegre? ―preguntó Aoi.
―Unas dos semanas ―informó con pena Eris.
La computadora se encendió y Antonia nos comunicó que había localizado un motor de cohete que podría llevarnos a la nave nodriza.
Eris nos informó que Kio había recibido el transmutador de materias de la capitana antes de que esta cayese en coma, por lo que él podría crear el armazón de un cohete y así llevar a cabo la misión de rescate.
―Una ex agente de la KGB, nos proporcionará el motor en dos semanas, el tiempo justo para que Kio arme el cohete y vayamos a rescatar a las Cathianas, esta por tanto, es una operación de contrabando y debemos tener cuidado con los oficiales de aduana rusos ―informaba Antonia.
―No creo que la oficina de aduana sea el problema, recuerda que será el propio gobierno ruso el que intente detenerles ―señalé.
―Este es el mejor plan que tenemos, tendremos que ir todos a Rusia ―dijo Eris.
―¿Qué pasará con la capitana? ―pregunté.
―¿Podrías cuidarla, Otonashi? ―me pidió Eris.
―Seguro, pero tendría que sacarla de aquí, este sitio ya no es seguro. La llevaré al alojamiento en el que estoy.
―¿No atacarán el alojamiento? ―preguntó Manami.
―A los que buscan son a ustedes, así que no se preocupen ―le contesté―. Además, tal vez vengan a requisar la embajada buscando algo de utilidad. Kio, tu casa está en una sección bastante alejada del centro, en cambio mi alojamiento está en pleno centro, no se atreverán a realizar un asalto en ese lugar, al menos no teniendo tan poco tiempo hasta que regresen, por lo que si lo hacen, será un asalto de poca magnitud. Así que tengan éxito en rescatar a las chicas y regresen lo más pronto que puedan ―les dije hablando despacio.
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Transcurrieron dos días y las sirvientas de Antonia, vinieron a llevar a Kio y a las chicas a un avión que las llevaría junto con los asistedroides.
Las sirvientas de Antonia eran intimidantes, Maya, tenía una cicatriz horrible en el rostro y Sara, había perdido un ojo por lo que utiliza un parche.
La dueña del alojamiento se mosqueó al ver a la Capitana Kuune y el estado en el que estaba, pero una maleta llena de dinero la convenció de dejar que ingresase la capitana y de no hacer preguntas.
Manami, Aoi, Maya y Sara, me habían obsequiado cada una un arma y me dieron un curso acelerado de cómo usarlas.
"Sólo por si acaso" me dijeron, incluso Eris sugirió que podría quedarme con un par de asistedroides, pero yo me negué diciendo que ellas necesitarían toda la ayuda posible.
―Mi ama lamenta que su crucero no esté a su disposición, pero su padre la presionó demasiado y ahora nadie que sea de Cathia puede ingresar a la nave ―se disculparon las sirvientas.
―Comprendo no se preocupen, díganle a su ama que lo entiendo ―les dije en ingles ya que las sirvientas dominaban ese idioma―. ¿Qué hay de las otras sirvientas?
―No es al padre de nuestra ama a quien le deben su lealtad así que no se preocupe.
―Eres muy valiente ―me halagó Eris.
―No, ustedes lo son, así que tengan éxito y regresen sanos y salvos ―me despedí.
«Todo terminará en menos de dos días», pensé y me dispuse a cuidar de la Capitana Kuune. Debo decir que me impresionó su belleza, tenía un rostro joven y su cabello largo tenía un color que iba entre el plum y el Eggplant.
―No se preocupe, capitana Kuune, las chicas tienen un plan e irán a rescatar a la tripulación, no tiene por qué preocuparse ―le hablaba a la capitana lo más tranquilo que podía, incluso me puse a leerle algunas cosas.
«Dicen que las personas en coma no escuchan lo que pasa a su alrededor, pero yo creo que la compañía de alguien es importante».
