Había ido a la cocina por un poco de agua después de haberse puesto su ropa para dormir. Su vista cayó en el sobre que estaba en su mesa, había olvidado que tenía que entregarle ese mandado a Patrick lo antes posible, pues venía de la capital con remitente del padre Cristóbal.

Volvió a su habitación para abrigarse y salir de inmediato en busca del que sería su futuro marido, esbozo una sonrisa, que hermoso se escuchaba esa palabra para ella. Marido. Pronto Patrick sería su marido. Miro la argolla que estaba en su dedo anular derecho y sus ojos brillaron de felicidad. Quizo que su madre estuviera ahí en esos momentos abrazandola y siendo feliz con ella, que le aconsejara que hacer y le diera recomendación de como ser una buena esposa. Si tan sólo hubiera sobrevivido a esa terrible enfermedad que se la llevo hace algunos años junto a su pequeña hermana, suspiro. Tomó el collar que colgaba de su cuello junto a la foto de ambas y le dio un pequeño beso, esperaba que desde el cielo la acompañaran en su alegría.

Salió rápidamente de su casa para poder alcanzar al castaño en el camino, y así volver a la seguridad de su hogar tan pronto como fuera posible. A medida que avanzaba a paso rápido por las oscuras calles un escalofrío recorrió su espalda, el silencio era aterrador a esa hora de la noche, no lo había notado pero incluso en la oscuridad de la noche el cielo se negaba a alumbrar su camino con alguna estrella, totalmente oscuro con el cielo cubierto de gruesas nubes demostrando así la pronta llegada del invierno.

Aceleró su paso cuándo sintió unas pisadas acercarse por su espalda, algo le avisaba que era mejor huir, que no estaba segura en la soledad de la noche. No vio hacia donde sus pies la llevaron hasta que estuvo frente a varios árboles, se había desviado, había errado el camino a casa de Patrick y ahora estaba a las afueras del bosque del pueblo ¿Cómo no se dio cuenta antes? Quizá el pánico la cegó.

Su respiración era acelerada, sus manos temblaban tanto por el miedo como por el frío que había en la interperie ¿Qué haría ahora? Escuchó aullar a los lobos en alguna parte interna del bosque, estaba aterrada las pisadas en ningún momento habían cesado y ahora el peligro de ser devorada por lobos también estaba cerca. Quiso gritar pero si lo hacía delataria su pocision, quizá había esperanza de esconderse en algún lugar, gruesas lágrimas caían de sus azules ojos. Cuando decidió esconderse detrás del tronco de un grueso roble ya era demasiado tarde, una fuerte mano la tomó por los cabellos y tiró de ella hacia atrás.

—No tienes donde ir— escucho la desagradable voz de un hombre tras ella y el pánico la invadió por completo. Patrick sálvame.

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El padre Nicolás se despidió de Patrick dándole la bendición y deseándole un camino de vuelta a casa seguro, habían hablado hasta más tarde. Patrick había escuchado atento todo lo que el padre tenía que decirle acerca del matrimonio como un pacto con Dios y su futura mujer, que deberían serle fiel y servirle para así tener prosperidad, entre otras cosas. Ya en el calor de su hogar fue a su pequeña habitación y se cambió de ropa para dormir, a la mañana siguiente desayunaría con Katryn y hablarían de cómo sería su boda, con ese pensamiento se quedó dormido unos minutos después.

Despertó temprano gracias al canto de los gallos, con rapidez se arregló y fue en busca de su amada novia. En el camino paso a la panadería del pueblo por unas onzas de pan y llevo también la mermelada de membrillo que tanto le gustaba a Katryn. El panadero del pueblo lo felicito por su agradable noticia pues a Patrick se le notaba en el rostro la emoción y felicidad que esa decisión le había causado. Podía gritarle al mundo entero como se sentía en esos momentos y no sentir siquiera un poco de vergüenza, porque su hermosa pelinegra era su más grande orgullo.

Tras unos minutos más de caminar llegó hasta la casa de Katryn y tocó la puerta luego de tratar de ordenar su castaño y rebelde cabello, la fuerte briza lo había desordenado un poco.  Esperó unos minutos pero no había respuesta, volvió a tocar extrañandole el hecho de que su novia no estuviera en pie a esa hora pues en media hora tenía que entrar a trabajar con el médico del pueblo. No hubo respuesta, ni la segunda, ni la tercera vez que llamó a la puerta. Se preocupó al no recibir respuesta de ella así que forzó la cerradura y abrió la puerta para ingresar y poder buscarla. La casa estaba vacía, su cama estaba estirada y no había rastro de ella en ninguna parte, le pareció extraño pues habían quedado en desayunar juntos. No creía que lo olvidara y se fuera a trabajar antes de la hora.

Corrió al lugar de trabajo de Katryn encontrando al médico listo para empezar con su rutina diaria, preguntó por ella pero el médico, Nathaniel, no la había visto desde la tarde anterior.

Su preocupación empezó a hacerce más grande a medida que preguntaba por ella en los distintos locales y nadie sabía darle una respuesta que le dejara tranquilo. En el pueblo nadie había visto a Katryn después de el día anterior. Llegó a la capilla del pueblo con el corazón en la mano y sus ojos llenos de lágrimas, al ver a Patrick así el padre Nicolás se preocupó y se acercó caminando rápido en su dirección.

—Muchacho ¿Qué sucede que vienes en ese estado?

—Katryn, ella, no está en ningún lado. La he buscado por todo el pueblo y no está.

—¿Estas seguro muchacho?¿No está con Nathaniel en el consultorio?

—No padre, he revisado en todo el pueblo y no está en ningún lado. Temo que le haya pasado algo, su casa, su cama, es como si no hubiera pasado allí la noche.

Las primeras lágrimas corrieron por sus mejillas después de haber hablado con el padre, su desesperación haciéndose evidente en su mirada y su actuar, no podía creer que la noche anterior Katryn había aceptado ser su esposa y ahora se había pasado toda la mañana en su búsqueda al no hallarla en su hogar.

Quería creer que no estaba en peligro, quería creer que quizá había tenido una urgencia en la noche y por eso no se encontraba allí. Se arrodilló entre las bancas de la capilla pidiendo entre sollozos a su Dios que protegiera y cuidara a Katryn donde sea que se encontrara. Tenía miedo, tenía tanto miedo de perderla, de haber sentido la felicidad, de haber ansiado tanto una vida con ella y ahora no poder tenerla a su lado, quizá era su culpa, quizá él había actuado mal en algún momento y era su castigo el no tenerla ahora entre sus brazos.

— Muchacho, iré a hablar con las autoridades para qué la busquen en los alrededores, quizás sólo es un mal entendido— habló el padre Nicolás a un costado de Patrick y salió de la capilla dejándolo solo por un momento.

Camino desanimado hasta su casa, no quería ir a trabajar, ya había perdido la mitad del día por tratar de saber de Katryn. No tenía ánimos, sólo quería saber que ella estaba bien, nada más. Se recostó en su cama y después de unos minutos se quedó dormido esperando que el padre Nicolás pudiera traerle buenas noticias.