Capítulo 6 Mi brújula
Tomé su nuca y, sin demasiada fuerza; tiré de él para un beso. Mis ojos estaban cerrados, anhelando el contacto, el roce de los labios que me trajeran de regreso a la vida. Aprecié mi respiración errando en su paso ensayado, mis latidos incluso dejaron de ser uniformes, todo mi cuerpo tuvo que cambiar su ritmo antes de tocar el cielo, porque él era mi cielo.
Yo había vagado lejos de él por tanto tiempo, que sentir su piel bajo las yemas de mis dedos, era elemental, se convirtió en ese simple contacto que le devolvía la vida a un cuerpo inerte.
Louis estaba a un beso de distancia y yo quería que todos los espacios entre nosotros dejaran de existir. Acerqué mi mano más y la piel tersa de su mejilla contrastó con la aspereza de mi palma, pero no me retiré, quería tanto sentir cada espacio suyo y de pronto me descubrí anhelándolo más que nada, ¿quién diría que un roce tan sutil podría convertirse en el oxígeno que ansiaba con tanto desespero?
Sonará ridículo, pero sentí cómo mi mano temblaba justo cuando acaricié por debajo de su pómulo y me encontré pensando en cómo había pasado por alto estas pequeñas cosas que hacían mejor mi vida.
De nada serviría humedecer mis labios con el mejor bálsamo, seguirían resecos hasta que mi Louis los bendijera con su elixir.
La distancia entre la Tierra y la Luna se veía tan corta en comparación de lo que me pareció el espacio entre nuestros labios.
Lamenté no tener algún super poder, si hubiera podido, habría detenido todo el universo para que nadie nunca ignorara aquel beso. Porque no sería uno más, no sería común, sería el beso de la redención, de las segundas oportunidades, el beso que abriría el cielo para que la lluvia cesara en mi vida.
Una fuerza más grande que la gravedad me atraía hacia él y yo, consciente; me dejaba llevar, pero fue justo cuando la corriente de aire entre nosotros se cerró, dejándome en el borde de mis deseos, que un golpe fuerte sobre mi pómulo me trajo de vuelta a la realidad.
Sentí el azote contra mi mejilla y el ardor se presentó posterior a la bofetada.
Desde que yo recordaba, Louis jamás me había golpeado, mucho menos por robarle un beso, pero de nuevo, este hombre insistía en ser William, no mi Louis.
Él abrió sus ojitos con horror y con un golpe certero; me abofeteó.
—¡J-Arr...!
Que el mundo me llame loco, pero juro que sus ojitos brillaban y sus labios tenían un ligero paso en abertura, como si ellos me esperaran, pero los cubrió, sin que éstos me revelaran nada más.
Louis me empujó mientras despotricaba y seguramente mis tatarabuelos se retorcieron en sus tumbas porque mi príncipe gritaba y daba manotazos al aire.
—Perdón, perdón.
Intenté disculparme, pero a quién engaño, no estaba arrepentido en absoluto, habría dejado que me abofeteara más si con ello me ganara un beso. Relamí mis labios, saboreándome el recuerdo del sabor de su boca en mis años pasados, mi lengua tocó mi labio inferior y vi cómo Louis tragaba con dificultad, profundamente indignado... o perturbado.
Sonreí con malicia y con una falsa mueca de dolor tallé sobre mi rostro.
—Eres bueno con las manos —solté.
Él enderezó su postura como una diva del cine, acomodó sus ropas, me miró por encima de sus hombros con un aire de superioridad que solo afectó mis pantalones y se alejó dando pisotones, parecía un gatito muy furioso.
Desde mi pómulo todavía irritado, pude notar el perfecto andar de mi esposo cuando cruzó el jardín de regreso hacia su habitación, ¡joder! Louis era malditamente hermoso.
—¡Príncipe!
Zayn estaba encontrándose con él justo en la escalinata de entrada, vi cómo Louis negó para retirarse, pero la mano de aquel tipo aterrizó en su espalda baja mientras con la otra señalaba el camino para que ambos entraran.
No hace falta decir que en menos de dos segundos ya estaba empujando al maldito Malik lejos de Louis.