Revisaba con cuidado que la sonda gástrica de la Capitana y el suero de sales y minerales estuviese bien colocado, lo mismo que el pañal. En el segundo día procedí a limpiar el cuerpo de la capitana, en un principio me avergoncé mucho al ver su escultural cuerpo desnudo, pero ese sentimiento duro muy poco y me dispuse a cumplir mi labor de asearla sin tener distracciones de ningún tipo.
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A la noche del segundo día, comprobé para mi horror que mi tiempo se había acabado. Viendo por la ventana, vi a un grupo de hombres japoneses que desalojaban por la entrada a todos los que se encontraban en el alojamiento. Tomé a la capitana y la deposite con cuidado en el baño de mi cuarto, puse la cama de lado para que me sirviera a modo de una inútil barrera contra las balas, pero al menos obstaculizaría la visión de los atacantes, también tranqué con la silla y la mesita de mi habitación la puerta y me preparé para lo peor.
―Recuerda Utis, estás haciendo esto por la capitana, no puedes decepcionar a ninguna de las chicas, ellas cumplirán con su misión, ahora te toca cumplir con tu parte ―me daba ánimos. Respiraba agitado, como si hubiese corrido un maratón y notaba que los latidos de mi corazón iban en aumento.
«Maldición, estoy hiperventilando», pensé y maldije con furia a mi cuerpo y a mis nervios.
Sostuve una de las armas que me dieron y me sorprendí por su elevado peso, nunca creí que un arma fuera así de pesada.
―¿Cómo diablos Manami y Aoi, pueden sostener tan fácil armas diez veces más grandes que estas?, Maya y Sara son adultas así que no les cuesta.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por sonidos que provenían de la puerta, alguien intentaba entrar a la habitación. Quité el seguro del arma y apunté a la puerta.
Los intentos por abrir la puerta usando la perilla cesaron y a continuación se sucedieron una serie de golpes, intentaban derribar la puerta.
―Menos mal que las puertas son de estilo occidental, porque si fueran puertas corredizas, ya habrían entrado.
Pero las puertas tampoco eran macizas como del lugar de donde venía, eran delgadas y pronto estas se rompieron.
Vi como un rostro se asomaba y al verme se apartó de inmediato, luego la punta de un arma se asomaba por el boquete de la puerta.
No perdí tiempo y disparé hacia el enemigo.
Creí que mis oídos estallarían, sabía que el ruido de un disparo se escuchaba mucho más fuerte de lo que se escuchaba en el cine o la televisión, pero jamás creí que sería tan fuerte.
Oí gritos al otro lado de la puerta, hablaban muy rápido en japonés, así que no pude entender lo que decían.
De nuevo trataron de disparar dentro de la habitación y respondí con mi propia descarga de balas.
Mis oídos zumbaban pero seguía firme en mi intención de proteger a la capitana, escuché gritos que no pude entender y me preparé para otra andanada de disparos.
«Vamos, vamos, si no van a atacar lárguense de una maldita vez», pensaba entre asustado y enojado al mismo tiempo.
De nuevo alguien intentaba usar la perilla de la puerta del cuarto.
―¡Utis, somos nosotras, ábrenos la puerta!
―¿Manami?
―No tengas miedo, somos nosotras, ya todo pasó, ya estás a salvo ―decía Manami y exhalé por el alivio.
Abrí la puerta y pude comprobar que Kio y las otras chicas con excepción de las sirvientas de Antonia estaban presentes.
―¿Cómo les fue?
―Rescatamos a todas ―me dijo Aoi con una sonrisa.
―Estuviste excelente, vimos como los hombres del gobierno se alejaban ―me dijo Eris.
―¿Dónde está la capitana? ―de pronto preguntó una cathiana que no había visto, tenía la misma edad que la capitana y al igual que ella, tenía sus atributos muy remarcados.
Guiaron a la doctora Durel hacia el baño y con ayuda de las chicas que antes me ayudaron a volver a poner la cama en su posición original, pusieron a la capitana Kuune sobre el duro colchón.
―¿Y esa cola y esas orejas, Kio? ―le pregunté ya que debido a la agitación no me había fijado en Kio hasta ese momento.
CONTINUARÁ...
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