Capítulo 4: Te sueño
Un mes, había pasado un mes desde que había desaparecido y ya las esperanzas de Patrick se iban esfumando cada vez más. Ahora, cada vez que la gente lo veía pasar, se decía que era un alma en pena. Perdió varios kilos al dejar de comer y solo se le podía ver trabajando sin descanso en la herrería.
Se escuchó de otra desaparición en los alrededores, según decían era un viajero que se había extraviado. Su mente no estaba para procesar más información, se sentía morir cada vez que pensaba en ella, en su dulce sonrisa ¿Cómo de haber sido tan feliz paso a estar tan destrozado?
¿Sería tan real lo que hablaban los pueblerinos o era una manera de ayudarlo para que no creyera que Katryn había sido la única? Quería gritar cada vez que pensaba en ello. Estaba cansado su corazón no daba más, todas las tardes cuando se entraba el sol iba a la capilla a pedir por ella y esa tarde no fue diferente.
Ingresó al lugar, con respeto se acercó hasta el altar y encendió una vela para hacer su plegaria diaria, le pidió fuerzas a su Dios para seguir adelante y también que fuera misericordioso y le devolviera a su amada Katryn. Luego de unos minutos el padre Nicolás llegó hasta su lado.
— Muchacho— habló tocando su hombro con suavidad.
— Padre, buenas noches. Se que es tarde solo deme unos minutos más, estoy por terminar.
— No, no es eso muchacho, quería abusar de tu bondad y pedirte que me ayudarás a mover un mueble, tú sabes con la edad uno pierde la fuerza y no puedo negarme una mano amiga para tal diligencia. Espero no molestarle con esto.
— Oh, por supuesto que no. Le ayudaré de inmediato.
Patrick acompañó al padre hasta la parte trasera de la capilla, justo cerca de donde se encontraba el dormitorio del padre Nicolás. El mueble no resultó ser tan pesado para los dos aunque Patrick notó la diferencia en su musculatura por causa de su mala alimentación. Se daría un tiempo más, un poco más de falsas esperanzas y volvería a trabajar en su resistencia física. Todavía no quería darce totalmente por vencido.
Partió a su casa cabizbajo, el frío se colaba por sus ropas y lo hacían acelerar el paso para llegar pronto y encender la chimenea. No llevaba apetito como muchos, o la mayoría, de sus días. No comería, quizá solo se dedicaría a dormir y no se preocuparía de calentar el lugar.
Ingreso a su casa en silencio y encendió una vela, suspiró, en su mesa cada viernes ponía unas cuantas rosas azules para recordar a su amor. Se suponía que dentro de estos días ellos ya se debían convertir en marido y mujer ¿Porqué el destino no quiso que así sucediera? Se dirigió directo a la habitación, la furia por lo sucedido dominandolo en ese momento, se quitó la ropa y no se molestó en ponerse algo abrigado para dormir, estaba alterado y no reconocía el frío del momento. Cerró sus ojos intentando dormir hasta que de un momento a otro todo fue paz.
Sintió una mano suave deslizarse por su pierna derecha, el toque era cálido y provocaba que su pulso comenzará a acelerarse, el toque en su pierna iba subiendo delicadamente hasta su cintura. Los latidos de su corazón dejaron de ser regulares al momento que sintió unos delicados labios besar su vientre bajo, jamás en la vida alguien siquiera había tenido acceso a una parte tan íntima de él. En la oscura habitación no se podía ver nada, solo sentía como las manos de una joven se iban apoderando de su cuerpo con tortuosa lentitud, los suspiros de la chica y el rosar de sus cabellos afirmaron lo que su mente le estaba diciendo. Le vela se había consumido en algún momento de la noche o la joven la había apagado. Las manos de la muchacha ascendieron hasta su torso dando pequeñas caricias y provocando escalofríos en su cuerpo junto al fuego que iba creciendo en su interior al sentir como besaba ahora en medio de su pecho. Jadeó cuando ella llegó a su cuello y mordió delicadamente sobre su vena palpitante, sus manos rápidamente se posaron en la cintura de la muchacha para tratar de alejarla, ella se mantenía a orcadas sobre él y tembló al notarla desnuda ¿Cómo había sucedido eso? El no recordaba llevar a nadie a su casa.
La chica se apoderó de sus labios, lo besó lento y torsuoso, provocando escalofríos en su cuerpo y logrando que su respiración se acelerara. No, no debía estar cediendo a algo así. Él amaba a Katryn, no podía hacerle eso. ¿Solo llevaba un mes desaparecida y ya gozaba de estar entre otros brazos? No entendía que estaba pasando.
—Patrick— suspiró la muchacha, ella tenía su voz, era el mismo color de voz de su novia. La separó solo un poco sin poder creerlo ¿Realmente?
—¿Katryn?— recibió un gemido en respuesta —Katryn tu estas...— ella lo calló nuevamente con un beso, está vez Patrick correspondió su beso con desesperación. Sus manos se aferraron fuertemente a la espalda de la joven y la oyó gemir más agudo cuándo su parte más íntima rozó la de la muchacha en sus brazos, ella nuevamente soltando su nombre entre jadeos.
—Te amo amor mío— dijo en susurros mientras perdía fuerzas en el agarre que tenía sobre ella, se desesperó cuando dejó de sentirla y abrió los ojos con angustia para ver que su habitación estaba levemente iluminada por el calor de la vela sobre la mesita de noche y estaba completamente solo en el lugar.
Había sido todo un sueño. Su respiración demoró unos momentos en regularse así como también su cuerpo en enfriarse. Había sido tan real, el había creído que estaba ahí, con él, en su cama. La había creído de vuelta. Suspiró, apagó la vela y se dio vuelta sobre la cama para poder conciliar nuevamente el sueño. Esa noche no volvió a soñar con ella, no de ese modo. Se perdió en la inconsciencia con el suave latir de su corazón y la sonrisa de su amor en sus recuerdos.
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