—¡Que no lo toques! ¡No vuelvas a tocarlo nunca más! —grité, demasiado encolerizado, al punto de que mi voz sonó más grave y apenas me percaté de cómo mi "casi algo-novio-esposo" cubría sus brazos y acomodaba su cuello, nervioso. Porque sí, Louis; pero el mío; siempre se erizaba cuando mi voz se volvía grave y baja.
Solía hablarle así cuando lo conquisté por primera vez y desde entonces; mi voz era una de mis armas. Al parecer, al príncipe William le afectaba igual, y como el hombre bueno que no soy; lo usé a mi favor.
—No puedes tocarlo Malik, nunca... un hombre como él no pertenece a alguien que no sea yo —hablé de nuevo, cuidando el mismo tono que afectaba a mi castañito. —No importa quién crea que es hoy, Louis, William o el príncipe de Edimburgo, es mío...
Giré hacia él y lo vi morderse el labio mientras sus manos cubrían sus brazos. Busqué en su mirada algún rastro de intolerancia, atisbos de miedo o rechazo, pero ese mar que permanecía en sus ojitos, solo me mostraba la marea azul, agitada y profunda, misteriosa e hipnótica.
—¡¿Qué mierdas, Styles?! ¡Estabas a punto de aprovecharte de él! Además, él no es de tu propiedad.
—¿Y crees que interponiéndote entre nosotros lograrás que Mi esposo te ame?
—¡No es tu esposo!
—¡Lo es, aunque te joda!
—¿Quieres ver quién jode a quién? —me sonrió el maldito zoquete.
—¡Deja de calentarme las pelotas porque el único jodido vas a ser tú! —Malik me sonrió travieso como si yo le diera la razón, por supuesto; yo había caído en su juego de palabras. —¡No! ¡me refiero a que yo voy a... Louis y yo...¡Ya cállense todos!
—Solo tú estás hablando, genio —intervino el lunático traductor que se asomaba por la puerta, comiendo una mandarina que encontró cerca de la puerta.
—¡Y tú qué haces aquí, deberías estar entreteniendo al remedo de Don Quijote éste para que yo pudiera estar a solas con mi marido!
—¿Cuál marido, ése que va allá?
Cuando giré hacia donde Louis estaba, ya había desaparecido.
—¡Ah, los odio, malditos mosquitos infernales! —golpeé mi mejilla, como si una bofetada no hubiera sido suficiente. Malik había accedido a cortar la energía eléctrica con el fin de dar mayor realismo a todo. —¡Y a ustedes dos también!
—Si quieres escuchar el canto de las aves, no compres jaulas; planta árboles... idiota.
—¿Qué significa eso? —le pregunté a Horan.
Malik se había retirado a hacer llamadas y atender a los otros dos huéspedes que tenía en el hotel. Me sentía frustrado, harto de que la brecha entre Louis y yo creciera, pensando en cómo sería mi vida si Louis no volviera, si en su lugar; William se quedara, porque él no era mi Louis, él no me amaba y yo... yo tenía una argolla en mi dedo anular con las iniciales HT, el apellido que mi corazón atesorará hasta el último latido, siempre será Tomlinson, y no lo cambiaría por nada.
—Seis años en la universidad y no aprendiste a descifrar un mísero refrán.
—¡Soy abogado, no maestro de literatura! Louis es el de las letras aquí...—exhalé, sintiendo el agotamiento, porque era verdad —Seis años en la universidad, y nunca aprendí a ver al amor de mi vida huyendo de mí.
—Quizás no huyó, quizás solo quiere que lo encuentres, pero hazlo bonito. No lo persigas, deja que él venga a ti, atráelo.
—¿Cómo? No sé qué hacer, intento acercarme, pero él solo se aleja más.
—Ahora ya sabes cómo se sintió él, durante todo este tiempo.
—Louis no es vengativo...cómo se nota que no lo conoces.
—Tal vez, pero conozco la manera en que de debes actuar. —Lo miré algo incrédulo, ¿qué podría enseñarme este tipo? Bufé, pero lo escuché —Tienes que hacer que sienta cómodo a tu lado, que sienta que la vida contigo es mejor, que desee vivir junto a ti. Escúchame señor Styles, esto es lo que haremos...
(...)
Las botas eran geniales, pero los pantalones demasiado anchos no eran lo mío. Sin embargo, ahí estaba yo, con las ropas que había pedido a Horan que me comprara, vestido como un típico hombre medieval, un intento de príncipe, medio quebrado porque los olanes de las mangas de la camisola estaban manchados y un poco arrugadas.
Pasé varias horas de la madrugada anterior buscando información acerca de la época en que William vivió, qué tipo de ropa usaban, la música que escuchaban, las fiestas, las tradiciones o qué tecnología existía en aquel entonces.
En el pasado, pocas veces me mostré interesado en sus cosas, lo hacía sí, pero no lo mostraba porque "hombre que demuestra mucho, es débil" ahora entiendo que tremenda estupidez la que aprendí. Pero en estos últimos días, Louis era todo en lo que podía pensar, en la forma en que debía acercarme para no asustarlo, cómo lograr que él no huyera, y el resultado estaba aquí, soportando la picazón del cuello de esa camisa ridícula.
Cuando Louis entró al comedor, yo ya lo esperaba de pie en la entrada, retiré mi capa y con un movimiento que ensayé por dos horas, ofrecí una reverencia.
—Majestät.
Louis estaba sorprendido, devolvió el gesto, pero no me sonrió, sin embargo; el precioso rubor que apareció delató que la sorpresa le había gustado.
—Låt mig servera frukost åt dig (permítame servir para usted, el desayuno) —casi olvido enderezarme, pero un sonido de la garganta de mi esposo me hizo correr hacia su silla, la retiré para él y cuando la acomodaba hacia adelante, no pude evitar que mi dedo índice rozara con parte de su antebrazo.
Me incliné un poco más cerca de su oreja y pude sentir el exquisito aroma de su piel, el perfume que estaba usando era familiar, aspiré un poco, como atraído por esa corriente de lavanda que nunca se iba de él. Mi dedo índice, tembloroso pero insistente, repitió la acción mientras susurraba las opciones del menú.
—Det finns också te, ägg och kött (¿frutas? También hay té, huevos o prefiere carne?
Casi me da un infarto cuando sentí el ligero movimiento de su brazo derecho, correspondiendo a mi toque, mi respiración se atascó y el temblor adolescente se burló de mí cuando me invadió. Louis echó el brazo hacia atrás para que el contacto con su piel fuera más limpio, un roce tímido , pero yo atesoré aquel movimiento como un sediento amaría una sola gota de rocío en medio del desierto.
Intenté no sonar desesperado para no agobiarlo pero ¡Dios! Este era mi chico, mi niño, mi amor.
—Jag har också tagit med musiken (también he traído música) —balbuceé.
Usando mi celular, oprimí el botón para que reprodujera la música que seguramente le agradaría, un simple acorde de violines y cuerdas que lo hiciera sentir a gusto conmigo.
Él me miró, sorprendido, sus ojitos azules se abrieron y comenzó a mirar hacia los lados, yo no entendía por qué.
—¡Magi! Besvärjelse! Du är en trollkarl!
Louis parecía asustado, creyendo que era magia, por la manera en que me señalaba y se alejó de mí, quizás me creía un hechicero.
—¡Horan! ¡Es un llamado de emergencia, trae cualquier cosa y finge ser un músico!
Para mi fortuna, el maldito traductor entró con una guitarra y me lanzó un par de cucharas y una olla, uno de los huéspedes que seguía en el hotel, nos ayudó trayendo consigo el cascabel de la recepción.
Louis sonrió, por primera vez sonrió cuando Horan me empujó hacia el frente y me hizo señas de que comenzara a bailar. Mis pies eran torpes con cada paso y tuve que improvisar pequeños saltos. Me sentía ridículo, más que patético, como si fuese un mono de circo adiestrado, sin seguir razonamientos y solo brincar, pero cuando estaba a punto de empujar a Horan y lanzar todo a la mierda, escuché un sonido.
Una oda, la segunda sinfonía más maravillosa de todas, una risa mágica.
Louis reía abiertamente. La rigidez de sus hombros se había esfumado y su constante ceño fruncido también, en su lugar; sostenía su estómago con sus manos, la cabeza echada hacia atrás en una clara carcajada.
Tuve ganas de acercarme a él, abrazarlo y repetirle hasta el cansancio cuánto amaba su risa. Me di cuenta que Louis estaba iluminando el lugar con esa simple acción, fue apabullante la manera en que me sentí avergonzado de mí, porque él merecía el mundo entero, y si existían otros mundos, también los merecía todos, una galaxia completa, y mirando lo que yo fui con él, como una simple estrella a punto de apagarse.
No me acerqué, en cambio; preferí contemplarlo. Su piel brillaba contra la luz natural y el sonido de su risa, muy parecido a un tierno berrido, debo aclarar; pero ése era el sonido que yo quería escuchar cuando no quería escuchar nada. Suena más tonto pero; ¿puede la risa enfrascarse? ¿ponerla como una canción y hacer que el mundo entero la escuche y se enamore? Que alguien invente eso, no lo quiero, lo necesito.
Serví una porción de cada cosa para mi príncipe y me senté frente a él. Sonreí para mí cuando recordé que, por las mañanas, Louis era muy hablador y aunque odiaba malos modales en la mesa, siempre probaba todo de mi plato y a veces ni siquiera usaba tenedor. El príncipe William en cambio, esperaba por ser servido, usó los cubiertos con una precisión impecable y se mantuvo en silencio.
—Horan —le llamé— ¿cómo le digo que se ve hermoso esta mañana?
—Du ser vacker ut —repetí después de él.
Louis me miró de reojo cuando le agradeció a Niall con un asentimiento y no a mí.
Decidí que no quería depender mucho del maldito traductor ese, así que saqué mi celular, lo usaba por debajo de la mesa para que Louis no se asustara pensando que era una cajita mágica de nuevo.
Busqué la aplicación y balbuceando para una rápida práctica, me aventuré a decirle.
—Har någon någonsin sagt till dig att dina ögon är vackra? —cuando no logré que él me mirara, me puse de pie y con el torpe pretexto de ofrecerle un poco más de té, me acerqué de nuevo y repetí — Har någon någonsin sagt till dig att dina ögon är vackra? (te han dicho que tus ojos son bellísimos?).
Él me miró, pero esta vez fue más breve y solo asintió.
—¡Por supuesto que sus ojos son hermosos! —Zayn "Estúpido" Malik, apareció —nuestro príncipe es demasiado hermoso.
—No es "nuestro", es mío.
—No le veo la etiqueta por ningún lado, así que...
Louis le sonrió de inmediato y pude ver la manera en que sus mejillas se ruborizaron. Esa horrible sensación de hundimiento en mi estómago subió hasta mi pecho cuando vi que sus sonrisas ya no son exclusivas para mí, no fue solo eso, sino el miedo de comprender que quizás pronto él encontraría refugio en alguien más, eso sería una puñalada letal.
No sé si yo sea una pieza en un plano gigantesco, pero me sentí con los bordes frágiles, como si mis mejores partículas se rompieran.
—No entiendo —dice Malik y sé que se refiere a mí, porque el imbécil está hablando inglés y no sueco —¿cómo alguien podría perder a un hombre como éste? ¿Qué tan importante es aquello por lo que lo cambiaste?
Louis no nos miraba, pero noté cómo sus movimientos se volvían más pausados, como temiendo hacer ruido y perderse mi respuesta.
—Nada, nada es más importante que él. Pero se necesita ser un imbécil, justo como tú...comprendes, para cometer ese error.
—¡Oh vamos Styles! Sé que eres mejor que eso...
—¿Y qué quieres que diga? Sí, cometí un terrible error, porque el trabajo, los casos con los clientes, el tráfico, el estrés y todos los problemas me complicaron la vida, pero nada me complica más la vida que él se aleje de mí. Porque tú Louis —le dije, mirándolo a los ojitos azules que también me miraban —tú representas los tiempos felices, eres mi cable a Tierra, y también mi lugar seguro.
—Suena complicado —me respondió el imbécil este —decir cosas así, pero...comprar la idea de que puedes volver a confiar en alguien que ya te ha decepcionado antes.
—Exige valentía y coraje —le respondí, pero la conversación era entre los ojos de Louis y los míos, que no dejaban de mirarse —enfrentarse al hombre que prometió amor eterno frente a un altar y que, después de unos años te dejó atrás, lo sé. Pero si tú me dejas, te prometo que esta vez volveré a convertirme en el hogar en el que te sientas seguro y confiado, amado y valorado.
Louis mordió su labio, con el rubor creciendo y la mirada cada vez más nítida, sé que las miradas no tienen nada dentro, pero los de Louis sí. Sus ojos mantenían el mar, el cielo y juro por mí, que una estrella había nacido en sus ojitos.
Cada fracción de segundo que transcurría, yo sentía que la soledad se desvanecía.
—Promesas... no sé si todos pueden cumplir una promesa para toda la vida, las personas cambian y algo que amaste en un punto de tu vida, podrías detestarlo en un año o más.
Malik seguía tomando su desayuno como si esto no fuera nada, pero yo no podía pasar bocado, ni siquiera pensaba en nada que no fuera el precioso ser humano que tenía frente a mí. ¿Cuándo dí por hecho que con enamorarlo una vez fue suficiente? Louis merecía que reafirmara mi amor por él cada día.
—Mi esposo —repetí ese adjetivo, porque aunque pasara de mí, yo jamás daría vuelta a la página y denominarme con otro calificativo, no bajaría mi rango de esposo de Louis Tomlinson aunque la Tierra colapsara —ha sido la única constante en mi vida. Todo puede cambiar, menos la forma en que él me atrapa cada vez que caigo y la manera en que él es mi hogar, mi espacio seguro.
—No parece una persona, por la forma en que lo describes, parece más un objeto ¿eso es para ti?
Sus palabras estaban cargadas de veneno y yo no entendía por qué. Zayn Malik era un hombre desconocido para mí, apenas teníamos días de conocernos y ya me había declarado su peor enemigo. Yo no había olvidado que él quería pedirle matrimonio a Louis, o a William, pero de eso, nada.
—Lamento que, en tu patética vida, nunca hayas conocido a alguien que se convierta en brújula. ¿Has navegado alguna vez? ¿Haz visto esas olas gigantescas, esa marea embravecida y esos tifones? No importa qué tan bueno sea tu barco, el instrumento más importante es la brújula, es fiel, da coordenadas exactas cuando te estás desviando del camino y lo mejor de todo; siempre te lleva a casa.
En ningún momento aparté la mirada de Louis, yo quería que él sintiera mi amor en cada exhalación ,en cada palabra, porque hombre, él tenía mi devoción.
Él había dejado sus cubiertos y aunque sus manos estaban por debajo de la mesa, su labio inferior temblaba aún atrapado entre sus dientes.
—Aún así, no fue suficiente ¿cierto?
Me levanté de mi silla y caminé hasta donde él estaba, e hincado en una rodilla, tomé su mano y le dije —Tú siempre has sido más que suficiente, Louis.
Juro que cuando Louis me miró, mis fuerzas se renovaron y mi esperanza también, nunca antes me había sentido tan listo para entregarle de nuevo cada parte de mi ser, como en ese momento.
—Sé que todo ha cambiado por fuera, pero yo siento lo mismo. Y no importa qué tan frío parezcas, algún día, el hielo se derretirá.
—Él ni siquiera te entiende, no te responde, Styles. El silencio es el lenguaje del desamor, quizás lo de ustedes ya o.
—No importa, —Le interrumpí, porque no quería escuchar su sentencia, no aparté la mirada de mi esposo y con voz casi suplicante le pregunté —cuando termines con este silencio...¿puedes volverme a amar?
Louis ladeó su cabeza, buscando ayuda de Malik para que le tradujera. Obviamente el infeliz no lo hizo.
El resto del desayuno fue más que agradable, Louis me dedicó al menos tres miradas, ninguna con odio ni miedo.
¡Alto! Que nadie más me sonría nunca si no va a ser Louis, porque sí, ¡estoy enamorado de Louis Tomlinson, escúchalo mundo!
Cuando el príncipe se retiró, apenas murmuró algo que no entendí.
—Under min hud finns det en revolution som dör för att explodera (Debajo de mi piel, hay una revolución que no puedo controlar, y que pronto puede estallar).
Afortunadamente para mí, Horan, que entraba por el salón me miró y dijo.
—Tienes un perejil en el diente.
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"Me fui y no hizo nada para detenerme, ahí fue cuando entendí por qué el mar arroja cosas a la orilla y jamás las reclama; porque no le importan"...Anónimo.
¿Alguien aquí?
Ni mil disculpas borrarán el mes sin actualizar, pero prometo terminar pronto esto, sí o sí.
Por mientras 'ya viste qué bonitos ojos tienes?
Besos. MAKI <3
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